00 | The Past N' Present pt. I
❝El Pasado y el Presente, parte 1❞
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Mentiras
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|Camelot; Finales del Siglo XII|
Suspiró con cansancio, mientras que con su mirada puesta en el piso, movía sus manos de forma repetitiva sosteniendo una escoba, cumpliendo su única labor del momento. Llevó unos mechones de su flequillo detrás de su oreja y comenzó a rascar su nariz por el polvo que comenzaba a levantarse, empezando a tener desesperación.
Detestaba hacer lo mismo todos los días, barrer y ordenar en aquel solitario lugar, donde se escuchaban perfectamente los golpes de espada contra espada y de vez en cuando los gritos de emoción de los ciudadanos ante su Rey. No quedándole más remedio que tener la ventana abierta para evitar obtener un resfriado por el polvo, y siendo el cielo su única compañía del momento, todo por estar en la torre más alta.
Sin embargo, a pesar de hacer la misma tarea desde años atrás, seguía siendo el mismo chico torpe de siempre, y justo en ese instante lo comprobaba. Soltó con aflicción su articulo de limpieza y atrapó el casco de aquel traje metálico, mordió su labio con nervios cuando el traje de caballero comenzó a moverse y le arrebató con molestia el casco, volviendo a colocárselo en la parte superior.
Aquella magia era sorprendente.
—Lo siento...— murmuró apenado, siendo completamente ignorado por el traje de caballero.
Miró todo el salón, siendo un completo desastre. Y no se sentía a gusto limpiando nuevamente, quería librarse de sus responsabilidades, optando por el camino fácil.
Esbozando una encantadora sonrisa, miró su muñeca izquierda, donde un brazalete reposaba en él. Pasando con suavidad sus dedos por dicho objeto, activando la magia que este poseía, tras unos giros por parte del brazalete, que mostraba las opciones de conjuros que podía ejecutar, se detuvo al momento de encontrar el correcto.
De pronto, su escoba comenzó a moverse por sí sola, dando a entender que su magia había funcionado a la perfección. Y mientras dicho objeto barría a su antojo, él estuvo a paso despreocupado por la habitación. Tomó con pereza su laúd y se dirigió hacia una pintura en particular que estaba en el mejor sitio del lugar, donde la luz del atardecer contrastaba con la persona retratada.
La miró con adoración, tocando suaves melodías mientras sacaba suspiros al ver a la joven de 16 años que la pintura de su Maestro demostraba.
—Oh bella Stella, si tan solo pudiese verla...
—¡HISIDIRDOUX!.
El grito de molestia de su Maestro hizo que tropezara con la escoba que seguía hechizada, y tanto él como el objeto cayeron con fuerza al suelo. El joven se aseguró que su laúd estuviera bien antes de fijar sus esmeraldas en el hombre canoso que le había gritado.
—¿Qué es lo que platicamos?.— cuestionó el mago cerrando las puertas una vez que entró a la habitación.
—"La magia no es un atajo admisible para el trabajo pesado..."— murmuró, citando la frase que él le había dicho varias veces.
—¿Y qué más?.
—"Que no debo cantarle a la pintura de Stella... Y si llego a cuidarla: De lejos, Douxie, DE LEJOS. Lo último que necesito es que tú seas mi yerno".— bajó la mirada sintiendo sus mejillas arder.
—Entonces, aclarado el asunto... Sigue.— dijo señalando la escoba que seguía moviéndose.
—¡Pero Maes.-
—Pero Maestro nada.— le cortó pasando de largo.
—Yo... sé que puedo hacer más que solo usar una escoba.— admitió tomando el objeto mencionado.
—Sí, te enamoraste de la pintura de MI HIJA.— añadió con molestia.
Un paso en falso por la vergüenza, y Douxie fue atacado por su propia escoba al dejar que sus sentimientos influyeran en el conjuro. Merlín, por otro lado, sonrió victorioso por la torpeza del joven, pero siguió con sus labores, manejando los objetos a su alrededor con facilidad.
—¡Dijiste que me convertirías en un Hechicero!.— le reclamó luchando contra la escoba.
—Tomar el camino fácil es meramente existir, Hisirdoux.— le recordó tras la trampa que había hecho para limpiar más rápido.
—¿Entonces para qué aprendo hechizos si no puedo usarlos?.— dijo respirando de forma pesada, Merlín había manejado la escoba y ahora estaba completamente en paz.— Quiero ser un hechicero... ¡Como tú!.— exclamó decepcionado.—, con báculo y todo lo demás...
—Los báculos son para aquellos que dominan la magia.— le aclaró observando la esmeralda brillante de su arma.— y la magia es el dominio sobre la vida... Debes aprender a vivir.— ordenó.—, hazlo y tendrás un "báculo y todo lo demás".— le imitó.
—¿Y así dejaré la escoba para siempre?.
—Así dejarás la escoba para siempre...
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|9 Siglos Después; Arcadia Oaks|
Era irónico, hasta podía decirse que estaba maldito. Su frustración era tal que manejaba aquel objeto con un tremendo odio, maltratándolo contra el piso de madera de donde trabajaba ahora, suspiró llevando sus ahora mechones pintados de azul eléctrico detrás de su oreja.
9 siglos después y seguía manejando una maldita escoba.
Tengo la misma suerte que Stella, pero ella con un tenedor y yo con una escoba...
—Me lleva...— murmuró cansino al ver las "11:35 pm." en el reloj de pared, estaba cansando y ni siquiera veía avance en su limpieza. Se tentó en volver a manejar su escoba -ahora más actual- con su magia, miró su brazalete, más grande y con más opciones, pero le dejó pasar.— "La magia no es un atajo admisible para el trabajo pesado...".— volvió a citar.
—¡Adiós, Doux! Gracias por limpiar.— dijo un moreno, compañero de trabajo. Se despidió del joven de mechones azules, mientras que este apagaba el letrero de "OPEN", dejando encendido el "NOPE".
—No hay problema.— le sonrió con amabilidad.
Tras unos minutos de ordenanza, el joven salió del lugar cerrando con llave. Un felino de pelaje negro le esperaba con parsimonia encima del capó de un coche rojo, él sonrió al ver al gato esperándole.
—A trabajar.— susurró contento.— ¿Estás listo?.— le preguntó al felino, recibiendo un maullido como respuesta.
El gato negro caminaba con tranquilidad por los callejones, parando abruptamente ante una sombra que se paseaba a sus alrededores. Un tanto escalofriante para cualquiera, salvo para el felino; Del suelo, una criatura de 3 ojos salió con intenciones de atacarle.
Hasta que Douxie salió de entre la oscuridad, encerrando a la criatura en una burbuja de tonalidades celestes. Se sintió un triunfador de primera, aunque su amigo de pelaje negro no parecía contento con las acciones del muchacho.
—¡Sabía que un "Berdiablo" era el responsable de la desaparición de las mascotas!.— exclamó con emoción viendo al animal encerrado.
—Niño, eso es un "Mephit Sombra".— corrigió con seriedad.—, más de 9 siglos de existencia y ni siquiera sabes monstruología correctamente. Podrías estudiarlo en vez de de usarme de carnada.— reprochó.
Y en medio de la pequeña discusión, la criatura pudo escapar. Atrasándolos más.
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—¡DENADA, ARCADIA!.— exclamó contento cuando logró enviar al limbo a aquel Mephit Sombra.
—Es extraño, un Mephit Sombra que come mascotas.— murmuró Archie doblegando sus alas.—, donde hay uno, usualmente hay varios...
Todo comentario fue callado al momento de quedar a oscuras en la calle, todos los bombillos habían sido explotados por una sobrecarga, Douxie dio pasos hacia atrás al momento de que una señalización de color verde esmeralda, apareció en el asfalto donde estaba.
—Hisirdoux...
—¡Merlín!.— exclamó con sorpresa.—, Maestro.— se autocorrigió.— ¿Pudiste llamar sabes? ¡TENEMOS ASUNTOS PENDIENTES!.
—¿Desde cuándo le faltas el respeto a tu maestro?.— le preguntó completamente sorprendido por el atrevimiento de alzarle la voz y no tratarlo de "usted".
—Desde que Stella pisó esta ciudad de manera incorrecta, ¡Desde ese momento!.— le respondió sin remordimientos.
—Necesito algo.— le cortó ignorando sus reclamos acerca de su pequeña Stella.
—¡Yo también necesito cosas, ¿Sabes?!.— dijo con ironía.—, he estado practicando cada maldito hechizo por 900 años, he estado sobreviviendo por mi cuenta y he protegido a Stella Miracle, mejor que usted...
—Hisirdoux Casperan.— le habló con firmeza.—, el panorama es oscuro, no tengo tiempo para tus reclamos... Necesito que me traigas a los Guardianes de Arcadia... Y eso incluye a Stella.
Desapareció dejándolo con la boca abierta y con muchísimos insultos por decir, frunció el ceño mostrando su molestia, era claro que para ordenar Merlín era el ideal, pero para enfrentar los problemas se acobardada.
Cuando Stella lo mire le cortará la cabeza, se lo aseguro...
Tuvo que acatar aquella orden, debía llamar a los "Guardianes de Arcadia".
Lo que venía era peor que antes.
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