04 | Smile
❝Sonrisa❞
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¿Eres él?
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No apartó ni por un segundo la desafiante mirada que estaba fija en los ojos de Arturo Pendragon, y este, por otra parte, tenía una mirada llena de sorpresa y desconcierto, aunque para ser sinceros, aquello solo era una fachada para ocultar el miedo que ella le había causada de un momento a otro estudió cada facción de ella, cada gesto, cada mirada, todo.
Maldita sea, era la viva imagen de Amelia.
—Pónganla a mi lado.— debía verla más de cerca, asegurarse de que no sea una treta muy bien planeada que acabaría con una guerra o la conquista de su reino.
¿Debía creerle? La joven literalmente había mencionado el apellido real de Amelia, había dicho el apellido que Amelia deseó que dijera su acta de nacimiento, tenía los mismos poderes de su hermana favorita; el color de sus ojos eran una combinación de los de ella y Gunmar.
Dos guardias la tomaron de cada brazo y la pararon colocándola al lado de él, con la cabeza en alto, ella miraba a Douxie, quien solo la tranquilizaba con la mirada, dándole más confianza. Arturo se sintió más seguro cuando al ponerla a su lado, donde el sol brillaba en su máximo esplendor; chocaba con la piel blanquecina de Stella y daba a entender que no era un Troll.
A pesar de toda la tensión que se vivía entre la familia Le Fay-Pendragón, había alguien que disfrutaba de los nuevos descubrimientos, no era Douxie, él solamente mordía su labio inferior con ansiedad; no era Steve, él miraba a Stella con confusión, mucho menos Claire, quien palideció al ver a aquellos ojos llenos de molestia y determinación, teniendo una punzada de culpabilidad por jurarle después de su partida, que protegería a Jim de cualquier peligro, juramento no cumplido. Pero quien disfrutaba de aquel espectáculo, era el mismísimo James Lake Jr.
Su sonrisa lo delataba, pero al todos estar tan inmersos en Stella, nadie era capaz de notarlo; sus ojos azul cielo resplandecían ante la presencia de la fémina, tenía más preguntas que respuestas, pero la verdad era solo una. Stella estaba viva.
Soltó un suspiro cuando le quitaron la horrenda capa negra que ocultaba aquel sedoso cabello carmesí y ojos zafiro, aun conservaba la vestimenta que Claire le había obsequiado cuando él la salvó. Se veía un más delgada, cosa que le preocupó; tras detallar el fino rostro de porcelana que ella poseía, observó las sombras oscuras que se posaban bajo sus ojos, y los labios entre abiertos que ella poseía parecían un poco resecos; entendió muchas cosas.
La joven no se alimentó bien.
Stella no durmió.
¿Qué le había sucedido a la hermosa chica de 917 años?, ¿Quién fue el maldito desgraciado que no se preocupó en cuidarle?, ¿Por qué ella no se cuidó bien?.
Aunque eso no le quitaba el amor y devoción que él sentía en aquel momento.
Stella Miracle no se inmutó ni un momento, parecía estatua, siendo examinada perfectamente por Arturo Pendragón, sin duda ella era la hija de Amelia, la vergüenza por haber gritado frente a ella que él siempre quiso que Amelia se deshiciera de ella, le hizo apartar la mirada, la vestimenta que portaba no era nada común. Tuvo que suponer que de donde venía era normal.
Ahora debía hablar con Merlín.
—¿Ya descubriste que no soy una bruja?.— la impaciencia jamás había sido parte de 'Ella hasta ahora.—, espero muestras clemencia con el Troll... porque a lo que a mí respecta, he hablado con toda la verdad.
—Bien, mostraré clemencia.— le respondió con seriedad.— el Troll vivirá en el calabozo,— la sonrisa de sinceridad que mostraba Morgana hacia Stella la confundió por unos segundos.
¿Acaba de sonreírme?
Stella corrió hasta quedar a la altura de Jim, viéndolo con algo de timidez, al menos no había logrado que lo mataran, era un buen comienzo; sin embargo, no se ganaría tan fácil su confianza, Arturo parecía ser un traidor de primera.
Esta familia está llena de traidores...
—Perdón, creí que podían soltarte...— murmuró viendo con detenimiento la cuchilla que atravesaba una un amuleto.—, estás herido... Prometo sacarte de aquí, ¿De acuerdo?.
Levantó su mirada, encontrándose con los dulces y suaves ojos azul cielo con los que alguna vez sonó, miró aquel rostro azulado pero rápido posó su vista zafiro en los azul cielo de él; la forma en que resplandecían los azul cielo y zafiro de ellos podía llamarse "único", "inocente", "puro"; ninguno de los dos mencionó palabra alguna, creo que ni siquiera hacía falta. Maldita sea, cuanto daría Jim por soltarse de sus ataduras y poder abrazar a la pelirroja.
Cuanto daba por probar esos suaves labios nuevamente.
—¿Eres... él?.— Stella quiso retener las lagrimas atreviéndose a tocar las mejillas ásperas del contrario, sus ojos, oh, los ojos azul cielo de aquel cazador que la salvó.—, ¿El chico de mis sueños...?.— ni siquiera podía hablar con claridad, los nervios florecían desde su estomago y se demostraban en sus manos heladas.—, ¿Eres aquella obra de arte, cierto?.
—¡SUFICIENTE, LLEVENSELO!.— murmuró con repulsión el hombre de gran porte llamado Arturo.—, no puedo creer que te acerques a uno de ellos...
—¡NO, ESPEREN!.— Stella corrió hacia donde se llevaban a aquel joven, para aquel punto, las lagrimas eran imposibles de retener; no podían arrebatárselo nuevamente, quería hablar con él.— Douxie suéltame, necesito hablar con él, necesito verlo.— pidió en cuanto se encontró presa en los brazos del de mechones azules.—, no pueden alejarme de él de nuevo... No cuando lo he encontrado...
—'Ella, sé que tienes preguntas, él estará bien. Sí, tiene que ver con tu pasado, pero seguimos en la mira de Arturo.
—Arturo se puede ir al diablo, Merlín a donde se le plazca, Morgana al Reino de las Sombras... déjame ir con él... Nunca he pedido algo con tanto deseo, por favor...— Douxie limpió con suavidad las mejillas húmedas de la pequeña 'Ella, iba a dejarla ir pues esos ojos zafiro que estaban lagrimosos le partían el corazón a cualquiera, pero la filosa mirada del Rey de Camelot le obliga a negarle tal petición.
—Espera hasta más tarde, yo mismo te llevaré...— le susurró.
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Detestaba la situación, debía ir a ver al Troll, más que querer era una necesidad absoluta. Hasta ahora lo único relevante era que le otorgarían la habitación que perteneció a su madre, Steve se hacía llamar "Sir Steve de Palchukia" revelándole otra memoria, y él iría a entrenar con Lancelot, y Claire sería la sirvienta de Morgana.
Ambas adolescentes odiaron la ultima idea, pero aun así se mantenía al margen.
Miró la ventana que daba hacia el bosque, la calidez que emanaba de la habitación de su madre era única, podría estar ahí por siempre y nada le molestaría en esos momentos, sin duda había encontrado un lugar seguro donde su mente se bloqueaba, su corazón se relajaba y se sentía cerca de su mamá.
La pintura que yacía arriba de la chimenea le llamó la atención, era ella, su madre. Luciendo el hermoso vestido de tonalidades verdes, su favorito; y a su lado, un sonriente y joven Merlín. Tomados de las manos, bajo un enorme árbol donde el pintor se lució al retratar hasta el mas mínimo detalle de los rayos del sol; estaban en un picnic.
Jamás había visto a Merlín tan feliz.
Se dirigió al armario de su madre, por mandato de Arturo debía cambiar su vestimenta, ahora que había vuelto a su "verdadero hogar", debía vestir de seda como su linaje y sangre demandaba, como detestaba estar bajo las ordenes de un tirano, tirano que se atrevió a querer lastimar a aquel Troll.
No usaría el vestido verde de su madre, era su favorito y quería que permaneciera intacto. Sin embargo uno rosado pastel llamó su atención, pensaba en cambiar de color favorito, aunque el rosa siempre le había llamado la atención, para ella era un color suave, cálido, inocente y sin rastros de maldad alguna.
Tras una incomoda ducha, se colocó aquel vestido y algunas lociones y cremas caseras que habían sido llevadas para ella, dejó su cabello carmesí suelto, tras segundos de calidez y comodidad que había en esa habitación, una sensación más floreció, angustiantes, triste y desesperante.
La soledad.
Sin perder el tiempo, prefirió buscar a Douxie que seguir ahí ahogándose en soledad, la habitación podía tener hasta el oro más brillante, pero Stella no era de cosas materiales, salvo los libros, era la gran diferencia de ella y Arturo; había pasado sola por 900 años como para seguir así.
Al estar más calmada en el pasillo, miró a Douxie observar desde el marco de la puerta. Caminó hasta llegar a su lado, intentando no reír al escucharlo imitar a Merlín y sus regaños hacia ¿¡ÉL MISMO!?. Dios, no se acostumbraba a estar en el pasado.
—Lindo moño.— le halagó en un susurro, claramente burlándose.
—Sí, no fue mi mejor época. Pero mírame ahora, soy todo un galán.— le alardeó con galantería.
—No para mí.
Para mí solo hay alguien...
—¡Deja de pensar en Stella y ponte a limpiar!.
Stella miró al Douxie del pasado con asombro, y luego miró al de su presente. Este por otra parte, parecía petrificado, su cara comenzaba a tornarse de un color rojizo, no tanto como el cabello de su acompañante.
Estúpida época que tuvo donde Stella era su primer y ultimo pensamiento, donde tocaba melodías con su laúd hacia la pintura de ella, donde soñaba en lo que seria al verla por primera vez y ser quien ganara su corazón sin importar nada. En Camelot nunca sería un caballero de brillante armadura que pudiese impresionarla, pero sí sería el único en conquistarla a la manera tradicional.
Jamás imaginó que 900 años más tarde, sin ningún rastro de aquel "infinito amor", la joven llegaría a su vida nuevamente y la cuidaría como un hermano mayor.
Jamás sabría lo que era tenerla como una "princesa", pero se apegaba y prefería más aquel cariño de hermanos que se demostraban.
—Ignóralo, no sabe lo que dice.— intervino nervioso.— solo espero no cambiar la historia con lo que estoy por hacer...
Grave error.
La historia ya estaba cambiada.
Pero ellos no eran los responsables.
***
¡Lamento tardar en actualizar! 🥺😔
Es solo que, el domingo fui a una revisión de rutina al oculista (sí uso lentes xd), y como parte de mantenimiento, me cambiaron la graduación y estaré sin lentes por 8 miserables días... Y trato de no usar mucho los dispositivos y eso... PERDÓN.
Intentaré actualizar pronto, los amo ❤
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