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Capítulo 3: Voy a vender el piso

Los entrenamientos son algo que a Atria le gustan demasiado.

Le gustan porque no piensa en todas las tonterías que ha hecho en el último mes y en las que va a hacer en los próximos. Tiene tantas cosas en la cabeza que se asombra de ser capaz de recordar todas ellas.

La poción de Madame Pomfrey funciona a la perfección, tanto que a veces se queda sentada en la cama, por las noches, mirando el frasco y no quiere tomarla. A veces sólo quiere volver a olvidar todo, no saber nada y desaparecer. Desaparecer sólo unas semanas, lo justo para estar pérdida en algún lugar del mundo y luego volver a su vida.

Quizá así deja de tener ganas de revivir a los muertos.

Lanza la quaffle a una de sus compañeras, sin pensar mucho en la fuerza que hace y menos mal que todavía están calentando y los pases son en el suelo porque la da de lleno en el estómago y la lanza al suelo.

—¡Lo siento, lo siento! —vuela corriendo hasta su compañera, Gween, que intenta coger aire mientras se sujeta el estómago y Atria se agacha para ponerse a su lado.

No sabe cómo ayudarla, no sabe ningún hechizo que pueda hacerlo, solo puede sujetarla y esperar a que ella consiga hacerlo sola.

—¡Potter, es la tercera vez esta semana!

La capitana Jones tiene razón en gritarla, se lo merece, Atria lo intenta, intenta centrarse, pero una y otra vez sus pensamientos vuelven a todo lo que sabe y lo que tiene que hacer.

Ya han pasado diez meses desde que Fred desapareció, tiene que hacerlo mejor, tiene que encontrarle cuanto antes.

—Lo siento, de verdad, no sé qué me pasa —miente y la capitana Jones suspira.

—¿Cuánto hace que no duermes?

—Duermo todas las noches.

—Te he visto las ojeras desde la otra punta del campo, Atria —le dice y la chica suspira.

—Me cuesta dormir —acaba admitiendo y la capitana niega.

—Vete a casa, no estás ahora mismo en condiciones de entrenar.

—Pero...

—A casa, Potter.

No le deja contestar esa vez, se acerca a Gween y la ayuda a levantarse del suelo. Otra de sus compañeras, Rose, ya se ha encargado de hacer que la chica vuelva a respirar y está hablando con ella. Y luego, por si no había quedado claro que Atria tenía que irse a casa, la capitana Jones manda a Gween a la enfermería del campo con la escoba de Atria en la mano.

Ha jodido también su única distracción para el día, como jode todo.

Solo le queda una cosa, volver a casa. Pero no quiere hacerlo, no quiere volver a estar en esas cuatro paredes que comparte con alguien que no sabe quién es. Quiere saber con quién vivía, con quien compartía su vida hasta el punto de mudarse juntos, de tener el armario mezclado y seguir encontrando notas por toda la casa.

Da igual donde mire, da igual que haya revisado todo mil veces, las notas siguen apareciendo por todos los lados, incluso donde no había ninguna y eso la está volviendo loca porque quiere contestarle. Necesita contestarle.

Es perfectamente consciente de quien quiere que sea quien le esté escribiendo esas notas. O las haya escrito. Está convencida de que es un hechizo que puso él para que siempre recordara lo mucho que la quiere, para hacerla reír.

Es complicado admitir en voz alta que quiere que Fred haya escrito esas notas.

Por eso no lo hace, solo sigue buscándolas cuando llega a casa y las mira, una y otra vez. Las guarda en su cuaderno y, luego, se desespera mirando sus notas. Si algo está entendiendo de su condición es que su memoria no está perdida, solo es que ella no puede acceder a todos sus recuerdos. Siguen ahí, en algún lugar, por eso hay tantas cosas que le resultan familiares.

Sabe que George no entra en su habitación, aunque también lleva un tiempo sin verle porque no deja de estar con Mara, pero tampoco se quiere arriesgar. Por eso mueve uno de los pequeños calderos que tiene en la habitación libre hasta la suya y luego busca los ingredientes.

Lleva semanas buscando todos ellos, se ha tenido que inventar una visita a Rumanía para poder encontrar una campanilla de los Montes Cárpatos porque, por lo visto, su función de purga también sirve contra fantasmas. Los mismos que, probablemente, intenten tomar su cuerpo una vez acabe la primera poción.

Nadie dijo que iba a ser fácil resucitar a un muerto para preguntarle por otro.

Los ingredientes estándar son lo primero que hay que echar en la poción. Hay algo raro en ella, algo escalofriante porque necesita un montón de ingrediente estándar y un montón de plantas que son somníferas en distintos modos. Entiende la teoría, sabe que puede pasar una vez la poción esté completa y ella la beba.

Se ha recorrido el Callejón Knockturn de arriba a abajo para encontrar la raíz de asfódelo y lleva una semana con ella perfectamente guardada en el cajón de los calcetines de George porque es el único lugar de la casa que mantiene una oscuridad constante por eso de que él ya no viene nunca.

La receta dice que el polvo de la raíz tiene que ser añadido de forma fresca, vamos, lo que viene a ser que hay que hacer el polvo encima de la propia poción y dejar que caigan hasta los propios jugos dentro del caldero. Solo espera no quedarse dormida si se le mete algo del polvo en la nariz.

Rebusca en el cajón de George hasta el fondo, donde está el calcetín que escondió con rapidez después de robarle a George el que estaba desparejado. Sus dedos tocan el falso fondo con cuidado y lo presiona suavemente para que se abra y poder coger la raíz. Tiene que tantear un poco el cajón porque el fondo es demasiado profundo y el calcetín se ha ido más al fondo de lo que ella pensaba que era posible.

Así que saca la varita y lo conjura.

Pero eso no es su calcetín, no es el de la raíz, es otro calcetín, probablemente la pareja del suyo. Le dará una alegría a George cuando se entere de que ha encontrado la pareja.

—Ay mi madre —murmura al sacar del calcetín una caja.

Por eso el calcetín estaba desemparejado, George esconde dentro de él un anillo. Un anillo precioso, pequeño con una piedra morada en el centro. ¿Cómo no le había contado que ya tenía un anillo?

No puede evitar sacarlo de la caja para observarlo mejor y, para variar, llega el dolor de cabeza cuando lo toca. Los odia, odia esos dolores de cabeza porque tienen un significado muy concreto.

Ha visto ese anillo antes de perder la memoria.

Lo vuelve a meter en la caja y la cierra con fuerza para ir luego a la chimenea del salón.

—¡Callejón Diagon! —grita porque está enfadada, está jodidamente enfadada y George le debe muchas explicaciones.

Por eso camina con velocidad por las calles iluminadas tan solo por las luces de los locales que están abiertos y las pocas farolas que tiene el Callejón Diagon. Incluso el Callejón Knockturn está mejor iluminado a las tres de la mañana, hasta el cementerio de Hogwarts lo está.

—¡George Weasley, abre la puerta! —vuelve a gritar, en la puerta de Sortilegios Weasley y la golpea con fuerza.

Ve las luces en el apartamento de arriba así que sabe perfectamente que está allí, seguramente con Mara. ¿Cómo se atreve a ocultarle tantas cosas? ¿Por qué cojones no le cuenta la verdad de una vez?

—¡George! —vuelve a gritar y, esa vez, decide que va a hacerla caso sí o sí.

Quizá hubiera sido mejor utilizar la red flu para entrar en la casa de George, pero no conoce el nombre del apartamento, así que solo le quedaba ir andando. No iba a preguntarse cómo sabía que vivía allí, pero había llegado y ahora estaba cogiendo una piedra del suelo.

Ser cazadora tiene sus ventajas porque su puntería es perfecta y rompe el cristal de la ventana del salón. Sabe que es el salón por el dolor de cabeza que le entra al pensarlo y se vuelve a agachar para coger otra piedra.

—¿Atria? ¿Qué haces aquí? —la cabeza de George sale de la ventana y Atria no suelta su piedra.

—Ábreme la puerta ahora mismo —le dice y puede ver como el chico pone los ojos en blanco.

—¿Me dejas vestirme al menos?

—¡Qué abras la puta puerta!

Le tira la piedra justo al alféizar de la ventana, lo justo para asustarle y que le haga caso de una vez y parece que funciona porque George se mete dentro de la casa. La puerta que lleva a los apartamentos no tarda en abrirse y Atria sube las escaleras de dos en dos hasta que llega al rellano de George.

—¿Qué cojones es esto?

Ni siquiera le saluda, solo agita la caja del anillo delante de él. Ignora que esté en ropa interior y que Mara esté detrás de él, con una manta sobre los hombros que intenta tapar lo obvio. Seguro que estaban en el sofá, solo espera que no estuvieran en su cama.

Su cama.

¿Por qué ha dicho su cama?

—George, qué es esto —le repite, con desesperación, y él sigue sin decir nada.

Se gira para mirar a Mara y ella parece que solo mira la caja, así que Atria la abre.

—Si es para ella lo siento por haberte jodido la sorpresa, pero si no... necesito saberlo, George.

No puede ser para Mara, lo sabe porque si fuera para Mara a ella no le dolería tanto la cabeza. Es suyo. Es suyo y estaba en el cajón de los calcetines de George.

Quiere, con todas sus fuerzas, que George se lo estuviera guardando a Fred para dárselo.

—¿No te han dicho que es de mala educación cotillear en los cajones de los demás? —responde el chico.

Le ve, estirando el brazo para coger la caja, pero Atria es más rápida que él. Se guarda la caja con el anillo en el bolsillo y se cruza de brazos.

—¿Y a ti no te han dicho que es de mala educación ocultar la verdad?

Que lo diga. Que diga que es de Fred para ella. Que lo diga. Necesita que lo diga.

Pero George no responde y Atria retrocede un paso.

—Voy a vender el piso.

No piensa hacerlo, pero tiene que hacer creer a George que se va de allí. Sabe que ha dado donde más le duele al chico cuando avanza un paso y la sujeta del brazo con fuerza. Y ella le responde soltándose de malas maneras.

—No puedes vender el piso —el tono de George parece de amenaza y funcionaría en cualquier otro momento, pero no ahora, no cuando no le ha dicho la verdad.

—Mira cómo lo hago —le responde antes de irse del rellano de la escalera.

Lo último que se oye en el bloque de apartamentos es el portazo de la puerta del portal que da Atria cuando sale, rompiendo los cristales por el camino. 

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Literalmente subo esto a nada de ver a HiddenFear porque ha dicho que estaba al día antes de nuestra cita y he dicho que no JAJAJAJAJAJA

SOOOO ahora todo cobra un poco de sentido sobre por qué escrubo esto no???? Me está ayudando TANTO con de las cenizas que ufufufuf y ADORO tener las dos perspectivas, lo siento por ser así 😌

También soy así cuando los nombres de dos de las jugadores son los segundos nombres de ciertos personajes de mis amigas aka Elia la mencionada arriba y Luna moonysblack porque Emma y Ally siempre presentes. Ya sabéis lo de siempre que si no las leéis no se qué hacéis que tenemos una historia conjunta de vampiros y todo eso vamos a hacer un poco de spam eh que últimamente no lo hago sobre el resto de cosas

Gracias por leer de nuevo a Atria ❤️

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