3... 2... 1... ¡Feliz año nuevo!
Do KyungSoo y Kim JongIn se conocieron en la universidad. Y un par de meses después de conocerse ya eran novios. Sus vidas universitarias estuvieron llenas de altibajos. Oh, ¡eso fue hace mucho! Ya casi ni lo recuerdan. Después de su graduación se mudaron a vivir juntos a un diminuto departamento, el cual se convirtió en su nidito de amor. La convivencia no fue ni es fácil y, probablemente, tampoco lo será. Cada día aprenden algo nuevo sobre el otro, tanto cualidades positivas como negativas. Lo importante es que lograron resolver cada inconveniente que, de alguna forma, perjudicaba al otro porque de verdad querían estar juntos. Mientras que sus discusiones son pasajeras, su amor es duradero. Luego de graduarse batallaron para encontrar trabajo. Por un lado, a KyungSoo le exigían tener experiencia, ¡pero acaba de graduarse! ¿Cómo ganaría experiencia si nadie le daba la oportunidad? Por otro lado, JongIn había dejado su carrera debido a problemas económicos. Así que, trabajó en pequeños establecimientos como una cafetería como mesero, una juguetería como cajero, etc. Sin embargo, el dinero que ganaba era poco, incluso, era más bajo que el salario mínimo. Fueron muchos años hasta la actualidad para que pudiera encontrar un empleo permanente que le pague lo necesario para no autoconsiderarse una carga económica para su esposo, quien fue el primero en conseguir trabajo. Así, KyungSoo labora en una revista y JongIn en una agencia de aduana; ahora poseían ingresos fijos y suficientes para solventar sus gastos de casados millennials.
En ese largo trayecto —que empezó a penas se mudaron— habían adoptado cinco perros: 3 hembras y 2 machos, a quienes castraron pues no querían una jauría extensa. Los primeros en llegar fueron Monggu, Jjanggu y Jjangah. Aquel día soleado se suponía que habían acudido al centro de adopción por un hurón, el cual regalarían a su mejor amigo, Park ChanYeol. Sin embargo, salieron de ahí con un hurón, dos cachorros y una cachorra. Para ese momento, los tres ya vivían en el mismo edificio, el cual permitía mascotas pequeñas. No existía una especificación de cuántas, así que usaron la ambigüedad de la ley a su favor. Los primeros meses escondían a dos de los cachorros por precaución hasta que el dueño del edificio se enteró. Kim JunMyeon era un tipo muy buena gente para este despiadado mundo, se dijo la pareja cuando el hombre mayor les permitió quedarse en el departamento con sus tres perros. Años después, Meokmul y Hoochoo se unieron a la familia. En esta ocasión, fue únicamente JongIn quien las rescató. Eunji, la hermana mayor de JongIn, le había contado durante una llamada telefónica que una caja llena de cachorros había aparecido en la puerta de su cafetería. Curiosamente, ese año la pareja estuvo hablando acerca de engendrar un bebé. Después de la boda y de los pequeños altercados iniciales porque convivir juntos comprendía ser un reto, su relación estaba en un buen momento. Incluso, eran capaces de recordar y reírse de su desastrosa boda, en la cual no había un hecho en específico que ocasionó el desastre. Por un lado, estaba el hecho que al hermano menor de KyungSoo le cayó un pastel gigante. Por otro lado, JongIn había perdido su anillo en la piscina... Y KyungSoo casi se ahoga en esa misma piscina.
Retomando el hecho de que el matrimonio quería un bebé y cómo esto se relaciona con los cachorros encontrados por Eunji; pues, el matrimonio había intentado en ese año concebir un hijo, pero nada sucedió. Inclusive, acudieron al médico, asustados, creyendo que alguno de los dos era infértil. Por su parte, KyungSoo no dejaba de acordarse de su juventud, en la cual se excedió de los límites para consumir bebidas alcohólicas. ¿Se había hecho mierda el cuerpo entero? ¿Este era el cruel precio a pagar? A pesar de que se culpabilizó, JongIn siguió defendiéndolo, insistiéndole en que debería dejar de pensar en eso, recordándole que ya tenían una linda familia y que nada cambiaría. JongIn era el mismo poseedor de un corazón inmenso, el único que fue capaz de ver más allá de la gran muralla que KyungSoo había dibujado a su alrededor, el primero y último en quitarle la máscara con la que se escondía. Afortunado es como se sentía el mayor. Y lo fue más cuando el médico les mencionó que no eran infértiles o que tuvieran alguna condición física que le dificultara concebir; les recomendó relajarse, pues desear algo con tanta insistencia, a veces, no servía de mucho. Así que, las neuronas de JongIn hicieron clic cuando su hermana le comentó acerca de los cachorros abandonados. ¡Nuevos perros-hijos!
Al día siguiente, JongIn había regresado al departamento con dos cachorras, presentándolas ante KyungSoo como sus hijas. Al principio Do no se lo tomó bien, llorando inmediatamente. KyungSoo ansiaba con todo su corazón un hijo humano y, aunque JongIn no tuviera malas intenciones, KyungSoo lo interpretó como una burla. Así, el blanquecino estuvo encerrado en su habitación con sus mascotas (incluyendo a las nuevas integrantes de la familia Kim-Do). Mientras que el moreno tocaba la puerta del departamento de enfrente, la cual pertenecía a ChanYeol, para pedirle ayuda. Park le sugirió a Kim que la mejor forma de pedir disculpas era con una canción, así que 20 minutos después, ambos estaban detrás de la puerta cantándole creep a KyungSoo, quien a los minutos salió a pedir que se callaran. ¡Esa canción lo perseguía desde su boda! KyungSoo había querido que Chayanne se presentara a cantar, pero no se logró el contrato, así que, fue ChanYeol quien cantó. ¡Y su mejor amigo siempre cantaba la canción! Sin embargo, apreció que JongIn comenzara a cantar Torero porque esa era una de sus canciones favoritas. Cuando la canción terminó, KyungSoo se abalanzó a besar con fogosidad a su esposo, quien lo abrazó contra su cuerpo. Do concluyó que no podía enojarse con Kim, pues su acción no era malintencionada. Cuando Park notó que la reconciliación se estaba llevando a cabo delante de él, desapareció como un fantasma. Después de hablarlo, hacer el amor y mimarse, los esposos Kim-Do tuvieron dulces sueños. Inexplicablemente, ambos soñaron con duraznos maduros. JongIn creyó que fue porque se acostó con hambre, mientras que KyungSoo se ilusionó, pues se dice que soñar con duraznos maduros indica la fertilidad, sobre todo, que un embarazo deseado se hará realidad. KyungSoo no se quitó esa idea de la cabeza.
Aproximadamente un año había pasado desde dicho acontecimiento. KyungSoo siguió la indicación del doctor y se relajó. Dejó de pensar en bebés y se concentró en su vida, en su presente, en su esposo, su mejor amigo y sus mascotas. Y al parecer había funcionado. Es la cuarta semana de diciembre y KyungSoo se dice a sí mismo que debe enfrentar ese miedo, ese miedo de hacerse una prueba de embarazo y ver sí está en cinta o no. Lo ha hecho antes y, claramente, se decepcionó. Pero esta vez todo se siente distinto... Aunque no ha manifestado ningún síntoma. No obstante, eso no es impedimento para aprovechar esa tarde en ir a la farmacia por un test. JongIn no está en casa debido a que su turno se alargó hasta la noche, así que podrá hacerlo en secreto, sobre todo, porque si resulta negativo, entonces no habrá ilusionado a su esposo. Se alista, poniéndose una casaca encima, cambiando sus pantuflas por zapatillas, un gorro, una chalina y un par de guantes debido a que hace mucho frío en esta época del año. Una vez listo sale del departamento.
A penas pone un pie en el pasillo se encuentra con su vecino, el señor Chung. KyungSoo hace una reverencia cortésmente y escucha un murmuro medio molesto de parte del hombre. ¡Ese viejo le había sacado mil canas verdes! Desde que se mudó con JongIn, el viejo siempre tenía comentarios sarcásticos para dar y no podía responderle solo porque le "debía" respeto. De todos sus vecinos del piso siete, el señor Chung era el único que le desagradaba. No intercambió más palabras con el mayor, dio un par de pasos a través del pasillo y toca con su puño la puerta que tiene delante. Era una suerte que ChanYeol viviera, literalmente, al frente de él. Park es su mejor amigo de toda la vida y jamás se han separado. Eran vecinos de niños, fueron al mismo colegio, a la misma universidad y ahora viven, prácticamente, juntos. Mientras espera que la puerta sea abierta, escucha el ¡tin! característico del ascensor. Las puertas se abren y aparece Bae Joohyun junto a Kang Seulgi, ambas cargan bolsas, al parecer acaban de llegar de hacer las compras. Las chicas saludan a KyungSoo con brillantes sonrisas en sus rostros juveniles. Los cinco (contando a JongIn y ChanYeol) se conocieron en la junta de vecinos a principios de año. Ambas chicas se graduaron recientemente de Educación Artística, eran veganas, feministas y excelentes cantantes. KyungSoo les devuelve el saludo, observando de reojo las prendas coloridas y estrafalarias que visten.
—Hola, Soo... —ChanYeol saluda cansinamente.
Su atención se desvía de las jóvenes a su mejor amigo, quien tiene un aspecto desaliñado.
—Me quedé practicando hasta tarde para mi audición. —Rápidamente, se explica sin la necesidad de que el otro formule la pregunta.
¡Telequinesis de mejores amigos!
KyungSoo alza una ceja, mirando con escepticismo a ChanYeol.
—¿Tienes permiso de tu jefa? —Mete con cuidado sus manos en los bolsillos de su casaca roja con cuadraditos. —La otra vez te metiste en problemas por faltar al trabajo, ¡eres un excelente mesero de Starbucks!
ChanYeol ríe flojamente, agachando la cabeza, lo cual produce que algunos de sus cabellos negros cubran su frente y casi llegan a la altura de sus ojos. —¿Soy un buen trabajador o solo quieres café gratis?
KyungSoo no razona, simplemente se deja llevar cuando responde animadamente:
—¡Estoy embarazado, ya no tomaré más café!
El sueño en el cuerpo de ChanYeol desaparece instantáneamente, sacando su larguirucho cuerpo por la puerta, observando a cada lado del largo pasillo y regresa su vista a su pequeño amigo, quien también es pelinegro. Park ya ha pasado por esto antes... Muchas veces. No quiere ser pincha globos, no quiere que esa hermosa sonrisa acorazonada se convierta en una mueca triste y que por esos inmensos ojos brillantes desciendan lágrimas. No es capaz, pero debe decirlo.
—¿Estás seguro...? Digo, ¿Te has hecho una prueba? ¿Has ido al médico? —Susurra con una pequeña sonrisa tambaleante, intentando esconder su lástima.
Esta escena se ha repetido en distintos años, en distintas estaciones del año, en distintos escenarios. KyungSoo cree que está embarazado, se llena de euforia y le cuenta a quien esté más cerca, ya sea JongIn o ChanYeol. Después, viene la primera prueba: el test de embarazo, el cual arroja que no está en la dulce espera. KyungSoo se enoja, diciendo que ese aparato no sirve. Van al médico y éste lo asegura: no hay feto. KyungSoo llora desconsoladamente, encerrándose en su habitación, comiendo nutella o pizza —a veces, ambas— y ve Singin' in the Rain, uno de sus musicales favoritos. Su llanto cesaba cuando JongIn ingresaba en la habitación, se echaba a su lado y realizaban un maratón de musicales: Funny Girl, Wicked, The Rocky Horror Picture Show y más. De esa manera, KyungSoo se dejaba seducir por las canciones y olvidaba su tristeza.
—Todavía no. —Su sonrisa no se desvanece. —Yo sé que esto ha pasado antes, pero tengo un buen presentimiento. Por favor, ChanYeol, acompáñame a la farmacia a comprar un test.
—Sí, claro, solo me arreglaré un po-.
—¡No es necesario! —Interrumpe, tomando con fuerza el brazo de su mejor amigo y jalándolo fuera del departamento. —La farmacia está a un par de cuadras, no tardaremos.
—¿Y si el amor de mi vida está ahí y se asusta porque parece que no me he bañado? —Pregunta con fingida indignación, viendo al más pequeño cerrando la puerta.
—Tú nunca te bañas. —Murmura y arrastra a Park hasta el ascensor.
—¡Oye, eso es una falacia!
KyungSoo no responde pues está inmerso en marcar el botón del ascensor. ChanYeol nota el manojo de nervios que es su amigo y con cuidado aleja el dedo insistente del botón. El elevador aparece vacío y se suben rápidamente. ChanYeol marca el piso uno y llegan en cuestión de segundos; ellos viven en el séptimo piso. Las puertas se abren y KyungSoo apresura el paso no sin antes coger fuertemente a ChanYeol del brazo, quien se deja arrastrar. Al menor le gusta caminar de esa manera, enredando su brazo con el contrario, ¡es tan cómodo! Al mayor no le causa ninguna molestia caminar de esa forma con su mejor amigo, pues lo han hecho desde pequeños. Asimismo, él haría cualquier cosa por Do, no puede evitarlo. Desde que lo conoció sintió una conexión muy fuerte. Si KyungSoo ríe, él ríe. Si KyungSoo llora, él llora. No sabe a qué se debe eso, ¿ese sentimiento? No sabe ni como nombrarlo. Por algunos años creyó que eran almas gemelas. Sin embargo, no siempre las almas gemelas acaban juntas, es decir, en una relación amorosa de pareja. Ellos solo eran amigos, mejores amigos. Y aunque estaba feliz por KyungSoo y consideraba a JongIn como un hermano, se sentía ligeramente fuera de lugar.
Caminan por el amplio vestíbulo, viendo las mayólicas del suelo blancas y relucientes gracias al arduo trabajo de los conserjes. Las paredes son blancas con detalles grises, sin embargo, no llega a verse opaco o sin vida, pues en el área de recepción las mayólicas dan la ilusión de madera, dándole un toque rústico. Asimismo, las amplias ventanas que dan hacia la calle no se encuentran cubiertas, por lo cual, la iluminación producida por el sol entra directamente. El vestíbulo es probablemente una de las áreas más bonitas de todo el edificio. Quizá daba el aspecto de ser un lugar lujoso, pero realmente no lo era. Ese edificio era de los más baratos que el matrimonio encontró para poder mudarse cuando eran unos jóvenes recién graduados y casados. Además, se hicieron cargo de todos los gastos; sin aceptar dinero de sus familias... Más bien, sin aceptar dinero de la familia Kim, pues los Do jamás ofrecieron nada al matrimonio.
Al acercarse a las puertas de vidrio, aparece el portero, Kim JongDae, quien da una rápida reverencia y abre la puerta. ChanYeol y KyungSoo le sonríen y se inclinan hacia delante la parte superior de su cuerpo en señal de respeto.
—¡Que tengan un espléndido día, Park y Do!
JongDae es muy amable y de lejos el mejor portero del mundo —aunque, es el único que conocen. Incluso, su rostro está en el cuadro de honor del empleado del mes. Es extremadamente conversador, así que logró hacerse amigo de la mayoría de huéspedes en las diversas juntas. Asimismo, el hombre no solo trabaja ahí, sino que también vive ahí. Aunque, no se sabe si con alguien o solo; tiene sus misterios.
ChanYeol y KyungSoo caminan por la acera con mucho cuidado, pues el invierno ha comenzado y hace un par de día que ha nevado. Hay nieve por todas partes y KyungSoo teme resbalarse pues eso sería perjudicial para él... y para el bebé. ChanYeol lo nota, pero prefiere no comentar nada. Si algo arruinará la ilusión de KyungSoo que sea un test de embarazo, al cual puede tirar por una ventana y no a él. Después de caminar un par de cuadras llegan a Inkafarma donde hay precios bajos siempre. No hay ni una solo alma, a excepción de la cajera. KyungSoo se apresura a pedirle una prueba de embarazo mientras que ChanYeol revolotea alrededor, preguntándose si debería cruzar la pista hasta la tiendita de Don Vicente para comprar nutella, un caramelo o cualquier cosa dulce por si las noticias no son las esperadas. ¡No había ninguna pizzería cerca! Da una miradita a KyungSoo, quien está moviendo su pie rítmicamente, esperando a que la cajera regresa con la prueba. Se desliza hacia afuera de la farmacia con sigilo y corre hacia la otra acera. Él creyó que gracias a sus largas piernas llegaría en un par de pasos. Pero correr con chanclas por la nieve fue su peor decisión; casi se cae. Se toca el pecho porque se ha llevado un susto que ha producido que su alma deje su cuerpo. Retoma su caminata hasta la bodega, ahora con mayor tranquilidad. Compró varios chocolates para KyungSoo y para él. Cuando se da la vuelta y sale de la tiendita, KyungSoo está parado en la vereda contraria con la cajita del test, esperándole.
—¿Chocolate, eh? —Juguetea con la cajita en sus manos.
—Hay que engreír al embarazado.
Cuando se da cuenta las palabras ya han salido de su boca. Si bien la oración hizo a KyungSoo sonreír como un angelito, también lo había doblemente ilusionado. Se reprendió mentalmente por haber dicho eso, debe ser más cuidadoso con sus palabras. Caminan con sus brazos entrelazados sin mencionar nada más. Incluso el silencio era cómodo para ellos. ChanYeol observa de reojo a KyungSoo, su piel casi tan pálida como la nieve, sus mejillas ligeramente regordetas, sus belfos carnosos, su naricita y sus ojos llenos de esperanza. KyungSoo es hermoso... JongIn, probablemente, opine lo mismo.
Están de vuelta en el edificio, sacando la nieve de la suela de sus zapatillas y chanclas. ChanYeol, increíblemente, no se murió de frío, pues salió en chanclas, shorts negros y un polo de manga corta gris. JongDae observa la prueba de embarazo en las manos de KyungSoo y le brinda una sonrisa cómplice cuando el bajito le mira. KyungSoo se avergüenza, en sus planes no estaba que el portero buena onda se enterara. Desvía su mirada avergonzada y avanza con ChanYeol hasta el ascensor, el cual al abrirse revela al señor Chung, a Joohyun y a Seulgi, los tres en una de sus usuales discusiones porque el viejo era testarudo y ellas jamás se quedaban calladas. ChanYeol y KyungSoo hacen una reverencia, y las contrarias lo hacen por instinto, como si estuviera en su sangre inclinarse ante un mayor. Claramente, el señor Chung era la excepción (porque no era nada amable, jamás). KyungSoo se preguntaba si cuando fuera viejo sería igual de cascarrabias. Regresa a la realidad cuando se da cuenta de que todos se han paralizado y que los curiosos ojos bajan hasta sus manos, quizá porque el chico —por los nervios— había estado golpeteando la cajita contra la palma de su mano. Las chicas le sonríen y el señor Chung solo rueda los ojos, murmurando: "felicidades". Bien, ahora cuatro personas externas a su círculo cercano lo sabían. Y tres de ellas eran sus vecinos. ¡Fantástico! ¡Bravo! Nótese el sarcasmo, el pobre se estaba muriendo, cuestionándose si ilusionarse más o desilusionarse porque si resulta que no hay queque en el horno tendrá que responder preguntas incómodas que, seguramente no sean malintencionadas como: ¿Cuántos meses tienes? ¿Podemos ayudarte en algo? ¿Podemos ser las madrinas? Y un largo etcétera.
ChanYeol nota el pánico en los ojos de KyungSoo, así que ríe escandalosamente para que la atención se centre en él. Queda como un lunático, pero al menos logra su cometido. Por un lado, las chicas ríen nerviosamente, se inclinan nuevamente y se van, tomándose de la mano y murmurándose mil cosas que harían ese día, entre ellas buscar telas, pues estaban emocionadas con seguir aprendiendo a confeccionar sus propias vestimentas. Por otro lado, el señor Chung se acerca a JongDae preguntándole con voz quejumbrosa si había llegado algún paquete para él. Los mejores amigos aprovechan que todos se han dispersado y entran al ascensor, presionando el número siete. En un par de segundos llegan al piso destinado, caminan por el pasillo y entran al pequeño departamento Kim-Do. Los cinco perros aparecen moviendo la cola y saltando con emoción hacia los recién llegados. KyungSoo les sonríe y les acaricia la cabeza. ChanYeol se pone a jugar con ellos, haciendo muecas extrañas y el amago de empezar a correr.
—Haré la prueba, espérame. —KyungSoo anuncia antes de desaparecer por el corredor que lleva hacia el único baño y hacia dos habitaciones (uno perteneciente a las mascotas y otro al matrimonio).
Sí, las mascotas tenían su propio cuarto, en el cual estaban sus camas, sus juguetes y sus platos de comida y agua. Aunque, los platos, a veces los llevaban a la sala-comedor-cocina para que sus mascotas comieran con ellos. Así eran los almuerzos familiares de los Kim-Do.
ChanYeol coge uno de los juguetes de los perros que está tirado en la sala y juega con ellos. Inclusive, se sienta en el suelo con total confianza. Es como si esa casa fuera suya. Se entretiene un rato con los perros hasta que ellos y ellas deciden que se han aburrido de ChanYeol y se ponen a corretearse entre sí. Park se levanta del suelo y camina por el amplio espacio que cumple la función de sala-comedor-cocina; todo extremadamente junto porque sus departamentos son pequeñísimos. Y el comedor, en realidad, es una simple barra y un par de banquitos altos. ChanYeol se sienta en el sillón de la sala, observando la mesita frente a él, aquella donde hay tres cuadros fotográficos. En dos fotos aparecen JongIn y KyungSoo, sonrientes y enamorados uno del otro. Y en la última fotografía, aparece el feliz matrimonio y él. Esa foto es antigua, de cuando estaban en la universidad y compartían dormitorio dentro del campus. Los tres sonríen a la cámara, mostrando las pulseras de la amistad que ChanYeol había hecho. Incluso en la fotografía existe una separación obvia. JongIn tiene una de sus manos encima del estrecho hombro de su novio, protectoramente. La foto le resulta graciosa.
—Ya regresé. —Anuncia el, supuestamente, embarazado.
ChanYeol sale de su nube de pensamientos y estira la mano, agarrando la prueba y colocándola en el centro de la mesita, justo en el medio de las dos fotos del feliz matrimonio. Se pregunta si el bebé se parecerá a KyungSoo, a JongIn o será alguna mezcla de ambos. Como sea, ese bebé sería hermoso no solo porque los padres fueran guapos, sino porque él sería el padrino y, obviamente, su sobrino o sobrina a sus ojos sería brillante tanto en su exterior como en su interior. ¡Ya hasta se imaginaba cuidándolo! Esta vez KyungSoo no sería el único que se pondría a llorar en caso no hubiera embarazo.
—A penas salga el resultado, léemelo. —KyungSoo toma asiento al lado de ChanYeol, recostándose en el respaldar del cómodo sillón azul y cerrando los ojos.
ChanYeol asiente, a pesar de que el contrario no le observa.
—¿Qué harán con las mascotas? Creo que los embarazados no pueden estar cerca.
—¿Eso es un sí? —KyungSoo busca a tientas la mano de ChanYeol, cuando la consigue la aprieta con fuerza.
—Solo pregunto mientras espero el resultado.
—Amo a mis perros, quiero cuidar de ellos, por eso los adopté. —Susurra. —Se quedarán conmigo, quizá no me pueda acercarme tanto a ellos... —Su voz se va volviendo cada vez más bajita. —¿Por qué hablamos de esto? Ni siquiera sé el resultado. —Abulta los labios, formando un puchero y arrugando ligeramente el entrecejo.
—Yo creo que se quedarán. —Con su mano libre coge la prueba, automáticamente frunce el ceño. —Lo siento, tú...
KyungSoo abre los ojos y se sienta correctamente; con la espalda recta. Le quita a ChanYeol la prueba de embarazo blanca con morado. Su presentimiento no puede fallar, ¿o quizá se hizo la prueba muy rápido? Sin embargo, su expresión cambia, aunque ChanYeol sigue teniendo la misma: triste.
Sus ojos se llenan de lágrimas y gira la prueba, mostrándole a ChanYeol las dos líneas.
—¿Un chocolate? —Inquiere confundido, buscando a tientas la bolsita con golosinas. —Dos líneas es igual a dos "no", ¿cierto? Y una línea es sí, ¿verdad?
KyungSoo no puede enojarse porque la felicidad recorre todo su pequeño cuerpo.
—¡Dos líneas significa que sí estoy embarazado, tonto! —Se abalanza sobre su amigo, abrazándolo y sollozando en su hombro.
—¡Oh, por Dios! —ChanYeol se para y levanta a KyungSoo, cargándolo de las axilas y dándole vueltas. —¡Un milagro navideño! ¡Gracias Santa Claus, siempre creí en ti, en tus renos voladores y en tus duendes sobreexplotados!
KyungSoo ríe y las lágrimas de alegría pura no dejan de caer.
—¡Oh, estoy mareando a mi sobrino! ¡Sobrina! ¡Oh, por Dios! —ChanYeol se detiene y baja a KyungSoo. —¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?
—¿Feliz? ¿Dichoso? ¿Afortunado? ¡Me siento genial! —Vuelve a abrazarse a ChanYeol. —Por favor, no le digas a nadie, mucho menos a JongIn.
Bueno, sus vecinos ya sabían, así que la tarea para ChanYeol (y su bocota) no sería tan complicada.
Park baja la cabeza, observando el cabello negro alborotado.
—¿Por qué no a JongIn? ¿Se lo quieres decir personalmente tú?
Quizá la respuesta a su pregunta era obvia, pero su pequeño amigo siempre salía con cada idea.
—Navidad es la próxima semana, se lo diré como regalo... Se emocionará mucho. —Se separa del pecho del mayor y seca sus propias lágrimas.
—¡Es una excelente idea! ¿Ya pensaste cómo se lo dirás? ¡Oh, claro que no, lo acabas de descubrir!
KyungSoo ríe ante el monólogo de su amigo.
—Sugiero cantar creep.
—Ya te dejé cantarla en mi boda... —KyungSoo abulta sus labios, haciendo un puchero. Su mejor amigo tiene una obsesión enfermiza con esa canción. —Si tanto te gusta la canción, guárdala para que se la dediques a alguien muy especial.
—¡Tú eres especial! —Exclama. —¡Sería genial continuar el legado! Ya sabes, la canté en tu boda, la canto mientras le cuentas a JongIn, la canto mientras te abren como pollo y te sacan al bebé, la canto cuando-.
—¡Ya entendí! —Grita abruptamente, abriendo en demasía los ojos, ¡No quería ser abierto como un pollo! —Si no se me ocurre algo, te dejaré hacerlo... —Suelta, pero, en realidad, él ya tiene mil ideas para sorprender a su esposo.
(...)
Llegó el 24 de diciembre y KyungSoo estaba saltando en un pie producto de la alegría contenida casi una semana entera por guardar en secreto su embarazo. Asimismo, convenció a sus vecinos, vecinas y al portero de no decir ni una sola palabra a JongIn. Sería un gran regalo navideño —en realidad, un regalo de nochebuena. Y tenía la manera perfecta de decirlo, la cual planeó luego de que ChanYeol se fuera de su departamento sin los chocolates porque KyungSoo igual se los quería comer. El menor se quedó sentado en su sillón azul pensando en cómo comunicar la noticia. No tenía que ser algo grande y llamativo, pues no quería hacer de su embarazo un circo. Quería que fuera un momento íntimo y romántico. Optó por comprar una cinta roja larga, lo suficiente para amarrársela a la cintura. También, compró un moño que pondría en su cabeza. Había soñado con ser, literalmente, un regalo para JongIn. Se despertaría temprano para alistarse y cuando su esposo saliera del cuarto a la cocina, lo encontraría con todo encima. JongIn se acercaría curioso a llenarle de besitos, abrazándole por detrás. Después preguntaría: "¿Qué está sucediendo?" Y le respondería: "Desenvuelve tu regalo". Al quitar la cinta se daría cuenta de que en la parte interna hay algo escrito. KyungSoo pediría con su voz cantarina: "Léelo en voz alta". JongIn obedecería pronunciando: "Felicidades, seremos padres". JongIn lloraría, KyungSoo lloraría, ¡los dos llorarían por ver uno de sus sueños cumpliéndose!
Sin embargo, cuando KyungSoo sale de la cama no recuerda en donde escondió la cinta. Se pasea por la habitación con sigilo, intentando no despertar a JongIn quien ronca como si fuera un animal. KyungSoo refunfuña y sale del cuarto, quizá lo escondió en algún cajón de la sala. Al llegar observa que encima de la mesita está el plumón con el cual garabateó el mensaje en la cinta. Se apresura, deduciendo que la cinta debe estar por ahí. Mientras más pasos da y más se agacha para abrir y cerrar cajones, su paciencia va llegando a su límite. Además, el sonido de las manecillas del reloj de la cocina le estaban irritando. El departamento está totalmente en silencio, a excepción de ese tonto reloj. KyungSoo abrió todos los cajones y la cinta no estaba. Se sienta en el suelo, sin querer darse por vencido, recargándose de energía. En eso, escucha unas pisadas de pequeñas patitas acercándose. KyungSoo va a abrazar a su mascota hasta que se da cuenta de lo que Monggu lleva en el hocico.
¡La cinta!
KyungSoo se levanta del suelo y se va a acercar para quitársela, pero el perro cree que están jugando y comienza a correr por el pequeño departamento. El bajito mira hacia el pasillo que da a las habitaciones, JongIn seguro sigue dormido y cuando el moreno duerme nada ni nadie es capaz de despertarlo. Así que, acepta el desafío. Corre detrás de Monggu, pero es una batalla injusta, el perro es pequeño y puede pasarse por debajo de las sillas y sillones mientras que KyungSoo debe esquivar los objetos. Asimismo, a Monggu le gusta correr. En realidad, JongIn y Monggu habían participado en canicross, que es prácticamente una carrera junto a tu perro. La única vez que KyungSoo participó de un maratón con JongIn, el moreno tuvo que cargarlo porque se había cansado y sentía que desfallecería ahí mismo y ¡qué vergüenza desmayarte en frente de tantos desconocidos! Fue un milagro que no apareciera en las noticias locales como "joven con poquísima capacidad física es cargado como un costal de papas por su sexy novio y llegan últimos en una maratón de tan solo 5 kilómetros, ¿Qué está pasando con los jóvenes? ¡Mucho tiempo en el celular y poco realizando actividad física!". Bien, quizá exagera porque nadie pondría un titular tan largo, pero eso no quita la vergüenza que sintió en ese momento. Su actividad física habitual se reducía a los sentones que le daba a JongIn... Eso cuenta como actividad física, ¿no?
KyungSoo no quiere verse como un completo sedentario, así que diremos que sí.
—¡Dame esa cinta! —Susurró (queriendo gritar) abalanzándose sobre el perro. —Por favor. —Gruñó mientras sostenía una punta de la cinta y el perro la otra. —Soy tu padre, obedéceme.
El perro parecía considerarlo.
—Voy a llorar si no lo sueltas. —Amenazó.
¿Quién amenazaba de llorar a su propio perro?
Claramente, KyungSoo, quien ya tenía lágrimas bajando por sus mejillas.
El perro le entendió o se cansó, pero la cuestión es que soltó la cinta.
KyungSoo chilló de alegría y el perro le movió la cola, acercándose para ser acariciado. KyungSoo le acarició la cabecita y las orejas, susurrándole lo buen perro que era, como si la mini pelea jamás hubiera sucedido. Monggu luego de ser mimado se fue por ahí, perdiéndose en algún lugar del departamento mientras que KyungSoo extendía la cinta sobre la mesita.
—Mierda.
La cinta estaba hecha mierda. El perro la había babeado, se notaban las marcas de los dientes y estaban también las huellas de Monggu o de algún otro de los perros. ¡No podía ponerse eso!
—Bien, no es el fin del mundo. Lo lavaré. —Habló consigo mismo, en un intento de tranquilizarse.
Podía atrasar la sorpresa un par de horas, ¿no? De todas formas, los regalos se dan a las doce de la noche. Se levantó del suelo y fue hacia la pequeña y casi inexistente lavandería. Abrió el caño y acercó una tina, lo lavaría a mano. Bueno, ese era el plan hasta que sintió más pasos y esta vez no era de sus mascotas. JongIn se había levantado y él entró en pánico, tirando la cinta a la lavadora y cerrando el artefacto.
—¿Vas a lavar tan temprano? —JongIn apareció, arrastrando sus palabras y bostezando.
—Uhmm, sí. ¿Tienes ropa de color para lavar? —Preguntó por instinto.
—¡Oh, sí, la traeré!
A penas JongIn se dé la vuelta, KyungSoo sacaría la cinta de ahí. Sin embargo, el moreno no se fue, sino que se acercó para abrazarlo y plantarle besitos por todo su rostro. ¡JongIn es tan amoroso! Ese es uno de los rasgos que más le gusta de su esposo. KyungSoo jamás se había sentido tan amado y especial para alguien. Y lo apreciaba, intentando ser recíproco, aunque le costara un poco expresarse. No era bueno con las palabras ni con las acciones, solía titubear y sobre pensar todo. Sin embargo, JongIn jamás se lo recriminó o lo hizo quedar como un "mal amante". Al contrario, JongIn era dulce para expresarse, siempre intentando no lastimar al otro. JongIn le enseñó a abrirse más, a hablar sin miedo y a demostrar su afecto con acciones. KyungSoo jamás se arrepentiría de haberle pedido ayuda a Hawoon para acercarse a JongIn. Esa fue una de las pocas buenas decisiones que tomó en su juventud.
—Hay que lavar después, volvamos a la cama. —Formó un puchero con sus labios, intentando verse adorable. —Hay que acurrucarnos.
—Nini flojito. —Comentó burlonamente el que solo hace sentones como deporte.
—Amor, hay que relajarnos es fin de año... —Continuó, tomando a KyungSoo por la cintura y encaminándolo hacia la habitación.
El bajito miró hacia la lavadora y suspiró. JongIn no encontraría la cinta, ya que estarían juntos en la cama. Se dejó conducir hasta la habitación e hicieron lo que JongIn había pedido, acurrucarse y mimarse entre besitos, caricias y risitas. Sus pies y brazos se enredaron, tocando todo lo que podían del cuerpo contrario. En algún momento, ambos se abrazaron y se quedaron dormidos.
Aún sin despertar completamente, KyungSoo mueve su mano por la cama, buscando el otro cuerpo. Sin embargo, no lo encuentra. Gruñe porque le gusta mucho el calor corporal de JongIn y en ese momento se ve privado de ello. Sus ojos se abren lentamente, viendo borroso en un inicio hasta que su visión se estabiliza. KyungSoo baja de la cama y arrastra sus pies hacia la cocina, pasando por la salita en la que están sus perros jugando entre sí. Los saluda, acariciándoles la cabeza cuando se acercan meneando la cola hacia él. Al escuchar una risa, levanta la mirada y se encuentran con su esposo, viéndole desde la cocina. Lo único que separa la cocina de la sala es la barra en la que se sientan a almorzar.
—¿Me estás haciendo el desayuno? —Inquiere, alzando una ceja.
JongIn no es bueno en la cocina. Siempre hace explotar algo, quema algo o inventa una nueva comida. Por ejemplo, en el primer desayuno que JongIn hizo, llevaba huevo duro y por algún motivo decidió meterlo en el microondas. El huevo explotó, ensució todo el microondas por dentro y KyungSoo estaba asustado por el horrible sonido que había hecho el huevo al explotar. JongIn limpió todo mientras repetía "A partir de ahora le preguntaré al lindo e inteligente KyungSoo que puedo meter al microondas porque si rompo éste nos quedamos sin microondas; y, no tenemos plata para comprar otro". KyungSoo asentía satisfecho, observando a su novio limpiando el mini desastre. Y aunque JongIn ya no había hecho explotar nada más, sí dejó caer miles de tazas al piso. En algunas ocasiones, KyungSoo ni siquiera estaba en casa, pero JongIn le tomaba foto a la tragedia y se la mandaba a su novio junto a muchas caritas riéndose y llorando. KyungSoo respondía con la carita que rueda los ojos, aunque se reía por la torpeza de su novio. Finalizaba su mensaje con un "Ten cuidado, puedes cortarte". Tenía su manera de expresar su preocupación.
—Es simple... Muy simple... —Kim ríe nerviosamente. —¡Una tortilla de huevos y hot dog!
KyungSoo no puede evitar sonreír.
—Es hecho con amor, eso es lo importante. —Continúa.
—Y que sea comestible... —Do agrega, acercándose hacia su esposo.
KyungSoo no dice nada sobre el desastre que es su cocina porque sabe que JongIn la limpiará. El moreno se encarga de la limpieza; esa es una de las tareas que se repartieron luego de un par de problemas cuando apenas se habían mudado a convivir juntos.
JongIn se centra en lo que se supone que es una tortilla, la cual se está friendo en la sartén. Coge la espátula para darle la vuelta a la tortilla, todo bajo la atenta mirada de su esposo. Se pone ligeramente nervioso, sintiendo como si una gota de sudor fuera a bajar por su frente.
—Siento como si estuviera en un examen de cocina...
—Debes aprender a cocinar, en algún momento ya no podré hacerlo. —KyungSoo dice vagamente.
—¿Eh? ¿Por qué? —JongIn gira para mirarlo.
KyungSoo se da cuenta de que no pensó antes de hablar.
—Puede ser que me enferme. —Miente.
Cuando su embarazo esté más avanzado ya no podría hacer todo lo que hace ahora, sobre todo porque realmente quería un embarazo exitoso. Le había costado mucho llegar a estarlo, así que suponía que debía cuidarse aún más. Asimismo, JongIn, generalmente, era protector, así que, seguro su nivel de protección se elevaría. Por ende, no le dejaría acercarse a la cocina ni por un vaso de agua. KyungSoo lo sabe porque ya ha pasado anteriormente con simples resfriados o dolores musculares. JongIn siempre quiere ayudarle y hacerle sentir mejor. Aunque en esas ocasiones JongIn no cocinó, sino que pidió un delivery —que hacía pasar por suyo; KyungSoo no le creía, pero no le contradecía—. KyungSoo siente un nudo formándose en su garganta con solo recordar esos momentos. ¡No llores, no llores!, se dice a sí mismo.
—No soy tan mal cocinero... No aprecias mi sazón. —Pronuncia juguetonamente, viendo el rostro pensativo de su novio. —¿Pasa algo? Puedo meterme a un curso de cocina. —Sugiere.
KyungSoo ríe.
—Me gusta mucho tu sazón. —Confiesa. —Te amo.
JongIn apaga el fuego de la estufa, acerca un plato con dibujos de Pororo —no juzguen sus platos—. Con cuidado coloca la tortilla encima. Deja el plato en la barra y estira su mano para que KyungSoo la tome, cuando sus manos se tocan y sus dedos se entrelazan caminan hacia los largos banquitos y toman asiento.
—Entonces, ¿Por qué lloras?
JongIn saca un cuchillo y un tenedor del portacubiertos y lo deja a un lado del plato de KyungSoo, esperando pacientemente por una respuesta. El blanquecino juguetea con sus manos con ganas inexplicables de llorar. Quizá no tan inexplicables. Había leído que los cambios de humor se daban frecuentemente en el primer trimestre de embarazo, sin embargo, ¿no era muy rápido para eso? O quizá no llora por culpa de sus hormonas, sino porque, simplemente, está muy feliz. Tan feliz que su cuerpo no puede ocultarlo. No obstante, todavía no es momento de confesar su pequeño y maravilloso secreto. Le sonríe a JongIn, asegurándole que se encuentra bien y que solo llora porque esas fechas lo llenan de sentimentalismo. Ambos comen de la gran tortilla que JongIn ha cocinado.
—Uhm, por cierto-
—Traga antes de hablar o te atorarás. —KyungSoo interrumpe, a sabiendas de que su novio es muy torpe, en especial porque JongIn ya se ha atragantado por querer hablar mientras mastica.
El moreno obedece, callándose por un momento hasta que el pedazo de tortilla ha desaparecido de su boca.
—Lavé la ropa.
KyungSoo abre los ojos en sorpresa, pero actúa con discreción, continúa comiendo.
—Encontré una cinta roja entre la ropa, ¿es tuya?
—¿Chinta rojha? —Habla sin terminar de masticar.
—Te vas a atorar. —JongIn advierta con una sonrisa porque KyungSoo no cumple con lo que él mismo dice. —Supongo que sí es tuya, ¿para qué es?
—Uhm, —KyungSoo traga rápidamente. —¿ya la viste? Me refiero a lo que tenía escrito.
JongIn ladea la cabeza y suelta su propio tenedor. Se levanta y va hacia la lavandería, que, en realidad, es únicamente su lavadora y un caño. Aparece nuevamente con la cinta entre sus manos, la va girando como buscándole alguna palabra escrita.
—Creo que se borró. —Suelta, cuando lo único que encuentra son ligeras manchas de plumón ilegibles.
KyungSoo vuelve a respirar con tranquilidad. Aunque, ¡qué plumones más inútiles los que había comprado! ¿No se suponía que eran indelebles? ¡Le habían estafado! Iría a quejarse a Tai Loy.
—Es solo una cinta, estaba sucia y pensé que sería buena idea lavarla. —Continúa con su mentira.
—¿Y qué tenía escrito? —Vuelve a sentarse, dejando la cinta sobre sus muslos.
—Campeón de deletreo... Lo encontré en el cajón donde guardo mis diplomas, premios y esas cosas.
—Oh.
Probablemente, JongIn tenga más preguntas al respecto, pero KyungSoo sabe que no las pronunciará porque el menor conoce su pasado y entiende por qué todos esos premios amontonados en una empolvada caja, en realidad, no valen nada. Hablando de esa caja, debería botarla, ¿Por qué todavía la tiene? ¿Siente miedo de tirar todos sus recuerdos? Pero esos recuerdos eran horribles. Entonces, quizá siente que, en el pasado, a pesar de todo lo malo, había hecho algo bien. ¡Como ganarle a un montón de personas!
No, no era reconfortante.
La gloria y el júbilo habían sido buenos los primeros tres segundos en los que se enteró de que era el ganador. Después, ya no sintió nada.
Botaría esa caja más tarde.
JongIn cambia el tema, intentando tirar la tela encima del sillón de la sala, sin embargo, esta cae en el suelo. Se ríen por eso y continúan comiendo sin inmutarse por la cinta. Conversan incluso cuando la tortilla ha sido comida completamente. KyungSoo se relaja hablando con su esposo y se olvida del regalo que estaba planeando hasta que JongIn se levanta, anunciando que lavará el único plato y el par de cubiertos que han utilizado. El blanquecino observa la ancha espalda frente al lavabo, limpiando los trastes y se acuerda que su regalo acaba de ser descubierto. Debe pensar en otra cosa y que ChanYeol cante creep no está en sus planes.
(...)
Un par de horas —y mensajes intercambiados con ChanYeol— después, KyungSoo ha decidido comprar un pastel, el cual deberá tener escrito con chocolate: "Felicidades, te convertirás en padre". Es una idea sensacional, a excepción que la única pastelería cercana que ha abierto el 24 de diciembre lo hará solo hasta la una de la tarde. Le queda menos de una hora para llegar. En un inicio había pensado pedir una torta a su gusto, pero tendría que conformarse con cualquiera que quede y si es necesario, él mismo escribirá el mensaje. Uno de sus dos inconvenientes está resuelto. El segundo es que no sabe cómo salir del departamento sin llamar la atención. Está acurrucado en el sillón con JongIn viendo El Grinch. Desde que se casaron pasan sus navidades de esa manera tranquila, no suelen visitar a su familia. Bueno, KyungSoo es quien no visita a su familia. En cambio, JongIn pasa el 24 y 25 con KyungSoo para el 26 irse a visitar a sus madres y hermanas, quienes tienen una reunión llena de comida y música. KyungSoo solamente fue una vez, no volvió a ir porque se sintió como si fuera un invasor. JongIn le había tratado de explicar que era bienvenido en su casa siempre. Incluso, las mamás y hermanas de JongIn hablaron con él. Pero KyungSoo no podía, se sentía ajeno a ellas y a su celebración. Después de hablarlo, JongIn no insistió en llevarlo consigo los demás años. Además, era un día en el que la pasaban separados; la pareja no necesitaba verse las veinticuatro horas del día, los 365 días del año.
—Uhmm, ChanYeol me acaba de escribir... —Murmura, observando el bello rostro bronceado de su esposo, quien mira atentamente el televisor.
—¿Le sucedió algo?
—Necesita ayuda para envolver un regalo. —Miente. Otra vez.
A KyungSoo le iba a crecer la nariz como a pinocho. O Santa Claus podría no traerlo ningún regalo esta navidad, ¡estaba mintiendo demasiado! Y encima, JongIn inocentemente le creía.
El moreno suspira, tirando su cabeza hacia atrás.
—Está bien, vamos.
—Solo está pidiendo que vaya yo. —Se excusa, viendo como JongIn toma el control remoto para apagar el televisor. —Seguro está envolviendo tu regalo.
JongIn forma un puchero con sus labios y esconde su rostro en el cuello blanquecino.
—Mi KyungSoo. —Murmura, abrazando al más bajito. —No quiero quedarme solito.
El nombrado acaricia la espalda contraria y susurra:
—Saca a los perros al parque mientras ayudo a ChanYeol.
—Uhm, mejor te espero y bajamos juntos. No creo que te demores en explicarle como forrar un regalo.
KyungSoo iba a contraargumentar, sin embargo, las palabras de JongIn lo dejan en blanco.
—Podemos jugar en la nieve y hacer algo mejor que un muñeco de nieve, ¡hagamos una polla gigante de nieve en la entrada del edificio!
KyungSoo solo atina a carcajearse. JongIn y sus ideas eran muy extrañas y llamativas, tanto así que casi acepta. Su fuerza de voluntad es increíble.
—Ayudaré a Yeol... —Lentamente, se separa de su esposo. —Ya volveré, mi JongIn.
El moreno asiente y se gira para prender el televisor y reanudar la película. KyungSoo no pasa por alto la mirada triste que posee JongIn. ¿Estaba siendo muy frío con él? Quizá. Pero todo valdría la pena al final del día. Se apresura a irse, mientras más rápido acabe con ello más rápido estará de regreso en los brazos de su esposo.
En casa de ChanYeol le pide prestado un par de zapatillas, ya que se niega rotundamente a salir del edificio en sus crocs. También, agarra con total confianza uno de los inmensos abrigos de ChanYeol que estaba regado por ahí. Inmediatamente después parten hacia la pastelería. Con mucha suerte llegan a tiempo, observando que hay un par de clientes más antes que ellos. Mientras ChanYeol hace la cola, KyungSoo observa las vitrinas apresurándose en escoger un pastel que vaya, más o menos, con la ocasión. O que al menos sea de los favoritos de JongIn. Y lo encuentra. Quizá muchos piensen que es infantil y que, sin duda alguna, un adulto cuerdo no elegiría una torta como esa. Pero KyungSoo sabe que es la ideal. Es un pastel de chocolate adornado de una manera en la que recrea el rostro de un osito. Tiene dos orejas que sobresalen, dos ojitos y una naricita elaborado con masa elástica, además de que le han dibujado una boquita. KyungSoo ni siquiera piensa en que parte escribirá el "felicidades", solo sabe que quiere con todo su corazón esa torta. JongIn el fanático de osos la amaría.
Sin embargo, sus planes se ven frustrados cuando una pareja junto a un infante se paran a su costado y miran la misma torta. Sus sospechas se confirman cuando escucha la voz del niñito diciendo que quiere ese pastel. KyungSoo lo piensa, ¿el niño desconocido o tu esposo que te ama mucho? ¡Tu esposo! Ese pastel de oso será suyo, incluso si debe correr sangre. Okay, quizá está exagerando un poco. Pero sí es capaz de despelucar al hombre que conforma la pareja. KyungSoo chista, viendo como esa peluca se ve tan falsa. Se apresura a golpetear el vidrio, llamando la atención de quien atiende. La chica joven, quizá hija de quien dirige este lugar, se quita sus audífonos y se acerca sonriente.
—Llevaré ese pastel. —Anuncia. —El del oso.
La pareja de al costado se mira entre sí hasta que la dama que conforma esa relación le dirige la palabra.
—¿Podría llevarse otro? Mi hijo desea ese.
—No me importa su hijo. —Responde bruscamente de casualidad.
KyungSoo no suele ser descortés, sin embargo, cuando está nervioso no modula su tono al hablar. Por ello, su tono sonó brusco. El blanquecino observa como los tres rostros se desfiguran automáticamente.
—¿Perdón? —Ahora es el hombre.
—Yo llegué primero, me lo llevo.
—¿Por qué? —La señora suena indignada. —¿Un viejo como tú comiendo un queque con forma de oso? ¡Por favor!
La chica detrás del mostrador mira a la pareja, luego a KyungSoo, sin saber que hacer con el pastel que tiene en mano. No quiere meterse en problemas en el trabajo, así que simplemente coloca el pastel encima de la vitrina, justo al lado de un tarro lleno de galletas navideñas (en forma de árboles, Santa Claus, regalos, etc.), las cuales estaban regalando.
—¿Qué clase de persona le compra un pastel a su hijo? ¡Coman pavo, pollo o cerdo! ¡Es navidad! —Chilla, estirando sus brazos hacia el mostrado en el cual la chica joven ha dejado el pastel para observar la pelea.
—¡Es su cumpleaños! —El hombre gruñe.
—¡Oh, es Jesús! —Grita, viendo al niño, el cual le frunce el ceño. —Jesús era más empático.
—¿Está todo bien, Soo?
ChanYeol dejó la fila hacia la ventanilla porque se dio cuenta de lo que estaba sucediendo pasos más allá. No podía dejar a su mejor amigo embarazado discutir solo.
—Mira, Jesús hizo su divina aparición.
—¡Oye, eso es una falta de respeto! —La señora suelta la mano de su hijo, lista para entrar a una pelea no únicamente verbal.
—¡Perdón pues! —KyungSoo le entrega a ChanYeol el pastel y da un par de pasos más cerca de la señora.
—No es buena idea... —Murmura el más alto, parándose como una muralla entre la desconocida y su amigo. —Ya tenemos el pastel; vámonos.
—Joven, —el hombre vuelve a hablar sin darse por vencido. —es el cumpleaños de mi hijo, queremos ese pastel.
ChanYeol mira la torta, sus labios se estiran hacia arriba, aguantando la risa. Él sabe el por qué KyungSoo ha escogido esa torta y sabe también que el bajito no dará su brazo a torcer.
—Perdón, Jesús, será para la próxima. —Se agacha y habla calmadamente.
—¡Mi nombre no es Jesús! —El niño grita, metiendo sus dedos en los ojos de ChanYeol.
—¡Auch! —ChanYeol chilla, tirando su cabeza hacia atrás, tratando de alejarse del niño.
—¡Niño mal portado! —KyungSoo exclama.
—Oh, ni creas que le pondrás un dedo encima a mi hijo. —El señor pone detrás de sí al menor.
—No, jamás atacaría a un niño, pero si a sus padres desubicados. Además, usted no sabe de dónde soy, ¡yo vengo del Ca-!
Ni siquiera terminar de hablar, ya que estira su brazo, cogiendo con fuerza lo primero que ve: el tarro de galletas. Saca las galletas y las avienta al señor, golpeándole en todo el rostro. Obviamente, la esposa le grita que se detenga y KyungSoo exclama que no se detendrá hasta que se vayan. Sin embargo, su plan gritado a los cuatro vientos pierde fuerza cuando su mano toca el fondo del tarro. No hay más galletas, así que continúa alardeando para probar suerte y ver si la familia se retira. ChanYeol intenta abrir los ojos, pero le arde. Por ello, es incapaz de ver la pelea en la cual su pequeño, pero atrevido amigo se ha metido. Solo es capaz de pararse tambaleante, viéndose aterrador porque es inmenso. Antes de que la familia se percate de que KyungSoo nada más gritaba por gritar y ya no tenía más galletas para arrojar, los dueños del local intervinieron. Debido a que KyungSoo y JongIn frecuentaban ese lugar, le dieron la razón y le dejaron quedarse con el pastel. Eso sí, si bien las galletas navideñas eran gratis, él debía pagar por ellas, ya que las había desperdiciado arrojándolas al rostro de un hombre. Nadie comería esas galletas. También, los dueños le ofrecieron a ChanYeol pasar al baño a mojarse los ojos, porque quizá eso le ayude a bajar el ardor en los ojos.
—Espero que tu hijo o hija no sea así. —ChanYeol farfulló mientras sobaba sus ojos, apoyándose en el lavabo del baño.
—JongIn y yo lo educaremos con mucho amor y paciencia, no te preocupes.
Bueno, ChanYeol no podía discutir eso porque conocía a ambos hombres. Estaban llenos de amor para dar y recibir. Y lo visto hoy, era más bien una técnica de defensa, en la cual ambos adaptaban diferentes tácticas. JongIn era más tranquilo; del tipo que resuelve los conflictos hablando mientras que KyungSoo no tenía miedo de ponerse a alardear de unas habilidades de combate inexistentes con la única finalidad de asustar al contrincante. Algunas veces funcionó, otras no.
—No creo que sea buena idea que hayas entrado al baño con el pastel.
—No pienso soltarlo. —KyungSoo aferro contra su cuerpo la torta. —Además, está cubierto no pasa nada.
—Ahhh, creo que estoy mejor. —Por fin pudo abrir completamente sus ojos, viéndose en el espejo los notó rojos. —Espero que para la noche ya no estén igual de rojos que los ojos de Bella Swan cuando es convertida en vampira.
—¿Estás haciendo una analogía con crepúsculo? —KyungSoo ríe bajito, caminando hacia la puerta de salida.
—Aún recuerdo cuando me hiciste acompañarte a ver las cinco partes al cine.
KyungSoo rodó los ojos, entregándole el pastel a ChanYeol.
—Estabas obsesionado con ser un vampiro.
—¡No me recuerdes esa etapa de mi vida! —KyungSoo exclama, saliendo del baño y con ChanYeol siguiéndole los pasos.
—¡Me compraré los libros! ¡Oh, Edward es tan guapo! ¡Y ni hablar de Alice, ella también es muy linda! ¡Me veré todas las películas en las que aparezca Robert Pattinson! —Imitó la voz emocionada de un KyungSoo adolescente.
—¡Sí, son atractivos! —Se defendió. —¡Adiós! —Hizo una rápida reverencia a los trabajadores que estaban por ahí.
—¡Adiós! —Secundó ChanYeol. —Tenemos que apurarnos, hemos perdido bastante tiempo.
KyungSoo piensa en JongIn y en lo solitario que debe estarse sintiendo.
—¿Crees que puedas comprar fondant de chocolate y escribir en el pastel?
ChanYeol palidece. —¿Quieres que lo haga yo?
—Quiero ir a casa con mi esposo. —Confiesa con su voz quebrándose. —Le mentí a JongIn para salir. Sé que lo estoy haciendo con una buena intención, pero no quiero que se sienta mal.
ChanYeol acaricia la espalda de KyungSoo, escuchándolo sollozar.
—No te preocupes, Soo, cuenta conmigo.
—¡Gracias! —Llora sin poder evitarlo, abrazándose al cuerpo más grande. —Y no lloro porque esté conmovido, son las hormonas.
El mayor sonríe al escuchar el intento de excusa.
—Regresa a casa con cuidado.
Se despiden y toman rumbos distintos. ChanYeol va hacia el centro comercial a intentar encontrar fondant —sea lo que fuere eso— o cualquier cosa con la que pueda escribir encima de un queque. Mientras que KyungSoo camina con cuidado hacia el edificio, yendo hacia donde está la persona que más ama. Su mente se convierte en un lío, volviendo a sobre pensar absolutamente todo. Quiere que sea de noche de una vez para dejar de mentir y poder celebrar con JongIn que uno de sus más grandes sueños como pareja se está cumpliendo. Sabe que JongIn lo besará, le susurrará que lo ama y lo mimará. Realmente, necesita todo eso.
En un par de minutos ha llegado hasta estar parado delante de la puerta de su departamento. La toca con el puño, pues no ha sacado llave. Segundos después, JongIn, quien va vestido con pantalones marrones, botines para nieve y un abrigo, abre la puerta y entre sus piernas aparecen sus perros, todos muy animados, saludando a su papi Soo que ha vuelto.
—Estás usando el abrigo de ChanYeol. —JongIn nota.
—Salimos. —Confiesa. —Fuimos a comprar algo.
—¿Eso es parte de mi regalo?
—Lo es.
JongIn no se esperaba esa respuesta y la mueca en su rostro lo evidencia.
KyungSoo lo coge por los hombros, sonriéndole coquetamente.
—No te diré que es, pero sé con certeza que lo amarás.
—Confío en ti. —Murmura, acortando el espacio que separa sus labios de los belfos de su amado.
Su beso es tierno y reconfortante. Les hace sentir en casa.
—¿Acabas de venir de afuera? ¿Ya los sacaste a pasear?
—Nop, me alisté y te esperé. —Sus amplias manos descienden por el cuerpo más pequeño hasta quedarse en las caderas.
—Vayamos ahora.
Un par de minutos después salen con su manada de perros por las amplias puertas del edificio. Era una suerte el tener un parque al frente de su condominio. Monggu, Jjanggu y Jjangah corren por todo el parque, divirtiéndose. Mientras que Meokmul y Hoochoo disfrutan de los cariñitos proporcionados por sus dueños. El tiempo va pasando mientras observan a las personas caminando, a los autos pasando y el cielo oscureciéndose. Asimismo, el clima se va volviendo más helado. Los esposos se abrazan, queriendo entrar en calor hasta que el viento corre tan fuerte que saben que es necesario volver adentro. Llaman a sus mascotas, las cuales hacen una competencia de quien llega más rápido a sus dueños. Cuando todos están cerca, JongIn les coloca las correas, ya que, a veces, sus perros se distraen y se van por ahí. En cualquier otra ocasión lo dejaría pasar, pero ahora quiere volver a su hogar calientito. Los esposos se toman de la mano, entrelazando sus dedos. JongIn acaricia superficialmente los dedos blanquecinos. En su caminata hacia el edificio, escuchan un llanto bajito. Dicho llanto no es humano.
KyungSoo camina siguiendo el ruido de los sollozos, llegando hasta una cajita de cartón apoyada en un árbol. Le pasa las correas de Meokmul y Hoochoo a JongIn, quien intenta no enredarse con todas las correas de sus cinco perros. KyungSoo flexiona las rodillas, agachándose y levantando la tapa, encontrado dentro un gato bebé. El corazón de KyungSoo se estruja, ¿Quién dejaría a un gato tan pequeñito abandonado en este frío? Le informa a JongIn de su hallazgo y el moreno le mira con pena. Ambos sienten una gran conexión con los animales, por algún motivo. KyungSoo no titubea cuando levanta la caja de cartón con cuidado, susurrándole al gatito que le encontrará un hogar o que ellos se convertirán en su familia. Intercambia miradas con JongIn quien asiente. No necesitan intercambiar palabras para asegurarse de que llevarse al gato es su opción ideal, sus corazones son inmensos y llenos de amor, lo cual les conduce a pensar en lo mismo. Siempre ha sido de esa manera y así permanecerán. Rebalsando su amor y contagiando a los demás.
—Lo llevaremos al veterinario cuando acaben las fiestas. —JongIn murmura, inclinándose hacia la caja y poder observar al gatito bebé. —Es lindo. Casi tan lindo como tú. —Sonríe, dejando un besito en la naricita de KyungSoo.
—¿Estás diciendo que el gato es más bonito?
JongIn se carcajea. —No, estoy diciendo que tú eres más hermoso.
Quizá es la temperatura que ha descendido debido a que ha empezado a nevar o quizá son las palabras de JongIn pronunciadas con tanta sinceridad lo que produce que las mejillas de KyungSoo se tiñan de rojo. El más bajito lidera el camino hacia las puertas del edificio. JongIn le sigue de cerca, siendo jaloneado de vez en cuando por toda la jauría de perros a los cuales sostiene con sus dos manos. El edificio en el que viven es inmenso, contando de diecisiete pisos y un estacionamiento subterráneo. En el primer piso se encuentra la recepción, un par de habitaciones y en la parte trasera tienen un mini jardín con piscina y unos tres juegos para infantes. En el quinto piso hay un salón de reuniones donde usualmente convocan a ciertos inquilinos. El último piso es la terraza para la cual se debe solicitar permiso para reservarla y usarla. Todo suena lujoso, pero la verdad es que los departamentos son minúsculos. Llegan hasta la fachada, en la cual antes de que nevara había una gran alfombra roja con bordes dorados. Cuando llegaron por primera vez se sintieron superestrellas pisando la famosa alfombra roja.
—¿Aún quieres hacer ese peculiar muñeco de nieve? —KyungSoo pregunta, moviendo la nieve con su pie.
JongIn sonríe con complicidad. —¿Crees que se queden quietos mientras lo hacemos?
—No creo que se vayan lejos...
Esas palabras son suficientes para soltar las correas y poner la caja a un costadito. Animadamente, empiezan a construir su travesura. La edad que tenían era irrelevante para sus actos. Seguían divirtiéndose de la misma manera en la que pasaban el tiempo de forma entretenida en el pasado, cuando eran jóvenes universitarios. JongIn siempre tuvo ideas grandiosas y chispeantes, llenas de picardía. Sin embargo, nunca le había gustado actuar solo, así que, a veces, se contenía. O, al menos así era antes de conocer a KyungSoo. El blanquecino le daba el empujón que necesitaba en los momentos exactos. Cada vez que estaban uno al lado del otro se sentían seguros de sus acciones y se ayudaban a realizar cualquier cosa, incluso si parecía un disparate. Quizá por ello JongIn no le agradaba a los padres de KyungSoo. Pero no es momento de amargarse con dichos recuerdos abundantes en discusiones, es mejor seguir disfrutando del presente esplendoroso.
Ambos construyen eso con un montón de nieve, logrando que esté erecto. No saben ni cómo apilaron tanta nieve entre los dos. Ríe uno y ríe el otro, incluso sus perros parecen divertirse con ellos, moviendo sus colas y corriendo alrededor a excepción de Meokmul, quien es probablemente la más flojita de la familia. Mientras admiran su escultura de nieve aparece alguien detrás de ellos, carraspeando. Se giran con los nervios de punta, con miedo de ser regañados. Aunque, pueden solo golpear la nieve hasta desaparecer la obra de arte. No es realmente complicado deshacerse del miembro viril gigante elaborado con nieve. Se dan con la sorpresa de que el portero tiene una sonrisa gatuna en su rostro. El hombre no parece enfadado, así que pueden dejar escapar el aire que contenían. A pesar de estar aliviados, las palabras del hombre mayor de igual manera les sorprende.
—¡Hay que tomarnos una selfie! —Exclama animado, sacando su celular del bolsillo de sus pantalones negros.
Los esposos intercambian miradas, confundidos, pero de igual forma miran a la cámara, sonriendo y mostrando sus bien cuidados dientes. JongDae forma con sus dedos de la mano izquierda la señal de la paz mientras que con la derecha alza el celular para que aparezca tanto la escultura de nieve como el matrimonio. Cuenta de forma regresiva empezando desde el tres y al final grita "queso". La foto le saca una carcajada e inmediatamente se la manda a alguien. Sin duda alguna, JongDae es todo un personaje. Antes de irse, el hombre con chaleco rojo, camisa blanca y pantalones negros voltea y con un semblante más serio pide por favor que destruyan la increíble obra de arte porque no quiere padres quejándose por ello. JongIn y KyungSoo asienten efusivamente, tampoco querían problemas... No más de los que ya se habían ganado. ¡Era toda una experiencia vivir en aquel edificio! El hombre uniformado vuelve a su puesto de trabajo y los esposos deciden tomarse una fotografía juntos antes de destruir el miembro viril de nieve. Minutos después, mientras entran al edificio y suben por el ascensor, KyungSoo se pregunta si el comportamiento un tanto infantil de ambos cambiará cuando tengan a su bebé en brazos. Probablemente, sí se contengan un poco. Cuando JongIn toma su mano mientras el elevador sube, se dice a sí mismo de que está seguro que serán buenos padres.
(...)
Son las diez de la noche y se encuentran preparando la mesa. Como solo eran tres personas y cinco perros (además de que ahora tenían un gato) no preparaban una cena descomunal. Asimismo, tampoco comían en la medianoche, esa manía KyungSoo la adquirió de su familia. Los otros dos hombres no se opusieron a comer antes de la hora usual. Desde que se mudaron juntos sus navidades (y cualquier celebración) suelen ser monótonas, más no aburridas. Comen juntos en el departamento Kim-Do, el cual siempre está decorado con muchas manualidades navideñas que KyungSoo hace siguiendo tutoriales en YouTube, porque se rehúsa a comprar artículos tan caros en los centros comerciales. Y la única vez que fueron a Gamarra, JongIn se perdió. Así que, no regresaron allá. Por ende, la sala-comedor-cocina estaba llena de cosas reutilizables como vasos de plástico, palitos y muchos papeles de colores. También, poseían un árbol navideño del tamaño de KyungSoo. Minúsculo.
—Iré por ChanYeol. —Avisa, poniéndose las pantuflas de osito de JongIn.
—¿Por qué no le envías un mensaje? —Su esposo, al cual le roba las pantuflas, coloca tres copas de vidrio sobre la barra del comedor, en la cual hay individuales navideños.
—Está al frente. —KyungSoo señala la puerta. —No soy sedentario como tú. —Gira la cabeza y se cruza de brazos, fingiendo indignación.
—Lo dice el que jamás ha subido o bajado por las escaleras.
KyungSoo refunfuña. Eso era cierto.
—Bien, ve por él, ya quiero ver cuál es mi regalo. —Sonríe.
KyungSoo sale rápidamente del departamento, cruza y toca la puerta. ChanYeol la abre con carita de yo no fui. Los instintos de KyungSoo le gritan que ese imbécil ha hecho algo malo. Frunce el ceño, viendo a ChanYeol ocupando toda la extensión de la puerta, parado en el lado izquierdo y estirando su brazo hacia el derecho, apoyándola en el marco de la puerta. KyungSoo no duda, inclinándose y pasando por debajo del brazo estirado. Camina a una velocidad increíble por el departamento no decorado de ChanYeol hasta llegar a la cocina, la cual luce exactamente igual a la suya. KyungSoo abre el refrigerador y lo primero que nota es que el pastel no tiene su plástico protector. Hace una mueca con los labios, cierra los ojos, respirando porque es navidad y no debería de enojarse con facilidad. Abre sus ojos y saca el pastel. Cuando lo coloca en la barra se da cuenta del desastre que ha ocurrido.
Hay algo escrito tal como se lo pidió a ChanYeol. Sin embargo, la letra es mucho más que ilegible, se ve borrosa como si se hubiera derretido. KyungSoo ladea la cabeza, confundido, mirando hacia el refrigerador y otra vez hacia el pastel. No solo las letras parecen derretidas, sino toda la decoración.
—No deberías enojarte ahora que estás en la dulce espera... —ChanYeol dice, medio ocultándose detrás de una pared.
Él podía ser un poste y tener tremendos músculos, pero KyungSoo enojado puede contra todo.
—¿Por qué no tiene su plastiquito? —Pregunta anonadado.
—No entraba en el refri.
KyungSoo mueve sus manos encima del pastel, tratando de descifrar lo que ha ocurrido.
—¡Las tortas pueden guardarse bien por muchos días en la refrigeradora! —Exclama, señalándola. —¿¡Cómo tu refrigeradora y tú lograron esto!? ¡Ahg! —Apoya sus codos en la barra, cogiendo su cabeza con sus manos. —No puedo darle esto a JongIn.
—Hey, puedo ayudar.
KyungSoo alza la cabeza y su mirada fría hace llegar a ChanYeol su mensaje. El más alto suelta su guitarra. Hoy no cantaría creep.
El embarazado estalla en llanto, ¡está jodidamente estresado! Tiene una buena noticia que dar, la mejor en toda su relación con JongIn. Sin embargo, pareciera que el mundo o el destino o quién sea, está tratando de arruinar sus planes. ¿Por qué nada le sale como planea? Forma puños con sus manos mientras en su cabecita trata de animarse a sí mismo, pero esa vocecita malévola le dice que es un fracasado, que es incapaz de realizar algo tan sencillo. Y se siente abrumado, se siente tonto. ¿Por qué llora por algo como esto? ¡Hay gente en peor situación! Pero no lo puede evitar, su llanto se intensifica mientras más sobrepiensa. Miles de voces en su cabeza aparecen diciéndole cosas distintas y se confunde. Hace muchos años que no se sentía de esa manera. Ese hueco en su pecho que había sido llenado, se está abriendo, produciendo que se vuelve a sentir insatisfecho consigo mismo. Los segundos se ralentizan, perdiéndose como si no estuviera presente en momento; se queda mirando a la nada. Regresa al presente cuando siente unos largos brazos abrazándole y un pecho fornido chocando con su cabeza.
—Todo estará bien, KyungSoo. —La voz grave de ChanYeol es como un salvavidas que aparece en el océano de sus pensamientos, pero no es suficiente, pues no es capaz de aferrarse a ella. —No importa la manera en la que le digas. Creativo o simple. JongIn te ama y se va a alegrar.
—Yo... —Intenta hablar, estira su brazo con la intención de aferrarse al salvavidas. —Quiero crear recuerdos inolvidables con mi esposo... JongIn es tan bueno. —Solloza. —Solo quiero ser recíproco con él... Él ha hecho tanto por mí.
—No le debes nada, KyungSoo. —ChanYeol susurra, acariciando los brazos delgados de su amigo. —¿Qué te parece si preparamos cupcakes y ponemos dentro una nota? No es necesario que se lo digamos hoy, ¿Qué tal el treinta y uno? ¿Uhmm? ¿Te parece una buena idea, Soo? Estarás aquí y te encargarás de que yo no lo arruine... Yo correré con los gastos. —Las últimas palabras se repetirían en el futuro.
KyungSoo es incapaz de hablar, así que deja que su cuerpo exprese gratitud. Se gira, pasando sus brazos por la cintura de ChanYeol, abrazándolo sin mucha fuerza pues ya drenó casi toda en su llanto. Park siempre fue de esa manera con él, siempre tan empático, siempre dispuesto a ayudarle, siempre tratando de sacarle una sonrisa. También, estaba agradecido con él y, claro que haría cualquier cosa por él. Su amistad era tan preciosa, tan sincera y con un amor inmenso por el otro. Por el lado de KyungSoo, el amor era el de un hermano. Por el lado de ChanYeol, tal vez era más profundo y complicado.
Los mejores amigos salen del departamento del mayor e inmediatamente se encuentran con JongIn, quien también salía de su departamento. Los tres se miran entre sí y después ríen por la coincidencia. Do y Park iban al departamento matrimonial mientras que Kim se dirigía al departamento del único soltero del grupo. KyungSoo ingresa rápidamente a su departamento, diciendo que se pondrá su chompa navideña con tres hombres de jengibre, regalo de la navidad pasada por parte de Joohyun y Seulgi en el intercambio de regalos organizado entre vecinos. Él les regalo carne vegana que encontró en Wong. ¡Oh, a ChanYeol le tocó el señor Chung! Yeol le dio medias y galletas de vainilla porque los viejitos aman abrigarse los pies y tomar lonche. A JongIn le obsequiaron un lego, aunque no era de los originales, igualmente le gustó. Antes de ingresar los dos hombres restantes se intercambian miradas, sintiéndose una ligera incomodidad en el ambiente. JongIn observa el pastel en manos de ChanYeol y enarca una ceja.
—Ahhh, esto. —Yeol habla abruptamente, moviendo la torta en sus manos. —La compré para hoy, pero, por algún motivo, se derritió.
JongIn deja escapar una risita tonta y palmea el hombro de su amigo.
No era el único que destruía cosas solo con su presencia.
—¡JongIn, tú también deberías ponerte tu chompa de hombres de jengibre!
Cierto. Esas chompas eran de pareja.
JongIn hizo un gesto con la mano, invitando a ChanYeol a entrar al departamento. Kim desapareció por el pasillo que conducía a su habitación mientras que Park caminó hacia la barra, en la cual dejó el pastel de oso derretido. Cuando el matrimonio reapareció, ChanYeol tuvo que desviar su mirada. Eran tan empalagosos, que le provocaban caries. Se centró en la riquísima comida que el cocinero KyungSoo y su torpe ayudante, JongIn, habían preparado en poco tiempo. Había un plato repleto de pollo frito —más bien, alitas fritas con salsa y semillas de sésamo— en el centro. ChanYeol está segurísimo que JongIn imploró por ese platillo. También, hay enrollado de pavo, el cual, probablemente fue comprado congelado para después cocinarlo. Hay copas, vino y una jarra con jugo de maracuyá.
—Nuestra comida luce exquisita, ¿verdad, ChanYeol?
El nombrado asiente, sentándose en un banquito. Dicho acto es copiado por el feliz matrimonio. No esperan ni dicen nada más para comenzar a comer. No es una celebración extravagante, pero sí significativa. Al igual que todas sus celebraciones de cualquier festividad siempre son los tres. Incluso, mucho antes de que JongIn y KyungSoo se casaran. Cuando iban a la universidad, los mejores amigos decidieron invitar a JongIn a celebrar navidad con ellos, ya que en ese momento las mamás y hermanas de JongIn se encontraban dispersas por Corea del Sur y habían cancelado el plan de reunirse a cenar en familia. ChanYeol y KyungSoo comían juntos, bebían cerveza y cantaban infinidad de canciones en un karaoke cercano a su campus. Después, salían a la calle por pura curiosidad a observar los fuegos artificiales hasta que KyungSoo se hartaba de tanta bulla porque parecían balazos. Seguían conversando y riendo sin, realmente, entenderse. A veces solo uno balbuceaba y los demás asentían como si acabara de decir una cosa filosófica. Eran buenos momentos... Como amigos.
JongIn se sorprendió cuando un día salió de su departamento y se encontró cara a cara con ChanYeol. En ese instante supo que todo seguiría igual. Otra vez saldrían a beber y comer, ver fuegos artificiales hasta que se asustaran y regresaran al departamento. ¡Para seguir hablando entre los tres! Frustrado es poco. JongIn no quería sonar grosero al desinvitar a ChanYeol de comer en su departamento, pero debe existir un límite. Hay momentos para estar reunidos como amigos y hay otros para reunirse con la familia —la cual eran únicamente KyungSoo y JongIn, nadie más. A JongIn no le había causado mayor conflicto que KyungSoo no quisiera ir con él a visitar a sus mamás y hermanas porque creyó que la idea era pasarla entre los dos. Como esa nueva familia que surgió cuando se dijeron el sí en el altar y festejaron —o intentaron— como si no hubiera un mañana. Después de todo su boda fue más lujosa y exagerada que la de Yaco Eskenazi y Natalie Vértiz. Cada won perdido debía de valer.
Ahora que está sentado en un banquito al lado de su esposo mientras sostiene con su mano su alita de pollo frito y mira fijamente el pastel de chocolate en el centro de su mesa se da cuenta de que si bien no le incomoda en demasía pasar tiempo con ChanYeol, preferiría pasar ese tiempo a solas con KyungSoo. Muerde la alita y su mirada va hacia ChanYeol quien come alegremente a la par que mira hacia abajo, probablemente sus perros están pidiendo un poco de comida. Debe comunicarle a su esposo los motivos de su incomodidad, pero ChanYeol le da pena. Lo mira fijamente sin que ninguno de los otros dos lo noten. Park ríe escandalosamente y golpea la esquina de la mesa por algún comentario de KyungSoo. JongIn mastica y traga automáticamente sin salir de sus pensamientos. ChanYeol es un hombre adulto, sin pareja, trabaja en un café como mesero, pero tiene sueños de grandeza y de convertirse en una superestrella... Delirios de grandeza, dice Kim. Quizá por ello nunca se queja. Tiene un enorme corazón, quiere a ChanYeol como su amigo y no quiere lastimarlo, excluyéndole de una festividad que debe celebrarse con quienes más quieres. ChanYeol no es un mal sujeto... Inoportuno, pero no malo.
Sus pensamientos se disipan cuando obtiene de repente toda la atención de su esposo, quien le sonríe con sus brillantes dientes y formando, a su vez, un corazón con sus afelpados labios. Las palabras de KyungSoo le trasportan al pasado, pues el mayor le está contando una anécdota de una navidad pasada. Escucha atentamente el relato, acordándose de los hechos porque, efectivamente, él estuvo presente. Ríe, come y bebe más animado porque sabe que KyungSoo solo lo ama a él, lo puede notar en sus ojos brillantes que lo miran con muchísima adoración. Reconoce esa mirada porque así es como él mira a KyungSoo. Aunque, a veces, la mirada de JongIn es un toque más intensa como si estuviera deseando con un exceso de amor a su esposo o como si lo estuviera desvistiendo para hacerle el amor. Ante dichos pensamientos pecaminosos que explotan en su mente, JongIn no puede resistir más y se inclina coquetamente hacia KyungSoo, besándolo.
Luego del apasionado beso el ambiente solo se eleva, más animado, más lleno de amor, de caricias, de risas. Terminan la comida en su plato y se proponen acabar con la cerveza que han comprado. A excepción de KyungSoo, quien nunca toma bebidas alcohólicas. Bueno, en realidad, no consume ningún tipo de bebidas alcohólicas desde unos meses después de que se casó. Así que, para JongIn no es extraño de que su esposo no pruebe ni una gota de cerveza. Cuando la cerveza en la mesa es acabada, JongIn se para a traer más. Sin embargo, KyungSoo anuncia que es momento de aplicar el método Tellington Ttouch a sus mascotas, pues ya se acercan las doce y con ella miles de fuegos artificiales. A pesar de que JongIn y ChanYeol están ligeramente ebrios, ayudan a KyungSoo cogiendo las telas que les pasa y poniéndolas con cuidado por el cuerpo de los perros. Asimismo, KyungSoo coloca en el televisor música especial para perros, la cual ayudaba en gran medida —aunque en un principio no creía mucho en eso.
—¡Aún hay tiempo para los regalos! —ChanYeol exclama entusiasmado.
JongIn es el primero en acercarse al pequeño árbol y recoger una bolsa de regalo. Se acerca tímidamente hacia su esposo, con el alcohol desapareciendo de su cuerpo y sus orejas tiñéndose de rojo. Extiende el regalo y KyungSoo lo toma al instante con una gran sonrisa, imaginándose muchas cosas que su esposo puede estarle regalando. No podía ser la cafetera que quería porque no pesaba mucho. No podía ser un Bentley Continental rosa como el que posee Paris Hilton porque ahí no entra un carro y si fueran las llaves, entonces, sería mucho más pequeño y menos pesado. KyungSoo se sienta en el sofá con la mirada de los otros dos hombres sobre él. Cierra los ojos sin dejar de sonreír y mete la mano, tocando una tela delgada. Abre los ojos y saca el misterioso regalo. Era una camiseta, ¡pero eso no era todo! En la parte del frente con letras coloridas se leía: El mejor papá.
Oh, JongIn lo sabe.
¡Espera!
¿¡JongIn lo sabe!?
Las ganas de llorar aparecieron otra vez mientras se aferraba a la camiseta celeste con lindas letras de colores.
JongIn se sentó a su lado en el sillón, estirando su brazo para que KyungSoo se recostara sobre su pecho. Después, paso ese mismo brazo alrededor de KyungSoo, abrazándolo.
—Sé que serás un excelente padre, amor.
KyungSoo estaba a punto de preguntar cómo se había enterado. ¿Fue algún vecino? ¿El portero? ¿Encontró la prueba de embarazo?
—Quizá no seamos padres en este momento, pero en el futuro seremos los mejores. Además, por ahora tenemos cuatro hijos perrunos y uno gatuno.
ChanYeol frunció el ceño, ¿desde cuándo sus amigos tenían un gato? Se había perdido un par de detalles en pocas horas.
KyungSoo dejó escapar una risita, elevando su rostro y formando un piquito con sus labios. Su esposo le dio un besito tierno. KyungSoo es incapaz de pronunciar algunas palabras, pues sus lágrimas aún descienden por sus mejillas. Está conmovido y feliz de que JongIn todavía no lo sepa. Se levanta, dejando a un lado su regalo y va hacia su árbol, sacando el regalo que le daría a JongIn porque antes de enterarse de su embarazo sí había comprado un obsequio, el cual era parecido al que JongIn le había dado segundos atrás. La principal diferencia es probablemente que JongIn no tuvo que abalanzarse sobre un montón de personas para conseguirlo.
—¡Ábrelo, ábrelo!
En contraste con JongIn, KyungSoo sí había envuelto el regalo en vez de únicamente meterlo en una bolsa con diseño navideño.
El moreno se apresura y rompe el papel de regalo hasta liberar una camiseta. No cualquier camiseta. Era una camiseta de su equipo y jugador de fútbol favorito. Su equipo favorito es el Chelsea y su jugador preferido, mejor dicho, exjugador porque ahora es entrenador, es Fernando Torres. JongIn da un gritito muy alegre, abrazando la camiseta contra su pecho.
—¡Gracias, amor!
JongIn coge de la cintura a su esposo, jalándolo hacia él y produciendo que KyungSoo cayera sobre su regazo. El moreno no duda en besar al blanquecino, ya no superficialmente, sino que con más pasión. A KyungSoo le encanta la atención que está recibiendo, le encantan los besos con mordida en sus labios y las caricias en sus muslos. Además, uno de sus lugares favoritos para sentarse son las piernas de JongIn. El ambiente se iba calentando y ChanYeol estaba parado a un lado del árbol como una estatua, considerando que lo mejor sería irse sin hacer bulla. Sin embargo, es extremadamente torpe y tropieza con su propio pie, cayendo con fuerza al suelo. KyungSoo da un brinquito —y no por el motivo que JongIn esperaba— y gira para observar a su amigo tendido en el suelo.
Una vez que ChanYeol logra pararse se despide apresuradamente. No obstante, es detenido por KyungSoo, quien señala con su cabeza detrás del árbol.
—Busca tu regalo.
ChanYeol es como un infante y va corriendo con la felicidad desbordándose de su cuerpo. Se arrodilla sobre el suelo, estirándose hacia la parte trasera del árbol y encuentra una guitarra apoyada en la pared, estratégicamente escondida. La guitarra solo era el helado porque la cereza la vio segundos después. Parpadeó varias veces y pidió que lo pellizquen —JongIn y KyungSoo aceptaron gustosos ante ese pedido—, era un sueño hecho realidad. Era una guitarra autografiada por todos los integrantes de su banda favorita, Los Galácticos.
—Únicamente te daríamos la guitarra sin firma, ni nada más. —Kim confesó. —Pero cuando acudí al café de mi hermana, los encontré ahí y les pregunté amablemente si firmarían la guitarra.
—Son los mejores. —ChanYeol suelta, observando la guitarra en sus manos. —Ustedes son los mejores, chicos. Los amo. —Su voz se quiebra y lleva su mano rápidamente al bolsillo de su jean negro. —Quizá están un poco arrugadas, pero sirven. —Le entregó al matrimonio un sobre.
KyungSoo abre el sobre y encuentra dos entradas para un musical que se estrenará a principios del próximo año. Le enseña a JongIn quien sonríe y susurra un débil gracias, ignorando el hecho de que su supuesto regalo debería estar envuelto, ¿no? Al matrimonio Kim-Do les fascinan los musicales porque están llenos de vida, música y danza por doquier. Quedan fascinados con el regalo que su amigo se ha esforzado en comprarles, sobre todo, porque tenían una buena ubicación y las entradas no eran nada baratas.
ChanYeol limpia sus lágrimas rápidamente e intenta controlarse. Jamás creyó que recibiría tal regalo, ¡qué afortunado que es! Y no lo tendría sin JongIn.
—¡Les canto una canción! —Exclama animadamente, yendo por un banquito de la barra.
El matrimonio no protesta, solo se sientan uno al lado del otro, tomándose de las manos.
ChanYeol toma asiento, tocando las cuerdas y escuchando atentamente para poder afinar su guitarra.
—Bien, paren las orejas, chicos. —Inevitablemente más lágrimas caen.
Ya no llora únicamente por el fabuloso regalo, sino porque tiene los mejores amigos del mundo. A su mente llegan los diversos recuerdos que hizo con ambos y ahora, años después, ¡esos dos chicos van a convertirse en padres y él en tío! No puede contener más su alegría, así que dejará que la música se exprese por él.
—¿Crees que sea creep? —JongIn susurra en el oído de su esposo.
KyungSoo alza los hombros, sin saber.
ChanYeol empieza a tocar una melodía suave, segundos después su voz se une a ella.
—Vas a tener a mi bebé, que hermosa manera de decir cuánto me amas. Tendrás a mi bebé, que hermosa manera de decir lo que piensas sobre mí.
JongIn está en su mundo, perdiéndose en la melodía suave y en la voz estable de su amigo. Mientras KyungSoo frunce el ceño, escuchando atentamente la letra de la canción.
—Puedo ver que tu cara está brillando. Lo puedo ver en tus ojos. Estoy feliz de saber que vas a tener a mi bebé. Eres el hombre que amo y amo lo que está sucediendo. Vas a tener a mi bebé.
KyungSoo da un vistazo a la expresión serena de su esposo. ¿Estaba JongIn prestando atención a la letra?
—Eres un hombre enamorado y me encanta lo que está sucediendo. Lo que te está sucediendo, la necesidad dentro de ti la puedo ver. ¡Oh! La semilla dentro de ti, bebé. ¿La sientes crecer? ¿Estás feliz de saber que vas a tener a mi bebé?
KyungSoo está a nada de pararse, coger la guitarra autografiada y tirarla por el balcón. Sin embargo, escuchan el primero de muchos fuegos artificiales. El canto de ChanYeol se detiene, buscando con su mirada el reloj.
—¿Qué nos cantó? —JongIn susurra. —Solo entendí "bebé".
Cierto, JongIn no hablaba inglés.
¡Gracias ChanYeol por haber elegido una canción en un idioma que JongIn no conoce!
—¡Oigan, ya son las doce! ¡Feliz navidad! —ChanYeol grita emocionado, parándose del banco y yendo a abrazar a sus amigos. —¡Les deseo lo mejor del mundo! ¡Oh, ustedes dos serán buenos pa-!
—¡Feliz navidad! ¡Yeiii! ¡JongIn, te amo! —KyungSoo entra en pánico y grita todo lo que se le viene a la mente, para al final acercarse al nacimiento y quitar el algodón que se encuentra encima de Jesús versión bebé.
Después, brinca alegremente hacia su esposo y llenarlo de besos. Mientras ellos se comen a besos, ChanYeol acaricia las cabecitas de los perros, llevándolos a la habitación destinada para ellos. Está un poco ebrio, quizá por eso se puso a cantar dicha canción, en la que prácticamente revelaba que KyungSoo estaba embarazado. Se reprende a sí mismo mientras se sienta en el suelo, ¡es KyungSoo quien debe darle la feliz noticia a JongIn! ¡Ah, verdad, iban a preparar cupcakes para decirlo de forma romántica! Se vuelve a reprender hasta que se cansa de pensar, saca su celular y coloca música especial para perros. Y los perros parecen irse calmando un poquito. ChanYeol se percata de una caja en una esquina de la habitación y se arrastra hacia ella, encontrando un gatito bebé.
—Este es el otro hijo. —Dice con obviedad y riéndose después. —Tranquilo, aquí está tío Yeol.
El matrimonio Kim-Do tuvo una buena noche, llena de besos traviesos, caricias suaves y muchos choques de pieles nada rudos porque KyungSoo seguía preocupado acerca de su embarazo y sinceramente no sabe si tener sexo duro lo perjudicará, así que se abstiene de pedir por más fuerte y más rápido. Mientras que ChanYeol se la pasó cuidando de sus sobrinos no-humanos.
(...)
Un día antes del 31, KyungSoo fue a comprar con ChanYeol los ingredientes que necesitarían para preparar los cupcakes. En esta ocasión no tuvo que mentirle a JongIn para salir del departamento sin él porque fue el moreno quien se fue primero debido a que tendría un almuerzo con su familia. Anteriormente, había ido el 26, pero le pidieron ir el 30 también. Kim aceptó, pues no solía ver a su familia muy frecuente. Él había partido temprano, ya que quería agarrar sitio en el bus y no viajar parado. Además, se moría de ganas por reencontrarse con su sobrino y sobrina. Inclusive, les estaba llevando un par de regalos por parte de KyungSoo y de él que, el 26 se había olvidado de llevar. En paralelo al viaje en carretera de JongIn —su familia vive en una provincia lejana—, KyungSoo se vistió con muchos tonos amarillos para atraer la buena suerte. Antes de partir con ChanYeol hacia el centro comercial, fue al departamento de sus vecinas favoritas para obsequiarles un juego de témperas muy coloridas, ecológicas y veganas, además de dos bitácoras que encontró en una tienda online. A pesar de que no luzcan como grandiosos regalos, a ellas les encantó, pues aman hacer arte. Le agradecieron a KyungSoo y le dieron un par de mantas coloridas, susurrándole que eran para el bebé que venía en camino. KyungSoo no pudo evitar sonrojarse. Escondió en lo más recóndito de su armario las mantas. Después de eso, por fin, tocó la puerta de ChanYeol.
En el camino al centro comercial, ChanYeol relata su aventura de cómo cuidó a los perros y al gatito. Según él, fue todo un héroe. KyungSoo desvía la mirada, pues es vergonzoso recordar que se olvidó de la existencia de ChanYeol esa noche, ya que después de un par de besos con JongIn, los dos querían algo más. KyungSoo, como todo un primerizo estaba asustado de que algo le pasara al embrión que se desarrollaba en él, así que, le pidió a JongIn no ser tan rudo. Y su queridísimo esposo fue muy dulce con él. Recuerda vívidamente los miles de Te amo que JongIn no se cansaba de murmurar, incluso cuando estaba dormitando entre los brazos bronceados, seguía escuchando débiles Te amo. Todo fue romántico y perfecto... hasta la mañana siguiente, en la cual se percató que su mejor amigo había dormido en el suelo de la habitación de las mascotas. Se preguntó que tanto ChanYeol había escuchado, pero, al parecer, el mayor no escuchó ni pío.
Cuando llegan al centro comercial van inmediatamente a la tienda de comestibles que hay dentro. ChanYeol coge un carrito mientras sigue a KyungSoo por todas partes. Cuando ya tenían la mayoría de los ingredientes, Park se atreve a formular en voz alta la pregunta que rondaba su cabeza desde hace un par de días.
—¿Ya le contaste a tus padres?
KyungSoo detiene sus pasos y ChanYeol desea haberse mordido la lengua. Él conoce lo tensa que es la relación de KyungSoo con sus padres. De hecho, desde que el más bajito se casó, ChanYeol no ha escuchado de la boca de KyungSoo que haya ido a visitar a su familia. No lo puede juzgar, el chico eligió su propia tranquilidad. Además, conocía el historial de los Do, ¡De cada uno de ellos! Y eran un montón. Un familión.
—Lo haré el próximo año. —Responde, girando para ver a ChanYeol. —Aunque, realmente, preferiría no decirles nunca...
ChanYeol nota que KyungSoo desea agregar algo más, pero al final no lo hace. ChanYeol no obliga a su amigo a contarle más, pues no necesita volver a escuchar las razones por las cuales KyungSoo cree eso. Ayudará a su amigo en lo que necesite, pero no piensa entrometerse en problemas familiares que no le incumben... Eso lo aprendió en el pasado.
El ambiente tenso desaparece mientras ponen los últimos ingredientes en el carrito y se acercan a pagar. Mientras hacen la cola, KyungSoo acaricia su vientre, debatiéndose en sí debería acercarse a la caja preferencial, en la cual hay menos personas. Sin embargo, su vientre sigue plano. Bueno, el pequeño bulto casi imperceptible parece su desayuno en vez de su bebé. Ya quiere que se le note la pancita, así se evitaría colas largas. Cuando después de tanta espera llegan a la caja, ChanYeol cumple su palabra: paga por todo. Asimismo, se ofrece a cargar las bolsas, ya que no son muchas ni muy pesadas. Cuando llegan al edificio casi toda la mañana ha pasado, ¡el tiempo vuela! Entran al departamento Kim-Do preparados para pelear con harina, huevos, cacao en polvo, mantequilla y más. Y vaya que fue una guerra campal, sobre todo, por la torpeza y bromas de ChanYeol. El mayor terminó tirando harina por todas partes, incluyendo en KyungSoo.
Aunque ese no fue el único inconveniente.
Después de la cocción de los quequitos y decorarlos superficialmente. ChanYeol observa como KyungSoo escribe una nota en un pedazo de hoja, supuso que ese era el mensaje que pondrían dentro de los cupcakes, pero ¿Cómo harían eso? Él no era un experto cocinero, pero no estaba seguro de que lo que KyungSoo estaba haciendo era lo correcto.
—¿Así es como se hace? —Park inquiere, inclinándose hacia la mesita, en la cual KyungSoo trabajaba.
El hombre casado ha hecho un corte circular —demasiado perfecto para ser real— y ha metido una nota de un papel que sacó de un bloc. Después, coge el trozo de quequito que cortó y lo pone en su lugar, tapándolo con chocolate en un intento de que funcione como pegamento.
—Se supone que eres el cocinero experto.
—Aprendí a cocinar para sobrevivir solo. —KyungSoo responde mientras pone un candy heart encima del queque, en el cual ha metido la nota. —Sobrevivir no incluye hacer cupcakes.
ChanYeol asiente, él también aprendió a cocinar para sobrevivir. Aunque, su menú no es tan variado como el de KyungSoo. Park sabe hacerse una tortilla, una pechuga de pollo frita y hervir fideos, lo cual le parece suficiente... Aunque, su nulo conocimiento no le impide pensar en que este plan también fallará. No expresa su inquietud, pues no quiere molestar a su amigo embarazado.
—¡Gracias por ayudarme, Yeol! —KyungSoo exclama, después de que ambos terminaran de limpiar la cocina.
—Haría cualquier cosa por ti, Soo.
—Lo sé, somos mejores amigos. —Sonríe brillantemente, tomando la mano del más alto y conduciéndolo hasta la salida. —Nos vemos mañana.
—Adiós, Soo. —Le devuelve la sonrisa con un poco de incomodidad.
Sabe que solo son amigos, pero escuchar a KyungSoo decirlo hace que se sienta extraño. Como si a su corazón le doliera saber que no habría nada más entre los dos. ¿Por qué se sentía de esa manera?
(...)
Un par de horas después, JongIn llega a su dulce hogar. Inmediatamente, va hacia la cocina por un vaso de agua, se encuentra sediento. Cuando abre el refrigerador para sacar la jarra, se encuentra con una bandeja, en la cual hay un montón de cupcakes. Sacó la jarra y se sirvió un vaso de agua. Al beberla le siente ese sabor a refrigerador, por algún motivo, el agua tenía un sabor peculiar; igual la tomó. Decide sacar la bandeja con los cupcakes para coger dos: uno para su esposo y otro para él. Sin embargo, le resulta extraño no escuchar ni el más mínimo ruido en el departamento. Es un poco tarde, pero KyungSoo es capaz de andar despierto en mitad de la noche. Guardó la jarra y la bandeja —sin llevar consigo ningún cupcake—, para dirigirse a su habitación donde suponía que KyungSoo se encontraba. Mientras caminó por el pasillo les habló a sus mascotas como si éstas le entendieran. Sin embargo, cuando miró dentro de su habitación no encontró a su esposo.
—¡Amor, ya llegué! —Recién se anima a avisar.
Escucha un ruidito casi imperceptible, intercambiando miradas con sus cinco perros. Ellos y ellas saben algo. Así que, los sigue hasta la puerta del baño. Nota que la luz está prendida, así que supone que KyungSoo está ahí. Toca un par de veces, pero nadie responde.
—¿Amor?
Pegando su oreja a la puerta escucha un quejido de dolor. En ese momento se dice que es hasta capaz de romper la puerta con tal de entrar. Sin embargo, fue suficiente girar la perilla. Y, qué bien, porque les hubieran cobrado por romperla y ellos son muy ahorrativos.
—¡Amor! —Exclama asustado. —¿Qué sucede, Soo?
Desde que KyungSoo se enteró de que estaba embarazado se alegró porque no había tenido ningún malestar, pero, al mismo tiempo, se preocupó, ¿no debería tener náuseas, dolor de cabeza o algo? Bueno, ya no tenía que preocuparse porque de un momento a otro, el mundo se le vino encima. Después de que ChanYeol se marchara comenzó a sentir un ligero dolor de cabeza. Como no ha ido todavía al obstetra no sabía si podía tomar alguna pastilla y se negaba a seguir lo que Google dictara, así que, se acostó en su cama deseando que el dolor se esfumara. Fue todo lo contrario. Sentía que le martillaban la cabeza y, después, llegaron las náuseas. Caminó lo más rápido que pudo al baño, encerrándose después de notar que sus mascotas querían acercarse a jugar con él. Se quedó sentado en el suelo, apoyándose en el inodoro y arrepintiéndose de sus elecciones en la vida... Quizá exagera un poquito en lo último.
JongIn se agacha y toca el rostro de KyungSoo.
—Uhmm, al parecer no tienes fiebre. —Murmura. —¿Tienes fuerza? ¿Puedes agarrarte de mi brazo para que pueda ayudarte a levantarte?
KyungSoo forma un puchero con sus labios, incapaz de hablar. No quería que JongIn lo viera tirado en el piso del baño, justo enfrente del inodoro y con su vómito ahí metido.
—En la salud y en la enfermedad. —JongIn recuerda como si leyera los pensamientos de su esposo.
El moreno envuelve sus brazos alrededor del cuerpo de KyungSoo y lentamente lo va alzando hasta que KyungSoo queda totalmente parado sobre sus pies. JongIn no lo suelta y lo conduce hacia el lavabo, abre el caño y ayuda a que KyungSoo se incline para poder enjuagarse la boca.
—Primero agua, después enjuague bucal y por último te cepillas los dientes.
KyungSoo suspira y obedece.
—¿Qué sucedió? ¿Quieres ir a la clínica? —JongIn frota su mano contra el vientre de KyungSoo.
El embarazado siente ganas de llorar y gritar el secreto que ha estado guardando desde hace días.
—Yo...
KyungSoo echa enjuague bucal a la tapita y lo conduce a su boca. Después, de inclinarse y botar el enjuague bucal termina la oración.
—¿Comí mucho?
Faltan un par de horas para el 31, se dice. Falta poca para contarle a JongIn. Se ha esforzado tanto y no piensa echar su trabajo por la borda. Siempre testarudo.
—Ay, tragoncito. —JongIn murmura mientras continúa acariciando el vientre de su esposo. —Vamos a la cama, es mejor que descanses.
JongIn quiso verse como un príncipe y cargar a KyungSoo hasta la cama, pero se abstuvo de hacerlo porque quizá el movimiento brusco produciría que le regresaran las náuseas. Caminaron pasito a pasito hacia su habitación junto a sus perritos que venían muy felices de la vida. Mueven las colchas y mantas para acostarse. KyungSoo no quiso ponerse pijama, simplemente se deshizo de sus pantalones porque era lo que más le molestaba. En cambio, JongIn se tomó su tiempo colocándose su pijama de ositos que sus sobrinos —en realidad, su hermana— le habían regalado. Una vez cambiado se acostó al lado de su esposo listo para contarle acerca de su visita a su familia. JongIn habló, habló y habló, mientras que KyungSoo escuchó y pronunció ligeros "Uhmm". El mayor se iba relajando con la voz calmada de su esposo y las aventuras que había vivido desde que se subió al bus hasta la parrillada que comió con su familia. Antes de que Kim llegara al final de su relato, Do se acomodó de costadito, pasando su brazo encima del estómago de su esposo. Le gusta dormir abrazado a JongIn porque el menor es muy calientito.
—Dulces sueños, amor. —JongIn susurró, acariciando el cabello negro.
—Uhmm, dulches shuenos... —Respondió medio dormido.
Ambos duermen felices sabiendo que tienen al otro a su costado. Sueñan profundamente hasta el tan ansiado 31. JongIn creyó haber sido el primero en despertar, pero cuando intentó salir de la cama, KyungSoo se aferró con fuerza a él, pidiéndole que se quede más tiempo acostado junto a él. Vuelven a dormirse. La segunda vez que despiertan sí salen de la cama, solo porque ya son más de la una de la tarde y deben almorzar —porque ni han desayunado.
—Me comeré un cupcake. —JongIn avisa. —¿Quieres que te alcance uno?
—¡Oh, sí! —A diferencia de ayer, hoy está lleno de vida. —Hice uno especial para ti, es el que tiene un corazón encima.
JongIn saca dos cupcakes del refrigerador y los pone en la barra, sentándose en la banca que está al costado de su esposo.
—Que bien que me dejaste comer los quequitos, —susurra, inclinándose hacia la oreja de KyungSoo. —sino iba a tener que comerme otros. —su diestra desciende por la espalda de KyungSoo hasta el inicio de sus glúteos.
Las mejillas de KyungSoo se tiñen de rojo, entendiendo el mensaje de JongIn.
El moreno planta un beso en la coronilla del blanquecino y procede a comer el cupcake. KyungSoo muerde el suyo, también, sin dejar de observar a su esposo. Sin embargo, JongIn ya ha comido más de la mitad del queque a una velocidad increíble y no ha encontrado la nota.
—JongIn...
—¿Uhmm?
—Creo que te comiste un papel.
JongIn traga el último pedazo de cupcake que tenía en su boca y frunce el ceño, volteando a ver a su esposo.
—Le puse una nota a tu cupcake... —KyungSoo confiesa más entristecido que preocupado por la salud física de JongIn, quien tenía una mueca de desconcierto.
—No me moriré por comer papel, ¿verdad? —JongIn frota su estómago. —Bueno, ya está dentro. ¿Qué decía la nota?
KyungSoo quiere arrancarse los cabellos, ¿por qué nada salía como quería?
—Te amo. —Responde.
—Awww, me comí un Te amo.
JongIn no está realmente preocupado por haberse comido un papel. Cuando era un pequeño niño de seis años se comió una pila. No necesitó de una operación, ni nada por el estilo. Tuvo suerte que cuando ingirió la pila, ésta pasó sin ningún problema. Lo único que el doctor les dijo a sus mamás era que debían asegurarse de que ese objeto siguiera su camino hasta evacuarse. Si sobrevivió a una pila, sobreviviría a un trozo de papel.
Después del ligero susto del papel, comenzaron a preparar Tteokbokki, pues seguían con hambre. Al menos ya no tenían que preocuparse por la cena de fin de año, ya que, era tradición que el matrimonio se encargara de la cena navideña y que el soltero codiciado trajera la cena de fin de año. Cocinaron y almorzaron con tranquilidad, con sus manos y pies jugando entre ellas, haciéndose cosquillas o simplemente acariciándose. Cuando su almuerzo se acabó, JongIn se ofreció a lavar los trastes, pues temía que KyungSoo siguiera sintiéndose mal y que el mayor no le estuviera diciendo por querer "hacerse el fuerte". JongIn conocía a su esposo. Mientras JongIn lavaba, KyungSoo se sentó a ver televisión. ¡Todos los canales pasaban las mismas películas navideñas y de fin de año!
—¡Necesitamos Netflix! —Se quejó desde el sillón, haciendo zapping y notando que Mi pobre angelito estaba en todos lados.
—¿Qué quieres ver? —JongIn apareció, secándose las manos en sus pantalones. —¿Ya buscaste en Cuevana?
KyungSoo río. —Bien, veamos que hay en Cuevana. —Palmeó el sillón para que JongIn se sentará a su costado.
El bajito se agarró del brazo bronceado inmediatamente lo tuvo al alcance; él es muy pegajoso, le encanta estar pegado a su esposo y acurrucarse. El más alto no tiene ninguna queja; al contrario, esa acción de KyungSoo se le hace muy tierna. Se quedan unidos durante toda la tarde, pasando de película en película hasta que por fin su invitado estrella tocó la puerta. Park llegaba con un montón de bolsas de comida; al chico le gustaba derrochar dinero. Acomodaron todo sobre la mesa, volvieron a tirarse en el sillón y ver más películas. Todo iba extremadamente tranquilo hasta que JongIn se levantó para ir al baño.
—¿Ya sabe? —ChanYeol se movió hasta quedar al costado de su mejor amigo.
—Nop.
—¿Por qué?
KyungSoo suspiró, hizo un puchero adorable y le puso pausa a la película.
—Se comió el papel.
ChanYeol no pudo evitar carcajearse.
—Ya me rendí, no sé cómo contarle... —Esconde su rostro con sus manos.
—Mira, tienes dos opciones. —ChanYeol se puso serio. —Le dices tú antes de que sea el próximo año o el próximo año le digo yo... Y solo faltan un par de horas. —Lo último lo mencionó mirando el reloj. —No será nada romántico si lo digo yo.
KyungSoo evalúa sus opciones. Sin duda alguna no quiere que JongIn reciba esa noticia por parte de ChanYeol.
—Bien, pero tendrás que irte.
—¿Ahorita? —Su voz sale chillona, indignadísimo. —Me llevo mi comida, eh.
—Ahora no, tonto. Antes de medianoche, para que yo pueda decirle en privacidad.
Park le muestra su pulgar hacia arriba. —Cuenta conmigo... O, mejor dicho, no cuentes conmigo porque no estaré.
KyungSoo rueda los ojos ante el intento de chiste de ChanYeol.
Cuando JongIn retorna, les colocan a los perros los pedazos de tela alrededor del cuerpo, siguiendo el método Tellington Ttouch. Esta noche la gente reventaría más cohetes que el veinticinco. Y, hablando del veinticinco, la rutina se repite. Los tres hombres se dirigen a la barra para comer lo que sea que ChanYeol ha comprado, lo cual, en su mayoría, es comida chatarra. Sin embargo, el embarazado no puede abusar de dicha comida, así que solo come una alita broaster. Después, come gimbap que ChanYeol ha traído pensando en él. Se pasan la noche hablando, riendo, comiendo y bebiendo. En algún punto de la conversación ChanYeol dejó escapar un "sin duda el próximo año será muy diferente a este", refiriéndose al embarazo y a la aventura que estaban por vivir. Como respuesta, JongIn preguntó "¿Crees que el próximo año por fin serás famoso?". ChanYeol tuvo que morderse la lengua para no responder, pues estuvo a nada de revelar el misterio misterioso que su pequeño amigo había estado guardando desde hace semanas.
—Les deseo una feliz navidad.
—Año nuevo. —KyungSoo corrigió a ChanYeol.
—Ah, sí. —El más alto palmeó con fuerza la mesa, muriéndose de la risa debido a todo el alcohol ingerido. —Yo me retiro.
—¿Vienes, comes y te vas? —JongIn se levanta del banquito y se desparrama en el sillón, viendo con incredulidad a su amigo, quien usualmente era de quedarse más tiempo.
—Tengo otro compromiso.
—¿Conseguiste pareja? —La sorpresa resalta en el tono usado por Kim.
—¡Oye, yo tengo muchas y muchos pretendientes! —ChanYeol que ya tenía la perilla de la puerta en la mano, la suelta, girándose y caminando de forma chueca hasta JongIn. —Soy un ícono bisexual por si no lo sabes... Raaaa, soy guapo, lo sé. Las mujeres y hombres se calientan, ya lo sé. —Canta acordándose de Faraón Love Shady.
—Entonces, ¿estás viendo a alguien? —Kim interrumpe, sin darse cuenta de que Park está cantando. Se deja caer completamente en el sillón, colocando una almohada debajo de su cabeza. —Necesito chisme.
ChanYeol iba a tomar asiento para contar algunas de sus mil aventuras románticas porque no estuvo solo toda su vida. Eso sí, él jamás había sido el clavo que saca otro clavo o el amante de alguna persona. Tenía códigos y los respetaba... Bueno, más o menos.
—¡Vete ya! —KyungSoo chilló empujando con sus manitas la ancha espalda de ChanYeol, dirigiéndolo a la puerta. —Shuuu, shuuu.
—Adiós, Minimoy. —Sacudió rápidamente su mano de lado a lado una vez que llegó a la puerta. —Adiós, esposo de Minimoy.
KyungSoo rueda los ojos ante el apodo, abre la puerta y empuja a su gigante amigo fuera de su departamento. Claramente, ChanYeol salió por sí mismo, pues KyungSoo no tiene suficiente fuerza para empujarlo. Cuando se gira observa a su novio acariciando a sus mascotas que ya están temblando de miedo, aún no es medianoche y ya hay gente reventando cohetes. Camina hacia el balcón, deslizando la puerta de vidrio y cerrándola para evitar que el ruido no entre por completo. Mira hacia la calle, la misma que ha visto durante muchos años, recordando las palabras de ChanYeol en la cena: "sin duda el próximo año será muy diferente a este". Lo sería. El embarazo no solo cambiaría su cuerpo, sino también su relación con JongIn, con ChanYeol... Su relación consigo mismo. Todo se sintió irreal. Tan feliz que parecía un sueño. Se imaginó diversos escenarios al lado de su esposo, creciendo juntos y educándose más acerca de un embarazo responsable. Y debajo de toda esa felicidad había miedo, miedo a equivocarse. Eran primerizos, seguramente cometerían un par de errores. Sin embargo, el miedo desaparecía cuando miraba al hombre que era su esposo.
En ese momento, JongIn desliza la puerta de vidrio y sale al balcón, uniéndose a KyungSoo. Cierra la puerta y pasa sus manos por la cintura del más bajito, pegando su cuerpo lo más posible, abrazándolo por detrás. Siente las manos de KyungSoo tocándole los brazos, acariciándole lentamente. Ambos miran la calle, a la gente que está fuera de su casa o departamento, todos reunidos bajo la luz de la luna. Entonces, inicia la cuenta regresiva, la cual es gritada por todo el mundo, incluso por quienes están dentro de sus hogares. Todos anticipan ese nuevo año, deseando que sea mejor o al menos no tan malo como el presente. Ellos dos también cuentan, aunque lo hacen en susurros.
—¡3!
KyungSoo debe decirlo, debe confesar que está embarazado del hombre que más ama. De esa forma, todos sus miedos desaparecerán y será reemplazado por completa felicidad. Acaricia los brazos bronceados, llenándose de valentía. ¿Por qué una noticia tan alegre era tan complicada de ser expresada? ¿Por qué las palabras huían de su mente en este momento? Quería empezar diciéndole algo bonito a JongIn, algo que vaya más allá del simple Te amo. Lo ama, eso es obvio. Se lo ha dicho a JongIn en repetidas ocasiones... Pero quiere decir algo más que Te amo. ¿Qué es más fuerte que Te amo? ¿Qué es más sincero que decir Te amo?
—¡2!
El tiempo se acaba.
Entonces, KyungSoo recuerda todo lo que vivió. Los buenos y malos momentos. Y recuerda que logró estar en paz consigo mismo luego de que JongIn le ayudara. Algo más que Te amo, era gracias. KyungSoo intenta hacer memoria, perdiéndose en el pasado. ¿Alguna vez le agradeció a JongIn por haber sido el único que no ignoró sus problemas y se animó a ayudarle? No lo recuerda... Quizá porque, para él, decir gracias de manera sincera y no automática le resultaba más difícil. Sus ojos se ponen vidriosos, las lágrimas amenazan salir y no podrá detenerlas. Y no quiere detenerlas. Su llanto es de felicidad. Ha logrado más de lo que alguna vez imaginó y todo gracias a la persona que se encuentra abrazándole por detrás.
—¡1!
La gente se emociona, buscando a sus familiares para abrazarse, besarse y amarse. KyungSoo no tiene que buscar a quien ama, pues esa persona está justo detrás de él. Inhala y exhala. Aún no tiene las palabras correctas en el orden correcto y probablemente este no sea el momento ni el lugar correcto. Pero no necesita ser correcto; tan solo especial, y es especial porque están ambos. Uno al lado del otro, acariciándose cariñosamente. La vista hermosa porque es sencilla. Simplemente niños en el parque jugando, adultos en la puerta de sus casas viendo a sus hijos, jóvenes corriendo alrededor del parque con una maleta. La vida lucía sencilla y maravillosa; en su pasado no había podido darse cuenta de ello.
—¡Feliz año nuevo! —La muchedumbre exclama, incluyendo a JongIn.
Los fuegos artificiales salen disparados al mismo tiempo, llenado de color el cielo... y contaminando la calidad del aire local, pero casi nadie piensa en ello. Y KyungSoo tampoco reflexiona acerca de eso porque su mente está en otra parte. Él se gira en el abrazo de JongIn, alza su cabeza y su mirada choca con la contraria. JongIn se ve tan hermoso y tan feliz. Si bien JongIn ayudó mucho a KyungSoo, KyungSoo también ayudó a JongIn. El mayor nota que la sonrisa en el rostro bronceado es sincera, que la mirada brillosa anticipa el mensaje, que las lágrimas se están conteniendo para cuando el mensaje sea dicho.
JongIn lo sabía.
JongIn siempre lo descifraba.
KyungSoo se sintió aliviado porque expresarse siempre fue difícil para él, porque lo presionaban a hablar, a excepción de JongIn, quien podía crear sus propias conjeturas y esperar por una respuesta. El moreno jamás se cansaría de esperar.
—¡Estoy embarazado! —Grita, viendo como las lágrimas descienden por el rostro moreno y la sonrisa no se borra.
JongIn lo ha escuchado, pero de igual manera se agacha, acercando su oído a los labios de su amado porque el ruido de los cohetes es muy estruendoso y no le dejan escuchar aquella confesión que estuvo anhelando.
—¡Estoy embarazado! ¡Embarazado! ¡JongIn, estoy embarazado! —Chilla con todas sus fuerzas, tanto así que hasta los vecinos de abajo lograron escucharle.
—¡Felicidades! —Escucha por parte de los desconocidos.
JongIn quedó anonadado porque escucharlo siempre sería más fuerte que descubrirlo por sí mismo cuando encontró la prueba escondida entre los cajones y tuvo que buscar en Google que significaban dos rayitas. Su mirada baja hasta el vientre de KyungSoo. Toma una de las manos blanquecinas entre las suyas, desliza la puerta e ingresan al departamento. Cierra la puerta de vidrio y se concentra en su esposo, quien luce más radiante que nunca. Lo había escuchado, pero no podía creérselo. Se encontraba flotando en una nube de la cual no quería bajarse jamás. Una sensación le embargó completamente, tan increíble que no podía ser expresado en palabras.
—¡Lo estoy! —KyungSoo vuelve a gritar en la cúspide de la felicidad. —¡Lo logramos! ¡Seremos padres!
JongIn no puede evitar llorar mientras su esposo continúa afirmando el hecho. Sus pequeños ojos continúan inundándose de lágrimas, las cuales poco a poco se deslizan por sus mejillas morenas. Su corazón late rápido y es incapaz de hablar, solo puede asentir con la cabeza. El tiempo se detiene cuando KyungSoo lo abraza con fuerza. JongIn se siente más que feliz. ¡Feliz es muy poco! Envuelve sus brazos alrededor del cuerpo más pequeño, escuchándolo llorar sobre su pecho. A pesar de que lo habían hablado miles de veces con la ilusión notándose en sus ojos; ahora que estaba sucediendo, no sabía qué decir. JongIn logra escuchar como KyungSoo entre sollozos le dice que su comportamiento medio extraño y sus salidas con ChanYeol fueron para planear la manera en la cual quería comunicárselo. Sin embargo, todos sus planes fallaron. JongIn ríe entre lágrimas, recordando que se comió un papel, en el que estaba la confesión de su esposo.
—Te amo. —Solloza contra la cabellera negra. —Te amo, te amo, ¡los amo! —Su mano va inmediatamente hacia el vientre. —Tenemos que ir al obstetra, buscaré la cita más cercana... ¡KyungSoo, estuviste vomitando! ¡Estuve a punto de llevarte a la clínica! —Grita, sintiendo todo su cuerpo temblar. —Tuve que hacerlo, ¿no? ¡Comenzaré a buscar ahorita! ¡Agendaré una cita lo más pronto posible!
JongIn hace el amago de buscar su celular en los bolsillos de su jean. Sin embargo, KyungSoo le detiene.
—Tranquilo, esposo mío. —Murmura, poniéndose en puntitas y dejando un besito en la punta de la nariz de Kim. —Estoy bien, estamos bien... —Se corrige. —Y estaremos bien... los tres. —Agrega.
El cuerpo moreno experimenta muchas emociones, tantas que su cuerpo no puede con todas ellas. Su visión se va nublando y el ruido a su alrededor se va silenciando. Lo último que escuchó fue un lejano: "¡JongIn!".
Kim se había desmayado.
—¡Oye, no me quiero quedar viudo tan rápido! —KyungSoo exclamó, aun llorando.
Jaló el cuerpo más grande, lo sentó en el sillón y colocó sus pies sobre la mesita del centro. Después, fue al baño en busca de alcohol y algodón, el cual frotó por las muñecas, la nuca y la frente. En menos de un minuto su esposo abrió los ojos medio atontado, pero a penas lo divisó; sonrió. KyungSoo toma asiento al lado, agarrándole de la mano y acariciándola. Se quedan callados, tranquilizándose; ayudaría en demasía que los cohetes cesaran. Se miran con el amor desbordando, se acercan lentamente hasta besarse lentamente acariciando todo lo que alcancen del cuerpo contrario. Esa noche no pasaron de besos y caricias porque no era necesario tener relaciones sexuales —que involucren la penetración— para demostrarse cuanto se amaban.
Ahora debían esperar solo un poquito más por ese sueño que han estado anhelando. Sus vidas iban a unirse más a partir de ese momento, si es que era posible. Y no dudaban que sería complicado, pero estaban uno al lado del otro. Aquello era lo primordial, porque al estar juntos formaban un hermoso nosotros que lucharía contra las adversidades: una familia que se opone, los sentimientos confusos de un tercero y enfermedades poco usuales. La mañana brillante se asomaba al final de la noche difícil para la familia Kim-Do. Todo resplandeció porque superarían cualquier obstáculo no únicamente debido al "poder del amor", sino por todo lo que conlleva estar en una relación: comunicación, confianza y respeto mutuo.
—JongIn.
—¿Uhmm?
—Gracias por haber llegado a mi vida y hacerla auténticamente feliz.
¿FIN?
Hi
No, no es el final, jiji.
Este OS nació porque quería escribir un especial navideño/fin de año. No obstante, después se me ocurrieron más ideas, así que, decidí convertirlo en un minific.
Muchas cosas han quedado incompletas adrede para ser explicadas a mayor detalle en el minific. Entre ellas descubriremos el pasado de JongIn, KyungSoo y ChanYeol. Específicamente de KyungSoo. Además, los personajes principales serían los que han aparecido en este OS, a excepción de JongDae; él es un personaje recurrente al igual que los vecinos que viven debajo (sexto piso). También habrá otros personajes principales que aún no han sido revelados, jiji. ¿Se imaginan quiénes son?👀
Y, por si se lo preguntan (?) la canción que canta ChanYeol es (You're) Having My Baby de Paul Anka. Obviamente, el bebé no es suyo, pero él consideró que la canción sería bonita para dedicársela el KaiSoo, jsjsj.
Espero hayan tenido una feliz navidad al lado de quienes más estiman, sean sus familiares y/o amistades.
Feliz año nuevo :D
fotos navideñas pq sí.
me encanta como lo abraza 😭
🐻 ¡Gracias por leer! 🐧
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