Capítulo 27. ¿Adiós Cortalenguas?
Gastón y yo habíamos seguido un poco más con nuestros encuentros potencialmente obscenos después de retirarnos de la pista de la RCC. El sexo con él no podía desperdiciarse sabiendo que no necesitaba morderme por la temporada de cacería.
A la mañana siguiente apenas me daba cuenta de los rayos del sol—siempre y cuando me asomara por una ventana—las cortinas oscuras y gruesas que Gastón decidió cambiar por la temporada de verano eran más que suficientes para no dejar pasar ni la más mínima luz.
Sus dedos pasaban una y otra vez por la anchura de mis caderas hasta mis piernas, me removí en respuesta hasta que su cuerpo se pegó a mí.
—¿Sabes qué nos ha faltado de probar?
Esa voz, carajo, esa voz ronca y profunda que me parecía sacada de un libro de terror y a la vez tan imponente y seductora que sin duda no tendría problemas en obedecer con tal de seguir escuchándola.
—¿De qué hablas? —logré pronunciar entre el sueño y la realidad.
—Solo te he cogido de adelante —mordisqueó el lóbulo de mi oreja—, no me has permitido entrar por tu precioso culo.
Sus manos estaban entre mis nalgas y yo me moví casi de un brinco para verlo de frente.
—Gastón que locuras dices —no pude evitar reír, ya estaba más que despierta—. Eso si que no. Es... es...
—Excitante, podríamos probarlo —alcanzó mi nuca para atraerme a él y besarme—. Solo un poco, quiero sentirte.
Desde que ha logrado tener sensaciones a la hora de coger era imposible detenerlo.
Por amor a Hipócrates.
—No es muy recomendable, a mi parecer es antihigiénico y...
—Si no te gusta ya no lo haremos, pero quiero darte por el culo.
Dioses del Olimpo, Artemisa no dudaría en prenderme fuego o maldecirme con el peor de los castigos.
—Gastón, se tiene que lubricar la zona y tu tamaño puede ser demasiado, yo tengo...
Me arrastró hasta ponerme debajo de él y me sonrió perverso, no iba a convencerlo de lo contrario, esa mirada era de decisión inamovible.
—Algo me dice que sí quieres intentarlo.
La verdad es que sí, pero no me sentía muy segura.
—Hacerlo anal no me parece muy atractivo.
—Ya te dije, lo intentamos y si no te gusta, entonces ya no voy a pedírtelo.
—Carajo, Gastón.
Me besó con movimientos salvajes, su lengua me devoraba y yo me prendí en cuanto su cuerpo se pegó al mío al punto de convertirnos en uno.
—Voy cogerte por el culo.
Eso era más una decisión que un permiso.
Que soez sonaba, pero me encantaba. Estuvimos desnudos desde anoche, así que atrapó mis pechos cuando descendió por mi cuerpo, gemí cuando estiró uno de mis pezones mientras que al otro lo estimulaba con sus dedos para jalar el pezón.
—Bien, sí —jadeé, la humedad en mi interior era difícil de ignorar, y menos cuando él me tocaba y besaba así.
Gastón me volteó como si fuese una carne de en el asador, recorrió mi espalda con sus fríos labios entre besos y lengüetadas. Como reacción elevé un poco mi trasero para él y no dudó en darme unas cuantas nalgadas hasta hacer que mi piel ardiera.
—Joder —gruñí.
Una de sus manos sujetó con dureza mi cabello y tiró de mí para encontrarme con él, esa mirada diabólica estaba en su punto más alto del acto expectante.
—No eres difícil de convencer —me lanzó con fuerza a la cama donde azoté y por más loco que sonora, deseaba más de esto—, después de todo te gusta que te folle duro.
Separó mis piernas y me abrió las nalgas para tocarme donde quería entrar.
—Santo Dios —hundí mi rostro en la almohada—. No puedo creer lo que está sucediendo ¿De verdad quieres?
—Sería imperdonable no hacerlo.
Lo miré por el rabillo del ojo y lo atrapé viéndome el trasero como si se tratara del manjar de los dioses. Mi excitación subía al darme cuenta lo mucho que le gustaba lo que veía.
Sus manos se colocaron sobre las mías para impedir que me moviera y se acomodó perfectamente entre mis piernas para rozarme.
—Lo haré despacio, Maddy, no quiero lastimarte.
—Por favor.
—Estarás bien, solo quiero que mi mujer me disfrute de todas las formas posibles.
Sus palabras eran el delicioso recordatorio de la intensidad de placer que me proporcionaba Gastón. Liberó una de mis manos y con la suya guio su pene para introducirse.
Pero antes, sus dedos llegaron a mi vagina y empezó a cogerme con ellos, gemí fuera de mí, los sonidos vulgares de mi humedad se escuchaban por toda la habitación, incluso pensé que haría retumbar las paredes si él seguía así, y luego salió.
—Vamos a utilizar tu lubricación para entrar.
—¡Maldición!
Estaba listo para entrar por detrás, apreté mis ojos en sus primeros intentos. Me estiró y volvió a hacerlo hasta que una parte logró entrar y yo grité.
—Carajo —prorrumpió, y volvió a moverse para sumergirse en mí lentamente.
Dolía, pero no era insoportable como lo pensaba. Salió y yo tuve un momento para respirar. Una de sus manos apareció ante mí con un dominio de exigencia y con su rostro muy cerca.
—Escupe en mi mano.
Dios mío, ayúdame a ser fuerte. Le escupí como me dijo y escuché como usaba mi saliva para lubricarse, gemía cerca de mi oído y mis piernas empezaban a temblar; con eso volvió a entrar y con más facilidad hasta sentirse satisfecho. Comenzó a moverse más y yo arrugué la sábana blanca con mis puños.
Solté otro grito y él se detuvo.
—¿Te duele?
Su aire gélido estaba en mi nuca, él seguía adentro sin hacer ningún movimiento hasta obtener respuesta. Carraspeé y miré sobre mi hombro para encontrarme con esa hambrienta y lasciva mirada.
—No mucho.
—Si quieres que pare lo hago.
No creo, no es tan malo como lo pensé.
—Estaré bien. Pero... —estiré mi brazo por debajo de mi cuerpo y encontré su mano para colocarme justo en mi clítoris—. Tócame.
Sonrió con malicia y empujó sus caderas para entrar. Gemí fuerte y volvió a moverse.
—Sí, Gastón, así.
Se inclinó para besarme y siguió cogiéndome en una posición demasiado inclinada, éramos unos animales envueltos por el placer, con su mano estimulando mi clítoris estaba enloqueciendo con tanto, se tornaba insoportable contener la presión de mi cuerpo, juro por mi carrera de medicina que estallaría en un síncope, acabaría con alguna convulsión que me sacudiría todas mis entrañas. No podía quedarme quieta cuando presionó más y se movió más rápido.
—Con que... ¿Te gustó que te diera por el culo? Eres toda una puta en la cama, Maddy. Mi puta.
Me destruyó en mil pedazos ante su vulgar lenguaje y me desplomé en la cama después de quedar impresionantemente exhausta por todo.
Gastón se acomodó a mi lado y acarició mi espalda en lo que me recuperaba.
—Te limpiaré.
—Solo necesito unos minutos —dije sin aún moverme. Carajo, hasta parecía que seguía dentro de mí.
Me levanté para apoyarme con mis antebrazos y mi cabello me cubrió un poco la cara, él se apresuró a quitar los rebeldes mechones.
—Trabajaré unas horas en casa y luego iré a los casinos.
Asentí.
—Yo estoy de vacaciones, así que... veré qué hacer.
—Podemos hacer algo más cuando llegue que solo estar en la cama, salir a caminar o... hay un evento de un recital de ballet ¿Te gusta el ballet?
—Nunca he ido a un evento de esos.
—Veré qué podemos hacer en la noche. Mañana es la final de la RCC.
—Max está emocionado.
—Solo espero que logre contenerse, compite con grandes pilotos muy experimentados —agrega con un dejo de preocupación—. Revisaré sus prácticas de hoy antes de regresar a casa.
—Tal vez saque a pasear a Perchas y Denver.
—Las gárgolas están de guardia, todo alrededor está bajo su cuidado, así que solo no te alejes tanto.
—De acuerdo.
☆゜・。。・゜゜・。。・゜★
Después de medio día que comí junto con Constanz—en realidad ella no consumió nada—me miraba con cara de pocos amigos mientras sacaba las correas de los perros de un armario del pasillo.
—¿Pasa algo?
—¿Creen que puedan ser menos ruidosos?
Las mejillas me palpitaban, se incendiaron en tiempo récord cuando Constanz me lanzaba esa mirada que juzgaba todas las malas acciones.
—¿Qué?
—Eres demasiado ruidosa cuando cogen.
—Por Dios, Constanz.
Puso su palma frente a mí.
—No quiero detalles, me da asco de solo pensar como es mi hermano en la cama —su cara demostró de manera grafica su horror—. No, ni si quiera yo me atrevo a tanto. Solo... no grites como una ninfómana.
Apenas podía ocultar mi vergüenza con mi cabello.
—Bueno... tú eres la invitada aquí —sonreí—. mi papel es como señora de la casa, en teoría puedo gritar lo que sea.
Constanz abrió su boca de la sorpresa y yo reí.
—¿Sabes, Maddy? Eres irritante —se cruzó de brazos.
Sonreí.
—Intentaré no ser... tan ruidosa —arqueé la ceja y ella solo resopló.
—Tienes suerte de ser la mujer de mi hermano porque ya te hubiera cortado la yugular.
Caminamos juntas en busca de los pastores, les puse sus correar y salí con ellos de la mansión.
—Recuerda que no soy una humana común, tengo sangre de Draconia.
—No sería la primera vez que me enfrentara a una, pero bueno, eres la excepción y no estoy dispuesta a tener a Gastón de enemigo.
Saqué a Perchas y Denver, el cielo volvió a su tono gris deprimente y eso sacó una enorme sonrisa en el rostro porcelana de Constanz.
Ambas íbamos caminando con los canes y de pronto me invadió un sentimiento de incomodidad, Constanz era la imagen reencarnada de la inocencia con su cara, era una niña.
No creí que a Max le gustaran las chicas con esa fisonomía, siempre lo relacionaba con chicas que fueran sensuales y que cuidaban su aspecto físico de manera rigurosa. En cambio Constanz la mayoría del tiempo andaba en fachas, pantalones muy holgados, playeras oscuras o con estampados de alguna banda de rock en particular, tenis sucios que la hacían ver con estilo de todas formas, nada de maquillaje porque simplemente no lo necesitaba y su cabello largo, dorado y sin ningún mechón fuera de su lugar.
Sabía que su edad era demasiado avanzada, pero no tenía idea de qué hablar con ella, nuestro primer encuentro no fue el mejor y hemos tenido poco acercamiento desde que llegó.
Y de pronto la curiosidad llegó como flecha a mi cabeza.
—¿De verdad Cortalenguas y tú tienen historia?
Constanz parecía ignorarme sin ningún tipo de culpa y luego volteó a verme con esa expresión altiva y de mujer arrogante que no merecía darle su atención a cualquiera.
—Sí, eso he dicho con anterioridad.
—¿Y por qué él no responde como tú?
—Porque es una gárgola, un guardián. Técnicamente no están hechos para sentir, solo proteger y pelear para sus amos.
Perchas se detuvo para marcar territorio en un tronco y Denver lo siguió. Paramos para darles espacio.
—¿Cómo fue que se relacionaron entonces?
Constanz puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.
—Cortalenguas fue la última gárgola de ser creada y el más inocente de todos los demás guardianes de Valfart. Me tocó a mí enseñarle algunas cosas porque ya tenía experiencia. Me gustó su compañía y le dije a padre que quería casarme con él.
Así de simple.
—¿Y por qué Cortalenguas huye?
—Porque cuando le confesé a padre mis sentimientos quiso asesinar a la gárgola, yo le advertí que no lo hiciera porque estábamos comprometidos. Engañé a Cortalenguas a que me diera un anillo para salvarlo de que padre le hiciera algo. Esa gárgola me debe la vida.
Parpadeé largo y tendido.
—El drama es muy común entre ustedes por lo que veo.
Constanz me miró con desdén y siguió caminando.
—Vengo de una época teatral, eso es evidente. Camina, humana.
Los perros avanzaron y continuamos nuestra caminata muy cerca de la mansión.
—¿Y qué hay de mi hermano?
La vampiresa apenas pudo ocultar su sobresalto al mencionar a Max. Ella también salía de cacería junto con Gastón y mi hermano, así que el tenue rubor en sus mejillas era notorio por la sangre humana en su cuerpo.
—No sé a qué se debe su mención —sus ojos se entrecerraron para volverse más arisca que un gato.
—Te gusta.
Constanz me lanzó una filosa mirada que pude sostener. La pequeña vampiresa era peligrosa, pero sabía en el fondo que sus intenciones conmigo no era malas, solo está un poco mimada.
—¿Ya se besaron o algo?
—Es la primera vez que me fijo en un hombre tan mayor de apariencia.
—Max tiene veintiocho, bueno en su vida humana se quedó en esa edad.
—Y yo me quedé en mis dieciséis, debería de haberme casado ya, pero en tu época al parecer salir con menores es ilegal.
—Pues... sí.
—Sé que le gusto a Max, y él también me gusta. Nos hemos complementado bien y puede que lo elija como mi nuevo compañero.
Mi boca se abrió de golpe, oficialmente me acaba de confesar que sí le gusta Max.
¿Nuevo compañero? O sea ¿Adiós Cortalenguas?
Les debo una explicación y una disculpa por no haber actualizado como se debía la semana pasada.
He tenido un desánimo horrible que estoy tratando de sobrellevar. Una persona que consideré especial para mí tuvo que irse de la ciudad para cumplir su sueño de estudiar la especialidad que quería, me dolió saber que se iba y me dejó un gran vacío. No sé si vuelva a verlo o si quiera sé si seguiremos platicando, es alguien muy ocupado y enfocado que está haciendo su vida en otro lado.
He llorado y he hecho mucho para estar ocupada. Ahora me siento mejor que hace unos días y seguiré subiendo los capítulos de este último tomo.
Gracias por seguir aquí y ser pacientes❤️.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro