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³ 𝘢𝘤𝘶𝘦𝘳𝘥𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘰𝘬𝘰𝘷𝘪𝘢.

CIVIL WAR.
MARZO 2016, DOMINGO 27.
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—¡Oh! Hace cinco años sufrí un infarto. —Comenzó a hablar el Secretario de Estado, para después ponerse en posición de un bateador de béisbol—. Y me desmayé justo a la mitad de hacer mi swing —todos Los Vengadores lo miraban sin expresión facial, mientras que Tony se encontraba en un sofá, sentado detrás del Capitán—.Y me di cuenta que después de trece horas en cirugía y un triple by pass, aprendí algo importante que en cuarenta años en el ejército jamás me enseñaron:

—Perspectiva. —Los miró a todos—. La deuda del mundo a Los Vengadores nunca podrá pagarse. Ustedes han peleado por nosotros, nos han protegido, y han arriesgado sus vidas. Pero si bien, un gran número de personas los considera héroes... Hay otros más que prefieren llamarlos vigilantes.

—¿Y cómo nos llamaría usted, Sr. Secretario? —cuestiona la pelirroja de la habitación, con un tono cortés al hablar.

—Los llamo peligrosos. ¿Cómo llamarían a un grupo de individuos, mutantes o alterados, ex-villanos... Cuya base está aquí e ignoran continuamente las fronteras, e imponen su voluntad donde les place y a quienes con franqueza no les importa el caos que van dejando a su paso?

El canoso se alejó de la pantalla a sus espaldas, para que Los Vengadores pudieran ver lo que había en ella.

—Nueva York. —Dice él, cuando varios videos grabados por ciudadanos aquél día en que los Chitauri invadieron Nueva York gracias a Loki.

Las personas corrían aterrorizadas, mientras que los militares disparaban a las máquinas extraterrestres en un intento de aniquilarlos. Hulk a pesar de que estaba destruyendo al ejército de Loki, las personas eran aplastadas por los escombros de los edificios.

Rhodes se volteó a ver a Steve, quien tenía la mirada fija en la pantalla.

—Washington D.C. —Escenas del incidente en el lugar ya mencionado aparecieron en pantalla. Se veían las oficinas de S.H.I.E.L.D. siendo destruidas mientras las personas se alejaban con temor. Los elicarriers cayendo al río, haciendo que el agua que salía de este se llevara a las personas en la acera.

Sam apartó la mirada.

—Ciudad Gótica. —Digger tomó su mentón y su boca ante lo que dijo el Secretario.

Harley, Tatsu, Waylon y él se encontraban viendo los videos de los ciudadanos siendo evacuados ante la aparición de Enchantress. La ciudad era destruida, y varios cuerpos sin vida de civiles se encontraban por allí, ya que ellos no habían podido escapar.

—Sokovia. —Wanda se cruzó de brazos, recordando la muerte de su amado hermano Pietro y la muerte de su compañero Chato. En pantalla apareció como la ciudad era elevada, y como las ciudades que no pudieron subir, caían sobre los edificios.

Tony comenzó a jugar con sus manos.

—Lagos. —Las sirenas de las ambulancias y patrullas sonaban por todo el lugar. Este se encontraba con una parte del edificio en llamas, Los Vengadores sacaban con rapidez a todas las personas que podían para después volver a entrar en busca de más.

Wanda se sobresaltó al ver dos cadáveres siendo recogidos por Waylon, así que apartó la mirada, haciéndole saber a Steve que era suficiente.

—Okay, con eso basta. —Pide el rubio haciendo una seña para que quitaran los videos.

El canoso se aclaró la garganta—. Los últimos cuatro años han operado con un poder ilimitado y sin supervisión. Un arreglo que al final los gobiernos del mundo ya no desean tolerar —el asistente que estaba a un par de metros de él, le dio una carpeta, que al abrirla sacó un lote de hojas para después entregárselo a Wanda—. Pero quizás tengamos una solución.

La sokoviana le entregó a Rhodes los papeles, sin molestarse si quiera a ver otra página luego de ver el título.

—Los Acuerdos de Sokovia. Aprobados por 117 países, los cuales manifiestan que Los Vengadores dejarán de ser una organización privada. —Todos miraron a Steve—. Y desde ahora, van a operar bajo la supervisión de un panel de las Naciones Unidas, y sólo cuando y si ese panel lo considera necesario.

—El equipo se formó para que fuera más seguro el mundo —habla el Capitán—. Y lo hemos hecho así.

—Dígame, Capitán. ¿Usted tiene idea en dónde están Banner y Thor ahora? —el rubio alzó la cabeza para verlo—. Si se me pierden dos bombas de treinta megatones, créame que habrán consecuencias —Tony se removió inquieto en su lugar. Estaba nervioso por como lo fueran a tomar, sobre todo Steve.

El secretario se alejó de él—. Compromiso, seguridad... Así funciona el mundo. Créanme, este es el punto medio —señaló los acuerdos.

—Entonces —habla Rhodes por primera vez—, hay contingencias.

—La ONU se va a reunir en Viena en tres días, y ratificarán los acuerdos.

Steve se dio la vuelta en su asiento para ver a Tony, quien al darse cuenta que este lo miraba, conectó miradas con él, haciendo que el Capitán apartara su vista del castaño, con decepción.

—Discútanlo. —Dice el Secretario dirigiéndose a la salida con su asistente.

—¿Y si tomamos una decisión que no les agrade? —Pregunta Harley antes de que el canoso saliera de la habitación. Este se volteó para verla.

—Entonces se retiran.

La rubia soltó una risa seca.


CLEVELAND:

El castaño revolvió su cereal con su cuchara, viendo su desayuno sin sentir apetito alguno. Segundos después, escuchó el sonido de dos autos chocando entre sí, así que se levantó de su asiento y fue hasta la ventana para ver a través de la cortina sin abrirla tanto.

Vio a un hombre que iba en un carro negro. Su auto había chocado con el de él, haciendo que el hombre que había causado el choque, saliera de su vehículo para ver si el daño que hizo fue grave.

Cuando vio que el conductor se volteó, cerró la cortina de inmediato y se alejó de la ventana, sin estar seguro si el hombre de afuera logró verlo.

—¿Hola? —Escuchó la voz del conductor desde afuera, a unos pasos de la puerta de la casa—. ¿El auto de afuera es tuyo? Me subí a la acera, tal vez podríamos arreglarlo entre nosotros. Pero si quieres llamar a la policía eso está bien para mí.

—No —se apresura en decir el hombre dentro de la casa—. Policías no —se acercó a la puerta y comenzó a quitarle todo el seguro con lentitud. Pero al abrirla, recibió un golpe en la cabeza con un trozo de metal, proveniente del hombre que había chocado su auto.

Zemo siguió golpeando la pared con su martillo, hasta que por fin logró llegar a la pequeña habitación que había sido cerrada para esconder la única cosa que él buscaba.

Sacó la caja que estaba allí y la volteó para sacar todas sus cosas. Al hacerlo, varias carpetas, hojas, fotografías y algunos libros salieron de esta, pero sus ojos fueron de inmediato al pequeño libro con su color rojo algo gastado, de tamaño rectangular con una estrella en el centro.

El dueño del lugar se encontraba colgado de cabeza sobre el lavabo, viendo como su secuestrados llevaba todas las cosas a la mesa a unos metros de él, para comenzar a buscar algo que fuera de su interés además del libro.

—Reporte de misión: diciembre dieciséis en el 91. —Fue lo primero que le dijo, acercándose a él para abrir la llave del lavabo y que así este se fuera llenando, con la cabeza de su rehén dentro.

—¿Usted quién es?

—Mi nombre es Zemo. —Se puso de cuclillas frente a él y apretó los dientes—. Te voy a repetir la pregunta. Reporte de misión: diciembre dieciséis del 91.

—¿Y cómo dio conmigo? —siguió ignorando su pregunta, mientras el agua comenzaba ir por sus cejas.

—Cuando S.H.I.E.L.D. colapsó, Black Widow difundió los archivos de HYDRA al público. Millones de páginas, muchas de ellas increpadas, no es sencillo descifrarlas pero tengo experiencia.

—¿Y me puede decir qué quiere?

—Reporte de misión: diciembre dieciséis del 91.

—¡Nunca lo diré! —grita el agente de HYDRA, intentando alzar su cabeza al sentir el agua acercarse a sus ojos.

De pronto, Zemo cerró la llave del lavabo.

—HYDRA merecía terminar entre los escombros, así que tu muerte no me afectaría. —Murmura—. Pero tendría que usar este libro —le enseñó el libro rojo que buscaba—, y otros métodos más sangrientos para encontrar lo que busco. Y quisiera evitar hacer eso. Solamente morirías por orgullo.

El agente no dijo nada, por lo que Zemo abrió nuevamente la llave, esta vez al tope.

Hail HYDRA.



Steve y Harley se encontraban leyendo con atención las hojas entregadas por el Secretario de Estado. Estaban sentados en un pequeño sofá, ignorando a los demás para leer juntos.

Mientras, Rhodes y Sam se encontraban discutiendo detrás de ellos.

—El Coronel Ross ganó la medalla de honor del Congreso —comienza Rhodey—, es una más de las que tú tienes.

Tony cubrió su rostro con una mano desde el sofá frente al de Harley y Steve, intentando mantener la paciencia por el mayor tiempo posible.

—Supongamos que aceptemos firmar, ¿en cuánto tiempo comenzarán a seguirnos el rastro como un montón de criminales? —dice esta vez Sam.

—Quieren firmar 117 naciones... —Rhodes lo miró—. Son 117, Sam. Pero según tú, ¡aquí no pasa nada!

—Yo tengo una ecuación. —Dice Visión levantando su mano para atraer la atención de todos. El resto del equipo lo miró.

—Ah, él nos dirá quién está bien.

—Ocho años después del que Sr. Stark anunciara ser Iron Man, el número de personas alteradas de pronto ha crecido exponencialmente. Y durante el mismo período, el número de amenazas de destrucción del mundo creció de igual manera que estos.

—¿Dices que es nuestra culpa? —cuestiona Digger, sentado junto a Wanda y estirándose para lograr ver al androide, ya que este estaba del otro lado sentado junto a la castaña.

—Uh, opino que tal vez haya una casualidad. Nuestra fuerza origina el afán de retarnos, y ese reto implica al conflicto interno, y el conflicto... —pausó—. Produce catástrofes. Ser vigilados tal vez sea una idea que todos debamos tomar en cuenta.

Lucesitas. —Tony retiró su mano de su rostro para ver a Harley, quien había sonreído con burla al notar algo—. Es poco usual que no nos honres con tu hiper-verbosidad.

—Ya decidió cómo va a votar —contesta su novio a su lado por el millonario, quien se levantó de su asiento para dirigirse a la cocina que estaba a un lado de ellos no sin antes palmear el hombro del Capitán.

—Me conoces tan bien. —Acarició su cabeza—. En realidad tengo una jaqueca electromagnética. Eso es lo que tengo, Cap: Simple dolor, incomodidad —tomó una taza para servirse café, y cuando fue al lavaplatos para enjuagar la taza, el triturador estaba lleno—. ¿Quién pone restos de café en el triturador?

Tómo una bolsa de té verde y fue hasta la barra del centro. Sacó su teléfono, encendiendo la pantalla para que la fotografía que le había mostrado la mujer el día anterior en su presentación, apareciera en holograma frente a los demás para que pudieran verlo.

—Ah, él es Charles Spencer, por cierto. —Todos lo miraron con atención—. Es un gran chico. Estudió ingeniería en computación con promedio sobresaliente. Tiene un trabajo sencillo, Las Industrias Wayne lo aceptó para el otoño... Pero primero decidió que quería vivir un poco antes de encadenarse a un escritorio, ver el mundo. Tal vez servicio comunitario —comenzó a revolver su té con una cucharilla—. Charlie no quiso ir a Las Vegas, que es lo que yo hubiera hecho. No quiso ir a Paris o a Amsterdam, algo divertido.

Negó.

—Decidió pasar todo su verano edificando casas para los pobres. ¿Dónde creen? Sokovia —los demás apartaron la mirada del castaño, pero aún así, este siguió hablando—. Tal vez quería hacer una diferencia. No lo sabremos porque le echamos un edificio encima con un estilo taaan heroico.

Tony tomó una de sus pastillas para el dolor de cabeza y se la tomó con un poco de té, para después acercarse hasta el Capitán y a Harley.

—No necesito tiempo para decidir. Necesitamos que nos controlen. Sin importar qué haga falta, yo entro, porque si no aceptamos limitaciones no habrá control y seremos iguales que los malos.

—Tony —le dice Steve—. Si muere alguien a tu cargo, no te rindes jamás.

—¿Quién se dio por vencido?

—Lo hacemos si no nos responsabilizamos de nuestros actos —contestó el rubio, dejando sobre la mesa del centro los acuerdos—. Y este documento sólo transfiere la culpa.

—Perdón, Steve. Eso es... Peligrosamente arrogante. ¡Hablamos de la Organización de las Naciones Unidas! No del Consejo de Seguridad Mundial, ni de S.H.I.E.L.D., ni de HYDRA.

—No, pero tienen motivaciones personales que en ocasiones se alteran —dijo Steve con rapidez. Harley sacó el celular del rubio del bolsillo de este al escuchar que vibró. Lo desbloqueó al leer que era la enfermera que cuidaba de Peggy.

—¡Y eso es bueno! —lo interrumpe Tony—. Eso fue lo que me trajo aquí cuando entendí lo que mis armas eran capaces de hacer en manos erróneas. Dejé de hacerlas y cerramos la producción.

—Tony, ¿no entiendes? Tú fuiste quien decidió hacerlo. Firmar esto es dejar nuestro derecho a elegir —el comentario del Capitán dejó callados a todos, mientras que la rubia a su lado se encontraba con una mano en su boca, sin poder creer lo que acababa de leer—. ¿Y si nos envían a un lugar al que no queremos ir? ¿Y si necesitamos ir a un lugar y ellos no nos dejan?

Harley sintió la primera lágrimas correr por su mejilla, volteando a ver a su novio, quien seguía sin percatarse de lo que pasaba.

—No somos perfectos, pero aún así, están más seguros con nosotros.

Tony apartó la mirada de él, al igual que los demás—. Si decimos que no ahora, nos obligarán a hacerlo después. Eso es un hecho, y se pondrá feo.

—Tony... —lo llama Harley en un hilo de voz, releyendo el mensaje que había recibido hace unos minutos.

—Dices que vendrán por mí. —Murmura Wanda.

—Podemos protegerte —habla Vision, haciendo que la castaña lo volteara a ver con curiosidad.

—Chicos...

—Tal vez Tony tenga razón. —Sam y Tony se voltearon con los ojos abiertos de sobremanera al escuchar las palabras de Natasha—. Si tenemos una mano en el volante, aún podemos guiar.

—¿No eres la mujer que le dijo al gobierno que te besara el trasero hace unos años?

—Nada más exploro el terreno —se corrigió de inmediato—. Cometimos errores demasiado públicos, así que hay que recuperar su confianza.

—Oigan...

—A ver, ¿escuché mal? ¿O estás de acuerdo conmigo?

—Ay, me quiero arrepentir —lamenta la pelirroja ante el comentario de Tony.

—¡Escúchenme, idiotas! —Exclama Harley, captando por fin la atención de todos. La rubia le tendió el teléfono a Steve, quién sintió su corazón acelerarse al leer el mensaje.

Ya no está. Murió mientras dormía.

—Tony. —Lo llamó Steve en un hilo de voz, mientras Harley cubría su rostro para evitar que más lágrimas salieran de sus ojos azules. El castaño lo miró confundido—. Se ha ido.

El millonario soltó el aire retenido en sus pulmones al ver el mensaje en el teléfono del rubio.

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