Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 14. Fuego

La tela lila se moldeaba desde mi pecho a mi cintura para tener una caiga delicada y fina de mi vestido de graduación. Mi cabello con tiernas ondulaciones me había quedado perfecto y mi maquillaje—hecho por mí—me encantaba; maquillarme era algo que me relajaba y me ahorraba tiempo y dinero.

Me miré al espejo una y otra vez, satisfecha por mi elección de vestido. En eso, Gastón salió con su esmoquin a la medida y se acercó a mí para besarme y acomodar sus manos alrededor de mi cintura.

—¿Sabías que irradias una belleza que perturba mi tranquilidad?

Su elocuencia de época me hizo sonreír.

—¿Regresarás a la casa?

Frunció el ceño con sutileza.

—Tenemos que hablar primero, Maddy.

—Yo te amo, Gastón, no tengo dudas en quedarme a tu lado.

No me miraba, su atención había sido atrapada por el inusual reflejo del espejo, solo yo, en una postura extraña; en el espejo parecía que mis brazos rodeaban algo muy grande, pero no se mostraba la imagen de Gastón.

Alcancé a ver como su nuez se movía al pasar saliva, posiblemente atormentado por no tener su parte humana.

—No sé si creerte —me miró con una expresión melancólica, algo que no se miraba muy a menudo—. Me tienes miedo.

Me dolía que dijera eso.

Cierta parte de mí concordaba con eso, sin embargo, había pasado el tiempo suficiente con él para aceptar toda la parte imperfecta, si es que se podía usar esa palabra para describir a alguien como Gastón.

—Yo...

—Olvidémonos por esta noche de ese tema ¿Sí? Es tu fiesta de graduación —acarició mi mejilla con delicadeza—. Quiero que la disfrutes y si me lo permites, quiero estar a tu lado.

Sonreí y me acerqué para volver a besarlo.

—Nada me haría más feliz en este momento.

Cuando entramos a su auto, Gastón se estiró hacia los asiento de atrás y vi en su mano una pequeña cajita de cristal con ese tradicional ramillete de flores que usaban las chicas en sus graduaciones.

Las pequeñas flores blancas combinaban con el lindo y delicado follaje alrededor. Gastón me sonrió y abrió la cajita para ayudarme a ponérmelo.

—Esto es sumamente ridículo para mi gusto, pero sabía que te gustaría tener uno y como el caballero que soy...

—Solo cállate y abróchalo ¡Es hermoso!

Gastón enseñó sus dientes en una gran sonrisa y me ayudó con el ramillete. Me quedaba perfecto y me gustaba como se miraba en mi muñeca.

—Joder que bonito. Gracias.

☆゜・。。・゜゜・。。・゜★

El salón de eventos donde se llevó a cabo la fiesta de graduación era de los más grandes y lujosos de la ciudad. Dejamos que el valet se hiciera cargo del auto sin antes una amenaza por parte de Gastón si encontraba el auto con algún diminuto daño.

Max me mandó mensaje, estaba en camino. Nora y Janis ya se encontraban adentro con los demás graduados. Gastón parecía un pez fuera del agua con tanto ruido y descontrol de los egresados de la universidad.

—¿De verdad quieres divertirte en este lugar? —susurró con una sensación afilada que cortaba la más fina seda.

—¿Tienes una idea mejor? —repliqué.

—Y te dejaría muy mojada.

El pánico por ser escuchados hizo que mis mejillas se incendiaran, Gastón disfrutó de verme avergonzada que apenas me di cuenta de todos los adornos dorados y azules que simulaban instrumentos médicos. Manteles azules y sillas blancas, nuestras fotos al frente con los promedios más destacables de la generación, yo me encontraba entre ellos. Candelabros colgaban del techo para darle una imagen de época, un toque precioso. Janis y Nora venían para encontrarse conmigo y hasta que vieron a mi acompañante se detuvieron en seco.

Ambas conmocionadas y mudas.

—Eh ¿Ya están bien? —preguntó Janis.

Nora usaba las manos para plancharse su vestido color rojo.

—Nos olvidaremos de eso por esta noche —respondí.

Gastón apenas sonrió y miró a mis amigas.

—Felicidades por su graduación —dijo, pero su tono fue demasiado forzado, se notaba que no le interesaba interactuar con ellas de ninguna forma.

Ambas agradecieron, Janis más amable que Nora.

—Ya falta poco para que empiece el brindis —comentó Janis para seguir rompiendo el duro hielo—. Su mesa está junto a la mía, Mad.

Mi mesa era tan pequeña que tuve que compartirla con Nora y sus padres. Gastón parecía ser el centro de atención de todos los presentes, era conocido en la ciudad, pero no tenían mucha idea de cómo lucía, no había fotografías de él y por el mismo Gastón, se había hecho cargo de que nadie le sacara fotos.

Íbamos cruzando el salón con nuestras manos entrelazadas, muchos ojos puestos en nosotros, en nuestras manos, en lo bien que Gastón caminaba con un magnetismo de seguridad y masculinidad, no parecía darle importancia a los murmullos y mucho menos a lo que pensaban algunas personas.

De repente me hacía falta aire, pero la mano de Gastón pegada a la mía me daba esa fortaleza que necesitaba para seguirlo. Encontramos nuestra mesa y minutos después llegó Max para saludar con toda normalidad. Los padres de Nora miraban detenidamente al gran hombre que estaba a mi derecha, demostrando que nadie era digno de hablar con él, no conversaba, no miraba a nadie en particular, solo se dirigía a mí y a Max.

Janis estaba a nuestra izquierda y en ocasiones la atrapaba escaneando a Max; mi hermano guardaba la compostura y ni si quiera le devolvía la mirada a Janis. Joder, que tensión sentía, hacía demasiado calor para mí.

—¿Necesitas algo? —me susurró Gastón inclinado hacia mí.

Me negué.

—Estoy bien.

—No lo parece, te ves muy incómoda.

El director de la universidad empezó su discurso y a Gastón no le importaba.

—Son nervios.

—¿Es porque estoy presente?

—No, no es eso.

—¿Entonces?

Ni yo misma podía explicar mi comportamiento, pero sentía una opresión en el pecho, la preocupación que fluía en mi cuerpo no era normal. El vestido de repente me apretaba más de lo que recordaba.

—No estoy segura.

—Podemos irnos en cuanto lo digas.

Noté la mirada pesada de Nora en nosotros, la rubia nos juzgaba duramente, tal vez porque susurrábamos mientras el director hablaba de lo orgulloso que estaba de entregar otra generación de médicos al mundo. Gastón la ignoraba como siempre y Max trataba de no prestarnos atención, pero sabía que se mantenía atento.

Esto no era normal, ya conocía esta sensación, la cabeza empezó a punzarme de manera inmediata que Gastón me sostuvo para no caerme.

—Algo me pasa —logré decir con un poco de dificultad.

—Mad —me llamó Max.

—Mierda —susurró Gastón.

Lo sabía, ya se había dado cuenta. Lo ubiqué de inmediato entre las sombras del otro lado del salón, cubriendo su identidad, pero no me podía engañar, mi instinto como asesina de vampiros me alarmaba del peligro inmediato de una mala vibra.

Tebras...

La capucha negra escondía su rostro, todo ocurrió en cámara lenta, solo vi como las enormes llamas aparecieron para incendiar todo el lugar. Gastón me jaló para mantenernos lo más lejos posible del fuego asesino. El tumulto no tardó en crearse, la gente corría con pánico y con desesperación por salir de aquí. Tebras rugió y el grito de la multitud se disparó.

—Gastón, las escaleras —dijo Max en voz alta—. Debe de haber otra salida.

Gastón me miró de arriba abajo.

—¿Puedes correr?

—Lo intentaré —contesté—. Pero, Janis, Nora y sus padres y toda esta gente.

—Yo me encargo —se ofreció Max.

Gastón dudó.

—Puedo hacerlo —agregó mi hermano con más firmeza.

Mi prometido no tuvo de otra más que confiar y nos separamos. Joder, los malditos tacones me pesaron más cuando subimos por las escaleras.

Divisé a Tebras colgándose de los candelabros para alcanzarnos, lanzaba llamas sin rumbo, quemando todo a su paso.

—¡Viene para acá!

—Lo estoy esperando.

Una vez en el segundo piso, Tebras lanzó otra llamarada que estuvo a punto de alcanzarnos. Ya nos tenía en su mira cuando Gastón me pegó a la pared para colocarse como escudo. Tebras aterrizó en el suelo y se quitó la capucha, su mirada era tan tétrica y maniática como lo recordaba.

—Con que... ¿Un nuevo integrante Le Revna? Siempre sorprendiendo con tus hazañas, hermanao.

Gastón rugió.

—Será mejor que pienses en tus próximos movimientos con inteligencia.

—¿O qué? ¿Vas a matarme?

—Sabes que lo haré sin contemplaciones, estuve a punto de hacerlo y tú y Ledger huyeron como cobardes.

Tebras entrecerró los ojos, el humo del fuego estaba llenándome los pulmones y el oxígeno se me acababa. La gente seguía adentro, tardaban en salir ¿Qué estaba haciendo Max?

—Quedan cosas por resolver, hermano, y esto es solo un recordatorio —alzó sus brazos detrás de su creación humeante, su fuego calcinaba más rápido de lo normal—, de lo que está por suceder.

Gastón me pegó a él y una de sus largas piernas golpeó el piso bajo nosotros y este comenzó a agrietarse hasta que se derrumbó. Tebras se desequilibró que cayó y nosotros alcanzamos una puerta para abrirla y salir.

—¡Gastón la gente!

—¡A la mierda la gente!

Joder.

El lugar empezó a desplomarse, los vidrios explotaron a nuestro alrededor y Gastón usó su cuerpo para cubrirme. Alcancé a ver a varias personas salir a tiempo, rogué porque entre ellos estuvieran mis amigas, sus familias y mi hermano.

Gastón me cargó en brazos y cruzó el barandal para lanzarse desde las alturas antes de ser alcanzados por el fuego. Mi estómago se unió a mi corazón cuando sentí la caída libre que tuve que cerrar mis ojos. Cayó en sus dos pies con la agilidad de un gato y yo seguí tensa.

—Bastardos, ya empezaron —despotricaba Gastón en cuanto nos alejamos para unirnos con la multitud.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro