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08 | Selfishness

Egoísmo

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Pelea
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Correr parecía ser la única forma de salir con vida de aquel espeso y espantoso bosque.

Debo darle miles de gracias a Steve...

No era sarcástica al pensar aquello, Steve Palchuk fue extremadamente inteligente al golpear con una roca a Sir Lancelot para evitar que este diera con una flecha directo a la cabeza de Jim. Si pudiese, le besaría miles de veces el cerebro.

Estaba eufórica, la adrenalina iba en aumento conforme a cada paso que daba. Y aunque Lacelot había visto su rostro, juraba -esperaba- que creyera que el golpe en su cabeza le había dado alucinaciones. El guiño que Steve le dio antes de irse junto a Jim le dio un gran respiro.

Sin embargo, estaba demasiado desinformada de todo lo que estaba arruinado.
Tenía a la mismísima Deya y no la reconocía, mucho menos "Callista".
Gunmar ya era un Gom-Gom y en esa época debía seguir siendo humano.
El Amuleto ni siquiera había sido creado.

El tiempo estaba destruido.

Se detuvieron al llegar a un pueblo abandonado, sintiendo pena por cada palabra que Callista pronunciaba con dolor.

Ella expresaba su descontento y desconfianza hacia los humanos, pero ahí estaba, viendo con ternura a Stella.

A pesar de las rupturas en el tiempo, aquella conexión que siempre tuvieron, seguía intacta.


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—Mis sinceras disculpas en nombre del Rey.— se disculpó Stella con dolor, ella sabía perfectamente el dolor que se sentía el que te arrebataran todo.

Y esto que no recordaba toda la verdad, así sí que estaría peor.

—No te disculpes, cariño.— respondió con dulzura, hasta ella misma se extrañó por cómo trataba a la humana familiar del detestable Rey.— saber que su preciada sobrina está con un Troll me da una gran satisfacción.

Ambos jóvenes se sonrojaron por las palabras en tono burlesco que Callista había soltado, no lo dijo con afán de burlarse de ellos u ofenderlos, simplemente le daba tanta gracia ver que mientras Arturo mataba cada ser de aquella raza, la más "joven" de la familia Pendragón estaba en un romance con uno.

—Tú serás quien destruya aquel castillo de cartas.— comentó viendo destrozos por doquier.—, tengo fé en ti, veo que odias las mentiras y siento que dichas mentiras te rodean.

—Lo sé, mi familia es inestable... Pero jamás les daría la espalda.— confesó agarrándose más fuerte de Jim.—, bueno, Arturo es una excepción.

—Stella, te daré un consejo.— dijo acercándose a la joven pareja.—, no dejes que esto...— señaló el frente de su pecho, donde su corazón era protegido por su caja torácica.— te destruya. Eres como Amelia Le Fay-Pendragón... Demasiado diría yo, y aunque no sé por completo tus orígenes... Sé egoísta.

Callista miró la herida que atravesaba el Amuleto de Jim y luego la miró.

¿Egoísta?

—No me digas, sé perfectamente que piensas en los demás antes que en ti. Si no, no tuvieras esas ojeras, no estuvieras golpeada, estarías ilesa y feliz. Ni siquiera tuvieras aquellos ataques...

—Tal vez...

—Por una vez en tu vida, sé egoísta.— pidió.—, piensa en quién te salva o protege, y quiénes te destruyen por completo, elige tu felicidad... Vivirás amargada toda tu vida si sigues así...

La de cabellos carmesí la miraba con desconcierto, ¿Egoísta?, nunca en su vida había escuchado un consejo de tal forma, siempre se crió bajo el suave consejo de estar unida a la familia siempre, sin importar qué. Aquel consejo que Callista le brindaba no lo podía tomar enserio, y se sentía mal por ello, aunque no lo admitía cada palabra que Callista había soltado solo era la verdad y nada más que la verdad.

Jim la miró, aunque las palabras no iban dirigidas a él. Deseó tener la oportunidad de ser egoísta al menos una vez, así estaría a salvo de todo y protegería a Stella de todo; No podía maldecir el día en que tomó aquel Amuleto, ya le habían hecho vivir una vida en la que ni Stella, ni el Amuleto o sus amigos estaban presentes.

Ambos daban mucho para un mundo que merece tan poco.


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Stella detuvo su corrida nuevamente al escuchar el cuerpo de Jim impactarse contra el suelo, no dudó en dejar a Callista y correr a ayudarle.

—Debes levantarte.— pidió viéndolo retorcerse del dolor, aquella caída había logrado que aquella herida se incrustara más en en pecho, y sus ojos obtuvieron un color carmesí.—, relájate, debemos irnos.— suplicó en un suave susurró cuando él comenzó a moverse con rudeza sacudiendo su cabeza.

Jim luchaba por dejar de lado aquellas sensaciones que lo controlaban, parecía que entre más se metía la cuchilla, alguien o algo lograba blanquear su mente y manejar su cuerpo a su antojo, su atención se centró en la mirada zafiro que tanto lo relajaba y en las caricias torpes que 'Ella le proporcionaba en un intento de calmarlo.

Una vez estabilizado, ambos miraron con desespero cada punto del bosque. Solo eran arboles, maleza y flores; Callista no estab por ninguna parte.

'Ella cerró sus ojos, aunque todo parecía ser igual, había algo que parecía conocerlo.

¿Ya había estado aquí antes?

Con Jim herido, debía tener sumo cuidado. Pero ni siquiera se dio cuenta cuando el hibrido tropezó y se la llevó consigo en la caída, se rompió su vestido, una rama había cortado un poco se mejilla derecha y sus manos estaba llenas de lodo y un poco rasposas al intentar detenerse del duro golpe.

—¿Estás bien?.— preguntó con una pequeña sonrisa al de mirada azul cielo, prefería mil veces reírse de sus desgracias que llorar en aquel instante.

—Hemos estado peor.— admitió el chico sonriendo de igual forma, ambos debían mostrarse fuertes por el otro.—, lamento lo de tu vestido.

—Yo no.— ambos rieron relajando el ambiente.—, ahora podré correr mejor.


—¡AHÍ ESTÁN!.

La fémina voz que escucharon gritar los alarmó, sobre todo a Jim quien ya sabía de quién se trataba. Stella abrió sus ojos con sorpresa, la forma en que gritó se le hizo familiar, ahora debía cuestionarse si debía confiar en dicha voz o no.

Morgana se acercaba con lentitud a ellos, ajena a los recuerdos que alguna vez causó en los adolescentes.

Stella se paró y se colocó frente a Jim, creando una espada con su magia y poniéndola de forma que atacaría a Morgana en cualquier momento, sacándole una sonrisa a la hermana de Amelia y confundiendo a Jim.

¿Por qué sonríes si eres la villana?

—Te le acercas y me importa un diablo si eres hermana de Arturo.— amenazó la de mirada zafiro.—, ya me enfrenté a seres de otro planeta, tú serás más fácil.

—Tranquila, pequeña mía.— dijo levantando sus manos en forma de rendición, haciendo desconfiar más a Jim.—, estoy de tu lado, quiero salvarlos... Siempre he querido hacerlo.

¿Por qué asesinaste a la madre de Stella entonces?

Aquí había algo más, si Morgana era buena y Amelia jamás le guardó rencor... Debía averiguar qué intervino en las decisiones de Morgana Le Fay.

—¿Por qué debería confiar en ti?.

—Porque soy tu única salida... Tú y yo somos conscientes del poder que se nos ha otorgado, sabemos el peligro que somos y la salvación que logramos.

—¡No lo mates!.— Claire llegaba corriendo hacia Morgana y Stella, la mujer de cabellera naranja aprovechó el despiste de su sobrina para ayudar a enderezar al hibrido que estaba tirado al suelo.

Stella miró en otra dirección cuando Claire abrazó con fuerza a Jim y este le correspondió, Morgana se fijó en la actitud de la hija de Amelia, bueno, ella se sentiría igual si viera la forma en que la castaña se preocupaba por el Troll.
La de mirada zafiro tragó saliva sintiendo un vacío en su pecho, era inquietante. Su corazón latía con fuerza, pero la sensación de vacío seguía presente, aquella inocente acción le causaba eso.

Lo peor de todo es que se sentía como si ya lo hubiese vivido antes.

—Sí, estoy bien.— respondió el hibrido a la incesante pregunta que le daba la castaña.

¿Será que ellos son algo y yo soy una maldita insensible que me he interpuesto?

—Stella, vete con Jim. Nosotras ganaremos tiempo.— habló Claire Nuñez, sintiéndose entre amenazada y preocupada por la mirada fría y sin vida que su hermana de portarles de dio.

Creo que Steve tiene razón...

A una distancia prudente, para confusión de Jim. Ambos comenzaron a correr, hasta que un golpe llegó a la cara de Jim y de pronto la mejilla lastimada de ella obtuvo un ardor que quemaba como el mismísimo infierno.

Alguien le había dado una cachetada.

La imagen furiosa de Arturo fue captada por sus ojos zafiro, debía admitir que aquel golpe por parte del rubio la había aturdido e incluso mareado.

—¿¡Cómo te atreves a defender a tal escoria!? ¡TE ESCAPASTE CON ÉL!.— reclamó apuntándole con la espada.—, no puedo creer que seas una cualquiera, sobre todo cuando te abrí las puertas de mi reino. ¡Si Amelia no te asesinó yo mismo lo haré!.

Eso la enfureció, la enojó. De por sí estaba que echaba rayos por el atrevimiento de golpearla, pero tales palabras fueron la gota que derramó el vaso.

Su cabeza dolió cuando reconoció en el lugar donde se encontraba, y su mente volvía a reproducir viejos recuerdos de cuando ella tenía solamente 16 años de edad.

El lugar limpio y sereno, aquel lugar donde fue su primer encuentro con Gunmar. El lugar donde empezó toda la Batala del Puente Muerteenfrente.

No ahora... No...

—La lealtad de ambas fue demostrada ahora.— dijo viendo a Morgana.

Dispuesto a atacar a Jim, Stella vio todas sus intenciones y por primera vez después de mucho tiempo, su juicio se nubló.

Con toda la fuerza, se colocó entre él y Jim apareciendo una espada y deteniendo el seguro ataque que hubiese matado al Cazatroles.

—¿Qué haces, bastarda?.— cuestionó con más enojo al ver que la adolescente se revelaba más contra él.

—Lo que tú jamás tuviste el valor para hacer.— respondió apartando la espada del prepotente hombre.—, tú jamás tuviste las agallas para matarme como querías, pero eso no quita que yo puedo hacerlo, de todas formas soy la hija de Gunmar, ¿Cierto?.

Con una patada logró desestabilizarlo, la tranquila y serena mirada zafiro de ella fue reemplazada por un azul demasiado fuerte que denotaba poder, la tranquila Stella comenzaba a disiparse dejando solo a la chica que quería saciar su ira como un intento de saciar sus gritos de auxilio. Eran dos Stellas que luchaban en una, la chica que sacaba su poder al recordar las atrocidades que Gunmar le había hecho hace 901 años en el mismo lugar, y la que quería desquitar su frustración, decepción, ira y toda tristeza con las palabras que Arturo soltaba.

Entre ambos se desató una batalla en la que Morgana estaba dispuesta a participar, ahora eran dos contra uno, sin embargo la fuerza que Stella desataba contra Arturo no le llegaba ni a la punta de los talones a Morgana.

Morgana solo era hija de dos seres de luz, al igual que Amelia.

Stella tenía la sangre de las Le Fay, el carácter de Gunmar y la magia de Merlín en su sistema. Prácticamente podía matar a cualquiera con solo una mirada.

—Ve y protege al Troll, yo terminaré esto.— dijo orgullosa Morgana.

—No pierdas.— advirtió Stella, centrando su atención en Jim.—, yo seré quien inserté la espada en su cuello, estás advertida.

Dios, esta Stella me gusta y no sé porqué.

—Levántate, debemos correr.— dijo ella relajando su respiración.— ¿No te hizo daño, verdad?.

—No, sigo ileso.— Stella miró la herida que atravesaba el Amuelo.— más o menos.

—Vamos.— le tomó de la mano y ambos corrieron lejos de las flechas que Lancelot les lanzaba.


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Estando a una distancia lejana de la pelea y con la memoria memoria de hace 901 años más viva que nunca, la joven se detuvo haciendo que el joven la viera desconcertado.

—Debo regresar a terminar lo que comencé.— dijo al ver la mirada del hibrido.— pero tranquilo, sé de un lugar en el que estrás a salvo.

Con sus manos creó un pequeño ser azul, casi un pequeño fantasma, este mismo comenzó a duplicarse trazando un camino visible para James Lake. La chica sonrió complacida por lo que creó, miró el rostro de asombro que él puso, sin que se diera cuenta mordió su labio inferior con dudas, sabía que si se aferraba más e él podía salir herida, lo supo desde el momento en que aquella agradable castaña lo abrazó con fuerza más de una vez, siempre estaba cerca y se preocupaba por él -no la odiaba, era la mejor persona que pudo conocer-.

Ahora pensó con egoísmo.

—Sé que está mal, pero debo hacerlo antes de irme.— dijo acercándose a él, mirando sus pasos. Iba a dolerle, pero quería tener un poco de egoísmo antes de partir a la batalla.— perdóname...

Tomó el cuello de aquella armadura y lo atrajo hacia ella dándole un intenso beso del que probablemente se arrepentiría luego, pero la palabra "egoísmo" reinaba ahora, ya sabía que su parte racional se había ido temporalmente gracias a Arturo. 

Todo se fue al diablo cuando el no objetó ni la apartó, es más, la atrajo más hacia el colocando su manos en su cintura y acariciando con delicadeza la mejilla lastimada.

—Odio que me beses como despedida.— dijo él cuando se separaron.

—Y yo odio que siempre debo dejarte ir.— confesó.

La Stella con memoria había salido por unos segundos a confesar tales palabras, sin embargo, el hechizo estaba presente y tan pronto como se regresó, se fue.

—Sigue ese camino, mi verdadera familia cuidará de ti.

Los hermanos Galadrigal cuidarán mejor de ti, prometo regresar por ti...

Por primera vez en mucho tiempo, Stella Miracle no sintió culpa alguna al ser "egoísta".


***

Y pensar que este capitulo 8 en realidad es el capitulo 3 en la serie :')

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