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Capítulo 9: Entrometidos

Si a Mara le decían que iba a estar en los columpios del parque junto a la casa de Faith hablando con su exnovio no se lo creería. De verdad, no lo haría, no cuando llevaban cuatro años sin hablar. Para ser sinceros, pensaba dejar que pasara más tiempo, pero Adrien había aparecido cuando estaba esperando a Faith para ir a Manchester y... bueno, había empezado disculpándose por romper con ella por carta, así que era un buen paso.

—¿Y qué es lo que tramáis ahora las dos? —pregunta cuando, por fin, se ha cansado de hablar de la ruptura.

—Manchester, a ver a unas amigas.

La conversación no puede ser fluida, al menos no todavía. Lo está intentando, ¿vale? Pero ha llegado y le ha recordado todo el daño que le hizo aquella carta llena de tonterías para romper con ella y... no está cómoda. Lo estará, claro que lo estará, pero ahora mismo no.

O quizá no lo está y, sinceramente, le da exactamente igual. Ahora mismo lo que menos quiere es seguir hablando con Adrien.

—Ah, ¿vas a ver a Dani?

Lo comenta como si fuera raro. Supone que para él es raro que hable con ella porque con él no habló, pero hay una diferencia muy grande, Dani y ella rompieron a la cara y de mutuo acuerdo, ellos rompieron porque él mandó una carta antes del Baile de Navidad con la excusa de que la distancia era demasiado cuando había ido hasta Hogsmeade en la excursión.

—Claro, seguimos siendo amigas —responde Mara y empieza a balancearse suavemente. ¿Por qué Faith no termina de arreglarse ya?

Necesita que salga de casa porque no sabe cómo librarse de Adrien. Y necesita librarse de él, porque le conoce y sabe que quiere decirle algo y Mara no quiere ahora mismo oír nada, se supone que nadie iba a arruinarle la noche y si Adrien abre la boca seguro que se la arruina.

—¿Por qué no has llamado? —Faith grita desde la puerta de su casa y, a su espalda, aparece Jake. Despeinado. Genial, no ha salido porque se estaban liando.

—Porque es tonta —responde Jake y le da un beso a Faith antes de salir, intentando colocarse el pelo mientras va hacia Mara, que se levanta rápidamente del columpio, aliviada—. No bebas.

—Haré lo que quiera —le responde Mara, sacándole la lengua y Jake la imita, así que le ignora y se gira para mirar a Adrien—. Encantada de haber vuelto a hablar contigo, Adrien.

—Igualmente —murmura el chico, que en esos momentos parece que no sabe donde meterse porque Jake se ha cruzado de brazos y le mira de malas formas.

—Adiós —dice Jake y se pega a Mara—. ¿Qué haces hablando con él?

—No necesito tu ayuda, estaba todo controlado —le contesta y los dos van hacia Faith, que también mira hacia donde está Faith, de brazos cruzados.

—Si, lo hemos visto desde la ventana, que no sabías ni donde meterte —contesta Faith, dándole un golpecito en el hombro.

—¿Y por qué no habéis salido?

—Porque se tiene que disculpar—responde Jake y, sorprendentemente le da un abrazo—. Me voy a casa. Cuidado con la abuela.

—Sí, pesado, tendré cuidado —le devuelve el abrazo y, cuando se alejan, les deja espacio para que, de nuevo, se despidan.

Son demasiado pegajosos. Pero está bien porque se burla un poco de ella cuando se desaparecen y eso acaba con Faith diciendo que vuelven en autobús porque no quiere desaparecerse más, no le importa que se tarde segundos, prefiere tardar horas antes que volver a desaparecerse. Y a Mara le entra un ataque de risa al ver todo lo que insiste en el autobús, a pesar de que Faith sabe que el único autobús que llega cerca de Wetvalley es el Autobús Noctámbulo y eso es peor que desaparecerse. Pero parece que no se acuerda y Mara no va a ser quien lo haga.

Buscan la cafetería donde han quedado y allí ya están las cuatro. Los gritos no tardan en llegar, junto a las risas y Mara se da cuenta de que se lo está pasando demasiado bien como para recordar nada de lo malo. Está disfrutando de sus veinte años por primera vez desde que los cumplió en marzo.

— Deberías venir a una de las clases de Claire, no sabes lo divertido que es verla cuestionar todo lo que va explicando el profesor —dice Sam, que no deja de reírse—. A veces no voy a mis clases solo por ir a las suyas.

— Y así nos va, capulla, si sigues faltando vamos a suspender las dos los trabajos en grupo —le dice Dani y Sam solo vuelve a reírse.

— Es porque me tiene manía, ya te lo digo yo, da igual que vaya o que no.

— Bueno, nunca apareces por clase así que...

Olivia le pasa el brazo por encima a su novia y Dani parece relajarse de inmediato, a lo que Mara sonríe de oreja a oreja.

— Cabronas las dos, que no me habéis contado nada —les dice, señalandolas con el dedo—. Ni a mí ni a Faith.

— A mi no me metas ahora, ¿eh?

— ¿Esas son las que tienes? ¿Por qué no le cuentas que haces tanto tiempo en mi casa? ¿Prefieres que se lo diga yo?

— ¡Cállate! —Faith salta de la silla, pero no llega a tiempo de tapar la boca de Mara.

— Se está tirando a mi hermano —suelta, sonriendo con satisfacción y todas chillan. Definitivamente van a acabar echándolas del local, pero les importa bien poco la verdad.

— ¡Faith! —chilla Dani y la aludida empieza a ponerse roja—. ¿Cómo te atreves? ¡Me gritaste por no contarte lo de Olivia y tú te habías callado lo de Jake!

— ¡Era muy pronto!

— ¡Lo mío también era muy pronto!

— Un año y medio no es poco tiempo —suelta Claire, cogiendo su vaso y bebiendo de la pajita de forma inmediata.

— ¿Pero tú de qué parte estás? ¿De la mía o la de Faith?

— De la de Mara que es a la que más tiempo conozco de las dos.

— Me parece increíble que nunca hayamos coincidido en Wetvalley, la verdad —dice Olivia y Mara se encoge de hombros.

— A mi me hace más gracia la parte de que tardasteis un año en daros cuenta de que la amiga en común era yo —esas dos eran de lo que no había, la verdad—. De todas formas, no es tan difícil, si Faith y Dani se van siempre de vacaciones la segunda y tercera semana de julio y vosotras sólo podíais la segunda semana de julio...

— Podrías haber hecho un esfuerzo, ¿sabes? Decir nombres por ejemplo —la regaña Dani, pero Mara solo sonríe.

— Lo siento, es demasiado divertido decir solamente mis amigas de Hogwarts que parecen trillizas.

Todas se ríen y siguen bebiendo y comiendo. Es jodidamente divertido estar en un bar como si nada hablando de los últimos años como si la guerra no hubiera existido. Hablan de la universidad de Dani, Olivia, Sam y Claire, hablan del trabajo de Faith en la guardería del pueblo y hablan de la tienda de Mara. O bueno, de lo que una vez fue la tienda.

— Sin Jake es mucho más difícil recuperarla, sola... —dice ella y Faith la aprieta la mano.

— Está mejorando mucho, quizá el año que viene podéis volver a abrirla.

Su amiga le pasa el brazo por los hombros y la acerca a ella para abrazarla. Es el momento que necesitan las demás para hacer una piña y abrazarse entre todas. Las ha echado muchísimo de menos.

— Soltadme ahora mismo o me voy a poner a llorar —dice Mara, pero sus amigas no la sueltan.

— Venga, llora, que te lo mereces por lo que me has hecho pasar —dice Faith y Mara se ríe, pero también acaba llorando.

Joder no se merece una amiga cómo Faith. Siempre la ha echado muchísimo de menos en Hogwarts y cuando llegó su carta fue corriendo a casa de Faith. Porque si ella tenía magia su amiga también tenía que tenerla. Pero Faith no cumplía los once años hasta tres meses después, así que las dos se dejaron emocionar. Todas las cosas que iban a hacer, la casa a la que iban a ir y las asignaturas optativas que cogerían. Cómo conocerían al amor de sus vidas —porque obviamente lo conocías en esa edad, lo veían siempre en las telenovelas muggles— y serían felices por siempre con la magia. Pero junio llegó y la carta de Faith no. Así que Mara se subió sola el uno de septiembre al tren, con su familia diciéndole adiós y una pequeña Faith en el andén, poniendo la mano en el cristal a la vez que lo hacía Mara.

— Te escribiré todos los días —vocalizó Mara y Faith asintió rápidamente.

— Te responderé todos los días —dijo ella.

Y lo cumplieron. Todos los días se enviaban cartas, no importaba el orden en el que llegaban, lo único que había que hacer era enviar la primera lechuza que encontrasen y responder en cuanto llegase la carta. Por eso Mara nunca se hizo amiga de sus compañeras de habitación, porque tenía a Faith fuera y a Cedric desde después de las Navidades. Con Cedric llegaron Isaac y Zack, como si fueran un pack y al año siguiente aparecieron Claire, Sam y Olivia. Y fue tan fácil ser amiga de todos ellos. En el verano el grupo de Faith fue ampliándose con Dani y con Adrien, además de Melissa, Keith y Carrie .

Ahí fue cuando Mara vio que tenía dos grupos y que, por mucho que intentara juntarlos, nunca había forma de hacerlo. Cuando invitaba a los magos la parte muggle de su grupo no estaba. Luego, cuando Cedric venía a pasar algunos días siempre coincidía que las dos tuvieran que ir a ver a algún familiar. Y así había pasado siempre, año tras año. Luego la muerte de Cedric había parado todo durante y un año y luego fue el fin de Hogwarts. Llevaba sin ver o hablar con Isaac y Zack desde aquel último viaje en las barcas. Se suponía que iba a volver con ellos después de ir al baño, pero se cruzó con Atria y... bueno, ella necesitaba más ayuda que los dos descerebrados de sus amigos.

— ¿Y si nos vamos a un karaoke? —propone Sam un rato más tarde y todas chillan menos Olivia, que se tapa la cara con las manos.

— Por lo que más queráis, un karaoke no —suplica, pero es demasiado tarde porque Claire ya se ha levantado junto con Dani para pagar y las demás la están arrastrando para que vayan al karaoke.

Y Mara decide intentarlo, porque por qué no. Total, tiene que avisar a su abuela. Ha pasado un día más que estupendo con sus amigas, solo necesita pensar en ello. Así que aprovecha que están todavía convenciendo a Olivia de que el karaoke será una muy buena idea sobre todo cuando estén borrachas y hayan perdido toda la vergüenza. Bueno, más bien cuando Olivia la haya perdido porque las demás no tienen ninguna, no para cantar en un karaoke, claro. Así que Mara le susurra a Faith que va a avisar a su abuela y ella asiente porque sabe que va a usar la magia y tiene que esconderse un poco. En Manchester hay más muggles que magos y no tiene ganas de meterse en líos con el Ministerio de Magia. Aunque quizá, sí se mete en un lío le puede decir a Jake que vaya a molestar a George hasta la saque de ese lío. Él es un héroe de guerra, ¿no? Pues que use su influencia.

No, no va a pensar en George y en cómo ni siquiera se molestó en escucharla, no. Va a pensar en Faith, Dani, Claire, Olivia y Sam. Va a pensar en sus amigas y le va a salir porque va a recordar perfectamente como la han abrazado esta tarde y le va a salir el estúpido patronus y...

— ¿Estás bien? —Dani es la que se pone a su lado en el callejón y Mara da un pequeño salto—. Ay, lo siento, no quería asustarte.

— No, no, es que no esperaba que vinierais ninguna, he avisado a Faith y...

— Sí, ya me ha dicho que vas a avisar a tu abuela —dice la chica y Mara se queda callada—. ¿Y cómo lo vas a hacer?

A veces se le olvida que Dani no ha estado tan cerca de la magia como Faith.

— Con los recuerdos más poderosos.

Por eso le da la mano a su amiga. Y las demás no tardan en llegar, sonriendo y riendo. En cuanto ven a Mara no dudan en empezar a apoyarla y pronto la cabeza de Faith está en el hombro de Mara, Claire la abraza por la espalda, Sam está tirando de sus mofletes y Olivia enganchada a su brazo.

— Joder, os quiero tanto —les dice, antes de levantar la varita.

El salmón sale, sin más y Mara le da un mensaje para su abuela, entre lágrimas. Joder, lo ha hecho, después de más de diez meses ha sido capaz de nuevo. Lo ha recuperado. Por fin. Y todas chillan de emoción al ver como Mara sonríe, con las lágrimas cayendo sin parar.

— Vamos a emborracharnos hasta que no recordemos una mierda y nos hayamos dejado la voz en ese karaoke.

Esta vez Olivia no se queja, claro que no lo hace porque entiende la alegría de Mara por volver a tener un patronus y eso hay que festejarlo. Así que van todas por la calle, riendo y abrazadas hasta que se chocan con alguien.

Pelirrojo, alto, le falta una oreja. ¿Y este qué hace aquí ahora?

— Tu hermano me ha chivado que habías venido a Manchester —suelta, como si nada y las bobas de sus amigas se empiezan a reír.

— Te dejamos hablando con Weasley, Mara —dice Sam, siendo una completa cabrona y coge el brazo de Faith—. ¡Disfrutad!

— ¡Cuidado con lo que haces con tu amigo! —grita Faith antes de girar la esquina mientras que no para de reírse. Y luego vuelve a sacar la cabeza—. Te esperamos aquí, que si no no sé cómo vamos a decirte dónde está el karaoke.

— No sabía que quedabas con las trillizas —dice George y Mara no puede evitar mirarle fijamente, intentando entender qué cojones está haciendo ahí—. Ni que te llevabas tan bien con la novia de tu hermano.

— La novia de mi hermano es mi mejor amiga. Y se llama Faith —su tono de voz es completamente neutro e indiferente. No se merece nada de su atención, ni siquiera se molestó en escucharla.

— Eso, Faith —George parece que se balancea sobre la punta de sus pies y Mara se cruza de brazos. Esto no va a ninguna parte, así que empieza a andar hacia sus amigas de nuevo.

Pero George le agarra el brazo suavemente.

— Espera —dice y Mara solo se suelta de malas formas.

— No, no espero. Mis amigas me están esperando para cantar en un karaoke y emborracharnos hasta que perdamos el sentido, así que no espero, Weasley. No me vas a joder la noche.

Y esta vez la que no le deja hablar es ella. Ja. Que se joda. Que le den. No le importa lo que sea que haya venido a decir, no, ni un poquito. No va a arruinarle una noche perfecta diciendo alguna tontería más sobre el artículo o lo que sea, ni de broma. Está con sus amigas, ha conseguido recuperar su patronus y se lo va a pasar de puta madre.

— Venga, vamos, necesito tener mañana una resaca con la que no me pueda levantar de la cama.

— ¿Qué pasa? ¿Qué tienes problemas con tu novio? —se burla Claire y Mara le saca el dedo corazón.

— Obviamente.

Todas chillan y ella solo pone los ojos en blanco. Serán bobas. ¿Cómo va a tener algo con George Weasley? ¿Acaso le habían visto? No, claramente Faith y Dani no, pero las trillizas si. Y había estado con mucha gente. Demasiada gente. ¡Ni siquiera había podido estar con Jordan! La relación había durado un mísero mes. No es que ella hubiera estado pendiente, ni mucho menos, Isaac era un cotilla de manual y se lo iba contando todo. Y bueno, quizá sí que había tenido algo de curiosidad porque joder, que habían ido al baile juntos, eso era un gran evento.

— Creo que necesito, al menos, quince moijtos —dice Mara y Faith se ríe.

— O puedes aprovechar que ha venido hasta Manchester y tener un poco de acción —le dice al oído y Mara no duda en pellizcarla suavemente—. Como que no le tienes ganas.

— A lo que le tengo ganas es al alcohol, la verdad.

Y también un buen polvo, pero no iba a gritarlo en mitad de la sala de karaoke porque a sus amigas se les iba a ir la pinza con ello. Seguro que eran capaces de ir a buscar a George y todo, así que no, gracias. Quizá podría irse con alguno de los muggles que había por ahí... antes de perder todo el sentido por los mojitos, claro. Quizá se podía liar con alguno en la zona de los baños, ¿no? Hacía mucho que no hacía eso... Y lo echaba de menos. Lo de liarse con alguien, no la parte de liarse con alguien en los baños de un bar.

Bueno, primero iba a disfrutar del karaoke, luego vería si alguno de los muggles que había en el bar merecían la pena. Cantaban ahora una canción que definitivamente Mara no tenía ni idea de cual era, pero cuando Sam subió, casi pegándose con Claire para ver quien elegía la canción, reconoció pronto la que sus amigas querían. En algún momento llegó la segunda bebida y ella fue la que se levantó y arrastró a Faith con ella para cantar Barbie Girl. Y desafinaron muchísimo, pero importó más bien poco.

Un par de copas más tarde, Olivia fue la que subió a todas al escenario para cantar Man! I feel like a woman! y en ese momento se unió todo el mundo desde sus asientos para cantar el coro. Serían cerca de las tres de la mañana, así que la vergüenza se había quedado en la puerta del karaoke y solo quedaban las ganas de reírse. Hasta que llegaron a I don't want to miss a thing y empezaron a cantársela unas a otras. El alcohol ya estaba en su punto más fuerte, por eso Mara no podía parar de llorar mientras que gritaba "I don't want to feel asleep cause I miss you babe" a Faith, que tenía una mezcla entre risa y llanto.

Podría habérselo esperado, claro, pero la verdad es que no lo hizo. De alguna manera que Mara no tenía muy clara, llegaron a Wetvalley después de esa canción. Concretamente a la casa de sus padres. En algún momento tenía que haber abierto la puerta, pero con el dolor de cabeza con el que se había levantado y viendo que todo le molestaba, dudaba haber podido sola. Así que fue directa a la cocina, donde Sam intentaba desayunar. La palabra correcta era intentar, porque cada vez que intentaba beber un poco de café se giraba hacia el fregadero.

— Espero que no hayas usado la leche de la nevera —Mara notó como su voz salía arañándole la garganta. Joder, no debía beber tanto—. No la he cambiado en meses.

— No, necesitaba café solo —y la voz de Sam no estaba mucho mejor—. Sigo necesitándolo, solo necesito quitarme las ganas de vomitar.

— Las galletas son solo del mes pasado, quizá siguen estando bien —dice Mara, cogiendo una taza y también echándose café.

Acompaña el desayuno con una aspirina y una magdalena que solo llevaba en la casa tres semanas, mientras que Sam decide apostar por las galletas. Son la únicas que han conseguido levantarse, en el sofá Claire tiene un cojín sobre la cara, Faith estaba durmiendo en la cama de Jake y Dani y Olivia habían ido a la cama de matrimonio. Ahora que se ponía a pensar, recordaba que alguien había sugerido eso.

— Le voy a matar, le voy a hacer trocitos y le voy a echar como abono para el sauce —empieza a murmurar por lo bajo y Sam se ríe.

— Relaja, que solo nos trajo a casa. Al que tienes que matar es a tu hermano, que fue quien le dio la llave por la ventana.

— ¿No me lo estoy inventando? Dime que lo he soñado o algo —le suplica, pero Sam niega.

Genial, ahora le debe un favor a George Weasley porque la había llevado a casa borracha y no había sido a casa de su abuela. Encima la había llevado al apartamento, joder, es que encima había conseguido librarla de la bronca de su abuela por beber tanto. No se libraría de Jake, eso sí, pero bueno, su hermano era lo de menos.

— Me voy a duchar, tengo que quitarme esta peste antes de ir a ver a mi abuela —le dice a Sam y ella empieza a hacer ruidos.

— ¡Si quieres ver a Weasley dilo! —le grita cuando Mara ya está cerrando la puerta del baño.

El grito despierta a Claire, que lanza un cojín hacia Sam y la guerra comienza en el salón mientras que Mara se ducha tranquilamente. Oye los gritos de sus amigas de fondo, pero la verdad es que resultan hasta agradables. El agua le cae por la cabeza y llega un momento en el que Mara no sabe como se pone, pero consigue que el agua le tapone los oídos y es como estar dentro de una piscina. Y sí, es desagradable notar el agua en los oídos, pero todo el ruido disminuye y eso hace maravillas para el dolor de cabeza.

— Sal ya de ahí, que nos vamos a quedar las demás sin agua caliente —Faith también se había despertado y asomaba la cabeza por la puerta del baño—. Y, por lo que más quieras, baja a comprar algo de comida, que si no nos morimos por el alcohol nos moriremos por lo que tienes aquí guardado.

— Baja tú si tanto interés tienes en comer algo —le contesta Mara, pero aun así cierra el grifo y acaba bajando a por algo de comer.

— Tienes mejor aspecto —le dice Gilbert cuando le tiende los bollos y Mara sonríe.

— Me asombra tenerlo porque menuda resaca —bromea ella y luego se pone seria—. Ni una palabra a mi abuela, ¿eh, Gilbert?

— Estaré callado —dice él, riendo.

Mara se ríe y se despide del pastelero para volver al apartamento, donde sus amigas ya están gritándose entre sí por el hambre y la resaca. Los bollos tardan segundos en desaparecer y pronto están todas mucho más tranquilas porque las aspirinas y mucha agua hacen maravillas. Bueno, eso, y un hechizo de Sam.

— No es justo que vosotras tengáis magia y nosotras no —se queja Faith y las cuatro brujas de la habitación le sacan la lengua.

— Ya es mala suerte nacer en un pueblo mágico y no tener nada de magia en la sangre.

— Y lo peor es que tenemos familiares magos —se queja Dani y Faith asiente.

Vuelven a sus respectivas casas casi a la hora de comer y parece que a Cassiopeia no le hace mucha gracia que su nieta aparezca a esas horas cuando ni siquiera ha pasado la noche en casa. Aunque tampoco le hace gracia que Faith venga con ella y lo demuestra cuando deja a las dos sin postre y se sube al piso de arriba, dejándolas solo con Jake en la cocina.

— Está enfadada —dice Jake, que se levanta de la mesa para coger un trapo que Mara le quita rápidamente.

— Y yo contigo, ¿cómo se te ocurre darle las llaves de casa? ¡No nos hablamos! ¿Lo recuerdas? ¿O has decidido que ibas a ignorar todo?

— Quería hablar contigo —responde Jake y se encoge de hombros.

— ¡Y le diste las llaves del apartamento!

— Y te salvé de la abuela —responde Jake y se gira para mirar a su novia, ignorando completamente a su hermana, que está a punto de darle con el trapo en la cabeza—. ¿Qué tal anoche?

— Oh, no, no vas a hablar con ella ahora como si no hubiera pasado nada, si te quieres quedar aquí ayuda a recoger —le dice Mara y entonces Jake sonríe de oreja a oreja.

— No puedo —y como si necesitara demostrarlo coge su vaso de plástico y lo deja caer.

— Serás cabrón —murmura ella y Jake le saca la lengua—. ¡Recoge eso, pedazo de vago!

— Don no me deja —dice Jake de nuevo y Mara le tira el trapo a la cara.

Tiene demasiada cara porque Mara le ha visto coger perfectamente a Faith —por supuesto, Mara gritó que tenía que sacarse los ojos después de haber visto eso— y dejarla sobre la cómoda de su habitación antes de cerrar la puerta de una patada. La rehabilitación comienza a hacer efecto en Jake y se nota ya que tiene bastante más movilidad que en enero y, desde luego, habla muchísimo más.

Quizá con el tiempo todo vuelve a ser normal.

Jake acaba ayudando después de unos cuantos besos por parte de Faith y Mara de fondo fingiendo que tiene arcadas. Entre los tres consiguen hacer un postre para la cena y, con eso, parece que a Cassiopeia se le pasa un poco el enfado. Al menos hasta que llaman a la puerta.

— Ya voy yo, sí, no os levantéis ninguno de los tres —dice Mara y Faith pone los ojos en blanco.

— Ni siquiera vivo aquí.

— ¿Perdona? ¿Has pasado hoy por tu casa acaso? — le contesta Mara y la respuesta de Faith es tirarle un trozo de pan—. Recoge eso o limpias toda la cocina luego. Supongo que vuestras excusas son que uno no puede levantarse solo, la otra que está vieja y el que falta que está manco, ¿no?

— Has acertado —responde Jake y copia a Faith tirando un trozo de pan. Solo que este no llega a dar a Mara en la cara si no que se queda a mitad de camino en la mesa—. La próxima vez.

— Sí, o quizá la siguiente —le dice Mara y el timbre vuelve a sonar—. ¡Joder, qué ya voy, menudas prisas, que estamos cenando!

Abre la puerta enfadada, porque joder, que tampoco ha hecho esperar tanto, solo ha sido un momento. Y la verdad es que se enfada más cuando ve a George en la puerta. Encima no viene con las manos vacías, si no que viene con una botella que no duda en dársela a Mara.

— Vengo en son de paz, eso es para tu resaca, Atria tenía apuntado en su cuaderno una receta estupenda y...

— Largo. Y cállate.

Intenta cerrarle la puerta en la cara, pero claro, no contaba con que su abuela se iba a haber movido de la mesa e iba a estar detrás suya, sujetando la puerta.

— ¿Encontraste bien el apartamento con las indicaciones pobres de Jake? —le pregunta y George Weasley parece ponerse rojo.

Bueno, al menos sabe que le avergüenza algo.

— ¡Yo dormí en mi casa y para nada tuve resaca! —grita Faith desde el salón y Mara cierra los ojos.

Podría matarla, la verdad, solo tiene que recordar lo que le hizo Bellatrix y aplicarlo con ella. Y quizá también con George.

— Weasley se iba ya, ¿verdad? Solo me ha traído esto porque Faith definitivamente no estuvo en su casa anoche y estaba bastante borracha —lo último lo dice a gritos y pronto recibe una colleja de parte de su abuela—. ¿Y eso a qué ha venido?

— Por mentirosa. ¿Quieres pasar, George? Mara, Faith y Jake han hecho una tarta para el postre y hay de sobra para ti también. Si Marius no ha acabado ya con ella, claro.

La mirada de Mara dice un no te atrevas a decir que sí, pero la sonrisa de George la contesta diciendo claro que me voy a atrever a decir que sí.

— Estaré encantado de probarlo —responde el chico y, por fin, Cassiopeia se aleja de la puerta.

— ¡Marius, un plato más!

— ¡Jake, un plato más!

— ¡Mara, plato!

— Te voy a matar —le susurra Mara a George cuando pasa por su lado.

— Me vale si me dejas disculparme —contesta él.

Mara acaba yendo a por el plato y se lo deja de malas formas delante de la mesa, con lo que se gana una mala mirada de parte de su abuela.

— ¿Qué? Que agradezca que lo he traído y que todavía no le he apuñalado con el tenedor.

Se siente tentada de lanzárselo a la cabeza, pero se lo acaba dejando al lado del plato. Jake y Faith han sido, encima, unos cabrones, y han movido los platos para que ellos dos queden a un lado, Cassiopeia presidiendo la mesa por un lado y Marius por el otro. Así que quedan George y Mara frente a Jake y Faith. Se van a enterar en cuanto la abuela esté dormida, sí.

— Siento mucho lo de tu hermano, George, ¿cómo está Atria? ¿Y tú?

Mara casi se atraganta con el trozo de tarta porque lo primero que se le ocurre decir a su abuela es eso. Tiene que beber agua y George le acaba dando unas palmadas en la espalda al ver que se ahoga, pero cuando se recupera, mira a su abuela.

— ¡No puede ser eso lo primero que le digas!

— Bueno, podría preguntarle si sabe que es un condón y si lo estáis usando, así que agradece que le pregunte por Atria y por él.

— ¡Abuela! —sin duda alguna su abuela no tiene vergüenza ninguna y Mara sigue notando como el agua casi se le va a los pulmones.

— Está desmemorizada —responde George y coge un trozo de la tarta mientras que todos guardan silencio—. Pero ya lo sabíais porque salió en el periódico. Fue Rita Skeeter, al menos eso dice Hermione.

— Mi abuela no tiene ni idea de quién es Hermione —le dice Mara y George parece recordarlo.

— Ah, es la novia de mi hermano Ron, el más pequeño de todos.

— ¿No es Ginny la más pequeña?

— Claro, pero es la más pequeña, Ron es el más pequeño de todos nosotros.

— ¿Cuántos sois? —pregunta Jake y Mara suspira. Va a ser un postre largo.

— Siete. Bill es el más mayor, trabaja en Gringotts. Luego va Charlie que trabaja con dragones. Percy estaba llevando El Profeta, pero creo que ya ha vuelto a ayudar a Kingsley. Fred y yo llevamos Sortilegios Weasley y luego...

— Fred está muerto —suelta Jake.

Definitivamente va a ser demasiado largo.

— ¡Jake, no puedes no tener tan poco tacto! —le regaña Faith y mira a George, que solo niega.

— Bellatrix lo borró —dice él y Cassiopeia suspira.

— No tienes que copiar lo que dice tu hermana—le dice, pero Jake asiente.

— Pero tiene razón.

— Claro que tengo razón, pero que lo diga no significa que tengas que copiar mi mecanismo de defensa —le suelta y luego se gira a mirar a George—. Creo que deberías ir a ver a mi psicóloga.

— No tengo que ir a ver a nadie, sé que Fred está vivo.

— Y volvemos a lo mismo —murmura Mara mientras que en el salón se hace el silencio.

— Sé que está vivo —repite él y Mara suspira.

— Vale, pues está vivo.

— Deberías hablar con la psicóloga de Mara, George —dice Marius, hablando por primera vez, y él vuelve a negar.

— No necesito una psicóloga —dice, aunque luego mira a Mara—. ¿Qué es eso?

— Vas cuando estás loco —le responde ella y la colleja por parte de Cassiopeia no tarda en llegar—. ¡Sabes qué es verdad!

— Pues como estás tan loca te voy a meter en San Mungo.

— Si lo haces te tragarás tú todas las veces que Jake y Faith están liados en su habitación. No sabes como he salvado tus ojos y tu inocencia, no sabes lo pervertidos que son estos dos y como me han destrozado la mía.

— No tiene inocencia —dice Jake y Mara pone los ojos en blanco—. Y tú tampoco.

— ¿Y tú qué sabes? —le pregunta y Jake mira a George.

— ¿Cuántos polvos van?

Está vez quien se atraganta con el trozo de tarta es George y Mara decide que ya han tenido suficiente por una noche así que le da el vaso de agua y, una vez se ha asegurado de que está vivo, le coge del brazo y le saca de la casa.

— ¡Le voy a llevar a las afueras para que pueda volver a su casa, vuelvo ahora!

— ¡Mejor vuelve tarde y gózalo! —grita Faith y pronto se oyen las risas tanto de Jake como de su abuela.

La verdad es que Faith se ha vengado bien. Bueno, seguramente vaya a hacer algo más, así que quizá sí que es verdad que no tiene que volver esa noche a casa por si acaso. O quizá debería volver para poder seguir durmiendo en su habitación. Bueno, lo decidiría cuando mandara a George a la mierda.

— ¿Quién crees que eres viniendo a mi casa? —le pregunta, cuando están ya en la plaza del pueblo. Que le den a todos, sinceramente, si les escuchan discutir a ver si llega pronto a oídos de su abuela y se acaba la tontería.

— Jake dijo que tenía que acorralarte —dice como si nada y Mara no se lo puede creer.

— ¿Y se te ocurre hacerle caso? ¡Mi hermano es tonto! —le suelta y George se encoge de hombros.

— Bueno, parece que ha funcionado porque ahora estás hablando conmigo así que puedo disculparme —dice y Mara pone los ojos en blanco.

— Puedes meterte tus disculpas por la po...

— ¡Mara! —genial, porque su abuela tiene que llegar justo en ese momento. ¿Qué hace ahí de todas formas? ¿Y por qué parece tan enfadada? No ha hecho nada. ¿No?

— ¿Qué, abuela? —la verdad es que su abuela a veces le da miedo, sobre todo cuando saca el bastón de casa. Y ahora lo ha sacado.

Probablemente esté en problemas. Aunque no recuerda haber hecho nada para estarlo.

— ¡Mentiras, llevas mintiendo meses! —empieza a gritar en medio de la plaza y Mara sigue sin entenderlo.

— ¿Pero de qué estás hablando?

— ¡Adrien ha venido a casa ahora mismo! ¡Con flores!

¿Adrien? A su abuela nunca le había gustado, así que no entendía el enfado repentino que tenía por ello. ¿Y a qué coño venían las flores?

— ¿Y qué es lo que quería?

— ¡Venía a hablar contigo porque estaba preocupado! ¡Qué has estado siempre en el sauce ese! ¡Te he dicho que no te quiero ver más allí!

— Mara no ha estado en el sauce —dice George y su abuela parece que deja de gritar.

— ¿Y dónde ha estado?

— Conmigo. En el piso del Callejón Diagon —dice él y parece que de verdad ha estado escuchándola.

— ¿Sí? ¿Y quién puede decir eso?

— ¿Qué es lo que quieres ver, abuela?

— El piso. Y que me lo describas primero.

Y está en un lío. Porque no conoce para nada el maldito piso de George. Joder, que solo conoce la tienda y ni siquiera porque no se fijó y estaba medio destruída. Bueno, medio no, completamente destruída.

"Según entras está el salón y la cocina. Hay una isla y hay trozos de un bol en el suelo y restos de sangre".

Mara mira a George fijamente, y él solo asiente. ¿Acaba de verdad de hablar en su cabeza? ¿Y cómo que tiene restos de sangre en la cocina? ¿Y por qué cojones le está rozando la mano?

— Venga, describe el piso y ahora llevamos a tu abuela. Si no quiere creernos pues se lo enseñamos.

— Según entras está el salón y la cocina. Tiene una isla y hay un bol roto allí que no hemos recogido ninguna vez —repite Mara, omitiendo la parte de la sangre, y pronto la voz de George vuelve a estar en su cabeza, así que ella va repitiendo lo que dice el chico—. Justo enfrente de la puerta de entrada hay un pasillo. La primera puerta es el baño, la segunda la habitación de Fred y Atria. La que está al final del pasillo está llena de calderos y la de George está a la izquierda.

— Muy bien, pues ahora vamos, venga.

— Llevo mucho sin ir, como discutimos... está llena de polvo —dice George y a Cassiopeia le da completamente igual, le pone la mano en el hombro y luego mira a su nieta.

— Vamos, desaparición ya, que no tengo toda la noche. He dejado al chico ese con un ramo de flores en la puerta de casa.

¿Qué había hecho qué? A Mara no le da mucho tiempo a pensarlo porque George le coge de la mano y se desaparecen. A su abuela ni siquiera le gusta que lo haga con ella, pero esta vez ha aceptado.

— Abre, vamos.

— Abuela, relájate.

A George no parece importarle lo más mínimo, abre la puerta y deja que Cassiopeia entre.

— ¿Cómo has hecho eso? —le susurra, todavía frente a la puerta y mientras que vigila como su abuela inspecciona la casa.

— ¿Cómo te crees que hablaba con Fred y Lee en clase? —contesta George y Mara pone los ojos en blanco. Claro que lo usaban para eso—. Hay que estar en contacto para que funcione.

— Ah, por eso parecía siempre que os habían pegado a los tres con pegamento —dice Mara y George asiente.

— ¿Esto es sangre? —pregunta Cassiopeia desde dentro de la casa y los dos deciden entrar.

— Sí —responde George—. Me corté con el bol que tiré contra la pared.

— No me gustas.

— Bueno, abuela, no es a ti a quien tiene que gustarte —suelta Mara sin pensarlo mucho. Tiene que salir de ese lío como sea, y más ahora que parece que su abuela ha cambiado de opinión radicalmente sobre George. Probablemente la sangre en el suelo han tenido que ver sumado a lo del sauce—. Así que tu opinión te la puedes guardar.

— ¿Y si en lugar de la pared eres tú? —le pregunta Cassiopeia y entonces George da un paso adelante.

— Lancé ese bol cuando vine con Atria al piso y nos acaban de decir que Fred estaba muerto. La sangre también es de la despartición de los dos porque ninguno estaba bien.

— Y sigues sin estar bien —dice Cassiopeia y arruga la nariz—. No me gustas para mi nieta.

— ¡Abuela!

— Adrien te ha llevado un ramo de rosas y está preocupado por ti desde hace meses. Este ni siquiera se ha molestado en escuchar tu versión sobre tu amiga y lleváis sin hablar casi dos meses.

Su abuela tenía un punto. Sobre la parte de George, claro, no sobre la parte de Adrien. Adrien le había roto el corazón y ni siquiera había sido lo suficientemente valiente como para hacerlo a la cara. Al menos George se había disculpado.

— Me da igual lo que haga Adrien. Nunca te ha agradado, así que no entiendo a qué viene esto ahora.

— ¡Te está engañando! —grita su abuela y Mara se cruza de brazos. ¿De dónde se ha sacado eso ahora? Seguro que ha sido Adrien, tiene que hablar con él con urgencia.

— ¿Sí? ¿Me estás engañando, George? —la verdad es que es divertido.

— No lo sabía, la verdad —George parece completamente tranquilo, como si se acabara esperando todo esto.

— Adrien me lo ha contado, que te ha visto con la niña Potter constantemente —le dice a George, acusándole.

— ¿Cómo que la niña Potter, abuela? ¿Qué te pasa ahora?

— ¿Atria y yo? ¿Está de broma? Que es la novia de mi hermano.

Los dos hablan a la vez y Cassiopeia los mira fijamente, intentando ver si están diciendo la verdad o no.

— Me he mudado con ella porque no recuerda ni como se llama cuando se levanta —dice George y se acerca hasta la parte de atrás del sofá, donde se apoya—. Y salgo con ella siempre porque un día que salió sola la encontré frente al sauce, llorando mientras que caía la tormenta del siglo. Os podéis imaginar como acabó la excursión.

— ¿Necesitas ayuda con ella? —le pregunta Mara y George niega.

— Ya va mejor, ahora cuando se levanta parece menos confundida y es capaz de moverse por la casa sin abrir todas las puertas y armarios. Madame Pomfrey la está ayudando.

— No sabía que estaba tan mal —dice Cassiopeia después de unos segundos de silencio.

Mara, sencillamente, no sabe qué decir, así que se acerca hasta George y hace lo mismo que hacía con Dani tantos años atrás, se apoya en su hombro y parece que el chico lo ve como algo normal ya que le pasa el brazo por los hombros.

— Mara ha estado aquí, señora Perkins —dice George y Cassiopeia sigue sin creérselo del todo.

Bueno, si quiere salvarse el culo es lo que le queda. Además, Sam tiene razón, George no está tan mal. Podría ser peor y ser Isaac o Zack. Con ellos sí que no podría.

Así que Mara se pone un poco de puntillas y le da un beso rápido a George que Cassiopeia definitivamente ve.

— Déjalo, si no quiere creérselo que no lo haga, ¿quedamos mañana a las diez?

— Sí, claro —murmura George y Mara se gira para mirar a su abuela.

— Vamos, que te voy a llevar a casa y a ver si nos aparezco en las escaleras por error.

— Estás castigada —le dice y Mara pone los ojos en blanco.

— Como que me importa, si quiero venir a ver a mi novio lo haré.

Y lo ha dicho.

Bueno, que sea lo que sea, ¿qué es lo peor que puede pasar?

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Sé que es lo peor que puede pasar y se llama enamorarse ja. 

Hoy no me apetece dejar una pista oculta en la nota, pero sí que os digo que os estoy dejando un mensaje secreto en algo a lo que normalmente no le doy importancia ninguna. Para más comprensión, a instagram solo digo.

También aprovecho para decir que la semana que viene también hay capítulo el jueves y que... se vienen cositas. En el capítulo y fuera de él. ¿Qué? ¿Quién ha dicho eso? Yo no he sido, yo no he dicho nada del dos de abril.

Nos vemos la semana que viene <3 Gracias por leer y por votar <3

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