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18


Jimin le colgó el teléfono a Jungkook y lo guardó de inmediato en e bolsillo trasero de sus vaqueros. Apenas había oído lo que el menor le había dicho, estaba en otro mundo en ese momento, totalmente ausente de la realidad, pero ésta le golpeó de nuevo cuando levantó la vista de aquel suelo blanco impoluto hacia la camilla en la que dormía su padre.

Así llevaba casi un año, en un largo sueño del que ni los doctores sabían cuando despertaría. Las máquinas conectadas a su cuerpo lo mantenían con vida.

"Con vida".

Era casi un chiste llamarlo así.

El cuerpo de Jimin estaba totalmente paralizado, ni si quiera podía tragar saliva en aquel instante. Por esta misma sensación evitaba visitar a su padre, por el puro egoísmo de no querer verle ni estar a su lado. Ni si quiera en el estado en el que se encontraba ahora podía evitar sentir escalofríos al verle.

Dio un paso hacia él y le contempló más de cerca y observó su rostro. El coma hacía parecer a la gente dócil, buena, casi como ángeles durmiendo. Pero no la de su padre.

Ni así había desaparecido ese ceño fruncido, esa leve mueca en su boca de desaprobación, de repugnancia. 

Jimin se preguntaba si quizás había puesto esa expresión al notar su presencia o si llevaba así el resto del tiempo. Estaba seguro de que su padre le sentía ahí y que estaba luchando por despertar y gritarle.

Una lágrima resbaló por su mejilla.

¿Cómo de cruel era sentirse aliviado de ver a tu padre así?

Jimin le tomó con miedo una de sus manos. Las de su padre eran grandes, fuertes, con alguna arruga ya, todo lo contrario a las suyas, delicadas, pequeñas y suaves, jóvenes en esencia.

Recordó la cantidad de veces que su padre se había reído de ellas. "Son como las de tu madre, eres una maldita nenaza".

Su padre debió percibirlo de algún modo y  su pulso comenzó a acelerarse, los pitidos de la máquina que controlaba los latidos de sus corazón se disparó y Jimin soltó su mano de golpe, asustado. Comenzó a agobiarse y retrocedió unos pasos.

La puerta se abrió y un enfermero entró para comprobar que todo iba correctamente.

¿Todo bien? Eres su hijo, ¿cierto?— dijo mientras anotaba algo en una hoja y comprobaba el gotero.

Jimin no fue capaz de contestar y tan sólo huyó de allí.

Comenzó a correr por el pasillo del hospital, esquivando peligrosamente a enfermos, doctores y demás personal sanitario.

Estaba a punto de llegar a la salida hacia la calle cuando chocó con Yoongi.

—¡Jimin! Al fin te encuentro, no querían decirme donde estaba tu padre por no ser fami...

Jimin le cortó al darle un fuerte abrazo. Sus lágrimas caían ahora sin cesar por su cara, empapando uno de los hombros de la sudadera de Yoongi.

—No puedo Yoongi, no puedo...

Shh...tranquilo, estoy aquí...—Yoongi acariciaba el pelo del menor despacio, consolándole.—Siento lo de hace un rato, estuvo fuera de lugar.

Al oír eso Jimin aumentó su llanto. Su pecho temblaba incontrolablemente, sus dedos se aferraban con fuerza a la espada del rubio.

Yoongi lo hizo separarse de él y le miró a la cara unos segundos antes de secarle las lágrimas con sus dedos.

—Está bien Jimin, está bien.

El labio inferior de Jimin seguía temblando, pero había cesado de llorar.

Yoongi le acercó por la cintura y besó con lentitud y cariño su frente.

Jimin respiró hondo. Se sentía bien.

Se sentía bien y lo odiaba, no quería sentirse así más con Yoongi, no era bueno.

Jimin lo miró a los ojos, aquellos ojos oscuros y fríos. Luego bajó a los labios. Oh...aquellos labios...

Yoongi se dio cuenta.

No.—dijo antes de que nada ocurriese.— No quieres hacer eso Jimin, créeme, tan sólo te sientes mal y quieres no hacerlo.

Jimin desvió su mirada avergonzado.

—No iba a hacerlo...

Yoongi sonrió triste y lo acercó de nuevo para pasar una mano por su espalda, sacudiéndole como a un cachorrito.

—De acuerdo entonces, mi culpa.

Salieron juntos del hospital. Se había puesto a llover y comenzaba a anochecer.

Mierda —murmuró Yoongi en la puerta del hospital—  Quédate aquí, voy a sacar dinero a un cajero y te pido un taxi.

—No hace falta, puedo ir andan...

—No voy a dejar que vayas hasta tu casa andando con este tiempo, te pondrás malo y luego tendré que cuidarte toda la semana.

Jimin sonrió.

—Tienes razón.

Yoongi le devolvió la sonrisa.

—Espérame aquí, vuelvo enseguida.

Se puso la capucha de su sudadera y salió corriendo hacia el banco más cercano.

Jimin sacó su móvil del bolsillo. Tenía 6 llamadas perdidas de Jungkook y varios mensajes, todos preguntando por su localización.

Lo guardó de nuevo, no tenía ganas de responder.

Yoongi volvió unos 10 minutos después, con una caja con dos vasos de cartón humeantes, tapados por una tapa de plástico.

—Había una cafetería cerca y pensé que nos sentaría bien a ambos un chocolate bien caliente mientras vamos en el taxi de vuelta a casa.

Jimin no pudo evitarlo. Le dio un fugaz beso en los labios a Yoongi.

Gracias.—dijo Jimin tomando uno de los vasos.

Yoongi se quedó quieto, no dijo nada. Ambos fingieron que no acababa de pasar nada.

El taxi ya está, es ese de allí —dijo señalando un coche que acababa de aparcar  cerca de ellos.—¿Preparado para correr hasta él y mojarte?

Jimin asintió y ambos comenzaron a correr hacia el coche riendo.

Era casi como los viejos tiempos.



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Hola. Jeje. No me maten, estoy en mi último año de carrera y no tengo tiempo ni de respirar :(

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