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Capítulo 21: Es inimaginable

Cuando llegan al apartamento lo primero es dejar la varita de Fred y la rosa, algo de lo que se encarga George. No entiende muy bien su decisión de dejarlo en la habitación de Atria y Fred, pero supone que es por el simbolismo de que pertenece a ese sitio. Por otro lado, lo que hace ella es darle una toalla a Atria y mandarla a la ducha para que se quite todo el barro que tiene encima. Además, necesita que desaparezca un rato para poder hablar con George tranquilamente, así que le cuenta que tiene un montón de mascarillas para el pelo que puede usar sin problemas y que necesita relajarse un poco, así que que llene la bañera y que no se preocupe por ellos.

La chica asiente, pero no va hacia el baño, si no que empieza a dar vueltas por el salón, andando lentamente y observando todo, como si fuera la primera vez que lo ve. Y, en cierta forma, Mara entiende que lo es porque Atria no recuerda haber vivido allí.

—¿Por qué la pared está así? —dice, señalando a hacia la cocina y Mara se fija, pero no llega a ver lo que señala Atria.

—La veo bien.

—Está hundida —responde la chica y pasa los dedos por encima. Ella, por mucho que se fije, no es capaz de ver nada.

—¿Qué quieres saber, Atria? —parece que George se cansa de que finja que está mirando todo y deja de tocar la pared para mirar a George.

—¿Cómo habéis sabido que Fred está vivo?

Es directa, lo cual es de agradecer después de tanto tiempo sin hablar con ella. Se esperaba que estuviera como en el cementerio, un poco a la defensiva, intentando salir de la conversación cuanto antes, pero no lo hace, se queda allí parada y ahora ni siquiera esconde sus manos.

—El encantamiento Fiddelio sigue activo en La Madriguera —le responde Mara y parece que la chica une puntos.

—Y Fred era el guardián, ¿no? —cuando George asiente parece que Atria mira de nuevo hacia la nada—. ¿Y no se os ocurrió probar eso antes?

—Había un cuerpo quemado, Atria, no...

—Pero lo podías haber pensado —la chica interrumpe a George que se cruza de brazos.

—¿Qué quieres que te diga? ¿Qué es mi culpa no haberme dado cuenta? Tú también lo sabías, Atria, y estabas demasiado ocupada llorando todo el día hasta que decidiste desmemorizarte.

No es momento de que empiecen a pelear, acaban de recuperar lo que parece su amistad. Muy dañada, sí, pero al menos es un paso hacia la dirección correcta, así que Mara va directa hacia Atria y le pasa el brazo por los hombros.

—Pasó, no le des más vueltas, ahora Jake nos ha ayudado a resolver esto y sabemos que sigue vivo.

—Podría no estar así, claro que le doy vueltas —responde la chica, pero al menos se deja guiar hacia el baño.

—Intenta no pensar en ello mientras te das un baño, ¿vale? Luego lo verás todo un poco más claro.

Parece que, esa vez, consigue convencerla para que entre y se bañe. O se duche, lo que sea que quiera hacer Atria, le da igual mientras les deje a solas en el salón. George sigue lleno de tierra, así que se ha quedado de pie, sin tocar absolutamente nada y no parece estar muy contento con la situación.

—Lo sabía desde hacía meses —es lo primero que le dice y Mara nota perfectamente el dolor en su voz.

—Tiene razón, tenía que tener alguna prueba de que Fred estaba vivo, no la hubiéramos creído si no fuera porque ya lo sabemos —le dice, pero George niega.

—La hubiera creído.

—George...

Que se deje caer al suelo no es lo mejor que puede pasar, se nota que no está bien, pero no es para menos, acaba de descubrir que su hermano está vivo, ha profanado su supuesta tumba y su mejor amiga sabe como se llama el verdadero muerto. Le extraña que no esté intentando emborracharse para olvidar todo lo que acaba de pasar.

—¿Qué crees que ha hecho? —le pregunta en un intento de que deje de pensar en cómo las cosas podían haber sido diferentes y George suspira.

—Cualquier cosa, no sé si me creo que es una maldición, pero...

—Pero tiene pinta, ¿no?

—Espero que lo sea y que no... —es como si George no se atreviera a decir que la mate y no puede culparle.

—Dudo que eso pase.

—No sabemos qué ha hecho, lo que puede pasarle y cómo le afecta y...

—Lo averiguaremos, conseguiremos que nos lo cuente —Mara no sabe cómo, pero va a conseguirlo, por George. No puede perder a Atria cuando recuperen a Fred.

—Bill o Fleur pueden saber qué es, pero tendríamos que convencerla para que hable con ellos —George se pasa la mano por el pelo y luego la mira—. No tenía que haberla dejado sola, no sé que ha estado haciendo todos estos meses y...

—No es tu responsabilidad, George, por mucho que sea la novia de tu hermano —se lo tiene que recordar porque parece que él no lo recuerda.

No puede negar que siente un pinchazo en el pecho al ver lo preocupado que está por Atria. ¿Lo estaría por ella si hiciera una locura como las de Atria? ¿Querría cuidarla tal y como hizo con Atria hasta que discutieron? Probablemente no, ellos solo tienen un trato, nada va más allá de ese trato y ahora que tienen claro que Fred está vivo es una cuenta atrás constante hasta que lo dejen.

—¿Qué va a decir cuando vea que no le recuerda, Mara? Que ella misma me dijo qué iba a hacer y no se lo impedí.

—Quizá te pegue un puñetazo, pero espero que se lo devuelvas porque no eres su niñera, solo eres su amigo.

George parece sonreír ante la mención del puñetazo y que se acerque a besarla solo sirve para sentir esas mariposas en el estómago que intentan competir contra el reloj de cuenta atrás que tiene en su cabeza. ¿Cuánto le queda para disfrutar de esos besos, para seguir despertando a su lado todas las mañanas?

Los dos oyen la puerta del baño y George se aparta para luego sonreír. No le sorprende que la coja en brazos y la lleve hasta el baño, entre risas de ambos. Ella también tiene algo de tierra encima, pero no tanto como él, así que le ayuda a quitársela de todas las partes del cuerpo. Cuando le ayuda para lavarle el pelo maldice quince veces porque no han silenciado la puerta y la boca de George está justo en su centro, haciendo maravillas que le impiden lavarle el pelo con éxito.

No tardan mucho en salir de la ducha y agradecen que Atria se haya encerrado en su habitación porque pueden volver tranquilamente a la suya, vestirse, y salir de nuevo al salón. Disfrutan demasiado de ese sofá como para no utilizarlo y se confían en que pueden ser lo suficientemente rápidos como para que les de tiempo.

—¡Tenéis una habitación!

El grito de Atria desde el pasillo les hace parar, pero ninguno de los dos se mueve, solo se les escapa una carcajada. Mara no piensa bajarse de las caderas de George hasta que se corra y es algo que tiene muy claro y parece que George también porque le clava los dedos en la cadera, dejándole muy claro que no puede moverse de allí.

—¿Ves el pasillo? —dice George y le suelta con una mano para coger uno de los cojines—. No te haces una idea de las veces que esto ha sido al revés. Ahora largo, estamos ocupados.

—Ah, así que esto es lo que habéis estado haciendo los últimos meses —ahora quien le lanza un cojín es ella, pero Atria lo esquiva con facilidad.

—Largo, estamos celebrando, vete a la habitación del fondo a ver todas las pistas.

Vuelve a hacer caso, y debería sorprenderse, pero prefiere dejarse llevar cuando George vuelve a moverse. Busca su cuello, sin preocuparse en si va a dejar o no marca y, cuando termina, tiene que aguantar la risa al ver el chupetón en el cuello del chico.

—¿Cómo de grande es? —le pregunta, pero ella no responde, solo empieza a reírse y se aparta de él para poder volver a ponerse los pantalones y tumbarse con él en el sofá.

—Menos mal que estamos en octubre y hace frío, ¿no? —es la única respuesta que le da, todavía sin poder dejar de reír y menos cuando George empieza a hacerle cosquillas en venganza.

—¿Voy a tener que llevar bufanda?

—Te puedo maquillar o hacer otro igual en el otro lado —le propone y cuando él baja a su cuello parece que la opción está clara.

—Creo que no me importa repetir para que me hagas otro en el otro lado.

Sí, está dispuesta a repetir. Esa y las veces que haga falta, hasta el último día que pueda. No quiere pensar en cómo ha caído por George, la facilidad con la que se ha enamorado de él.

—¡George! —oyen gritar a Atria desde lo que Mara supone que es la habitación y George se aparta un poco de ella.

—¿Qué? —le devuelve el grito y suspira—. No sé si quiero saber.

—La pregunta te la va a hacer igual —le contesta ella y no tardan en volver a oír a Atria.

—¿Cómo se entra a Wetvalley?

Les pilla desprevenidos, a ambos. Atria ha estado en Wetvalley, ha visto el árbol, lo sabe perfectamente, así que ambos se levantan del sofá, yendo hacia la habitación.

—El árbol te juzga, ve tus intenciones —le responde ella en lugar de George, teniendo miedo de lo que puedan encontrar en la habitación cuando lleguen.

Y sabe que George también lo tiene por como aprieta su mano. Está preocupado por ella, eso es algo que no puede negar por mucho que lo intente y, probablemente, ni se moleste en hacerlo porque Mara está segura de que ve lo mismo que ve ella.

—¿Y cuál era la pregunta correcta? ¿Cómo se entraba antes a Wetvalley? —está completamente sola, sin mirar a ningún punto concreto, como si estuviera comentando las ideas, pero lo que dice forma parte de algún tipo de conversación. ¿Con quién? Eso es algo que no lo saben.

—Tenían que invitarte —asusta a la chica Potter, que da un bote en el sitio—. ¿Por qué lo preguntas?

Es como si, de repente, para Atria fuera muy complicado centrarse en mirarla porque no deja de apartar la mirada hasta que, por fin, la centra en ella.

—¿Puede ser que le quieran para entrar en Wetvalley?

No.

No es verdad, por Morgana, Merlín o Dios, quien sea, no puede ser verdad. Lo que sea que dice Atria es una completa locura y tienen que frenar ahora mismo sus delirios. Así que se va de la habitación, asegurándose de que lleva a George detrás y no sabe si Atria vuelve a hablar o no porque está demasiado ocupara yendo a la parte más alejada de la casa para hablar con George.

—Está fuera de sí —es lo primero que le dice en cuanto están lo suficientemente apartados y George asiente.

—Creo que habla con alguien.

—Eso es más que obvio, George, pero lo digo por lo de entrar en Wetvalley, ¿para qué van a querer entrar?

—Ya lo hicieron una vez.

Sí, Mara es perfectamente consciente de que lo hicieron, muchas gracias por el recordatorio.

—No van a repetirse, casi no quedamos magos allí. Además, no pueden entrar —pero no puede evitar morderse las uñas.

—Claro que no pueden —que George la empiece a abrazar para quitarle la mano de la boca le tranquiliza menos de lo que el chico piensa—. Están a salvo.

—Lo sé.

—Y tú también, no pueden entrar a Wetvalley —se lo repite, como si no lo supiera ya. Lo sabe, es perfectamente consciente, pero ¿lo saben los mortífagos?

—Nosotros no estamos allí.

—¿Quieres que nos mudemos?

No se espera esa pregunta. Deja de abrazar a George para mirarle, pero él actúa como si hubiera dicho algo completamente normal y no una... una.. iba a decir locura, pero no lo es. Ya viven juntos, mudarse a Wetvalley no sería ninguna locura.

—Habría que buscar una casa —murmura y George sonríe, como si ya lo supiera.

—Supongo que la magia del pueblo hará de las suyas para que aparezca nuestra casa soñada, ¿no?

No sabe si será la soñada de ambos, pero le gustaría que lo fuera, al menos hasta que todo acabase. Luego no sería capaz de pisar esa casa, pero no le importaría, podría dejarla vacía o para George cuando encontrara a la persona con la que compartir el resto de su vida.

—Algo así, sí —le contesta y el chico vuelve a sonreír para luego inclinarse a besarla.

—Pues tendremos que mudarnos, ¿no?

Sí, está enamorada de él y que tenga fecha de caducidad no ayuda porque es en lo único que puede pensar cuando él le está proponiendo mudarse a lo que podría ser su casa de verdad. No quiere lamerse las heridas antes de tiempo, pero prefiere estar preparada antes de que pase, así que se lo promete a si misma, en cuanto tengan localizado a Fred empezará a mantener las distancias con George.

Suena como un buen plan, al menos ahora tiene uno, así que abraza al chico y evita pensar en las palabras de Atria. Se está volviendo loca, es por la maldición esa que ha conseguido, está segura.

No vuelve a pensar en ello durante los siguientes días porque empieza el baile de cajas de verdad. George se ha tomado en serio la mudanza y decide ir empaquetando cosas del apartamento a pesar de que todavía no tienen ninguna casa en Wetvalley porque ni siquiera se han pasado por el pueblo. No tiene muy claro si el plan de George es llegar con las cajas de la mudanza y esperar que haya algo o si van a ir antes, pero tampoco tienen tiempo para probarlo porque, de la nada, Sortilegios Weasley empieza a recibir un número elevado de visitas.

No tardan en descubrir la fuente, Corazón de Bruja lo lee demasiada gente como para no llamar la atención, sobre todo cuando hay cotilleos totalmente innecesarios como que Rose, una de las jugadoras de las Arpías, pasa mucho por la tienda. Mara no sabe de donde se han sacado eso porque ella ha estado en la tienda con George y la verdad es que no ha visto a la compañera de Atria. Lo que sí que ve son las entradas para el siguiente partido que juega la chica contra los Chudley Cannons.

Son cuatro entradas que deja en La Madriguera y que Molly parece haber olvidado que están allí porque no les dice nada de ellas, pero luego les habla de que dos son para ellos y las otras para Harry y Ron. No es raro que haya decidido que no invita a Ginny, por lo que saben discutieron y parece que no lo han arreglado todavía ni hay previsión de hacerlo de acuerdo a Harry.

Así que, el día del partido, van a la tribuna familiar para ver como ganan las Arpías por tan solo veinte puntos de diferencia. Mara no puede evitarlo, el quidditch le hace gritar desde que tenía que apoyar a Cedric en los partidos de Hufflepuff, así que grita en ese como si le fuera la vida en ello. Ha echado de menos ese sentimiento, no pisó un campo de quidditch en su último curso porque la muerte de Cedric había sido en ese mismo campo donde se jugaban, era demasiado complicado como para ir y gritar como si no hubiera pasado nada cuando todo se podría haber evitado desde un principio.

Pero ahora no tiene al fantasma de su amigo de fondo, solo está viendo un partido de la liga de quidditch en la tribuna de familiares, a pesar de que no es realmente el familiar de ninguna de las jugadoras. Piensa últimamente en ello, en que todo es mentira y las revistas del corazón ni siquiera la tienen a ella en cuenta a pesar de que todo el mundo que les conoce sabe que están juntos. No saben que es mentira, pero igualmente, es algo que es conocido, se besan en público, se abrazan, actúan como una pareja. Y aún así Mara sabe que, cuando salga el próximo número de la revista de Corazón de Bruja, ella no estará en ningún lado y habrán vuelto a inventar un romance entre George y alguna de las jugadoras de las Arpías. Quizá esta vez es Gween en lugar de Rose.

Cuando el partido acaba Ron parece estar de bastante mal humor porque los Chudley Cannon han perdido y Mara supone que no ayuda que haya estado gritando por las Arpías durante todo el partido y que luego George se haya burlado de su equipo favorito. Pero al menos ha conseguido que le firmen un poster, así que en opinión de Mara ha salido ganando.

Como Atria, que cuando sale de los vestuarios lo hace buscando a alguien y Mara supone que es a Harry. Se acerca sin dejar de mirar a todos los lados, entre la gente que llena el vestíbulo. Tienen que tener cuidado con lo que dicen delante de ella porque quieren que confíe en ellos lo suficiente como para que les cuente que está haciendo.

—¿Qué pasa, Atria? Si buscas a Harry está fuera, con Ron.

—Sí, eso era —pero no parece muy convencida al responder a la pregunta de Mara, está bastante distraída, más que de costumbre—. Oye, voy a ver si le encuentro, ¿vale?

—No te olvides de venir esta noche —le recuerda George y parece molesta porque lo haga.

—Sí, ya lo sé, queréis repasar todo lo que tenéis para ponerlo en común con lo que yo tengo, pero ya os he dicho que no tengo nada nuevo hasta la semana que viene y eso es con suerte.

Es rápida, pero George la conoce y la agarra antes de que se vaya. Él habla bajo, pero Atria no tiene ningún problema en responder un poco más alto, con una amenaza bastante clara.

—Sé lo que hago, así que suéltame si no quieres que todos te vean como te lanzo por los aires.

Hay tensión entre ellos y Mara no recuerda que Atria fuera así, nunca. Ha amenazado a gente, claro, si se meten con los suyos, pero nunca la ha visto tan seria diciéndolo como si no fuera ella misma. George la suelta y ella desaparece de vuelta hacia los vestuarios, como si no hubiera pasado absolutamente nada.

—Creo que deberíamos seguirla —se lo propone, pero George niega.

—Aunque me muera de ganas, si se da cuenta de que la seguimos no va a contarnos nada, no entiendo qué le está pasando.

La maldición. No lo dice en voz alta, pero está claro que lo que sea que Atria haya hecho le ha afectado de alguna forma, no solo en las manos si no también en la forma de ser. O quizá ellos están paranoicos y ven cosas donde no las hay y ahora que Atria no ha tenido la influencia de Remus para crecer está sacando otra personalidad, quien sabe.

Avisan a Harry de que Atria le busca y el chico vuelve a los vestuarios para ver a su hermana mientras ellos esperan con Ron, que mira entretenido los puestos de camisetas. Duda en si comprarse una o no, y al final se decide por la camiseta secundaria, la que llevan cuando los colores principales de los equipos son demasiado similares. Es un tono verde fluorescente que Mara no entiende por qué la gente lo compra.

Por fin Harry vuelve con Atria y Ron hace la pregunta del millón sobre por qué la chica lleva guantes. La mentira de Atria es que tiene frío, pero basta para que George la aparte del grupo de forma disimulada para hablar con ella. Por mucho que reniegue de ella siempre está preocupado por lo que está o no haciendo.

Por eso hacen la cena en casa, para intentar ver si consiguen que vuelva a estar un poco más con ellos. Toda la casa está llena de cajas, pero a ninguno le importa mucho y Mara duda que Atria se haya dado cuenta de que están allí porque, cuando va al baño nada más llegar, se choca con varias y ni siquiera se gira para colocarlas. Y luego sale corriendo hacia la ventana, diciendo que ha oído un ruido. De cualquier otra persona se lo creerían, pero de ella... no confían en lo que dicen, ni una sola palabra, no cuando la ven mentir sobre sus manos a Harry y Ron sin ningún tipo de problema. Notan sus bostezos fingidos, diciendo que tiene mucho sueño y, finalmente, consigue pegarle el sueño a todo el mundo.

—Vale a vuestras casas, estoy harto de bostezar —suelta George y a Atria le falta tiempo para irse en la red flu.

—Adios, gracias por la cena, hablamos otro día, que sueño tengo —no puede sonar más falso, pero tampoco pueden pararla porque es demasiado rápida.

—Será falsa —se le escapa a Mara y Harry se ríe.

—Siempre ha sido rara, querrá hacer algún experimento con la tinta esa que tiene en las manos —Ron se lo ha creído del todo, Mara supone que es porque prefiere confiar en ella.

Pero ellos hacen bien en no confiar en Atria, porque desaparece una semana. No son capaces de volver a hablar con ella y George no deja de estar preocupado, pero no va a verla. La tienda le mantiene ocupado y cuando no es la tienda es porque... porque está con ella. En algún momento George ha considerado que es más importante pasar tiempo con ella que intentar averiguar qué hace Atria y Mara no entiende cuando ha pasado eso. Deberían hablar, porque duda mucho de que eso tenga sentido con el tipo de trato que tienen. Follamigos que buscan a alguien secuestrado.

Pero no son solo eso, lo sabe, que está yendo a más o quiere creer que está yendo a más. Cierran la tienda todas las noches, organizan y limpian todo lo que los clientes han ensuciado en el día. Algunos días es con música, otros sin ella, pero siempre acaban, de una forma u otra, demasiado juntos. Esa noche es una de las que bailan al ritmo de la radio, puesta en una emisora aleatoria que reproduce todo tipo de piezas. Esta es una lenta, ideal para bailar pegados y Mara apoya la cabeza en el hombro de George mientras bailan. Nota sus manos, que luego la busca para besarla, siguen bailando como si nada y a veces empiezan a reírse porque George decide que la levanta por los aires y grita porque no se lo espera, pero le gusta.

Cuando George vuelve a dejarla en el suelo no puede dejar de sonreír, le besa y siguen pegados, bailando a pesar de que la música ha parado. Ahí es cuando ve a Atria, de reojo, yendo hacia la puerta y con una expresión seria, pero Mara no puede dejar de sonreír, así que se aleja de George para ir a abrir la puerta.

—Hola, Atria —un hola parece tan pequeño teniendo en cuenta todo el tiempo que llevan sin saber nada de ella.

—Deberíais sentaros.

Es directa, va al grano y se nota que sabe algo más que ellos no saben. George se acerca hasta ambas, pasándole un brazo por encima de los hombros y le da un beso en la sien antes de volver a mirar a Atria.

—¿Qué es lo pasa? Tienes mala cara, Atria.

—Quiere que nos sentemos —a George le hace gracia y le ve sonreír.

—Venga ya, Atria, no seas dramática.

Ella lo dice. Sin más, sin que salude o que intente insistir en que se siente. Atria se libera de lo que sabe y Mara solo es capaz de pensar en como todo vuelve a estar en llamas y ella está en el centro de ese fuego, viendo como asesinan a sus padres y torturan a su hermano.

Porque Atria no puede estar hablando en serio cuando dice que lo que quieren los mortifagos es empezar una nueva guerra entre mundos empezando en Wetvalley.

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Llevaba sin tocar esta historia desde diciembre del año pasado, cuando subí el último capítulo y aquí estamos, de nuevo, lo cual me da esperanzas de recuperar Primavera alguna vez, pero eso es otro tema para otro día.

¡Por fin se sabe qué quieren hacer! Obviamente, todo esto Atria lo sabe por algo y ese algo se puede saber en Talking to his memory, que también voy a actualizar este mes. Menudo mes, ¿eh? Porque esta no es la única actualización de Mara, el día 25 se viene otra. Así que el calendario queda algo como lunes 13 y lunes 27 Talking to his memory y el sábado 25 más De las cenizas.

Espero terminar esta historia este año (mi idea es terminarla este mes, ya veremos, no prometo nada) y colgarle el cartel de completo de una vez. Así que nada, voy a eso y nos vemos en unos días <3

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