❝Deya❞

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El comienzo
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Cerró sus ojos completamente satisfecha, aquel momento de felicidad absoluta no sería arruinada por nada ni nadie. Sus mejillas ardían por la presión de la sangre, James Lake Jr., aquel nombre de la obra de arte era el causante de su enorme sonrisa y sus constantes sonrojos.

Tomados de la mano, y recostados sobre el frondoso pasto, la pareja miraba el cielo estrellado de lo que sería Arcadia Oaks en un futuro. No hacía falta las palabras, la compañía del otro era más que suficiente.

—Me gusta verte así, sonriente.— comentó el chico viéndola con una pequeña sonrisa.

—Es que al fin me siento feliz.— confesó ella aún con sus ojos cerrados, soltando un suspiro de alivio.— y no quiero volver nunca más.

—Yo tampoco quiero.— se sinceró.— pero debemos, solo esta batalla y todo habrá terminado.

Al menos para mí

—No quiero... ¿Y si nos quedamos aquí?.— preguntó abriendo sus ojos, giró su cabeza para ver a chico de sus sueños, sorprendido por la proposición.— solo tú y yo, construyamos Arcadia y nadie nos molestará, mucho menos sabrán que estamos aquí...

—¿Eso es lo que realmente quieres? ¿Dejarlo todo y huir conmigo?...

Porque lo cumpliría sin pensarlo

—Solo quiero mi final feliz.— susurró sin titubeos.

—Y yo te lo daré, lo juro.

No me jures cosas así, Jim...

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Tuvieron que regresar, de mala gana eso era seguro. Ambos sabían que sus deberes y responsabilidades eran primero, pero eso no quitaba el hecho de ponerse de mal humor debido a el poco tiempo que podían estar juntos.

—¡'Ella, mírame!.— Douxie llegó completamente emocionado hacia la mencionada.

Tanto ella como Jim miraron con una sonrisa al chico de mechones azules; hasta que la sonrisa de Jim se transformó en una mueca.

Douxie abrazaba con mucha fuerza a Stella y ella, algo aturdida le devolvía el abrazo.
Celos, ésa maldita palabra podía describir las sensaciones de Jim, celos porque Douxie podía abrazarla con aquella fuerza y euforia en vez de él, el hechicero no poseía ni la mitad de la fuerza que ahora Jim era portador, por lo que el híbrido era el único que rompería los huesos de Stella Miracle si se atrevía a abrazarla de aquella manera.

Aquel pensamiento le dejó un sabor amargo y su inseguridad por ser un híbrido había salido nuevamente.
Stella podía ser abrazada por un hechicero y un akiridiano, él debía soportar las ganas de abrazarla así, o incluso besarle.

Maldito hechizo

—Tranquilo, ella no te dejará.— Claire le apoyó en aquel momento.

Mientras Douxie presumía el báculo que Merlín le había otorgado y 'Ella le prestaba su atención con la misma emoción que él; Claire Nuñez se fijaba en la actitud tan cambiante que reflejó el Cazatroles.

—No es eso... es ¿Celos? ¿Envidia?.

—¿De qué? ¿De que te mire como un hermano mayor?.— cuestionó con ironía.— Stella ve en Douxie una familia, él le ayudó cuando estuvo en Arcadia. No te pongas así...

—No es eso.— dijo evitando la mirada de la castaña.— un poco sí, es que... Desearía ser humano para poder estar así con ella.

—¿Cómo? Yo solo veo a Douxie presumirle su báculo, y solo fue un abrazo. Tú literalmente eres el chico de sus sueños y amor de su vida Jim, eso jamás lo dudes. Ni un hechizo pudo contra eso.

—A poder abrazarla sin matarla en el intento.

Ay Jim...

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Se desbloqueó otro recuerdo.

Stella Miracle chilló emocionada, bueno, ambas Stella's gritaron con emoción. Y corrieron sin importarles nada.

El Amuleto había elegido a Callista como la portadora.

Stella Miracle de 16 años corría para ver la magnificencia del Amuleto de la Luz del Día, orgullosa de su padre Merlín.

Stella Miracle de 917 años corría para abrazar a Callista, su recuerdo se quedaría con ella.

Ambas pelirrojas saltaron sobre la Troll de cabello corto y rubio, logrando que esta cayera de espaldas. Sonriendo por el afecto tan inocente que mostraba la hija de Amelia Le Fay, la del presente y la del futuro no borraban sus sonrisas de emoción.

—¡Te eligió a ti!.— musitó la 16  años separándose y viendo el Amuleto, que brilló con más intensidad por su cercanía.

—Deya te recuerdo.— susurró la del futuro sin separarse de ella, extasiada por su nuevo recuerdo.

—¿Deya?.

—Sí, Callista es demasiado humano como para una Troll.— sonrió. Dándole más confianza a la elegida como la primera campeona de Merlín.

—¡La forastera sólo nos traerá la muerte!.— exclamó una Troll de entre el público expectante.

—Qué asco, Callista la calamidad será la líder.— comentó con asco Draal.

—¡Cállate, Draal!.— ordenaron ambas Stella's. Iban a defender a Callista.

—Mejor pregunta porqué no te eligió a ti.— dijo con decepción la chica de 16 años.— me lo esperaba de cualquiera menos de ti.

Aquellas palabras causaron un fuerte impacto en Callista, y por primera vez en mucho tiempo, sintió aquella maldita sensación de cuando era niña. Cuando destruyeron su hogar.

Tuvo miedo.

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—Iré con Jim a buscar a Callista.—propuso Stella abriendo un portal, Claire y Douxie, ustedes asegúrense que Arturo esté en la batalla. Él debe estar ahí, lo recuerdo ahí.— confesó preocupada.

—¿Deya no fue la primera Cazatroles?.— preguntó Claire confundida.

—Ella es Deya.— respondió atravesando el portal junto al joven.

Todo estaba de mal en peor, y por primera vez se fijó en las pésimas actitudes que Draal mostraba con los demás, agradeció que a ella la trató diferente pero no justificaría su accionar.
Vendel estaba furioso con el Rey y Merlín, probablemente aquella relación perjudique más su historia de tal manera que hasta su sueño de 9 siglos pudo verse afectado.

Esperaba que nada más arruinara su historia, mientras, ideaba un plan para que las piezas de aquel castillo inestable que representaba su vida, volviera a donde debían.

Ahora solo podía contar que eran Jim y ella contra el mundo.

Fue sencillo encontrar a Callista, la conexión que Stella tuvo con ella volvió junto a sus recuerdos, ahora estaba sentada contra una enorme pared. Mirando el musgo como si fuese lo más interesante.

—Si intentan hacer que regrese será mejor que se vayan.— dijo al ver un llamativo cabello rojo.

—No lo intentaré, te llevaré de vuelta.— prometió la fémina con una sonrisa honesta.

—Callista, el Amuleto no comete errores. Eso lo aprendí a las malas.— habló Jim, mirando con temor a la Troll elegida.— sé que ea difícil para ti, pero créeme que tú serás alguien que logre cosas grandes.

—Ustedes son niños, no saben nada de la vida.— se burló con pocos ánimos.

—Tal vez yo lo sea, 17 años es una gran edad.— se halagó Jim Lake a sí mismo, sacando una sonrisa en ambas féminas.

—Pero yo no lo soy.— intervino la joven Miracle.— y algo que he aprendido es que las cosas pasan por un motivo, y aunque el destino sea muy caprichoso.— miró con tristeza a Jim.— puedo decirte que tú harás cosas grandes, e increíbles.

Y no solo por mí

—¿Cómo se supone que dirigire un grupo que me detesta?

—Créeme, nadie me quería cuando empecé mi labor. Me decían "Jim manos de bebé ".

Y yo le decía "obra de arte"

—A mí tampoco me querían cuando Merlín pidió que me protegiera. Era una amenza porque sabían quién era mi padre.— confesó la de mirada zafiro.— a veces entre más nos dicen "no", más demostramos lo contrario...

—El sol se está ocultando, es hora...— avisó Jim viendo al horizonte.

—Espero verte ahí, Cazatroles.— dijo Stella con esperanzas.

—Ustedes son la pareja más loca que vi en mi vida.— dijo la Troll, pensando en la fémina de cabello carmesí.

—Y no has visto nada, Deya.— le sonrió.

Callista tomó el Amuleto cuando la pareja desapareció de su vista, y miró al cielo nuevamente.

Deya...

Había tomado una decisión.

***

Comenzamos la recta final ❤