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Capítulo 8: Quieres que reviva mi muerte

Descubrió una posibilidad de mejorar los recuerdos de Philip cuando buscaba un remedio para ella después de irse de la fiesta de George en La Madriguera por la reapertura de la tienda. Más que mejorar sus recuerdos sería hacérselos descubrir junto a un montón de cosas horribles como la sensación de quemarse vivo.

Por los trozos que ha ido soltando el chico parecía que la información estaba ahí, que lo habían contado todo mientras que le mataban y había recogido la información estando inconsciente antes de morir definitivamente. Y eran datos muy importantes, lo suficiente como para que pudieran encontrar a Fred.

O quizá no, pero Atria no pensaba en esa posibilidad, le iba a encontrar costase lo que costase, no le importaba nada ni nadie, eso se lo había enseñado Philip, que tenía demasiada moral para algunas cosas y poca para otras. Como la de acabar con sus asesinos, en cuanto Atria mencionaba que si recordaba algo más el chico solo hablaba de las ganas que tenía de matarlos, así que no era de mucha ayuda en ese tema, pero explicaba porque había estado un mes demasiado cabreada.

Todo eran, en realidad, suposiciones. No había demasiados libros sobre el tema y tampoco sabía muy bien a quién preguntar sobre fantasmas porque los de Hogwarts no eran como Philip. A ellos podía verlos todo el mundo, a él solo podía verlo ella. Y tampoco entendía si solo tenía que verlo ella y el hechizo había salido mal o había salido bien porque solo ella le veía.

—¿En qué piensas?

Le tocaba elegir película a Philip ese día y, como no, había elegido una de acción. Atria empezaba a aborrecerlas porque la trama siempre era la misma.

—En que a ver si eliges otra película —le contesta, aunque miente. No deja de pensar en cómo decirle que quiere volver a Hogwarts para probar cosas.

—¿Por eso no dejas de garabatear cosas en ese cuaderno naranja? —apunta a él con la barbilla y Atria lo cierra de golpe.

—Esta ya lleno no puedo apuntar nada más —otra mentira, pero al menos es a medias. El cuaderno está lleno, pero encantado para que siempre parezca que ocupa lo mismo cuando, en realidad, es infinito y pesa exactamente lo mismo que cuando tenía el número de hojas original. Conseguir que hiciera eso había sido un completo reto, pero lo había conseguido.

—Eres bruja seguro que le has hecho algo —dice el chico y se gira, dejando de mirar la televisión—. Venga, apaga la tele y cuéntame qué quieres hacer ahora.

—¿Por qué crees que quiero hacer algo?

—Porque llevas días dándole vueltas al cuaderno y no dejas de mirar al calendario, ¿sabías que tienes obsesión con marcar los días de luna llena?

—Ah ya, eso fue por tu hechizo —dice ella y parece que Philip no se lo termina de creer, aunque, siendo sincera, ella tampoco. Ahora que lo dice el chico los lleva marcando desde que tiene recuerdos—. Se supone que tenía que hacerlo en luna llena para que saliera bien.

—¿Y qué luna había cuando lo hiciste?

—Cuarto creciente, así que imagino que es por eso por lo que no salió todo bien —dice y ve la oportunidad—. ¿Debería intentar arreglarlo?

—¿Acaso sabes cómo?

—Bueno... teóricamente... —empieza a decir y Philip no parece muy contento con ese teóricamente—. Esto es algo que normalmente no hacemos, así que lo único que tengo son unos libros que no sé de dónde he sacado y que parecen demasiado viejos. Pero las cosas en el mundo mágico tampoco es que cambien mucho, así que la fecha de los libros da igual en realidad y...

—Céntrate —dice y Atria asiente.

—Vale creo que, cuando te reviví o lo que sea que hice varias cosas no salieron bien —levanta las manos, no necesitando más explicación. Cada día que pasa los dedos de Atria parecen cada vez más muertos—. Esto no debería pasar. Y tú deberías recordar todo lo que pasó.

—Ya te he dicho todo lo que recuerdo —dice el chico, pero Atria niega.

—Hay cosas que también deberías poder recordarlas, como cuando estuviste inconsciente porque el fuego te estaba... —no termina la frase al ver como Philip aparta la mirada—. Bueno, que deberías recordar más. Creo que hubo un momento en el que estabas consciente y el dolor no te deja recordarlo.

—Así que quieres que lo recuerde.

No ha tenido ni que decirlo, el fantasma ha sido lo suficientemente inteligente como para entenderlo a la primera así que Atria asiente y él suspira.

—¿Todo por tu novio?

—No es por mi novio —le contesta y Philip levanta una ceja—. ¡No es solo por él!

—¿Y por qué es? —el chico insiste y Atria aparta la mirada.

—Quiero mis recuerdos, Philip, y nadie me dice nada.

—¿Y si cuentas que tú novio está vivo?

Hay un tono de amargura en su voz y, como si necesitase que se notase más, se pone en pie.

—No se merecen saberlo.

—Y para que tú estés contenta yo tengo que recordar mi muerte, ¿no?

—¡No es así!

—¡Sí que lo es, Atria, eres una niñata consentida, tienes que tener todo lo que quieres y si no lo provocas y te da igual lo que pase!

Esas palabras duelen más de lo que deberían. Duelen demasiado y ha aprendido lo suficiente de estar frente a la tumba de Fred de saber que tienen algo que ver con todo lo que olvidó.

—Pues vamos a tu puta tumba y te devuelvo dentro —le contesta y ahora es ella quien se levanta del sofá.

Coge los libros que están en la mesa de la cocina y, con su cuaderno bien asegurado bajo el brazo, va hasta su habitación, cerrando de un portazo. No sabe todavía ningún hechizo que pueda alejar al idiota de Philip, pero sí que sabe cómo lanzar un hechizo para que la habitación parezca vacía. Es tan solo una ilusión, pero es lo que mejor funciona con el muy idiota.

No es una consentida, pero si lo es ¿qué tiene de malo querer volver a ser como antes? ¿Por qué Philip no entiende que si recupera esa memoria podrá ayudarla? ¡Le ha dado la vida de nuevo! Lo mínimo que podría hacer es agradecérselo.

—Me estás dando la razón con lo de que eres una niñata consentida —dice desde el otro lado de la puerta y la respuesta de Atria es lanzar uno de los libros a la puerta, bastante enfadada—. Lo acabas de volver a demostrar.

—¡Cállate de una puta vez, no tienes ni idea!

—Quieres que reviva mi muerte, creo que tengo una idea.

La cabeza del chico atraviesa la puerta y, si se hubiera estado callada, se hubiera ido, pero no, ha tenido que abrir la boca, así que él sabe que está ahí aunque no pueda verla. Así que se sienta en el suelo e intenta coger el libro, una y otra vez, fallando todas las veces.

—¿Y sí, después de todo lo que has hecho, Fred no es como te imaginas? —dice después de un rato y mira al techo—. ¿Y si los sueños esos que tienes son solo lo que querías que fuera él?

—¿Qué estás diciendo?

Deja caer el hechizo y vuelve a aparecer sobre la cama. No está pudiendo decir eso, no es verdad, pero Philip asiente y Atria nota como los ojos se le llenan de lágrimas.

—Estás así por algo, ¿no? Y nadie te dice nada de él —empieza a teorizar y a Atria no le gusta cómo va la idea—. ¿Quién te dice que no era una persona horrible? ¿Y si te hizo algo que querías olvidar porque no podrías vivir con ello?

—Él no era así, yo no... no... no estaría... no... él no... —las manos de Atria empiezan a temblar porque, lo que está diciendo Philip, tiene sentido. Tiene sentido y no lo tiene—. Él no es así, Philip. Tengo notas por todos lados que dicen te quiero, tengo el anillo y Madame Pomfrey cree que los sueños son recuerdos y...

—¿Cómo sabes que no son todo mentira?

—Porque George... —intenta explicarle cómo él no podía ni mirar esas notas, pero no llega a poder hacerlo.

—¿El mismo que se negó a atender a tu bicho peludo? —le interrumpe y Atria niega.

—Esta enfadado conmigo por mi culpa, John solo pagó los platos rotos y...

—Y si su hermano gemelo ha hecho eso, ¿qué te dice que no lo haría él?

—Harry...

—¿Tu hermano? ¿Qué ni siquiera se quedó en tu cumpleaños?

—Le eché yo —repite ella y Philip se ríe.

—Vale, esa te la compro —dice él y se mueve para sentarse en la cama—. Pero ¿por qué no te ha dicho nada de Fred entonces? ¿Por qué no lo ha hecho ninguno de ellos?

—Mi memoria no funcionaba bien, sigue sin hacerlo —responde ella y Philip parece que no la sigue—. Madame Pomfrey me contó que cada vez que intentaban contarme algo recuperaba la memoria de golpe y era tan doloroso que tenían que dejarme inconsciente para que volviera a olvidarlo.

—¿Y te crees eso? ¿Por qué ahora puedes recordarlo? —Philip tiene un buen punto, pero Atria señala su mesilla.

—Por la poción y supongo que porque lo he ido descubriendo yo a mi ritmo, sin que nadie me lo cuente, no lo sé, es como lo de tu fantasmidad, territorio desconocido —responde y Philip empieza a reírse.

—¿Fantasmidad? ¿De dónde has salido?

—Al menos no he salido de un convento.

—Bruja consentida.

—Fantasma desagradecido.

—Nunca te pedí que me convirtieras en fantasma.

—Y yo si te he pedido que intentes recordar —responde ella y Philip vuelve a ponerse en pie así que Atria lo hace también—. Joder, escucha.

"Fred también es inventor, creo, ¿vale? Como George, tienen la tienda de bromas. Si yo no consigo devolverte a la tumba seguro que a él se le ocurre algo, porque si es bueno te lo agradecerá, y si tú teoría es cierta —que no lo es—, entonces supongo que le gustará saber la forma de convocar y eliminar fantasmas para sacar beneficios de ello".

—Así que tú recuperas esas memorias y luego me encargaré de devolverte a la tumba, ¿trato hecho?

Philip se lo piensa durante unos segundos. Pero se da la vuelta e ignora la mano extendida de Atria.

—No, Atria, ya va siendo hora de que alguien te frene los pies. No puedes tener todo lo que quieres.

▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬

Perdoooooooon se me había olvidado que tenia también está historia y que podía actualizarla JAJAJAJAJA

Me parece que Philip tiene bastante razón con Atria y que la tengo muy consentida, en fin, no puedo evitarlo, es mi hija favorita ❤️

Este es el último capítulo del año por aquí, así que solo me queda decir feliz año nuevo y que os veo pronto (espero) 😌

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