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Capítulo 32: Pelea a muerte

No lo piensa mucho cuando sale corriendo hacia Caleb. Él es el culpable, por él está ardiendo todo y es por eso por lo que estaba en medio del pueblo. ¿Cómo ha podido ser tan tonta de pensar que una cafetería era algo inocente y no la mejor tapadera del mundo para espiar a todo el pueblo?

Así es como ha conseguido las peleas por las cosas más tontas, todo el mundo ha ido a la novedad, al entretenimiento fácil porque por fin hay algo distinto que hacer en Wetvalley que no sea ayudar a la gente o dar una vuelta por el pueblo. Estaba tan claro que no entiende cómo ha podido estar tan ciega.

También entiende que Caleb se asuste porque le haya pillado y que corra hacia los árboles en un intento de esconderse. Pero él no conoce el pueblo como lo conoce ella, no sabe como es el bosque y no sabe donde esconderse o como ir por el terreno sin caerse.

Mara lleva sin hacer tanto ejercicio desde... desde Hogwarts, probablemente, cuando Cedric le obligaba a hacerlo y luego Julie cogió el testigo durante ese último año de Mara en el colegio. Les echa de menos, sobre todo ahora que necesita esa forma física que ellos le recordaron que era tan importante. Los pulmones le arden y Mara ya no sabe si es de tanto correr o que el humo se está haciendo cada vez más espeso.

Porque Caleb está llevándola hacia el sauce llorón, está huyendo hacia la prueba del delito y Mara se pregunta cómo no ha visto que ha sido él, con su nueva cafetería, quien ha ido poco a poco utilizando sus bebidas y sus dulces para ir envenenando a la gente del pueblo para que se enfrenten unos a otros.

Al menos todo el pueblo ha dejado de lado los problemas y ha ido corriendo a apagar el incendio, o al menos a intentarlo. Los magos lanzan hechizos, los muggles han creado una cadena humana para mover cubos de agua y parece que está funcionando.

O no, porque, de repente, el fuego crece con más fuerza, como si en lugar de apagarlo lo estuvieran avivando y, por un momento, Mara teme que sea fuego maldito. Porque si es fuego maldito duda que haya nadie en el pueblo capaz de parar eso.

Y ella mucho menos, sobre todo cuando el fuego crece tanto que una de las llamaradas se extiende a uno de los árboles cercanos y Mara solo puede pensar en que no vuelva a pasar todo otra vez, que no vuelva a repetirse, no podrá aguantarlo una segunda vez. Tiene que hacer algo, tiene que intervenir, tiene que moverse, agarrar la varita y formular algún hechizo que consiga frenar la lengua de fuego que se dirige hacia Gilbert, quien pelea en primera fila.

Pero no hay nada, su mente está completamente en blanco porque solo puede pensar en que no vuelva a repetirse lo mismo. No quiere volver a arder, no quiere que el fuego siga acercándose y quiere moverse para dejar de sentir el calor de las llamas y las tiene casi encima y...

—¡Quítate del medio si no puedes ayudar!

Caleb es quien levanta la barrera de agua, quien empuja las llamas hasta reducirlas. Es Caleb quien salva a Gilbert de que las llamas le quemen y es quien se gira de nuevo hacia ella, claramente enfadado.

—Si no puedes ayudar a apagar el fuego llévate a los muggles de vuelta al pueblo, haz algo útil.

Pero es Caleb quien está ayudando al pueblo, es quien está luchando por ellos. Pero es quien ha organizado todo para que arda el árbol, quien lo está envenenando, quien ha hecho que las relaciones entre magos y muggles empeoren en Wetvalley.

Porque es Caleb quien ha hecho eso, ¿verdad?

Porque tiene que ser Caleb, es quien ha llegado en el momento en el que han empezado los disturbios, es quien tenía todo a su favor para separar al pueblo, todo estaba pasando delante de su cafetería, lo tenía todo planeado y... y... no encaja. Claro que no encaja porque es Caleb quien, en esos momentos, consigue parar otra de las llamaradas que va directa hacia Jake y Mara, por fin, reacciona.

—¡Fuera de aquí, vamos, fuera de aquí! —tiene que tirar de Jake para que se vaya y su hermano niega.

—No te dejo sola —y, como si tuviera que demostrar algo, engancha su brazo con ella.

—Saca a Faith de aquí antes de que los dos acabéis muertos.

—Que no te dejo sola —lo repite, como si no lo hubiera oído la primera vez, pero claro que Mara lo ha hecho.

Así que se desaparece con él hasta la plaza del pueblo. Su hermano, por fin, suelta su brazo del desconcierto de la desaparición y Mara aprovecha para desaparecerse de nuevo para coger a Faith. Una y otra vez va sacando a todo aquel que no tiene una varita del árbol, se aparece tantas veces que no sabe cómo es capaz de seguir haciéndolo, pero tiene que hacerlo porque no puede dejarles allí, no cuando ha recogido a Keith del borde de las llamas que ahora les impiden la vuelta andando al pueblo.

Ellos tienen otra tarea, igual de importante, conseguir que el fuego no siga expandiéndose porque empieza a estar demasiado cerca de las casas y de las tiendas. Y pueden haber perdido al árbol que les protegía, pero no van a perder también su hogar.

No, no han perdido al árbol, todavía pueden salvarlo, no es tarde, el fuego sigue y con que solo cojan una rama podrán volver a curarlo.

Lo que hay cuando vuelve no tiene nada que ver con lo que había cuando ha estado saltando de un lado a otro. Y estará cansada de la desaparición, podrá tener un poco de desconcierto sobre si está en la plaza del pueblo o está en el bosque, delante del sauce llorón.

Pero puede ver perfectamente como Fred Weasley levanta la varita hacia el cielo y convoca la marca tenebrosa rodeado de un grupo de unas veinte personas con las máscaras propias de los mortífagos.

Porque todo habrá pasado delante de la cafetería de Caleb, pero no era la única constante que había ahí. Fred siempre le ha contado todo lo que ha pasado, ella siempre le ha creído y... es Fred. Porque los problemas empezaron después de que él despertara. Le ha visto a solas con el sauce llorón. Había desaparecido justo antes de que el árbol empezara a arder. Es él quien le ha contado todo lo que pasaba o no y encaja con que el árbol dijera que tenía que encontrar su camino. Porque en cierta forma Fred le devolvió la conciencia por completo y ahora, el sauce, ha intentado devolverle el favor protegiéndole.

¿Cómo ha podido estar tan ciega?

No sabe si querían que les encontrasen o si fue la suerte de Atria lo que les hizo saber donde estaba, pero le encontraron y le sacaron de allí con demasiada facilidad. Les dejaron escapar y ellos ni siquiera se dieron cuenta de que estaban ante la peor trampa del mundo

Y ahora tienen a los mortífagos en Wetvalley y van a tener que pelear a muerte por el pueblo si quieren salir vivos de esa.

—¿Cuántos estamos aquí, Don? —le pregunta al medimago, acercándose a él con cuidado y este levanta más la varita, hacia los mortífagos.

—Marian, esas amigas tuyas pegadas, Caleb, Calipso, la mayor de los Line, tú y yo. Los demás estaban fuera, ya he intentado llamarles, no pueden entrar al pueblo.

—Joder, Don, ¿no podías darme buenas noticias? —se queja la chica, pero el hombre no responde porque él tampoco aparta la mirada de los mortífagos, que empiezan a avanzar hacia ellos.

No pueden hacer nada que no sea protegerse, a pesar de lo que sale de las varitas de esos mortífagos son maldiciones. Las tres imperdonables y luego todas las que a ellos se les pase por la cabeza. Y la pelea ni siquiera es justa cuando ellos les superan en número porque la cantidad de magos que hay en Wetvalley es tan ridículamente pequeña en esos momentos que no pueden con ellos.

Y claro que no pueden, Don es medimago; Calipso tiene un restaurante; Geva, la mayor de los Line, acaba de salir de Hogwarts; Caleb lleva una cafetería; Marian es herborista y, para acabar, ella tiene un trauma con el fuego que sabe perfectamente que los mortífagos saben.

Y si, menos Geva y ella, todo el mundo tiene experiencia peleando, no por nada estuvieron en la Batalla de Hogwarts. Pero una sola vez no te hace experto, así que las únicas que tienen algún tipo de conocimiento real sobre pelear son las trillizas. Porque Sam, Claire y Olivia si habían estado peleando mientras que los demás estaban seguros en Wetvalley.

Así que la cosa no pinta bien, aunque al menos Fred se queda atrás, avivando el fuego del árbol, haciéndolo crecer hacia los más cercanos y descontrolando todo con fuertes ráfagas de viento que convoca con la varita. Es uno menos con el que enfrentarse, pero aún así no es algo bueno, lo que está haciendo es horrible y Mara está acojonada. Está rodeada de fuego, varios mortifagos se acercan a ella y sabe perfectamente que, esta vez, no va a poder convocar la maldición asesina hacia ellos.

Ya ha matado una vez, no piensa volver a hacerlo.

La última vez que peleó tenía a alguien al lado, alguien que sabía que iba a cubrirle las espaldas. Tonks había hecho más ese día de lo que podría haber hecho Mara en varios días enfrentándose a ellos, pero está sola, y solo le queda levantar la varita y pedirle a Morgana que le de algo de su magia, a Merlín algo de su sabiduría y a Dios que se los cargue. O algo así, ni siquiera lo tiene claro porque no puede pensar, solo es hechizo tras hechizo contra ellos y para protegerse. Lanzar alguno que parece que falla, pero va dirigido a alguno de los que quiere darle a Don por la espalda.

Uno de los mortifagos que van a por ella cae de golpe y Mara levanta otro escudo para poder ver quien ha sido.

—¡Agáchate!

Claire es rápida y se pone a su lado, ella tiene a los mortífagos que habían ido a por ella totalmente en el suelo, Mara no sabe si inconscientes o muertos, pero está claro que ha acabado con ellos y lo único que ve que está mal con la chica es la forma en la que su brazo izquierdo se mueve, totalmente sin control de Claire.

—Creo que lo mejor que puedes hacer ahora mismo es intentar llegar hasta Weasley y convencerle de que pare—le dice su amiga y ella solo tira de Claire para apartarla de una maldición asesina.

—Joder, Claire, si Atria no le ha sacado estas ideas de la cabeza, ¿qué crees que puedo hacer yo? —no cree que quejarse sea la solución, claro que no, pero no tiene ningún sentido lo que dice Claire.

—No puedo estar pendiente de ti, Mara, distráele como sea para que no siga avivando ese estúpido fuego. Nosotros nos ocupamos de esto.

Ahora es Claire quien la empuja para apartarla del mortífago y el empujón hace que avance un paso más cerca del sauce llorón. Don es quien pelea más cerca del árbol, con Marian cerca, seguramente porque la idea que tienen es llevarla hasta el árbol para ver si puede hacer algo por él, aunque todo parece perdido cuanto más avanzan hacia allí.

Les ayuda, por supuesto, por mucho que el plan de Claire sea que distraiga a Fred, Mara no tiene muy claro que eso vaya a ser posible hacerlo. Se lo ha dicho, si Atria no le ha sacado las ideas de los mortífagos en la cabeza nadie va a poder hacerlo, es imposible porque si Fred es remotamente parecido a George en eso, la cabezonería que tienen ambos será algo que nunca podrán ganar.

Pero tiene que intentarlo, al menos es lo que le dice Marian, que lo intente. Don es algo más... directo. Distraer a Fred para que alguno de ellos le ataque por la espalda y acaben con él. Simple, pero efectivo y Mara ve con mucho más sentido el plan en esos momentos. Así que va. El camino hacia el sauce está despejado de mortífagos, pero no de las llamas que empiezan a ser cada vez más altas.

Lo único que hay entre llegar a Fred para distraerle y ella son unas llamas en los árboles que no se acercan al camino, si no que lo dejan despejado, como si estuviera encantado y no es una idea descabellada, sobre todo cuando da el primer paso hacia las llamas y estas se cierran a sus espaldas. Está claro que quiere que vaya sola, pero ¿para qué la quieren a ella?

Sigue avanzando, con la varita en alto y observa a Fred a lo lejos. Ya no aviva las llamas, si no que está parado delante del sauce, jugando con la varita entre los dedos y parece aburrido. Al menos hasta que la mira a ella y levanta la cabeza.

—Sabes, tus amigos hicieron una cosa muy graciosa con el árbol cuando lo devolvieron a la vida —Fred camina hacia ella y Mara mueve un poco la varita, apuntándole directamente lo que hace que el chico se ría—. ¿Quieres hacerme daño con el palito?

—¿Por qué estás haciendo esto, Fred? Sabes qué Atria adora vivir aquí.

—¿Y a mi que me importa lo que le guste a esa mestiza?

Dice mestiza con asco y Mara se pregunta qué cojones han hecho con el chico en todo ese encierro. ¿Cómo han podido convertirle de esa forma en lo que está siendo ahora mismo? Peleaba por los nacidos de muggle, nunca le ha interesado lo más mínimo la sangre de la gente y, sobre todo, Atria le importaba tanto que hacía lo que fuera por ella. Ahora solo la llama mestiza.

¿Qué cojones le han hecho a Fred Weasley?

—¿No quieres saber qué fue tan gracioso?

—No creo que me interese —¿y si le ataca? Quizá puede reducirle antes de que los demás lleguen. Si es que llegan, claro, no está muy segura de que puedan atravesarlo, aunque nada les impide usar la aparición, ¿no?

—Yo creo que sí, te haría estar mucho más tranquila.

No quiere picar, pero ya lo ha hecho, no se da cuenta, pero baja la varita lo justo para que Fred sonría delante de ella.

—Cuando tus amigos revivieron este árbol no fue lo único que hicieron —se repite con lo mismo y Mara vuelve a levantar la varita—. No seas tan impaciente, Mara, las historias llevan su tiempo.

—No cuando estás quemando mi pueblo e intentando matar a la gente que me importa.

—Tú lo has dicho, intentando, lo estamos intentando porque no podemos —¿Qué? ¿Qué está diciendo ahora?—. Resulta que añadí una protección extra al pueblo que ni siquiera le conté a Atria.

—¿De qué estás hablando? —ha picado del todo, lo sabe porque ya no agarra con tanta fuerza la varita y, encima, se ha atrevido a preguntarle.

—Mientras el árbol siga con vida, vosotros seguiréis con vida.

Si va a morir que muera ahora, baja un poco más la varita, ya no apunta al chico porque lo que acaba de decir no tiene ningún tipo de sentido. Han muerto, claro que han muerto, durante todo este tiempo algunos de los ancianos del pueblo han fallecido, todo el mundo muere.

—Perdón, me corrijo, no podéis morir de causas no naturales.

Mara no responde porque su mirada se va hacia el árbol. No oye ninguna voz, pero eso no significa que no esté muerto. Si no está atacándola será porque todavía no puede morir, y eso suponiendo que Fred está diciendo la verdad. Aunque, no está atacándola, así que... ¿quizá dice la verdad? Si está diciendo la verdad entonces... entonces no tiene nada que temer porque él no podrá matarla.

Así que se lanza a atacar. Sabe que morir no puede ser lo peor a lo que se enfrente, hay torturas peores que la muerte, pero podrá soportarlas y pasará página como ha pasado página de todo. Se volverá a alzar, volverá a nacer de las cenizas que deje y volverá a ser Mara Perkins. Una y otra vez.

El fuego ya no le molesta, cada vez que está demasiado cerca este se aparta, como si no pudiera tocarlo y Mara decide utilizarlo a su favor para alejar a Fred del sauce. Alguien tendrá que apagar las llamas y solo podrán hacerlo si no están pegados a él. Así que pelean por el bosque, viendo como el incendio se propaga sin control, pero alejándose del corazón del pueblo.

O acercándose a él, porque, cuando Mara se quiere dar cuenta, no es ella quien ha estado llevando a Fred, si no que se ha dejado llevar. Ha conseguido engañarla para que acaben, de nuevo, en el sauce llorón. Han estado dando vueltas en círculos hasta que han vuelto al punto inicial.

Pero el sauce ya no está en llamas y Atria está allí, con la mano apoyada en el árbol, esperando con la varita baja y de espaldas a ellos.

—Creo que te dije que no intervinieras, mestiza.

Fred ya no le presta atención a ella, si no que va directamente a por Atria, que bosteza como si no fuera con ella. Ni siquiera levanta la varita cuando se gira, mira a Fred con desinterés, aunque es fingido, Mara es capaz de verlo en sus ojos. Atria Potter está enfadada.

—Y creo que te dije que no tocaras a mis amigos, Nathaniel.

Espera, ¿qué?

—No fastidies la sorpresa, tu amiga todavía no se había dado cuenta.

Y Atria levanta la varita, sin miedo ninguno a empezar a lanzar maldiciones y Fred responde a todas ellas de una forma mucho más fiera de lo que ha hecho con ella. Parecía que estaba jugando con ella, pero con Atria va a matar y Mara no entiende nada.

Ambos pelean a matar y todos los hechizos y maldiciones llegan hasta los escudos del otro. Algunas rebotan hacia el cielo y otras se pierden entre las llamas. Tiene que reaccionar, pero no entiende nada de lo que está pasando porque Atria sigue llamando a Fred Nathaniel, una y otra vez, y parece que al chico no le hace gracia que le llame así.

Una de las maldiciones de Fred va directa hacia ella y, si al menos hubiera estado más preparada, Mara hubiera levantado un escudo para poder protegerse, pero solo la ve venir y se prepara para recibirla.

No se espera el dolor en el costado; el empezar a caer y girar en el aire; que, de repente, el árbol que estaba a su espalda explote en el momento en el que ella cae encima de George Weasley.

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Tocaba subir ayer y se me olvidó que era sábado, pasas que cosan. Nada más que comentar del capítulo, ¿no? Todo es perfectamente normal y lógico :)

Que fácil fue rescatar a Fred... ¿o debería decir Nathaniel? Parece que, al final, Fred no estaba vivo... ¿o sí que lo está? ¿Quién será ese tal Nathaniel?

Más la semana que viene, mil gracias por leer <3

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