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39. THE GAME IS ON (PARTE 1)

No había razón para entrar en pánico. Bueno, eso era lo que Watson quería creer, pero la realidad era, que mientras más cerca se encontraba de Londres, de su hogar, más ansioso se sentía.

Miraba impaciente los alrededores, notando como aquel pequeño barco había logrado pasar del océano índico al mediterráneo, siendo su supuesta parada en Egipto otra mentira más de Holmes.

El último telegrama enviado a Holmes yacía en su bolsillo, sin haberle dado parte aún a su compañero. Quería primero comprobar algo antes de notificarle sobre el contenido de aquella carta.

Lestrade parecía haberse enterado de alguna manera sobre su regreso, ya que se encontraba esperándolos junto con algunos de sus oficiales.

Poca atención puso cuando Holmes desapareció de su vista, pues en su mene, lo único que había era Sarah y Ethan, rogando encontrarlos con vida, que estuvieran bien y que todo fuera un malentendido.

Aquel telegrama que había interceptado, venía por parte de Lestrade y le había dejado seriamente preocupado.

“Admita que las cosas se le han salido de control, Holmes” le había escrito el inspector “son muchas muertes, incluyendo los de los padres de la señora Watson. Me temo que deberé arrestarlo apenas arribe a Londres”

Era comprensible que aquella información colocara a los nervios de Watson en una posición difícil.

Mientras el doctor caminaba a toda prisa, rentando un carruaje para transportarse a su hogar, Lestrade había interceptado a Holmes, no dejando que lo siguiera.

-No puede estar aquí-

-ya estoy aquí-replico el detective, no encontrándose muy interesado en lo que sea que el inspector deseara decirle.

-Si pone un pie en la ciudad tendré que arrestarlo y esta vez no habrá que lo salve, la mayor parte de Londres, por no decir de Inglaterra, me exigen su aprehensión-exclamo Lestrade mientras lo tomaba del hombro, tratando de detenerlo.

-Confié en mí, lo resolveré-

-No, Holmes ¡esto ya ha ido demasiado lejos!-

-Lestrade…-

-no puedo confiar en su juicio, ya no-

Holmes se mostró un poco sorprendido, sabiendo que esta vez hablaba en serio, pero no comprendía el porqué de aquel cambio tan drástico. En su último telegrama, le había dicho que haría todo lo que necesitara.

Y ahora, solo obtenía como respuesta varias cartas con lo mismo escrito en ellas; “está hecho” y firmado por Sanders, todas dirigidas hacía Holmes.

-fueron encontradas en todas las escenas del crimen, han ocurrido múltiples asesinatos y los dos hombres sospechosos en todos ellos ¡fueron enviados por ti!-grito Lestrade.

Holmes ahora lo entendía, lo estaban inculpando pero… ¿Cómo habían podido engañarlo? Los hombres que él había enviado estaban destinados a cuidar a la familia de Watson y si eran los mismos… eso explicaba la desaparición de Mary y los niños, debía alcanzar al doctor.

-me temo, Lestrade…-comenzó a decir el detective-que no hay tiempo para explicar.

En un rápido movimiento, logro desenfundar el arma de Lestrade, disparando al cielo, provocando que el inspector y sus oficiales se agacharan, tratando de cubrirse.

Comenzó a correr, adentrándose más a la gran ciudad, viendo como todos corrían, buscando alejarse del conflicto. Disparo hacia sus perseguidores hasta que se quedó sin balas, retrasándolos lo suficiente para poder huir.

Jamás había sentido tal adrenalina, corriendo tan rápido como sus piernas se lo permitían para tratar de evitar aquel amargo final.

Pero para cuando llego a la casa de los Watson, la encontró vacía, en un silencio que se le antojó sofocante.

El doctor había estado ahí, no cabía duda, pero había salido… o se lo habían llevado. Su vista capto un cuchillo sobre uno de los muebles.

No tenía sangre pero lo habían encajado en la madera, con un pequeño trozo de papel que había quedado ahí atorado al arrancarlo.

“Como yo suelo hacerlo” pensó, buscando con la mirada el papel arrancado, encontrándolo hecho bolita en un rincón de la sala. Sin duda lanzado por Watson antes de salir.

En él venía una dirección y una breve nota
“Debe venir, señor Holmes”


* * *

Reviso con cierta pereza algunas de las cajas dentro de aquella habitación, el trabajo documental nunca le había parecido algo agradable, aunque por suerte, Zemo se había encargado de su organización y búsqueda.

Debía admitir que había hecho un excelente trabajo con toda aquella información, sabiendo de antemano que había sido un largo trabajo de desencriptación. Hizo sus propias notas, pues Steve se volvía otro obstáculo más para llegar a su objetivo, necesitaba tener un plan de contingencia en el llegado caso que debiera eliminarlo.

Pudo comprobar que lo que decía Zemo era cierto, pues entre todos esos papeles, encontró uno especialmente interesante, un dibujo hecho a mano de Tony Stark. Y las palabras tachadas aún eran perfectamente legibles.

Aún no sabía si el sentimiento era mutuo, pero que Steve estuviera enamorado de ese modo del millonario, le sería de gran ayuda.

Si sus planes se encontraban funcionando bien, Ya se habría deshecho de Holmes para ese entonces, Charles Augustos Magnussen se había comprometido a quitar del camino a Sherlock, pues le interesaba llevar una partida contra aquella prodigiosa mente que alababan los medios.

Cada día se sentía más cerca de su objetivo, cerca de la culminación de todos sus esfuerzos. Si bien la paciencia había sido un gran factor para lograr lo que se propusiera, este era ya el momento de actuar, aprovechar que poco a poco, Anthony Stark se iba quedando solo.

* * *

Las cosas se habían calmado considerablemente entre ellos dos. A Sherlock le agradaba Mary e incluso parecían llevarse muy bien.

Aún estaba el asunto de la boda, pero el detective se obligó a mostrarse contento, aún a pesar de que lo que había descubierto.

Era como si entre John y él ahora existiera un código, un acuerdo mutuo, aunque jamás lo platicaron, de no mencionar lo que sea que se hubiera formado entre ellos. Sherlock sabía que John le quería más que un amigo y John sabía que su compañero lo sabía.

Sin embargo, ya sea por miedo, indecisión o simple conformismo, ninguno se dijo nada.

Sherlock creía que John estaría mejor sin él y John supuso que con Sherlock ocurría lo mismo. Fue en una tarde especialmente tensa, donde sin proponérselo o planearlo, Sherlock termino por contarle la verdadera razón por la cual había hecho lo que hizo.

-eres humano Sherlock…-le dijo el doctor al terminar de escucharlo, colocando una de sus manos sobre el hombro del otro, en un gesto nervioso-… jamás podría dudar de ti, eres muy inteligente y eso nadie puede negarlo, pero para la próxima vez que quieras hacer algo así, me gustaría que me dijeras, tal vez podríamos encontrar una mejor solución-

-no es cierto-negó el detective.

-no, tal vez no-acepto John con una sonrisa, viendo como su compañero también parecía contener una.

-¿al fin lo arreglaron?-pregunto la señora Hudson con gran alegría, entrando con un par de platos de lo que sería su almuerzo-¿y qué hay de Mary?-

-ya le propuse matrimonio-contesto John casi de inmediato- y acepto-

-felicidades John, parece que esta vez supiste elegir bien a tu compañera-dijo Sherlock con cierta burla, haciendo reír al doctor.

-arruinabas cada cita que tuviera, es un milagro que ahora ya este comprometido-dijo la señora Hudson también entrando en el juego-¿Cuándo se casan?-

-en un par de meses-los interrumpió Sherlock.

-¿Cómo lo sabes?-pregunto John bastante confundido.

-supuse que determinando el tiempo que llevan de noviazgo y como ahora viven juntos…-

-Mary te lo dijo ¿cierto?-lo corto John-Me dijo que había venido de paso, al parecer quería agradecerte y burlarse un rato de mi reacción con aquella bomba que creí nos mataría-recalco el doctor, viendo una luminosa sonrisa formarse en el rostro del siempre serio detective.

-siento eso-

-no lo sientes-

-no-respondió Sherlock-la verdad no-

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