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Capítulo 28. La final de la RCC

El cielo oscuro le daba una imagen espectacular a la pista de carreras donde las luces hacían su trabajo de iluminar todo. No había ningún solo lugar vacío, todas las gradas se encontraba abarrotadas de personas que disfrutaban de las carreras de autos de la RCC, hasta los palcos vip que rodeaban las gradas normales estaban ocupadas por gente.

Todo estaba listo, el disparo se escuchó y los autos salieron a una velocidad lenta detrás del auto que los guiaba. Los gritos de la multitud enloquecían, pancartas con los nombres de sus favoritos revoloteaban como apoyo leal a su corredor; los de Max dominaban entre chicas y alguno que otro hombre.

Había mucha adrenalina esta noche, era la final, el campeonato más importante para los pilotos de carreras, se llevarían la copa RCC como máximo campeón de autos, al igual que un cheque con una exorbitante cantidad de dinero y un contrato exclusivo como la marca.

El rechinido de las llantas aumentó cuando empezaron la tercera vuelta, ahora todo sería a máxima velocidad, las curvas peligrosas, mantenerse en el primer puesto, estar atentos ante alguna falla, todos con la tensión por ver a su favorito ganar después de ciento cincuenta y cinco vueltas.

—Vamos, Max.

Le di otro sorbo a mi cerveza, en esta ocasión no quise tomar solo refresco y Gastón no me quitaba la vista de encima cada que mis labios tocaban la boquilla de la cerveza.

—No estamos en tu época, así que deja de juzgarme —repliqué ante su malhumorada expresión.

Gruñó por debajo y se mantuvo en silencio sin dar pelea. Me puse de pie para acercarme al vidrio y divisar en la parte de abajo a la pequeña Constanz que estaba con el equipo de los pits de Max; ni si quiera Gastón la convenció de quedarse en el palco con nosotros.

Max iba en segundo lugar, se mantenía en el top tres de los autos más veloces, en una de las curvas parecía que había perdido el control de los neumáticos porque alcanzó a rozar por mucho una parte del césped hasta que logró reincorporarse a la pista y alcanzar al puesto número dos.

Me tensé y trastabillé cuando el sonido de un choque llegó a mis oídos, dos de los carros se habían impactado de manera mortal que el equipo de paramédicos no tardó ni veinte segundos en aparecer. Volteé a ver a Gastón alarmada, con esos choques tan caóticos podrían perderse vidas y él estaba tan calmado como si estuviera tomando aire fresco en las montañas.

Notó mi inquietud y rodó los ojos.

—Están bien.

—¿Cómo lo sabes? —mi vista se dirigió al frente al ver que ya estaban sacando a los pilotos en camillas para subirlos a la ambulancia.

La carrera seguía su curso y ahora iban mucho más rápido que apenas podía identificar el auto de Max, todos se parecían.

—En mis carreras con pilotos humanos no se pierden vidas, el interior de los autos están estrictamente asegurados.

Eso me parecía mucha compasión de su parte; o si intento pensar como él, de seguro hizo eso para evitar demandas a su marca de carreras y así no tener una mala imagen, sino una de respeto y que lo catapultara como uno de los mejores magnates que también se preocupa por sus pilotos.

—Parece que lo tienes todo calculado en tus negocios.

—No lo parece. Todo está calculado.

Los gritos me iban a romper los tímpanos, el tumulto no dejaba de ovacionar a sus corredores, Max llevaba ahora la delantera y ya estaba tomando una distancia larga entre los demás.

—Carajo —murmuró Gastón. En un parpadeo ya se encontraba a mi lado—, le dije que no distara tanto de los competidores, pueden sospechar.

Fruncí el ceño.

—¿Qué tiene de malo? Eso se hace en las carreras.

—No es humano, Maddy, si quisiera ya hubiera terminado las ciento cincuenta y cinco vueltas. Si sigue alargando la distancia van a empezar las dudas porque él es mi corredor.

—¿No va a ganar?

—No de esta forma.

Gastón fue directo a la mesita que tenía alado del asiento y tomó un radio del que no me había percatado antes.

—Jean será mejor que le digan a ese imbécil que baje la velocidad o van a lamentar su mal entrenamiento.

La furia del vampiro inundaba el ambiente con mucha presión, Gastón no estaba nada contento con la enorme ventaja de mi hermano en la carrera final de la RCC.

Un error que será corregido de inmediato, señor. Estamos en ello.

El tono de voz de ese tal Jean fue como si se le hubiera aparecido el mismísimo diablo.

—No me hagas utilizar el radio una segunda vez.

Lo apagó y regresó a mi lado como todo un hombre peligroso y que amedrantaba a cualquiera con solo escuchar su voz. Su traje gris oscuro hacía juego con mi vestido color hueso que me había comprado esta mañana—demasiado pegado para mi gusto—, pero a Gastón le hacía feliz verme con la ropa que me compraba pensando en lo bien que la luciría.

Pasé mi mano por uno de sus brazos hasta engancharme a él, cuando notó mi intención de acercarme para darle un tierno y suave beso en los labios él de inmediato se inclinó para facilitarme la acción.

—Eres una fiera —mi burla lo hizo sonreír.

Esa sonrisa colmilluda me alborotaba toda.

—Si quieres que las cosas se hagan bien tienes que hacerlas tú mismo.

—Todo esto lo diriges muy bien.

—Es a lo que me dedico, Maddy —me miró con más tranquilidad—. Dirigir, mandar, controlar, matar.

Eso último me secó la garganta e intenté que no se diera cuenta de mi reacción.

—¿Sigues con el tráfico de órganos?

Olió su coñac e intentó tomar un poco, estaba segura de que hacía eso como excusa para tomarse más tiempo de pensar y darme una respuesta aceptable.

—Eso es por temporadas, Maddy. No puedo hacerlo durante todo el año porque habría muchas desapariciones, debo de tener cuidado de no llamar la atención.

—Gobiernas toda una ciudad, tienes mucha gente bajo tu mando ¿Quién intentaría ir en tu contra?

Volvió a mirarme con más determinación.

—Gente que no quiero cerca de nosotros.

—¿Cómo quienes?

Frunció su ceño, su expresión fue severa, como advirtiéndome de no seguir más de curiosa porque no me gustaría saber la verdad. Pese a esa indirecta mirada de precaución, yo deseaba saber qué ocurría, pertenecía a ese mundo fantástico por ser una Draconia, la sangre de asesinas de vampiros corría por mis venas y tenía ciertas habilidades que podría considerar mágicas.

—No hagas más preguntas.

—Eres una criatura muy poderosa ¿Quién podría ser tan estúpido como para desafiarte?

—No se necesita ser más poderoso que yo para hacerme daño. Debo de ser inteligente y eliminar lo que me estorbe sin llamar la atención.

Eso me hacía entrar a un mar de dudas.

—¿Yo... soy un blanco fácil?

—No, estás conmigo. No voy a cometer una segunda vez el error de dejarte sola y sin protección. Estaremos bien, confía en tu hombre.

El silencio reinó y nuestras miradas no se apartaban, me daba miedo que las cosas no fuera a salir como las teníamos planeadas.

—Confías en mí ¿Cierto?

—Quiero hacerlo, pero las dudas continúan.

Eso no pareció gustarle como respuesta.

—Entiendo.

—Eso no cambia la imagen que tengo de ti, te amo y eso es lo único que necesito para confiar en nosotros.

Gastón movió sus ojos hacia mí.

—Percibo miedo en ti.

Con un demonio, no puedo engañarlo de ninguna manera.

—Sí, lo tengo —tragué saliva.

—Lograré que ese miedo se esfume.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

El tiempo transcurría más rápido cuando Gastón y yo nos dábamos unos minutos entre besos, nos perdimos unos treinta minutos de la carrera en el baño porque al vampirito se le había antojado meterse entre mis piernas. Su lengua hacia maravillas cuando tocaba mi clítoris y su manera de penetrarme con ella era sensacional. Mis emociones se desbordaban en una sacudida colosal de mi cuerpo.

Hubo más gritos de emoción, estábamos a diez vueltas de saber quién ganaba y los ajustes con Max ya se había hecho. Max se mantenía en el segundo puesto y lograba distinguir entre los gritos las porras que le gritaban a mi hermano para que lograra el primer lugar.

Apenas pude contenerme de lo emocionante que se estaba volviendo esto, nunca tuve una fascinación por las competencias de carreras de autos, pero de un tiempo para acá son bastante interesantes, y más porque alguien muy cercano esta adentro de esas competencias.

—¡Vamos, Max! —grité, no pude evitarlo y salté cuando ambos coches estaban a la par, iban tan cerca el uno del otro que no se podía ver a simple vista quién iba más adelante.

—Carajo —soltó Gastón muy atento.

Todo vibraba a nuestro alrededor por la velocidad y la adrenalina que lanzaban los autos, todos arriesgándose y demostrando que podían subir al pódium. Max no cedía para quedarse en segundo lugar, pero el competidor a su lado no parecía rendirse tan fácil.

—¡Mi hermano va a ganar!

—No debería, le dije que se quedar en segundo.

Qué horror, tanto trabajo durante la competencia de la RCC para llegar en segundo lugar; Max estaba dando una excelente imagen de novato y creo que eso era lo que no quería Gastón que se notara ante los ojos de los expertos. Muchos medios de comunicación estaban proyectando las imágenes en vivo, las audiencias subían a tope por lo que me enteré.

Lo malo de eso es que Max no podía dar entrevistas a las televisoras, él no se proyectaba.

—Gastón ¿Cómo le harán para cubrir los medios?

—Tengo eso cubierto, tú tranquila.

—Pero ¿Cómo? Ustedes son vampiros y sus imágenes no se miran en las cámaras.

Gastón me lanzó una media sonrisa llena de complicidad, algo malo se traía entre sus garras.

—Yo me encargo de eso, Maddy.

Las ovaciones seguían en aumento cuando la última vuelta comenzó. Yo no podía parar de moverme, incluso con tener todo bien calculado los accidentes podrían presentarse cuando menos lo esperábamos. Max y el competidor iban muy cerca, de nuevo seguía sin distinguirse quién podría llegar en primer lugar.

—Por Dios.

—Voy a cortarle la cabeza si ese cretino no me obedece.

Me giré a la velocidad de un relámpago para amedrentar a Gastón lo mejor que podía. Chasqueó la lengua y borneó los ojos.

—Ustedes dos son un dolor de cabeza.

Me reí muy orgullosa por eso. Estaban a pocos metros de llegar, ya los esperaba el sujeto con la bandera en sus manos para tomar la fotografía. Desde donde me encontraba pude ver como Max se mantuvo hasta el final con una velocidad neutral que no le permitió alcanzar al primer lugar.

—¡Joder! —llevé mis manos a la cabeza—. Segundo lugar.

Gastón se mostró satisfecho.

—Tiene un futuro prometedor como piloto, pero es inaceptable que juegue con mi poca paciencia.

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