Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 25: Salvar a Fred

Están en la primera mansión.

Pueden ver perfectamente a los muggles patrullando por la propiedad y Mara se gira para mirar a Atria, que está actuando como si lo que viera fuera algo completamente normal. Aunque se molesta en ocultarse un poco más de la cuenta, como si supiera que lo que está viendo va con ella.

—¿Se puede saber qué hiciste para que esté el sheriff del condado aquí?

—Allanamiento de morada, agresión a uno de los guardias y creo que rompí una copa de cristal. Me vieron así que supongo que estoy buscada por la policía o algo así.

Que lo enumere tan tranquila no hace nada por los nervios de Mara, que siente las ganas de vomitar. Están escondidos a un kilómetro de la casa, utilizando un hechizo —Atria ha sugerido el hechizo, así que supone que es suyo— para ampliar la imagen de la mansión. Sabe que está a salvo, pero está completamente intranquila porque, en cualquier momento, pueden acabar con ellos.

Un paso en falso y ya no tendrá futuro. Con que se equivoquen por tan solo un milímetro esos muggles armados pueden dispararles y todo habrá acabado. Y habrá acabado sin que haya arreglado nada con George. Si van a morir quiere arreglar las cosas, no quiere que lo último que hayan compartido sea una discusión en su casa.

Pero si las cosas salen bien es lo correcto, no hacer nada, será más fácil para cuando tenga que alejarse de él. Si no se hablan entonces podrá irse sin mirar atrás.

—Tenemos que acércanos más.

Atria ni siquiera les espera y Mara no quiere estar a solas con George, así que no tarda en seguirla, sin preguntarse por qué. Ya ha aprendido, es mejor no preguntar nada a Atria sobre cómo saca las cosas porque ahora ella tiene toda la confirmación de que su relación con George es completamente falsa, lo vio con ese hechizo que le deja revivir los momentos de una habitación o algo así. Si bien Atria antes de las Navidades solo les había dicho que pensaba que su relación era falsa por molestarlos, siempre había pensado que era verdad.

Pero ahora ya sabe que no, ha vivido ella misma como los dos aceptaban fingir para librarse de sus respectivas familias y buscar a Fred. Y porque le quitó la varita en ese momento o Atria hubiera visto muchas más cosas.

—¿Se puede saber por qué demonios no habláis? —le susurra la chica y Mara solo mira hacia la casa.

—¿No deberías estar viendo si Fred está allí? —quiere cambiar de tema, no quiere hablar de George, no aquí y ahora la verdad.

—Ya lo estoy haciendo —pero no está haciendo nada, ni siquiera ha sacado la varita—. Ahora, responde, tenemos un rato hasta que sepamos si está aquí.

—¿Tu hechizo no es instantáneo? —vuelve a intentarlo y oye a Atria suspirar.

—Nunca he dicho que sea un hechizo —murmura, pero Mara oye perfectamente sus palabras—. ¿Por qué no hablas con George antes de que le encontremos? Por si acaso.

—Cuando encontremos a Fred lo que querrás será huir de todo esto, Mara.

—Sé lo que hago.

—No tienes ni idea de lo que haces. Y te lo estoy diciendo yo, que nunca sé qué estoy haciendo.

—Atria, déjalo, por favor, te estoy diciendo que sé lo que hago.

Está a punto de echarse a llorar. Lo que menos quiere es volver a acercarse a George, no ahora que va a tener la oportunidad de hacer el corte por lo sano porque él estará distraído con Fred. Es el momento y que Atria intente insistir en que hable con el chico no ayuda.

—Como quieras —se encoge de hombros y se da la vuelta para mirar a George—. Vamos a la siguiente, no está aquí.

—¿Cómo lo sabes? —Mara no tiene muy claro si George tiene curiosidad de verdad o es solo por ver si Atria les explica de una vez que está pasando.

—Siguiente mansión, vamos, llévanos —se lo ordena, como le ha ordenado que le llevaran a esa.

George suspira ruidosamente, pero extiende la mano para que Atria la tome. Por Morgana lo que daría porque fuera ella a quien le ofreciera la mano, pero Mara ha ido hasta esa primera casa sola y lo hará también hasta la segunda porque en cuanto Atria coge la mano de George ambos desaparecen. 

Ojalá se la hubiera ofrecido porque lo que más quiere Mara en esos momentos es salir corriendo. Es el camino fácil, ya solo les quedan dos casas, ella no tiene por qué estar allí, Atria puede ir a por Fred y que sea George quien distraiga; con una persona basta, no necesitan dos y menos dos que han discutido y no se hablan.

Se desaparece, a pesar de que cree que algo malo va a pasar y no va a salir nada bien. Quiere vomitar y más aún cuando ve a Atria más apartada del punto de aparición, pero a George justo al lado. No quiere hablar con él, no quiere cruzárselo, pero sabe que tiene que hacerlo porque en el momento en el que Atria diga que Fred está ahí comienza el plan.

—¿Estás listo? —va a vomitar, no sabe por qué le ha dicho nada, no gana nada por abrir la boca.

—No —que sea tan directo, especialmente con ella, consigue ponerla aún más nerviosa si es que eso es posible.

No sabe qué decirle a eso, ha conseguido pillarla completamente desprevenida así que decide quedarse callada. Si Fred no está aquí significa que está en la siguiente casa, lo ha estudiado todo con Atria, tiene que ser una de estas casas porque son las que se han vendido a una fecha muy cercana a las Navidades, cuando Fred dejó Inglaterra para pasar a estar en Estados Unidos. Tienen que ser esas porque Atria ya verificó por su cuenta las casas que se vendieron posteriormente al fin de la guerra y en ellas solo vivían familias y, por lo visto, una pareja de ancianos que decidió adoptarla por Acción de Gracias. La verdad es que no entendió que era eso de que decidieron adoptarla porque Atria no dio más explicaciones e hizo parecer que era algo lógico y normal.

—Estad preparados —avisa Atria, dejando de estar agachada en su sitio y Mara se tensa. Es inmediato que busque la mano de George y la agarre con fuerza.

No quiere sentir esa estampida en el estómago, es lo que menos importa en esos momentos cuando lo que está en juego es otra cosa mucho más importante. Lo que ella sienta o no no es lo importante en estos momentos, tiene que olvidarlo, pero no puede evitar sentir esperanza de que no tendría que irse. De que todo puede funcionar. Quizá podrían intentarlo de verdad.

Pero no es el momento de ponerse a pensarlo, es momento de centrarse en lo que va a pasar, en que en cualquier momento Atria va a decir que Fred está ahí y van a tener que distraer.

Así que le suelta la mano y saca la varita, para que no quede lugar a dudas de que se está centrando en ese momento, que va a hacer todo para sacar a Fred de allí.

—¿Estás seguro?

Están tan callados que, cuando Atria susurra unos cuantos metros más lejos, y Mara no puede evitar mirar a George, que observa a Atria tal y como ha hecho ella.

—¿Está hablando con alguien? —es la primera vez desde que discutieron que le dirige la palabra a ella. Solo a ella, no ha Atria y que ella responda o cualquier cosa de esas.

—¿Tú también lo has oído? —es obvio que sí, pero George no llega a responder porque Atria se da la vuelta y avanza hacia ellos.

—Recordad, la valla está electrificada, necesito al menos veinte minutos para sacarle del sótano y llegar a un punto donde pueda coger el traslador hacia el piso que ya tengo creado.

—¿No crees que es más seguro desaparecerse? Yo podría hacerlo, si me dices donde está, iré y...

—Voy yo, George, con el traslador en el bolsillo, necesito cinco minutos para tirar las defensas de esta casa y entonces entráis a distraerles para que pueda sacar a Fred y utilizar el traslador —Atria le corta en seco, pero George no se rinde. 

—Si tiramos las defensas entonces podremos...

—¡Te he dicho que voy yo a por él!

Que Atria sujete a George por el cuello de la camisa para agacharle hasta su altura no augura nada bueno, y menos con el fuego que hay en los ojos de la chica. Tiene claro que va a ir a por él, sin importarle lo que diga o no George, tenga más o menos sentido, ella va a ser quien saque de allí a su novio.

—Vamos, tenemos que acercarnos a la casa para distraerles.

Tiene que intervenir antes de que acaben pegándose tan cerca de la valla electrificada. Mara no termina de entender la obsesión de Atria por ser ella quien saque a Fred de allí, en su opinión ninguno de los dos debería ir a por Fred, lo suyo sería que fuera ella, con quien no existe ningún tipo de relación entre ambos. Tanto George como Atria se pondrían en peligro solo por sacar a Fred de allí, no pensarían en las consecuencias de lo que pueda pasarles si con ellas han conseguido lo que querían.

Tampoco es que se atreva a ofrecerse, ni loca le diría a Atria que es mejor que vaya ella a sacar a Fred, no quiere pelear con la chica, aunque lo que más sentido tenga sea que vaya alguien a quien Fred le importe lo justo y necesario como para sacarle de allí sin que ninguno de los dos acabe herido. Aunque claro, a ella Fred le importa lo justo y valora mucho más su vida que la del chico, por mucho que sea el hermano de George. Sí, definitivamente es mejor que ella no vaya porque no tendría ningún problema en dejar a Fred si eso consigue salvarla a ella.

Atria se queda atrás, trabajando en romper los hechizos que protegen la mansión o eso es lo que le dice a Mara, pero en ese punto la chica ya no cree nada de lo que haga Atria Potter. Ha pasado el tiempo suficiente con ella durante la última semana como para desconfiar de todo lo que dice, pero ella es quien tiene el plan y quien parece saber todo, así que deja que sea quien dirija y se lleva a George hacia la mansión, recorriendo la valla electrificada.

Cuando todavía les queda la mitad del recorrido la electricidad de la valla desaparece y, a los pocos minutos, pueden ver a un montón de muggles salir de la mansión, armados con pistolas y rifles. No tienen ni idea de dónde está Atria, así que lo único que les queda es entrar dentro de los terrenos de la mansión e intentar distraerlos. Ellos no tienen armas de fuego, pero tienen varitas y eso basta para poder defenderse de esos muggles que van a por ellos.

—Protégeme las espaldas, yo ataco —y, como no, George también tiene su propio plan, uno en el que no cuenta con ella porque solo tiene que vigilar sus espaldas.

—Yo también puedo atacar, es mejor si nos alternamos para que no sepan desde donde les atacamos —le contesta ella, pero sabe que no va a servir de nada y va a tener que hacerlo ella misma por como George se lanza hacia los muggles.

Varita en alto, hechizos de protección donde rebotan las balas y Mara tiene que seguirle corriendo hasta que se encuentran en mitad del terreno de la segunda mansión. George no para de atacar y ella desvía tantos ataques por la espalda que no entiende cómo es posible que no les hayan matado todavía, pero está claro que hay algunos hechizos bastante poderosos involucrados que George ha tenido que lanzar.

A pesar de que ellos juegan con ventaja y podrían acabar con los muggles en cuestión de segundos, no quieren atacarles para matarles. Se supone que ellos son los buenos, los que no matan porque sí, así que tienen que aflojar en los ataques, contenerse.

No tardan en empezar a estar rodeados, poco a poco, por mucho que siguen dejando inconsciente a muggles, más aparecen para llenar ese lugar y empiezan a retroceder, espalda contra espalda. No tienen ningún descanso, solo pueden ver como la casa empieza a hacerse más y más grande y las paredes se acercan más hasta que están lo suficientemente cerca de una ventana como para poder utilizarla como punto de escape si hace falta.

—Entra, vamos, tenemos que despistarlos —George no tarda en levantar un hechizo más potente, uno que hace que las balas caigan al suelo varios metros antes de que los alcancen.

—No pienso...

—Pues no pienses, entra para que pueda seguirte.

Que la interrumpa de esa forma hace que crezca un nuevo enfado. Ni siquiera quiere que le proteja, no quiere saber absolutamente nada de ella, ¿por qué se está molestando en hacer todo esto? ¿Por qué no se va y se deja de tonterías en las que intenta ser la heroína? Ella nunca lo ha sido, no tiene ningún sentido que lo esté intentando en estos momentos.

Pero se queda, a pesar de todo, se queda porque no puede salir corriendo, ya lo hizo una vez, se quedó sentada y perdió a Cedric. Luego perdió a Julie. Ya ha perdido a George, lo tiene claro, nunca le ha llegado a tener, pero Atria sí que ha sido su amiga y no puede dejarla allí dentro sin apoyo.

Con la varita en mano y la ventana bien cerrada ambos empiezan a avanzar por la casa. Cada esquina que recorren es una en el que casi se les sale el corazón por la boca porque nunca saben si, al otro lado, les espera una pistola apuntándoles a la cabeza.

Avanzan, poco a poco, escuchando los pasos y escondiéndose en los momentos justos para que no les vean. Están tan pegados que parecen solo uno.

La voz de George es clara en su cabeza solo porque le da la mano y las instrucciones a seguir son sencillas.

Paso a la izquierda.

Agáchate.

No ataques.

Pégate a mi.

Más cerca.

Ataca.

Es fácil dejarse guiar y no dejar que nada se quede improvisado, pero todo el plan se sustenta en dos personas que ahora mismo no se aguantan y una chica con problemas de memoria, así que no tarda en venirse abajo.

Es en la segunda planta donde les arrinconan, pero no apuntándoles con pistolas. Los magos han llegado y Mara quiere gritar porque ver como Avery y Rookwood están delante de ellos, con todo lo que les han investigado, consigue frustrarla más que lo que le está pasando con George.

—Mira a quién tenemos aquí, si es el otro gemelo —Mara no se fija en quien habla porque está más pendiente de vigilar sus espaldas, donde puede ver como Rossier, otro de los que han investigado, baja las escaleras del ático, lo que era su única esperanza para salir de allí.

—Deberíamos dejar que se reunieran —dice otro, y George aprieta su mano con fuerza.

Ataca a matar.

La rabia en la voz de George es lo que convence a Mara de qué es lo correcto. Podría argumentar que no, que no tienen que matar a ninguno de los tres, pero ¿qué han hecho ellos si no es merecer la muerte? Todos los muggles de abajo, los que les han perseguido con las armas, están claramente influenciados por alguna clase de hechizo que les hace obedecer sin pararse a pensar. Si eso es una maldición imperio está ejecutada a gran escala y, para lograr eso, se necesita un buen control de la magia.

No serán perdidas si mueren, solo son mortífagos y ellos estarán ayudando a los muggles que se encuentran abajo, les estarán liberando si acaban con ellos tres. Son los buenos, es lo que hacen, aunque a veces haya que hacer cosas malas para lograr el bien.

Cuando Bellatrix estaba atándola a la pira se encargó de explicarle muy bien cómo funcionaban las tres maldiciones imperdonables. Qué necesitaba sentir para poder ejecutar cada una de ellas, como tenía que sujetar la varita, como era la pronunciación correcta.

Imperio la probó con su madre, que fue quien encendió el fuego en una rama y la acercó a los pies de Mara.

Crucio fue con Jake, mientras sus padres estaban atados y veían como perdían a un hijo en la tortura y a una hija en el fuego.

Avadda Kedavra fue lo que acabó con su padre, cayendo sin vida al lado de su madre mientras ella recibía una de las dagas de Bellatrix en el estómago.

No quiere recordar la enseñanza de su tía, es lo que menos quiere en el mundo, volver a revivir ese momento, pero tiene que hacerlo porque ellos ya disparan a matar y no va a dejar que los maten, no cuando están tan cerca de salir de allí, solo tienen que poder volver al exterior, donde pueden desaparecerse.

Las maldiciones imperdonables también pueden lanzarse como hechizos no verbales, así que Mara tira de George para apartarle y el rayo verde sale de su varita, claro y directo hacia un Avery que no se lo espera. No mira si le da, no quiere saberlo, nunca va a volver a ser la misma si sabe que le ha arrebatado la vida a alguien, así que busca al siguiente objetivo.

Tiene que centrarse y elige a Rookwood, que está justo en la parte más baja de las escaleras, impidiéndoles la salida a ellos, pero sin darse cuenta de que, a su espalda, Atria ya tiene a Fred, completamente hechizado para que pueda con él. No quiere que George le vea, es lo último que necesita el chico para alimentar más su rabia. Mara quiere impedirlo, no quiere que vea el estado de desnutrición en el que está Fred, la forma tan extraña de caminar no sabe si por el hechizo de Atria o por lo que le hayan hecho. Tiene la ropa hecha jirones y, a pesar de que están un piso más arriba, Mara puede ver perfectamente las heridas que tiene entre los agujeros de la ropa.

—Acaban de salir —le dice a George, y desvía un momento la mirada de Rockwood para ver al chico. No ve ningún rastro de emoción, él también ha visto a Fred, sabe como está y, como temía Mara, eso solo alimenta más su furia.

Han sido solo unos segundos mirando a George, pero son los segundos suficientes que han dejado que Rockwood levante su varita y sonría de oreja a oreja. Cuando abre la boca lo hace apuntando a las cortinas de la casa, diciendo el peor hechizo que Mara pueda pensar:

Incendio.

Porque lo sabe, él también estuvo allí, ayudando a quemarlo todo. A ella. Él era de los que se reían mientras Mara chillaba, jugaba con la varita de la chica y fingía que iba a apagar el fuego cuando lo que hacía era alimentar las llamas lanzando madera.

Y vuelve a estar allí, en Wetvalley, en la pira, sin poder moverse en cuanto huele el humo y sabe que no tiene que bajar la varita, pero está temblando y no puede mantenerla en alto porque la casa está en llamas y ella está dentro de la casa.

No puede salir de allí, no puede moverse, no puede luchar. La varita se le empieza a resbalar de las manos hasta que cae al suelo con un golpe seco y ahí es cuando nota el tirón de la mano de George, que la empieza a arrastrar.

—¡Tenemos que salir de aquí, vamos!

Si fuera tan fácil ella ya habría salido, hubiera sido la primera en salir, no se hubiera quedado cerca del fuego descontrolado, no estaría completamente quieta, sin poder moverse ni hablar ni hacer absolutamente nada.

Una de las vigas cae, ardiendo, delante de ellos y el calor que desprende el fuego basta para que Mara empiece a temblar con más fuerza. No se tiene en pie y sabe que está arrastrando a George si él no la suelta en esos mismos instantes, pero por mucho que intenta que sus manos se separen, él entrelaza sus dedos.

Aguamenti —el fuego de la viga desaparece, es rápido y sencillo, como cuando Don apagó su fuego—. Necesito que andes, Mara, no puedes venirte abajo ahora mismo, por favor, tenemos que salir de aquí.

Asiente. O cree asentir, no lo sabe, porque otro trozo de mansión cae cerca de ellos y el fuego consigue quemarle el brazo. No grita, no intenta apagarlo, solo lo mira como se extiende por su brazo, quemando el jersey que lleva puesto y llegando a la piel.

Recuerda ese calor, lo recuerda perfectamente y ha retrocedido dos años en el tiempo. Todo el dolor vuelve, de golpe, y a pesar de que solo es el brazo lo que tiene en llamas siente como si tuviera todo el cuerpo, pero está atada así que no puede moverse porque está completamente atrapada y solo puede ver el naranja de las llamas, que toman una forma más cada vez más grande, acercándose a ella hasta que la devoran.

Todo se vuelve negro en el mismo momento en el que deja de sentir el suelo en los pies. El dolor en el hombro cuando vuelve a tocar el suelo es lo que hace que Mara vuelva en si y deje de revivir la pesadilla donde estaba.

—Ya no hay fuego, estamos a salvo, en el piso seguro, lejos de ellos, no pueden encontrarnos.

El susurro de George mientras la abraza, todavía tumbados en el suelo, hace que Mara empiece a llorar sin control mientras se engancha a la camiseta del pelirrojo.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

POR FIN MADRE MÍA espero que os guste este regalo de Reyes <3

Perdón por haber tardado unos doscientos años en subir como cojones sacaban a Fred de donde sea que estuviera y que por fin le hayan sacado. Ay qué cosas si hace nada Fred estaba muerto y resulta que no, que solo está un poco desnutrido. Cositas que pasan, nada más.

Como Mara y George enfadados, que par de tontos madre mía en lugar de arreglar las cosas están así. Menuda mierda hubiera sido que les hubiera pasado algo porque hubieran muerto sin arreglar las cosas.

Y por cierto, en otro orden de cosas, sé que dije que eran 30 capítulos no sé qué... vale no, son 35, he decidido añadir 5 más por... cositas. Que quedaba todo esto yendo muy rápido y hay que darles un poco más de tranquilidad vamos a ver.

Nos vemos en dos semanas, mil gracias por leer <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro