² 𝘤𝘶𝘭𝘱𝘢.
CIVIL WAR.
MARZO 2016, DOMINGO 27.
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La mujer cantaba con tranquilidad, mientras sus dedos tocaban las teclas del piano con delicadeza. Su hija de apenas un año y cinco meses se encontraba recostada en un pequeño asiento con algunos juguetes sobre este, mientras veía a su madre tocar con atención.
Howard apareció en la sala mientras se ponía su saco. Se dirigió al sofá al ver a alguien cubierto con una manta roja de navidad, y al alzarla, confirmó que era su hijo.
—Despierta mi cielo, despídete de tu padre. —Manda María con dulzura.
—¿Quién es el vagabundo durmiendo en el sofá? —cuestiona su padre en burla, mientras iba hasta su hija y la tomaba en brazos para dejar un beso en su mejilla.
Tony se levantó del sofá acomodando el gorro de navidad que traía puesto sobre su cabeza.
—Esto es lo que adoro de volver para las fiestas: ¡justamente cuando te vas! —dice su hijo con sarcasmo, tomando a su pequeña hermana en brazos al notar que esta quería que él la cargara.
El canoso ríe sin gracia—. ¿Sí? ¿Con quién esta vez?
—Con alguien que definitivamente no tendría a sus hijos después de viejo para después no prestarles atención —le contesta Anthony distraído con la pequeña bebé, que jugaba con la pequeña bolita blanca en la punta de su gorro.
—No quemes la casa hasta el lunes, Tony —advierte su padre.
—Hasta el lunes, ¿verdad? Quería asegurar eso para planear mi gran reventón —bromea caminando hasta detrás de su madre.
—Peggy vendrá a cuidarlos.
—Pero ya tengo veintidós años, creo que puedo cuidar de Lizzie yo solo.
—Un chico de veintidós años que va a la universidad por obligación y sigue escabulléndose para ir a fiestas —Tony puso los ojos en blanco ante su comentario mientras se quitaba el gorro para que Elizabeth jugara con su cabello.
—¿A dónde van? —le pregunta a su madre.
—Tu padre nos llevará a las Bahamas para unas vacaciones —contesta ella con dulzura.
—Tal vez hagamos una parada corta.
Tony se quejó al recibir un jalón de pelo, su hermanita rió—. En el pentágono, ¿cierto? —su madre lo miró—. Tú tranquila, te encantará el menú navideño de la cafetería.
—Dicen que el sarcasmo es una medida de potencial. Si eso es cierto, serás un gran hombre en un futuro. Traeré el equipaje —avisó Howard antes de desaparecer por el pasillo.
María se acercó hacia sus hijos al ver a Tony apretar sus dientes mientras unía su cabeza con la de su hermana para calmarse. Ella y su madre eran lo único que lo mantenían feliz en esa casa.
—Te extraña mucho cuando no estás aquí —le susurra, para que su esposo no pueda escuchar—. Y francamente, tú nos vas a extrañar. Porque esta ocasión será la última en la que estaremos juntos —Tony la miró cuando sintió como acariciaba su brazo—. Tú sabes bien lo que va a pasar. Te arrepentirás si no lo haces —ruega su madre cuando escuchó que Howard se acercaba.
Howard besó la cabeza de su hija y los miró a los dos. Su hijo lo miró sin expresión facial.
—Te quiero, papá. —Le dice, sin obtener respuesta alguna. Volteó a ver a su madre y sonrió un poco—. Sé que hiciste tu mejor esfuerzo.
María besó la cabeza de ambos y se alejó no sin antes susurrarle cuanto los amaba. Tony se quedó viendo como se iban, para después voltear a ver a su hermana Elizabeth y sonreír.
Tony apareció detrás de su holograma cuando este terminó.
—Desearía que así hubiera pasado. —Habla con tono fuerte, para que las personas en el auditorio lograran escuchar—. Este es un método en extremo costoso para entrar al hipocampo y alterar recuerdos traumáticos —se acercó al piano para después apagar la vela que había sobre este. Eso hizo que el holograma se apagara.
Este rió sin gracia, intentando seguir hablando sin que su voz se quebrara.
—Claro que eso no cambia el hecho de que no llegaron al aeropuerto, ni lo que hice con tal de no enfrentar mi don. Además, 611 millones por mi linda terapia experimental, nadie en su sano juicio lo habría respaldado —pausó unos segundos, leyendo lo que decía la pantalla detrás del público—. Recuérdenme, ¿cuál es el objetivo del 'MIT'?
El público comenzó a hablar con él.
—Es generar, y preservar el conocimiento. ¡Y trabajar con otros para influir en los grandes retos mundiales! Muy bien —pausó—. Y pues, ustedes son los otros, y aunque nadie lo admita, los retos que hoy enfrentan son los más grandes de nuestra historia. Además, están quebrados.
Las personas rieron.
—Es decir, lo estaban —se corrigió, dejándolos a todos confundidos—. Desde este momento, cada estudiante recibirá equitativamente la beca inaugural de la fundación septiembre que inicié —todos en el lugar se sorprendieron—. O sea que sus proyectos ya fueron apoyados y financiados —los estudiantes comenzaron a aplaudirle—. Sin ataduras ni impuestos, sólo... Reenfoquen el futuro.
Esperó a que dejaran de aplaudir.
—Empezando ahora. —Dice, esperando a que las letras en el telepronter bajaran para saber lo que debía decir ahora.
"Ahora, les presento a la cabeza de esta fundación: Pepper Potts", leyó en la pantalla, dejándolo helado.
Tomó aire profundo y esbozó una sonrisa algo forzada—. Y manos a la obra.
Cuando Tony bajó del escenario, ignoraba a todos los que le hablaban. No lo hacía a propósito, sino que cada vez que recordaba a Pepper y el día en que ella lo abandonó, lo sigue dejando entristecido.
Tony salió a la parte trasera del lugar. Iba a salir por la puerta de incendios, la cual estaba junto a un ascensor. Decidió bajar por el elevador y salir por la puerta de incendios para que nadie se percatara por donde había salido.
Al llegar a la caja metálica, vio a una mujer de color parada frente a este. El castaño se paró junto a ella para rescostar su espalda a la pared, esperando al elevador.
—Fue muy lindo lo que hizo por esos jóvenes. —Le dice la mujer, con una expresión que él no pudo decifrar.
—Ah, se lo merecen. Y calma mi consciencia.
—Dicen que hay una corelación entre la generosidad y la culpa. Pero, si tiene el dinero, ponga las manos que quiera a la obra, ¿verdad? —Tony comenzaba a sentirse algo incómodo, y también la mujer se veía algo sospechosa, así que sólo le sonrió un poco y tocó el botón del ascensor para bajar al notar que ella no lo había presionado.
—¿Va a subir? —le pregunta, intentando ser amable.
—Estoy justo en donde quiero estar —dicho eso, la morena metió una mano en su pequeño bolso. Tony de inmediato pensó lo peor.
—¿Qué hace, señora? —tomó la mano de la mujer para detenerla. Y al momento en que ella lo miró indignada, entendió que pensó mal—. Perdón, pero son... Mañas por mi oficio.
—Trabajo para el departamento de estado, Recursos Humanos. —Él asiente algo distraído, intentando aún sacar a Pepper de su mente—. Sé que es aburrido, pero eso me permitió criar a un hijo. Y me enorgullece el hombre en quien se convirtió.
La mujer le lanzó una fotografía al millonario, haciéndole sobresaltar. Cuando esta la tomó y la vio, supuso que era su hijo de quien se trataba.
—Su nombre era Charles Spencer —negó—. Usted lo mató. En Sokovia —eso lo dejó helado—. Y no es que le importe a usted, claro. ¿Piensa que pelea por nosotros? Sólo pelea por usted.
Tony niega mientras abría la boca para hablar, pero ninguna palabra lograba salir de su boca.
—Ahora, ¿quién vengará a mi hijo, Stark? —la mujer sollozó—. Ya murió. Y lo culpo por ello.
Steve veía su televisión con atención, escuchando las noticias de lo que había pasado hace unas horas.
—Once wakandianos se encuentran entre los fallecidos en una confrontación de Los Vengadores y unos mercenarios en Lagos, Nigeria. Los wakandianos asistían a una misión de socialización cuando ocurrió el ataque —Dijo la conductora del noticiero.
El Rey de Wakanda apareció en pantalla diciendo:—Mi pueblo derramó sangre valiosa en tierras extranjeras. No sólo debido a las acciones de Los Vengadores, si no por la indiferencia de aquellos que juraron protegernos —Steve bajó la mirada.
Harley apareció detrás de él, acariciando sus hombros para bajar a sus brazos y finalmente abrazarlo mientras él seguía sentado y ella parada a sus espaldas.
—Deja de ver eso, sabes que siempre terminan diciendo mentiras —el rubio obedeció, pausando el programa por si quería verlo después. Su novia giró su silla giratoria y le sonrió al quedar frente a él.
Cuando iba a hablar, ambos escucharon el mismo noticiero desde otra habitación. Steve sabía que era la de Wanda.
La rubia suspira—. Ve a hablar con ella. Estoy ayudando a KC y a Digger, se viven peleando los dos. Me estresan —besó su mejilla para después gruñir al oír más gritos de los dos recién mencionados. Steve no puede evitar sonreír viendo como se alejaba.
Wanda siguió mirando con atención su televisor, escuchando a los reporteros hablar.
—¿Qué autoridad legal tiene un individuo Wanda Maximoff, siendo mutante o lo que sea que es para operar en Nigeria? —cuando la pantalla se apagó, la castaña bajó la mirada, decepcionada de ella misma.
Steve se recostó en la pared, esperando a que ella hiciera algo.
—Es mi culpa. —Murmuró.
—Eso no es cierto —la regañó el Capitán, caminando hacia ella.
—Enciende la televisión. Ahí fueron muy específicos.
—Debí notar esa bomba antes de que tú lidiaras con ella —hizo un lado en la cama para sentarse—. Rumlow dijo Bucky y yo... Regresé a ser ese chico de dieciséis años de Brooklyn —se sentó junto a ella—. Murió mucha gente. Fue mi culpa.
Wanda lo miró con atención y negó.
—Es culpa de los dos.
Steve suspiró—Nuestro deber es salvar al mayor número de gente. A veces no salvas a todo el mundo, pero si no aprendemos a vivir con eso... A la siguiente tal vez nadie se salve.
Ambos se sobresaltaron al ver a Vision atravesar la pared.
—Vis —lo regañó Wanda—. Ya te hablé de esto.
El androide se acomodó el suéter que traía puesto—. Sí, pero estaba abierto...
Pausó.
—El Capitán dijo que le avisara cuando llegara el Sr. Stark.
Steve esbozó una pequeña sonrisa.
—Gracias, ahora voy.
—¡Oh! Casi lo olvido. Y al parecer invitó a alguien —el androide hizo una mueca.
—¿Sabemos quién es?
—El Secretario de Estado —Steve y Wanda se miraron. Vision lo dudó unos segundos—. Yo... Usaré la puerta.
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