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Epílogo

Ryan vio al chico. Ese se suponía que era Connie, el que había estado atrapado en el cuerpo de Clarise por 3 días.

Desde la posición en su auto, Ryan no podía verlo bien. Pero se parecía mucho al chico de Facebook.

Tenía la ropa mal acomodada y parecía que traía puesto medias de diferente color, dejando en evidencia lo apresurado que había estado esa mañana.

Connie salía del colegio, lo que se le hizo un poco extraño a Ryan. Vio su reloj de mano. Era muy temprano aún para salir de ahí.

Lo siguió desde el colegio hasta que llegara a su casa. Ryan se sentía como un acosador.

Connie desde su lugar se había detenido en plena vereda. Agarró fuerte la mochila que llevaba puesta y luego siguió avanzando. Cruzó la calle, y dobló.

Ryan lo siguió, pero se dio cuenta de que el camino era muy estrecho. Los autos no debían pasar por ahí. Inseguro, tomó la perilla de la puerta y la abrió. Lo acosaría a pie, "como a la antigua" se dijo, y se rió por ese pensamiento.

—No puede ser, realmente lo estoy acosando —susurró para sí mismo mientras caminaba en busca de Connie. No lo vio por delante y el camino era muy largo como para haber sido tan rápido, a no ser que hubiera corrido. Pero eso no entraba en discusión, puesto que no había escuchado pasos.

Vio hacia un contenedor de basura. Ryan estaba seguro de que Connie se había escondido detrás.

Él no quería asustarlo. 

Pensó en regresar a su coche, pero tampoco quería hacerlo.

Decidió por ir a por Connie. Necesitaba hablar con él. Pero no sabía por qué se escondía si ya lo había visto. A no ser que no lo hubiera reconocido.

Cuando Ryan estuvo frente a Connie. El adolescente estaba agachado y levantó su vista al darse cuenta de su presencia.

Connie soltó un pequeño grito de espanto atragantado en su garganta.

Quiso correr, pero Ryan fue más rápido y lo tomó del brazo. Ryan estaba confundido ¿Por qué huía?

—Ahora sé que lo decías en serio —dijo, viendo los ojos acaramelados de Connie. Sí, de cerca era muy hermoso.  Y mucho más pequeño de lo que creyó.

—¿Qué? Su-suéltame. No tengo dinero.

Ryan se quedó sin habla. Ya no sabía lo que estaba sucediendo.

—Connie, por qué querría tu dinero.

—¿Sabes...mi nombre? —preguntó él más asustado de ser posible.

—Sí... Espera. ¿No me recuerdas? —preguntó Ryan aún sin soltar a Connie.

—No.

Ryan sintió desplomarse ahí mismo. Connie no lo recordaba. ¿Cómo le diría entonces quién era sin escucharse como un loco, acosador y maniático?

Connie también había perdido la memoria, al igual que Clarise. No tenía pruebas para hacer que Connie creyera en él.

—Tú... ¿No recuerdas nada de hace tres días?

—No —susurró él, sorprendido. Connie se preguntó ¿cómo sabía aquel tipo que no recordaba nada de lo que le pasó en tres días? Y más importante, quién se supone que era ese chico—. Cómo supiste eso.

—No espero que me creas, pero —dijo soltando a Connie cuando vio que su miedo había sido reemplazado por curiosidad—... Tú despertaste en el cuerpo de una mujer. Y esa mujer era mi esposa.

Ryan escondió la parte en la que ambos tuvieron sexo. Escondió la parte en la que ambos se besaron. No quería decírselo, porque sería más complicado.

—Eso es una locura. Pero tiene sentido.

—¿Cómo? —preguntó Ryan sin saber qué de sentido le encontraba Connie a eso. A Ryan le había costado mucho entender que Clarise no era Clarise.

—Yo me desperté con dolor de cabeza. No recuerdo nada de lo que pasó en tres días. Mi mejor amigo está enojado conmigo, por algo que yo no recuerdo. Tiene sentido que alguien haya usurpado mi cuerpo.

—¿Así de fácil? ¿Lo creerás y ya? Hace unos minutos me tenías miedo.

—Y aún lo hago —dijo Connie—, pero ya no tanto. Si hubieras querido robarme lo hubieras hecho ya. O si hubieras querido asesinarme también lo habrías hecho ¿No lo crees? De todas formas, no tienes cara de asesino.

—Cómo se supone que es la cara de un asesino.

—No estoy seguro.

Ryan soltó una pequeña carcajada. Definitivamente siempre había sido Connie.

—¿Te vas a casa? —preguntó Ryan— Puedo llevarte, si tú quieres.

Connie lo miró examinandolo durante minutos. Estaba dudando de su confianza, y tenía todo el derecho de hacerlo. Sin embargo, Connie se encogió de hombros y asintió. Ryan se preguntó si Connie era así de demasiado confiado con los demás. Ryan soltó un chasquido, eso no le gustaba.

—De todas maneras mi vida se fue por el retrete hace media hora —contestó Connie, yendo hacia el auto de Ryan. 

—¿Vives cerca? —preguntó Ryan, entrando al auto y viendo a Connie por el retrovisor.

—Calle Avilcoy, no tan lejos.

—Bien.

Cuando llegaron, Connie se quedó dentro del auto viendo al extraño sujeto. Era muy atractivo, pensó Connie. Se preguntó entonces, qué habría pasado durante esos 3 días.

—¿Quieres pasar? —dijo el menor, señalando a su casa— Mi abuela debe de estar dormida, no le importará tener visitas.

—Tu nivel de confianza me abruma un poco ¿siempre eres así?

—Quizá —contestó Connie, encogiéndose de hombros y sacando su labio inferior fuera. Ryan se quedó observando sus labios. Se veían apetitosos. Se preguntó, qué se sentiría besarlo. Es decir, Ryan había besado a Connie, pero cuando estaba en el cuerpo de alguien más.

Ryan abrió la puerta del auto dejando en claro que su respuesta era afirmativa.

—Es un lindo lugar —dijo Ryan, cuando estuvo dentro. La casa de Connie no era tan grande, pero era espaciosa.

—Lo es, a mí abuela le gusta tener todo en orden —contestó Connie.

—Y bien, ¿deseas algo para comer? No suelo traer a nadie a casa, pero hay comida de sobra en la despensa —Volvió a hablar Connie, dirigiéndose a la cocina sin siquiera haber escuchado un "sí" de parte de Ryan.

—Parecías ser del tipo de personas que están rodeados de amigos  —dijo Ryan.

—Entonces, te sorprenderá saber que eso no es verdad —habló Connie regresando a la sala con dos platos llenos de alfajores— ¿Prefieres los tradicionales o los de membrillo?

—Debí suponer que a eso le llamas comida —contestó Ryan, sonriendo al ver los dulces y eligiendo un alfajor tradicional.

Connie se sentó frente a Ryan a la mesa. Y sonrió.

—¿Es esto lo que comía cuando intercambié de cuerpo?

—Sí, casi todo el tiempo —contestó Ryan.

—¿Por qué crees que haya pasado? —dijo Connie de repente.

—Que haya pasado qué.

—Intercambiar de cuerpo.

Ryan dejó el alfajor. Mantuvo la mirada fija en Connie.

—Destino.

—¿A qué te refieres?

—Quizá yo estaba destinado a conocerte —dijo, y Connie se sonrojó. Eso había sonado muy...

—¿Puedo preguntar por tu edad? —quiso saber Connie.

—26, ¿Por? —contestó Ryan, curioso por saber la razón.

Connie no le diría que estaba teniendo un severo problema en tratar de no encontrar atractivo a un chico casado. Quería encontrar en Ryan algunos defectos para su inusual fijamiento.

—No eres tan mayor.

—¿Tan mayor para qué?

"Tan mayor como para tener una relación conmigo" pensó Connie.

—Creí que tenías más —contestó Connie— Es decir, no digo que te veas viejo. Solo pensé que las personas se casan a los 30 o un poco más.

—Las personas a veces se casan más temprano de lo usual ¿verdad? —contestó Ryan de acuerdo con lo que acababa de decir Connie.

—¿Tú eres una de esas personas?

—Básicamente. No lo hice por amor, ten eso por seguro.

—¿Y tu esposa lo sabe?

—Lo hace. Ella tampoco se casó por amor.

Ryan miró a Connie. Luego dijo:

—Pero voy a pedirle el divorcio.

—¿Qué te hizo cambiar de opinión?

"Tú" pensó Ryan. Y sólo dijo:

—Me gusta alguien más.

Connie parecía algo asombrado por la respuesta.

—¿Y esa otra persona te corresponde?

—Lo hacía.

—¿Qué quieres decir con eso? —contestó Connie, confundido.

—Al parecer, borró cassette —bromeó Ryan.

Connie siguió sin entender.

—¿No quiere saber de ti?

—No es que no quiere. Es que no puede.

—Estoy confundido —dijo Connie. Frunciendo el entrecejo haciéndolo ver tierno.

—Es difícil de explicar. ¿Y qué me dices de ti? ¿casado? ¿soltero? ¿viudo?

Connie rió. Y Ryan pensó que era una risa muy preciosa.

—Soy padre soltero —dijo Connie. Y Ryan sonrió elevando una ceja.

—Exijo una aclaración.

—Mi bebé tiene 7 meses y unas garras bien afiladas —señaló Connie hacia donde estaba el felino acurrucado bajo las mantas del sofá.

—Tu famoso gato —dijo Ryan al darse cuenta del minino—, al fin lo conozco.

—¿Te he hablado de él antes?

—Prácticamente fueron tus primeras palabras.

Connie sonrió. Tomó de su vaso con agua, pero lo dejó caer de manera torpe, derramando casi todo el líquido en su camiseta.

—¡Dios! —exclamó Connie, tocando su camiseta empapada— Tendré que cambiarme, ¿me esperas un momento? Ya regreso.

Connie se fue, subiendo las escaleras hasta llegar a su habitación.

Ryan pensó por un momento en lo que había hablado con Connie cuando este aún no perdía la memoria. ¿Se perdería una oportunidad como esta?

Ryan subió con sigilo, la idea era que la puerta estuviera semiabierta. Pero la puerta se encontraba de par en par.

Connie apareció en su vista sin camiseta. Ryan siguió con la mirada el cuerpo de Connie. Sintió que su respiración se empezaba a hacer más rápida. Si su imaginación había hecho ver a Connie sexy, pues la realidad era mucho mejor que sólo sexy.

A su ver, Connie sí parecía de 14 años. Pero a Ryan no le gustaba Connie por ser menor, le gustaba por ser quien era. Sobre todo, le gustaba la conexión que ambos tenían. Era muy fácil entablar una plática con él.

Los sentidos de Connie se agudizaron en cuanto vio a Ryan perseguirlo con la mirada.

—Lo siento —dijo Ryan, con voz algo ronca. Ver a Connie sin camiseta era una imagen que no lo dejaba bien en todos sus sentidos. Se veía tan pequeño, que quería acercarse y rodearlo con sus brazos—. Creí que ya habías terminado —mintió.

Connie no dijo nada. Se quedó en el mismo lugar con la camiseta seca en una mano.

Ryan se acercó a él, sin ser consciente de lo que estaba haciendo.

—Eres más un 10 de 10 —susurró Ryan cerca del oído de Connie, y posando una de sus manos en la cintura de este.

Connie sintió su piel erizarse. No sabía de qué estaba hablando Ryan, pero sus pensamientos estaban concentrados en la sensación extraña que le daba Ryan al tocar su piel.

Ryan lo besó de repente. Inclinándose demasiado para estar a la altura de Connie. El menor se quedó en su lugar algo aturdido, pero había cerrado los ojos sin ser consciente. Empezaron a parpadear luces en su mente.

" también me gustas" recordó Connie. Vio a una mujer besar a Ryan, pero supo que esa mujer era él.

Entonces las manos de Ryan acariciaron su cabello, y otro recuerdo volvió a suscitar en su mente.

Pero cuando Ryan se separó para verlo a los ojos. Ya no habían más imágenes para ver.

—Lo siento —Ryan se apartó, entrando en razón—. No debí haber hecho eso.

—No. Hazlo de nuevo —dijo Connie, atrayéndolo de la corbata y apoyándose en la punta de sus pies para intentar besarlo, pero Ryan era muy alto para él— Tócame —pidió en un susurro. Ryan tenía la respiración pesada, quería acortar la cercanía con Connie.

Ryan pasó una mano detrás del cuello de Connie de manera suave, vio los ojos acaramelados de este y luego bajó la mirada a sus labios. Y se inclinó para besarlo.

Connie empezó a recordar lo que había pasado entre él y Ryan los últimos 3 días.

Pero cuando los flashbacks en su mente se acabaron, Connie seguía besando a Ryan. Necesitaba seguir sintiendo aquellos labios cálidos del mayor.

—Me gustas —dijo Connie, cuando ambos se pararon a tomar un respiro. Ryan iba a decir algo, pero Connie lo volvió a besar sin darle oportunidad a decirlo.

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