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Capítulo 33: Si no le hubiéramos salvado

El patronus de Atria había sido claro, tenía que aparecerse en Wetvalley de inmediato y que se lo explicaría todo. Pero George tenía que cerrar la tienda primero, no podía largarse y dejarla abierta porque no había nadie allí para estar pendiente y Atria tampoco le había dicho nada más específico.

Bueno, sí, que se apareciera en el sauce llorón.

Así que echa a todo el mundo de la tienda, disculpándose por una supuesta emergencia familiar y más le vale a Atria que sí que sea una emergencia familiar o la hechizará para que le ayude con la tienda.

Quizá debería contratar a alguien e irse a ver el mundo. Pero no quiere irse a ver el mundo solo. Quizá puede empezar visitando a Charlie y luego, desde allí, ver que hace.

Porque, desde luego, no va a ir a hablar con Mara después de hablar con Atria. Va a superar a la chica, no importa lo que pase, no va a volver a acercarse a ella. Al menos es lo que piensa hasta que aparece en el infierno en el que se ha convertido Wetvalley.

El fuego rodea el sauce llorón que da la magia al pueblo y se puede ver como ha sido quemado también. George se gira un poco y tiene que agacharse para que una de las maldiciones que lanza Fred no le dé de lleno y saca la varita rápidamente, listo para pelear contra quien sea que se enfrenta su hermano.

Pero a quien se enfrenta es a Atria, que no parece dudar ni un instante de lo que está haciendo y le ataca de vuelta, una y otra vez. No se corta, su mejor amiga ataca a su hermano sin parar, como si no fuera Fred.

Porque no es Fred, solo tiene que mirarle peleando contra Atria, contra su alma gemela, como si solo fuera una molestia para él, algo que solo le molesta y tiene que acabar con ella. Ese no es Fred y no sabe quién está en el cuerpo de su hermano, pero sí que sabe que la maldición que lanza es una de las que no van a por Atria y puede ver perfectamente hacia dónde va.

Porque va hacia Mara, que está parada, sin hacer nada, con la varita bajada, mirando la pelea. Y no sabe si va a llegar, pero tiene que llegar así que sale corriendo y se desaparece para aparecer justo a su lado y tirarla al suelo. No sabe ni siquiera como lo hace, supone que porque ha girado antes de desaparecerse, pero Mara está encima suya, en el suelo y George oye perfectamente la risa de Fred de fondo.

—Vaya si ha llegado el caballero de brillante armadura a salvar a la princesa del pueblo —Fred se burla, pero cae al suelo, de culo, gracias a una de las maldiciones de Atria le da de lleno.

—¿Qué te parece eso, Nathaniel? ¿Te sigue pareciendo tan gracioso atacar a mis amigos? —le grita la chica y lanza otro hechizo.

Este es uno de los que George conoce, pero no sabía que Atria recordaba, son la arenas movedizas que lanzó en la boda de Bill y Fleur y, si bien no sirven para parar a Fred —o Nathaniel, como le acaba de llamar, ¿quién cojones es Nathaniel?— al menos le dejan en el mismo sitio. Y Mara y él no tienen tiempo que perder así que se pone en pie y, sin atreverse a quitar los ojos de encima a Fred, estira la mano para que Mara la coja y pueda ayudarla a levantarse.

—No vamos a dejar a Atria pelear sola —levanta la varita según lo dice, pero no nota la mano de Mara.

Pero sí que nota como se pone a su lado, puede ver por el rabillo del ojo como levanta la varita y es la primera en lanzar un hechizo. Las cuerdas llegan hasta Fred, pero este las aparta como si le hubieran tirado un montón de serpentinas y George prueba a lanzar una maldición imperdonable.

No está muy seguro de que sepa cómo dominar la maldición imperio, pero necesita controlarle para que puedan reducirle. Si le controlan podrá saber qué le pasa a su hermano y porque a veces parece él y otras veces un completo desconocido que no sabe de dónde han sacado.

¿Se equivocaron al rescatarle y ese solo es el tal Nathaniel con poción multijugos? ¿Y si el verdadero Fred está muerto y la única forma que queda de volver a verle es a través de esa copia?

La maldición llega, pero como George ya espera, no funciona, claro que no, ni siquiera sabe lanzarla de verdad. Por mucho que tengas que tener intención de controlar o algo así nadie explica cómo funciona de verdad la maldición imperdonable.

—Ríndete ya, Nath, no puedes hacer nada —que Atria se burle del chico no ayuda y menos cuando un hechizo le da de lleno y su nariz empieza a gotear sangre—. Que original, ¿lo has sacado de los turrones sangra-narices? ¿Alguna creación más de mi novio que quieras lanzarme?

—Te puedo lanzar alguna de mi marca personal, aunque creo que sería malgastar mi energía, te quedan minutos, mestiza.

Porque el goteo de la nariz de Atria ya no es un goteo, es un grifo y George se dispone a ir hacia ella. Sabe perfectamente que puede parar la hemorragia, Atria conoce los turrones sangra-narices y todos los problemas que dieron, sabe perfectamente cual es el hechizo para para la sangre y...

Ella no es la Atria que recuerda.

George lanza una maldición de cosquillas, lo suficientemente inofensiva como para que Fred la pase por alto y va directo hacia Atria porque tiene que parar esa hemorragia antes de que se desangre allí mismo. Puede ver como la chica se queda cada vez más pálida, pero no hace nada por parar la sangre, solo mira a Fred, con la varita en alto.

Avadda Ke-

Imperio.

La voz de Mara es clara e interrumpe a la maldición asesina de Fred, que queda completamente parado, con la varita en alto hasta que la baja y George se gira para mirar a Mara. La chica no deja de mirar a su hermano y George puede ver como una lágrima cae por su mejilla.

—Ayuda a Atria antes de que se muera.

Para la hemorragia en cuanto se acerca a Atria y la sujeta porque ve que está a punto de caerse. Cuando se gira para ayudar a Mara, ella ya ha hecho que Fred meta los brazos dentro de las arenas movedizas de Atria y no puede sacarlos para atacar de nuevo. Le puede ver como pelea para sacarlos, como parece que intenta maldecirles con la mirada y, de repente, nada.

Parpadea, como si no supiera dónde está y George juraría que de verdad no tiene ni idea de donde está. Mira hacia todo los lados y el desconcierto pasa a ser preocupación hasta que ve a Atria, que empieza a moverse y se va hundiendo cada vez más en las arenas movedizas.

George no sabe que pensar con respecto a su hermano, pero está claro que tiene que apagar el fuego que le rodea y está dispuesto a hacerlo así que suelta a Atria. Levanta la varita listo para acabar con ese fuego que no es claramente normal —no se ha acercado a ellos en todo lo que llevan allí y hay césped más que de sobra que sigue intacto— y Mara le cruza la varita justo delante de la suya y la baja de nuevo, poniéndose ella delante.

—Ese fuego es lo único que nos protege ahora mismo de que el resto de los mortífagos sepan que le tenemos capturado —le mira a los ojos y, por un momento, George cree que quizá sí que tienen una oportunidad.

—Si no lo apagamos va a arder todo el bosque y se va a propagar hacia el pueblo —sabe que no necesita recordárselo, ella ha debido de estar ahí desde el principio por los cortes que tiene en los brazos y la cenizas que le llenan los brazos.

—El pueblo está seguro, Weasley, toda persona no mágica está protegiéndolo del fuego.

—¿Del fuego mágico, quieres decir? —porque no puede estar hablando en serio, no han mandado a los muggles a apagar el fuego con cubos de agua, pero Mara está completamente seria.

—Sí, del fuego mágico que tu hermano ha provocado —dice ella, sin apartarle la mirada y George siente el enfado. Ese no era su hermano y Mara lo sabe.

—Lo dices como si hubiera sido yo quien lo ha provocado —suelta y ella empieza a reírse, como si fuera algo obvio.

—Es como si lo hubieras hecho.

—¿Por qué exactamente si yo no estaba aquí?

—Porque si no hubiéramos salvado a tu hermano ahora el pueblo estaría intacto. El sauce no estaría dañado —claro que le echa la culpa. ¿Cómo no iba a echarle la culpa?

—Joder, decidme que es mentira —que Fred hable en esos momentos es lo mejor que puede hacer porque los dos se giran para mirarle y ambos se ahorran seguir con la pelea que no iba a ningún lado.

Atria ya está a su lado, arrodillada junto a él y le susurra algo al oído que hace que Fred se ponga serio, pero también le pueden oír maldecir de formas en las que su madre no estaría orgullosa.

—Avisad a Tonks, tienen que venir a por los que están al otro lado del fuego —dice Atria y tanto George como Mara ven como levanta la varita y saca a Fred de las arenas movedizas.

—¿Se puede saber qué cojones estás haciendo? —Mara ya tiene la varita levantada apuntándoles y él no tarda en imitarla—. ¿Tú también estás con ellos? ¿Con ese?

—Ese es Fred, Mara, claro que estoy con él —responde la chica, como si hace nada no le hubiera llamado Nathaniel.

—¿Y quién es Nathaniel, Atria? —ahora es él quien lo dice y puede ver como Fred mira a Atria, que suspira.

—Tenemos que contárselo —le dice Fred y ella vuelve a suspirar—. No sabemos cómo...

—Lo averiguaremos, estamos cerca —ella no parece por la labor, para variar y, lo peor de todo, es cuando los dos se quedan mirando a la completa nada, pero luego Atria asiente y, por fin, le mira a él—. Supongo que sí que te debemos alguna explicación.

—¿Alguna? —se está enfadando y no solo porque no estén dispuestos a hablar.

También se está enfadando por cómo Atria se está poniendo justo delante de Fred, donde le deja protegido para que no le puedan atacar. ¿Por qué le está protegiendo ahora cuando hace unos minutos estaba intentando matarle?

—Sí, alguna, quizá no te doy todas las que quieres —contesta ella y Fred, a sus espaldas, suspira.

—Atria —le advierte, pero la chica se gira y parece enfadada—. Tenemos que contarles todo.

—No.

—Sí.

—Está bien —parece que lo gruñe y se vuelve a girar hacia ellos, esta vez, con la varita en alto—. Largo los dos, os iremos a buscar y os lo explicaremos luego.

—¿Estás de coña? —suelta Mara, pero Atria no está de broma y, como si tuviera que demostrarlo, a los pies de ambos se forma un nuevo pozo de arenas movedizas.

—Avisad a Tonks —vuelve a repetir la chica— y ni una sola palabra sobre Fred.

Se queda callada, como si no supiera si decir algo más y baja la varita.

—Por favor, si confiáis en mí, no digáis nada sobre Fred, se lo llevarán si saben sobre Nathaniel.

—Quizá tienen que entregarme, Atria.

Oh, no, no quiere ver como va a ir esa pelea, no cuando Atria ya tiene los ojos llenos de lágrimas por haberles pedido que no digan nada y George sigue confiando en ella, aunque parezca mentira. Así que tira de Mara y el fuego les abre el camino hacia el resto de magos de Wetvalley.

Lo que debería haber sido un caos porque los mortífagos debían estar ganando ahora es un caos porque el Ministerio de Magia ha llegado y, entre todos los que están allí, tanto Kingsley como Tonks. Los aurores del Ministerio ya han conseguido reducir a los mortífagos que quedaban y del fuego lo único que queda rastro por la zona es de donde han venido ellos.

Son los medimagos los que se acercan a ellos, llevándoles a las carpas que han instalado en lo que ahora es un descampado porque el fuego ha arrasado con todo a su paso. George se gira para observar lo que queda del bosque por el que ha paseado tantas horas con Jake y quiere llorar porque, quizá, Mara tiene razón y eso es su culpa por haber querido salvar a Fred.

Porque estaba tan convencido de que era su hermano que no ha pensado, en ningún momento, que le estaba engañando. Y ahora le ha dejado a solas son Atria, quien confía en él ciegamente porque seguro que ha conseguido engañarla. Atria no sabe cómo era Fred antes, no le recuerda, para ese... Nathaniel, engañar a Atria ha debido de ser la cosa más sencilla del mundo.

Intenta librarse de los medimagos, que se empeñan en llevarle a una de esas camillas para revisarle y sabe que no puede montar un número si no quiere que se enteren. Quiere acabar él mismo con ese falso Fred, intentando que Atria sufra lo mínimo posible.

—¡Estoy perfectamente! —oye a Mara gritar al otro lado de la carpa y ve como intenta soltarse forcejeando de una de las medimagas que intentaban currarle una de las heridas del brazo—. No necesito curas, necesito saber como está el pueblo, tengo que ir.

—Lo que tienes que hacer es quedarte en la camilla, se te pueden infectar los cortes y no sé cuánto tiempo respirando todo ese humo —la señora la regaña, pero a Mara no parece importarle mucho cuando se suelta de ella y se desaparece.

Mierda, se le tenía que haber ocurrido a él.

Las alarmas suenan entre todos y son solo unos segundos los que tardan en hacer imposible la aparición en la carpa, pero ya no es solo eso, también es como Tonks y Kingsley van directos hacia él.

—¿A dónde ha ido Mara Perkins? —pregunta el Ministro de Magia y George se encoge de hombros.

—¿Preguntas como Ministro o como miembro de la Orden? —ni que la respuesta fuera a hacer cambiar a George la suya.

—Ministro —responde el hombre y George le mira.

—Ah, ahora el Ministro se preocupa por todo esto, ¿no? —está tan enfadado que le da exactamente igual lo que le digan, por mucho que la medimaga que estaba atendiendo a Mara unos segundos atrás le empuje hacia la camilla—. Estoy perfectamente, por Merlin, si no he llegado a la pelea.

—¿Entonces cuándo has llegado?

Joder, no puede delatar a Atria, por mucho que Tonks le mire fijamente, como si le estuviera intentando leer los pensamientos. A pesar de todo no va a delatarla porque sigue confiando en ella por algún motivo que no entiende del todo. Supone que es lo que tiene que sea su mejor amiga, que confía en ella.

—Vale, estoy intentado escaparme —miente fácilmente y acaba tumbándose en la camilla para que puedan revisarle. Quizá así va todo más rápido.

—¿Con Mara? —pregunta Tonks y él niega.

—Ya no hablamos.

Es una forma de decirlo y parece que Kingsley pilla que es el momento de irse a hacer otra cosa en lugar de seguir allí. Joder, si hasta la medimaga se va y con ello todas las esperanzas de George de que le dejen irse de allí. Tïene que encontrar a Atria cuanto antes para que le explique todo.

—¿Y eso? —la auror se sienta en una silla a su lado y George está a punto de salir corriendo de allí. Quizá le da tiempo.

—No terminamos de encajar.

—¿Quieres qué me crea eso?

—Quizá me puedes contar por qué cojones no habéis estado haciendo vuestro trabajo.

Distraer del tema, sí, eso es lo mejor que puede hacer. No quiere hablar de Mara, no quiere explicarle a Tonks que todo había sido mentira porque no tiene muy claro si se lo va a creer. Se lo crea o no, es la verdad, por mucho que le duela. No, le dolió, ahora ya no. Ha podido ver a Mara y está perfectamente, ya lo tiene todo superado.

—Son cosas clasificadas del Ministerio —lo dice con seguridad y como si eso fuera a pararle.

—No me toques los cojones, Nymphadora.

—No me llames Nymphadora —la voz es amenazante, pero bueno, ya está en un hospital, aunque sea de campaña, si le hace algo podrán atenderle rápido.

—Pues explicame qué habéis estado haciendo tan importante como para que se os escapen veinte mortífagos y tengamos que ser nosotros quienes encuentren a mi hermano.

Se ha quedado a gusto diciéndoselo. Joder, es que no eran tres como pensaban, había más, lo que explicaba el número de muggles que había en la mansión donde estaba Fred. Todos ellos controlaban a los muggles y tres personas no podían hacer eso solas.

—Te lo cuento y luego te largas, pero como digas algo... —le dice y entonces cambia para ser un medimago más de la carpa—. Las relaciones entre magos y muggles después de la guerra han quedado bastante tocadas. También las relaciones de Reino Unido con el resto de países del mundo.

—¿Y qué tiene que ver con no perseguir mortífagos? Sois aurores, no tenéis que preocuparos por las cosas esas diplomáticas —no está entendiendo nada, y Tonks lo nota.

—Somos un grupo reducido de aurores que tiene que proteger al Ministro de Magia de los intentos de asesinato constantes y que también tiene que proteger a nuestra representante internacional —lo dice como si fuera obvio, pero George sigue sin pillarlo—. Toda la fuerza que ves aquí, ahora mismo, George, es la mitad del departamento de aurores. Es lo que ha quedado tras la guerra.

—Pero sois diez.

—Trece, pero sí, somos pocos. Mucha gente se fue a otros Ministerios a buscar trabajo cuando empezó la guerra y otros...

Bueno, es obvio dónde están los otros. Muertos, ya sea antes de la Batalla de Hogwarts o después. Así que sí, no son muchos, pero George sigue sin entenderlo. Solo con Tonks buscando podrían haber terminado todo muchísimo antes, podrían haber encontrado a Fred antes y ahora no sería... lo que sea que es ahora.

—Llevo mucho tiempo enfadada, George, te entiendo, yo también quería hacer más y lo hice, arrastré a Mara conmigo y...

—¿Qué? —la interrumpe, porque si antes ahora estaba perdido ahora lo está aún más—. ¿Cómo que arrastraste a Mara?

—Cuando estuve en la clínica —Tonks se acerca un poco más para fingir que le está curando algo y baja la voz—. Fuimos a darles caza, ella sabía dónde estaban y yo quería acabar con ellos. Mataron a Remus, así que lo lógico es que fuera a por ellos para darles el mismo destino, pero dos se escaparon mientras Mara mataba al tercero y por mucho que los perseguí no logré alcanzarlos.

No. No la dejó sola en un charco de sangre para asesinar a dos mortífagos más. Tonks no puede estar diciendo eso. Pero sí, lo está diciendo. Claro que lo está diciendo, que le importaron más esos dos que Mara, a quien solo utilizó para su plan de venganza y todo para... ¿para qué exactamente?

—Lo sabías, ¿verdad? Te contó que...

—La encontré temblando en un charco de sangre, Tonks, intentando tapar una herida que claramente no tenía solución —intenta sonar frío, pero se le rompe la voz. La dejó sola después de eso. Se fue y no volvió porque fue orgulloso y sigue siéndolo—. Y al día siguiente discutimos.

—Oh, joder, George.

Tonks deja de ser el medimago desconocido y el pelo rosa vuelve a ella como siempre ha sido costumbre. Llevaba mucho tiempo sin usar ese rosa, desde que murió Remus concretamente. Se pasó a un color de pelo como el suyo, como si de esa forma lo recordase, aunque viendo lo que acababa de decir quizá era para no olvidar que tenía que vengarse.

Parece que Tonks va a decir algo más, pero se queda callada cuando un nuevo medimago revisa a George y este, por fin, le da el alta y puede salir de allí. No quiere oír nada más de lo que tenga que decir la auror, va a ir a buscar a Atria y a que le explique qué cojones está pasando con Fred y luego irá a ver a Mara a casa.

Porque tiene que intentar arreglar todo entre ellos, quiere intentarlo de nuevo, de verdad. Quiere estar y no volverá a irse si ella acepta. Porque hará lo que ella quiera, como tenía que haber hecho ese día, tenía que haberle dado espacio para que pudiera procesarlo y tenía que haber estado con ella cuando llegara el momento en el que se rompiera.

Lo arreglará, sí, pero primero Atria y Fred. O Nathaniel. Quien cojones sea ahora el que vive en el cuerpo de su hermano. Lo que no sabe es dónde están, así que empieza por el lugar donde los ha dejado. Lógicamente no están allí, así que supone que estarán en el pueblo, en su apartamento o quizá en la tienda. Pero la tienda no es una opción porque el fuego sí que llegó finalmente al pueblo y la sucursal de Sortilegios Weasley no es con lo único que ha arrasado. Puede ver perfectamente el edificio donde está el apartamento de los padres de Mara y puede ver como la fachada está lo suficientemente dañada por el fuego como para que haya que tirar abajo el edificio ahora que el sauce está demasiado débil como para arreglar los destrozos.

Quiere ir a hablar con ella, pero sabe que si se para no irá a ver a Atria, así que evita a Mara y se dice a sí mismo que será cuestión de minutos. Bueno, horas, porque si es Atria quien cuenta la historia quizá se le va de las manos y tienen que volver a centrarla. Así que va hacia el apartamento de ambos.

Sigue contando con una llave, así que abre la puerta y no le extraña que haya un caldero allí en medio y Atria esté casi metida en él mientras que Fred la mira desde el sofá. Y ese es Fred, solo hay que verle como mira a Atria para saber que ese es su hermano y nadie ha podido reemplazarle.

—¿Me váis a explicar quien es Nathaniel? —su idea no es asustarles, pero lo consigue, Fred se pone en pie tan rápido que se cae al suelo y la cuchara con la que Atria remueve la poción cae dentro del caldero.

—¡Joder, ahora tendré que meter la mano!

—Usa la varita —le recuerda Fred, pero ella no parece hacer mucho caso porque va directa a meter la mano hasta que Fred la para—. ¿Necesitas que te recuerde que está ardiendo?

—Tengo un hechizo ignífugo y unas cuentas protecciones para el calor, puedo meter el brazo en el caldero.

Es como volver a Hogwarts, los ve perfectamente como eran antes y si no supiera por todo lo que han pasado, pensaría que no se han separado durante un año y siete meses.

—¿Quieres algo, George? Agua, cerveza, un refresco... —que Fred se lo ofrezca como si hace un rato no hubiera intentado matarle le resulta escalofriante.

—Con explicaciones me sirve, la verdad.

—Él tiene doble personalidad, yo tengo un fantasma personal y por eso tengo las manos así —responde Atria, todavía con las manos en el caldero y sin ni siquiera mirarle—. Ah, y los dos vemos al fantasma, se llama Philip y sí, es el Philip de su tumba.

—¿Qué?

—Menos mal, he podido sacar la cuchara, es mi favorita —los brazos le gotean de la poción y George oye a Fred suspirar. Que se acerque a ella con una toalla ya lista en las manos le llega a preocupar un poco—. ¿Por qué me miras así? Te he dado las explicaciones.

—Creo que te has pasado de cortas, Atria.

Le da un beso en la cabeza a la chica y luego le hace un gesto a él para que se sienten en el sofá. Y ahí es cuando empiezan las explicaciones de verdad. Atria lleva hablando con el chico que asesinaron en lugar de Fred desde hace meses y es quien le ha estado ayudando todo este tiempo. No tienen muy claro cómo funciona todo, pero resulta que Fred también puede ver a Philip y por eso había estado hablando solo cuando se despertó.

—No estaba en coma exactamente, hubiera podido despertar si Bill y Fleur hubieran dejado de tocar mi cabeza con sus intentos de quitar las maldiciones —suelta Atria y mira a la nada, ahora entiende muchas cosas—. Dice Philip que intentó ahuyentarlos varias veces, pero no se asustan con facilidad. También que siente que le estaban matando.

—¿Deberíamos hablarles de Philip? —pregunta Fred y Atria niega.

—Ni de coña, mira como está George y me ha visto hablar sola muchísimas veces, imagínate que dirían ellos.

—Que tenemos que ir a San Mungo seguramente —que bromee en un momento como ese le resulta incomprensible, pero a la vez le reconforta. Es su hermano, de verdad que lo es.

—Y tus manos... —es lo único que se le ocurre preguntar y Atria se las mira y luego se encoge de hombros.

—Suponemos que, como Philip es muggle, le estoy dando parte de mi vida para que pueda volver como fantasma y esto es la representación gráfica de cuanto tiempo me queda —levanta las manos y George puede ver cómo la parte negra casi le llega a las muñecas—. Él cree que si le devolvemos al Otro Lado estaré bien y no irá a más. Quizá hasta desparece.

Una de las sillas del salón se mueve con una piedra encima y tanto Fred como Atria empiezan a reírse, para luego aclarar que ha sido Philip. No entiende lo de la piedra, pero la silla sí que se ha movido y ahora entiende por qué los dos parecen estar como una regadera.

—Creo que también va siendo hora de que le expliquemos lo de Nathaniel, ¿no? —le pregunta a Atria y ella asiente, buscando su mano, lo que le da a entender a George que no es un tema fácil.

<<Desde un principio el plan que tenían era llegar a Wetvalley. No sabían de las nuevas protecciones así que intentaron usarme como entraron la última vez, cuando fueron a por Mara, pero se dieron cuenta de que no funcionaba. Intenté escaparme y ahí fue cuando me llevaron hasta Estados Unidos. Pasamos de las torturas físicas a las psicológicas y, un día, dejé de recordar qué pasaba durante largos periodos de tiempo. Ya no tenía tanta hambre, aunque seguía estando bastante delgado y tenía a veces ropa nueva que luego se encargaban de volver a destrozar cuando las torturas volvían>>.

—Tarde meses en darme cuenta de que, con las torturas, habían creado otra personalidad. Lo habían hecho adrede, claro, estaban pensadas para ello, necesitaban a alguien que les fuera fiel y que pudiera infiltrarse sin levantar sospecha.

—Por eso fue tan fácil rescatarte —murmura George y Fred asiente.

—Cuando se dieron cuenta de que estabais en la casa lo prepararon todo para que Atria pudiera encontrarme mientras que los demás estaban contigo y con Mara, como si de verdad les hubierais pillado —Fred continua la historia y George ve como le aprieta la mano a Atria, como si le estuviera diciendo algo.

—No quería contarlo en un inicio porque pensaba que le tenía bajo control desde que había despertado —Atria continua la historia por él—. Pero no era así.

—En casa, después de Navidad tú... —sabe cuando vio a Nathaniel, claro que lo sabe.

—No era yo, no —responde Fred, negando—. Atria ya lo sabía desde hacía unos días, Nathaniel intentó...

—Matarme. De manera mucho menos espectacular que antes, cabe decir, ¿cómo se le ocurrió intentar estrangularme? Le mordí como loba sin pensarlo mucho, Nathaniel no aguanta el dolor.

Que lo diga tan tranquila le preocupa y más cuando Fred le sonríe a la chica, como si estuviera orgulloso de su reacción. Quizá, si fuera otra persona, lo entendería, pero son dos personalidades en un mismo cuerpo.

—Normalmente le tengo controlado y sé que hace, pero ninguno nos habíamos dado cuenta de que había estado saliendo cuando dormíamos —dice Fred y, con cada cosa que dice, George siente más ganas de salir de allí.

—Es él quien ha estado haciendo que todo el pueblo se enfrente entre sí, ha sido algo bastante inteligente porque debilitó lo suficiente al sauce como para que casi no pudiera levantar las barreras de nuevo —añade Atria y George la mira por primera vez desde que Fred ha empezado a hablar.

—¿Cómo sabes eso?

—He estado hablando con él, está débil, pero se recuperará, de momento estamos expuestos al mundo, pero confía en que, en un par de días, podrá volver a levantar las protecciones.

Que lo diga con tanta seguridad le pone los pelos de punta. Había querido las explicaciones, es culpa suya, ahora las tiene y necesita poder entender todo lo que le acaban de soltar los dos.

Doble personalidad y fantasmas, puede parecer surrealista, pero cuando mira a Fred y a Atria casi lo puede ver como un día normal entre ambos. Han lidiado con cosas raras, por una más seguro que estarán bien. Pero él no lo está, así que se despide de ellos y va directo hacia su casa.

Siempre lleva las llaves encima, por muy estúpido que parezca, le tranquiliza llevarlas y, cuando las saca, puede ver el llavero que tiene a juego con Mara. Joder, como echa de menos usar ese juego de llaves, abrir la puerta y que esté ella en casa o que no haya nadie y pueda preparar la cena para cuando ella llegue. Echa de menos oírla hablar durante horas y echa de menos estar con ella en el sofá, bajo una manta mientras ven la película más estúpida que se les puede cruzar por el camino.

Echa tanto de menos a Mara que duele.

Mete la llave en la cerradura y nota cómo está echada, así que la quita y abre la puerta, encendiendo la luz de la entrada después. Debe de estar con su familia, sobre todo después del fuego, no la culpa, ha sido un momento horrible. ¿Qué pensará de la historia de Fred y Atria? ¿Le parecerá tan escalofriante como le parece a él?

Cuando se lo cuente lo sabrá, ahora quizá puede prepararle la cena como ofrenda de paz para hablar. No sabe que habrá en la nevera, pero puede pensar rápidamente en cualquier cosa cuando vea los ingredientes así que deja sus llaves en el cuenco de la entrada, junto al llavero de Mara y va hacia...

No, no, un momento.

Retrocede de nuevo hasta el cuenco y coge el llavero. Es su llavero, el de ella. Y está allí, en el cuenco, sin sus llaves. Solo tiene que mirar alrededor para darse cuenta de que Mara ya no vive allí.

Coge sus llaves de nuevo y cierra la puerta de un portazo antes de desaparecerse de Wetvalley, esta vez con la certeza de que no va a volver a pisar ese pueblo maldito.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

¿Cómo es posible que queden solo dos (2) capítulos? No lo entiendo la verdad, ay, como voy a echarles de menos.

George ya sabe qué pasaba con Fred y ahora vosotras también. Bueno y el pobre Philip, por fin se sabe que Fred también le ve, aunque Atria se niegue a explicar por qué (en realidad no tiene ni puta idea, la pobre está bastante perdida, ya lo veréis en su historia) ya le ha contado una versión resumida al pobre Fred. No merece por lo que le he hecho pasar, ni él ni George, pero bueno, al menos las cosas están saliendo bien, ¿no? Aunque no en todo ese lío George-Mara que hay montado.

Nos vemos la semana que viene, mil gracias por leer <3

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