Me sigo sorprendiendo
con la inmensidad del mar.
Me sigo cuestionando
si existe límite en el universo.

Encontrarme conmigo misma
en una noche sin estrellas,
pero con una Luna
que aparece para que sobre todo.

La luz del faro hace insistencia
en guiar a barcos
que no buscan su puerto.

Mientras tanto las nubes,
unidas, forman ciudades en el cielo,
donde me gustaría quedarme a vivir,
o simplemente a esperar la muerte.

Un poco lejos de este suelo,
de este faro que compite con los astros,
y más cerca de esa Luna,
que no deja de acompañar
mis más oscuras noches.