10 | Surprise
❝Sorpresa❞
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Parte de él
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N/A: Activen modo Disney 2.0
Desde los 5 años tuvo un enorme apego al color azul, no importaba la tonalidad, el azul era importante papa él. El azul del cielo, el azul de su suéter, el azul de su Vespa, el azul de sus pantalones, el azul del traje de doctora que su madre portaba, el de sus propios ojos; sin dudas el azul siempre estuvo ahí.
Cuando conoció el color zafiro, sin duda el azul estaba siempre presente, solo que ésta vez, venía acompañado de un color carmesí intenso.
Aquel zafiro atrayente, vivo, soñador, inocente y brillante, un color tan único y precioso que venía con un color tan llamativo y vivo, más un nombre y personalidad que contrastaba con todo; Stella Miracle.
O Stella Le Fay, daba igual su nombre... Era la misma chica.
Dejó escapar un suspiro lleno de dolor, no recordaba nada más que una conversación inentendible y un golpe en su cuerpo, a causa del impacto por su desmayo. Ni siquiera quiso abrir sus ojos, se sentía devastado, tanto física como mentalmente.
Desearía estar con 'Ella... Necesito verla con todo y el brillo en sus ojos por mí...
Hasta que abrió sus ojos.
Jamás pensó en los genios que cumplen deseos, o en las Hadas Madrinas que te convertían en todo lo que no eras por un lapso corto de tiempo y luego te arrebata todo volviéndote a sentir mal.
Los ojos zafiros brillantes de los cuales se enamoró lo veían con devoción y asombro.
—¿Quién eres, bolsa de carne?.
Maldición, no podía ser verdad. ¿Todo había sido un sueño?, ¿Acaso todo lo que vivió debía repetirse?. Aquella pregunta fue la misma que ella le hizo la primera vez que se conocieron.
Aunque su corazón latía con demasiada fuerza, su cabeza tenía grandes batallas mentales.
—¿Stella?.
—¿Cómo sabes mi nombre?, ¿Cómo te llamas?.— miró a su alrededor.
NO PUEDE SER
No estaba en Piedracorazón como el día en que la conoció, estaban en un lúgubre lugar lleno de velas y otros artefactos que ayudaban a iluminar. Su preciosa e indefensa Stella de 15 años estaba frente a él.
Lo estudiaba, grabando cada detalle en su memoria, aquel hibrido al que llamó bolsa de carne que también tenía piel tosca como un Troll no le pareció nada más ni nada menos que una bellísima obra de arte.
No podía creerlo, Stella, la de 15 años que residía bajo las tierras de Camelot estaba frente a él, con un aura más ingenuo, indefenso e inocente que la Stella de hoy en día. Era lógico, la Stella del pasado no había sufrido nada aún; supuso que sus 16 serían en unos días, la Batalla de Muertenfrente debía ser pronto.
—Me lla-llamo Jim...— susurró con nervios, ambas Stella's eran capaces de hacerlo torpe.
—¿Vienes de arriba, la superficie?.— cuestionó con esperanzas. No entendía el porqué de su pregunta o la eufórica manera de pronunciarlo, pero no le iba a privar una simple respuesta a tan ansiada pregunta.
—Sí...
No supo describir con exactitud las facciones que ella mostraba ante su respuesta, era como ver a una niña descubriendo el mundo moderno, o quizás siendo sorprendida por la falsa ideología de un ser llamado Santa Claus que daba obsequios en un trineo volador.
Le mostró una amplia sonrisa, casi pudo verle unos medio visibles hoyuelos.
—¿Y cómo es?, ¿Es grande?, ¿De verdad existen los castillos?, ¿Haz visto dragones?, ¿Vikingos?...
—¡Stella Miracle Galadrigal!.
Ella se puso tan blanca como una hoja de papel, había sido descubierta por la persona que menos quería encontrar. Mordió su labio inferior, y con las mejillas teñidas en un suave rosado, dio vuelta para encontrar al dueño de aquel grito.
Blinkous Galadrigal tenía el ceño fruncido, achicando sus seis ojos luciendo molesto, incluso estaba cruzado de sus dos pares de brazos. Miraba fijamente a Stella, quién estaba en cuclillas para tener una mejor vista de Jim, ella optó por sonreír tímidamente como si fuera a salvarse del regaño.
—Sabes perfectamente que no debes relacionarte con nada de la superficie, tienes suerte que Merlín no te ha visto con él.— dijo posando sus seis ojos en el hibrido.
—Pero Blin.-
—Pero nada, pequeña.— le cortó la explicación.—, ve a tu habitación, te he traído algunas frutas de tus favoritas.
—Esa no me.-
—Sí, sé que te encantan. Te conozco perfectamente, y solo velamos por tu bien. Ve a tus aposentos, debo hablar con el invitado.
Stella calló, siendo vista con suma pena por Jim; sin embargo, ella no lo notó. Estaba tan frustrada de que Blinky no la escuchara como antes, el único capaz de escucharla era Draal. Bueno, por 15 años intentó que su voz fuese escuchada por sus cuidadores y no lo había logrado, callarse una vez más no le haría más daño.
Con la vista en el suelo, siguió su camino directo a el lugar donde fue enviada.
Me alegra haberte salvado, 'Ella...
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Aunque Blinkous le dijo que no se movieea en lo que discutía con su hermano acerca de qué hacer con él, desobedeció aquellas órdenes y fue en busca de Stella. Quería escucharla, y decirle que en el futuro no estaría sola.
Él jamás la dejaría.
Un suave aroma de vainilla y miel abrazó sus fosas nasales, aquel aroma podía considerarlo cálido, suave y único, tan propio de Stella. A lo lejos, una habitación con varias luces encendidas llamó su atención, el aroma provenía de ahí.
Con pasos sigilosos se acercó, estaba ansioso por volver a ver a la Stella de este siglo.
Sin duda la Stella de ahora había crecido, evolucionado y madurado con él.
La habitación era el único lugar "humano" de todo el hogar Troll. Stella estaba en su cama, abrazando una almohada y era acompañada por Draal, quien la escuchaba atentamente.
—Hey, 'Ella, ¿Estás bien?.
Ella quitó la almohada de entre sus brazos y miró hacia el candelabro que iluminaba el lugar.
—Si tan sólo pudiera hacerle ver...— suspiró decepcionada.— que no veo las cosas como él lo hace. No es posible que un mundo que hace tantas maravillas sea... Tan malo.
Miró el globo terráqueo de madera que Merlín creó solo para ella. Y luego posó su vista en el espejo que ella encontró entre las baratijas de Bagdwella.
—¿Qué tengo aquí?.— cuestionó pensando en el posible nombre del artefacto que daba su reflejo.— qué lindo es...— comentó viendo los detalles de cristalería.— es un tesoro que descubrí.— confesó en un susurro, compartiendo su secreto con Draal.—, es muy simple decir que no hay más qué pedir...
Caminó hacia la estantería de libros, donde un sonriente Draal posaba su espalda. La pequeña Stella, su hermanita, su adoración siempre fue demasiado poética al hablar de las maravillas del exterior y él era el único que la comprendía. Jamás la abandonaría.
—¿Qué es lo que ves a tu alrededor?...— le cuestionó sonriente.—, tanta abundancia, tanto esplendor.— respondió por él.— te hace pensar que yo no necesito más.
—Todos necesitamos más, aunque suene egoísta.— aportó risueño.
—Regalitos así tengo miles.— dijo señalando las esencias florales que Merlín le daba y una que otra crema humectante.— aunque a veces no sepa qué son.— rió de sí misma y sacó del estante una pequeña caja donde la abrió.— ¿Quieres no-sé-me-pops? Tengo veinte.
Comentó mostrando su colección de relojes de bolsillo hechos de oro puro.
—Pero...— suspiró.
—Pero qué, bolsa de carne...
—En verdad quiero más.— reconoció con lágrimas en sus ojos zafiro, haciendo entristecer al Troll acompañante y al hibrido vigilante.
Abrió el libro de la chica que tuvo hasta las doce para un baile real, de él, una imagen de la protagonista rubia bailando con el príncipe pelinegro, resaltaba en la página.
—Yo quiero ver... algo especial.— dijo mostrándole la imagen.—, yo quiero ver, una bella danza...
Se sentó nuevamente en su cama, atenta a los movimientos de Draal y ajena a la presencia de Jim. Hoy dejaría salir sus deseos que había retenido desde los 5 años.
—Y caminar por los... ¿Cómo se llaman?.— abrió sus ojos al encontrar la respuesta.— ¡Ah! Caminos...
—Al menos puedes salir al sol.— aportó.
—Solo estar bajo tierra no es original, ¿Por qué no salir a tomar el sol?.— vio la pintura de lo que sería un atardecer en Camelot.— y salir a pasear, ¿Cómo dicen? ¡En carruaje!.
Se tiró nuevamente a su cama, sacar sus deseos era mejor de lo que creía.
—¿Y qué más? No me creeré que eso es todo, bolsa de carne.
—Y poder ir a descubrir qué siento al estar ante el sol...
—Como piedra no quedarás, te lo aseguro.
—No tiene fin, quiero saber... Más, mucho más.— confesó.— ¿Qué debo dar, para vivir fuera de la tierra?. ¿Qué hay que pagar... Para un día completo estar?.
Por desgracia, 900 años de tu vida, traumas y dolores, mi 'Ella.
—Pienso que allá lo entenderán, puesto que no prohiben nada.— frunció el ceño en un gesto desafiante.— ¿Por qué habrían de impedirme... ir a jugar?.
—Bueno, ahí diferimos, pero continúa...
—¡Oh! A estudiar qué hay por saber, con mis preguntas y sus respuestas...
Sentado en el suelo, Draal preguntó:
—¿Qué te gustaría saber?.
—¿Qué es fuego?, ¿Qué es quemar?...— cuestionó lo primero que se le vino a la mente.— ¿Lo podré... ver?.
A lo lejos, estaba un cuadro de su madre, ella estaba usando su característico vestido de tonalidades verdes, en su mano derecha estaba encendida dando a entender sus poderes y en la izquierda una espada. Y detrás de ella, todo el castillo de el Rey Arturo.
—¿Cuándo me iré?.— preguntó recordando las aventuras de su madre.— quiero explorar sin importarme cuando volver...— acalló un sonoro sollozo, sintiendo su pecho contraerse y un nudo en su cargante.
—'Ella no llores... te prometo que saldrás. ¿A dónde quieres ir?, juro que te llevaré algún día a ese lugar.— susurró Draal acariciando el delgado brazo de la adolescente.
—El exterior.— susurró con la voz rota, sin vida.— quiero formar... parte de él...
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Aquella tarde lluviosa, no solo las nubes se desahogaban, aquella tarde dos Stellas se desahogaron. Una por anhelar lo que tuvo prohibido por su bienestar, y la otra por no ser lo suficiente para el mundo al que siempre quiso pertenecer.
—Fracasé, Douxie.— dijo con las mejillas mojadas de tantas lágrimas. El nudo en su garganta se hacía más grande, la culpa la mataba.—, no sé qué hacer... Le fallé a mi madre, Merlín me detesta ¿Viste la decepción en sus ojos? Yo enserio lo quiero como padre...
—'Ella, tu no debes cargar la culpa de las malas decisiones de los adultos. Deberías ser más egoísta.
—Otra vez esa palabra, no puedo serlo Douxie.— confesó.— hoy la apliqué, hice algo malo, me comporté como una descarada.
Cómo pude besar al Cazatroles si este al parecer tiene a alguien...
—¿Qué debo hacer para que todos estén felices?.
—¿Y yo qué debo hacer para verte feliz?.
Ella lo miró perpleja, la suavidad de aquellas palabras parecían querer calmarle y comenzaba a lograrlo.
—Tal vez yo no soy el mejor ejemplo, pero me tienes a mí, no estás sola.— secó sus lágrimas y trató que le viera a los ojos, su nariz estaba roja a causa de limpiarse.—, en el futuro tienes personas a los que les importas...
¿Qué demonios estoy haciendo? Douxie detente...
—No te atrevas, Hisirdoux.— susurró Archie sin que Stella se diera cuenta, salvo el aprendiz.
Solo quiero comprobar algo...
—Te prometo que te salvaré y no tendrás un futuro en el que sufras.— dijo con seriedad.
Hasta que cálido aliento se mezcló con los suaves y delicados labios de la hija de Amelia Miracle.
Douxie estaba besando a Stella. Cumpliendo el sueño que tuvo hace 900 años y destruyendo los juramentos que había creado en el siglo XXI.
Y entre ambos, una sensación los envolvió. Algo nuevo, que los relajó e incluso se resolvieron las dudas que el varón tenía, ambos sintieron los mismo.
Absolutamente nada.
***
Gente, me acabo de dar cuenta que probablemente no había sido la primera en usar a Ariel como oc... No sé si sentirme una copiona o no xd.
¿A que no se esperaban que Douxie besara a Stella?
Al menos sabemos que tenemos a dos Stellas en la misma línea de tiempo ❤
Desde hace meses soñé con escribir este capítulo con la canción escrita, DIOS AMÉ CÓMO ME QUEDÓ. Y no es egocentrismo ni nada, cuando algo me sale como quiero se me sube la emoción y la autoestima a mil.
LOVE YOURSELF A TOD@S USTEDES, los amo, jamás lo olviden.
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