Evitando constantemente lo repetitivo,
lo monótono, lo casual.
Deslizo la suela de mi bota hasta gastarla,
si todo es por conocer el mundo,
por superar fronteras,
sobretodo las que tenemos en la mente.

Tantos malentendidos,
desacuerdos,
incoherencias.

Tantos desvelos, persecuciones,
noches de preguntas sin respuesta
y de ser nosotros mismos sin saber
quien somos siquiera.

Tanto tu, tanto yo.
Así como tanto de ti y tanto de mi.

Moviéndonos por impulso,
resistiendo sombras,
iluminando hacia el horizonte
sin saber cómo llegar,
sin preguntarnos siquiera
aquello que buscamos.

Necesitaba libertad, y nunca me sobra,
pero el deseo social
de querer incluir una cabeza
que repose sobre una cama de dos almohadas me hace cuestionar
qué hace un solo cuerpo
en una cama de dos personas.

¿Necesito de ti?

Sabremos algún día,
no es necesario echar de menos
para saber lo que nos falta,
ni mucho menos lo que se tiene.
Pero vivimos aprendiendo
casi todo a las malas.

Quédate cinco minutos más de la cuenta, veamos si es un error estar y dejar ser,
y si es la mejor decisión,
que más nos queda que poder vivirlo.

Inercia,
estamos viviendo por inercia,
y yo que nunca fui de dejarme llevar.