Capítulo 29. Colisión inevitable.
Les aviso que de este capítulo en adelante las cosas tomarán un pequeño giro y estamos cada vez más cerca del final (lágrimas) así que a preparar los pañuelos y yo el siguiente tomo para ustedes.
Tres malditos días habían transcurrido desde la pelea de Adam y Ronald. Y no sabía nada de mi novio, ninguna llamada, ningún mensaje, era como si hubiese desaparecido. Por un momento sentí una presión terrible en el pecho de imaginar que así fue pero por otra parte, intentaba no detonar mi paranoia. Lo mejor era enfrentarlo.
Se supone que este fin de semana tendríamos ese viaje a Delaware, no había mucho tiempo para pensar en un plan que funcionara y él brillaba por su ausencia. Después de clases decidí ir a buscarlo, llevaba mi auto conmigo y me sentí orgullosa por lo bien que conducía.
Llegué primero a Best Buy, al no encontrarlo y no ver su auto por ningún lado preferí no detenerme a preguntar y seguir con mi segunda opción: su casa.
Al dar vuelta por la calle en la que vivía me di cuenta que su auto no estaba, entonces... él tampoco. No me daba buena espina pero tenía que llegar al fondo de esto, marqué una vez más a su teléfono pero lo tenía apagado. Me estacioné y bajé con miedo de encontrarme con algo que no quería aceptar.
Traía la llave conmigo y decidí usarla por primera vez.
Al entrar todo parecía en calma, cerré la puerta y escuché como mis zapatillas deportivas hacían ruido al caminar, miré hacia la parte del comedor donde divisé dos copas de vino en la mesa, ¿Dos? Avancé y noté labial rojo en una de esas copas y mis celos se dispararon junto con mi rabia ¿Trajo a otra chica aquí?
Subí al segundo piso y abrí la puerta de su habitación, todo parecía en orden, estaba su portátil, sus cosas en el peinador, abrí el armario y toda su ropa estaba intacta al igual que su cama. ¿Dónde diablos estaba Ronald?
De regreso al primer piso entré a la sala de estar, en un sofá encontré una cazadora y al tomarla supe de inmediato que era bastante pequeña para él, era de mujer, y no de cualquier mujer... Heather. Jamás en la vida tuve deseos de ahorcar a alguien pero ella era la primera en mi lista.
Subí de nuevo a la habitación de Ronald y robé una de sus chaquetas de cuero, tenía cuatro y tomé mi favorita, una negra clásica, de alguna forma se enteraría que estuve aquí y que encontré todas las pruebas que lo culpaban. Salí de la casa girando la llave solo una vez en lugar de tres y desaparecí del lugar.
Me sentía traicionada y desplazada. Me dijo de frente que era a mí a quien amaba y resulta que se vio a escondidas con Heather. Sequé mis lágrimas, no las merecía y traté de tranquilizarme para llegar con buena cara a mi casa. Si Ronald no daba señales de vida entonces... ya no tenía nada que hacer.
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Al llegar a casa no había nadie, todos estaban fuera y nada me hacía mejor que estar sola en estos momentos. Corrí a mi habitación y me encerré para desahogarme en llanto, fui al baño y traté de componerme. No podía estar así pero mi corazón dolía, mi cabeza me martillaba y me sentía como en un oscuro pozo.
Mi móvil sonó con la esperanza de que fuera Ronald pero era Lena. Respiré varias veces hasta sentir mi voz adecuada y contesté antes de que fuera llamada perdida.
—Lena...
—Siéntate porque te tengo una noticia espectacular.
Fruncí las cejas. Tal vez me haría bien algo de buenas noticias. Me quité la ropa y puse en altavoz a Lena para ocuparme de mis prendas.
—A ver, ¿De qué se trata? —pregunté mientras me ponía la chamarra de Ronald, cielos olía a él, hasta podía percibir que me abrazaba y me dejé únicamente mi ropa interior.
—Es el destino Aurora, estuve un poco más de tiempo en la facultad que locura ¿No? Pero así fue y me encontré con la magnífica noticia de que abrieron intercambios a varios lugares del mundo y nos inscribí para irnos a Londres ¡Ah!
— ¿Qué hiciste qué? —inquirí casi en grito, tomé el móvil para llevarlo a mi oreja y cerré la puerta del baño de golpe.
—Cálmate, Trevor también entró y nos iremos antes de acabar el semestre aquí, nos tendrían consideración para ambientarnos al llegar allá.
—No, no debiste hacerlo.
—Oye, creo firmemente en tomar estas oportunidades para nuestro futuro, no me vengas con reproches, tenemos excelente promedio y muchos se postularon para otros países.
Sacudí mi cabeza.
—Debiste primero consultarme.
—Sabía que tendrías un pretexto para no entrar así que me ahorré ese tiempo.
—No iré.
—Hablamos de nuestra carrera Aurora, debe de importarte.
— ¿Cuánto tiempo sería?
—Estaríamos ocho meses
— ¡¿Qué, Qué?! —exclamé más furiosa que nunca.
— ¿Hola? Es un intercambio de eso se trata y somos de los primeros, apenas salió la convocatoria y nos inscribí.
— ¡No! —grité.
—Si gritas avísame para alejar mi oído, Blake y esta es una gran oportunidad, ve el lado positivo.
Colgué, era increíble que Lena haya hecho eso sin mi consentimiento. No iba a dejar todo aquí por irme un semestre a Londres, aunque por otro lado, ella tenía mucha razón, era una buena oportunidad y no se daba todos los días pero aun así, era demasiado.
De tanto darle vueltas al asunto me detuve a unos centímetros de la ventana, algo acaparó mi atención al darme cuenta que ya no estaba sola. Esa silueta la reconocía bien y mi instinto fue correr para abrir las persianas y encontrarme con Ronald de espaldas, estaba muy bien sentado y volteó a verme sobre su hombro.
Abrí la ventana con cuidado y lo observé, aun sin poder creerme que estaba aquí.
— ¿Puedo pasar? —preguntó.
—No deberías —respondí indignada—. Después de que te largaste por tres días.
Desvió la mirada, lo noté exhausto, serio e increíblemente imperturbable.
—Fui a Delaware.
Mi alma dejó mi cuerpo.
— ¿Qué?
¿Qué le dio a la gente por molestarme hoy?
—Fui para hablar con Solomon sobre mi liberación, Heather mintió.
Fruncí las cejas.
—Fuiste sin mí.
—Fue lo mejor y te ahorré problemas —respondió muy sereno.
Quise cerrar la ventana pero Ronald me detuvo en el intento. Me observó de pies a cabeza muy atento y con los ojos más brillosos. Demonios, se me había olvidado que estaba en ropa interior y con una de sus cazadoras. Mis mejillas ardían.
—Linda chaqueta, demasiado grande —me miró a los ojos pero fueron descendiendo lentamente para su segunda inspección—. Aunque sexi.
Puse los ojos en blanco y moví la ventana de nuevo, él la levantó haciendo que la chamarra subiera por mi cuerpo sin dudar en darle otro vistazo a mi vestimenta bastante escasa y se movió con agilidad para entrar.
—Joder... eres una sexi ladrona —afirmó con una media sonrisa mezclada con una ligera mirada cansina.
Me cubrí todo el cuerpo con la cazadora.
—Y tú un maldito hipócrita.
Frunció el ceño.
— ¿Y ahora a qué viene ese nombramiento? —preguntó ladeando la cabeza, desviando los ojos hacia mis piernas.
—Mírame a los ojos, West —ordené.
Me miró.
—Estás casi desnuda y con mi chaqueta ¿Crees que pueda concentrarme solo en tus ojos? —protestó con una mirada pícara que a mí me molestaba—. En este momento solo quiero llevarte a la cama.
Me estremecieron sus palabras y mi respiración se aceleró.
—Quédate donde estás —alcé mis manos en señal de rechazo.
—No prometo nada —susurró muy seductor.
— ¿Por qué fuiste a Delaware?, creí que iríamos juntos.
—Preferí ir yo y arriesgarme a lo que había dicho Heather.
— ¿Heather estuvo en tu casa? —pregunté.
Ronald me observó a los ojos y se lo pensó por un momento.
—Sí.
—Y me lo dices así tan tranquilo, ¿Por qué se vieron?
Caminó hacia mí pero yo me alejé.
—Eres igual de celosa que yo —comentó con una sonrisa acusatoria.
Puse mala cara, ¿Por qué le hacía gracia esto?
—No es juego, Ronald, ¿Estuviste con ella verdad?
Me observó.
—Sí, pero solo hablamos.
—Hablaron —repetí con un gestó de desagrado.
Me inspeccionó de nuevo.
—Lencería negra —murmuró, acercándose para enganchar un dedo en mis bragas y jalarme hacia él—. Mi color favorito.
Le di un manotazo y me cubrí completamente con la chaqueta para tomar distancia.
—No cambies de tema, ¿Por qué estuviste con ella?
—Ya te dije, solo charlamos.
— ¿De qué? —pregunté molesta.
Llevó una mano a su barbilla para rozarla con sus dedos lentamente mientras me miraba y por alguna razón, sentía que me quemaba.
—De nosotros —dijo.
— ¿Aun había más que recordar de su relación?
Él sonrió.
—Me refiero a ti y a mí.
Bueno, me sentí tonta con lo último que dije.
—Pues especifica —repliqué con aceleración en mi respiración.
—Estás nerviosa —remarcó, acercándose más hasta arrinconarme contra la pared, intenté alejarme de él pero me tomó de la cintura con sus manos cálidas para inmovilizarme—. Quieta.
Estábamos frente a frente.
—No me toques —espeté, apartándome de él.
Ronald frunció el entrecejo.
—No está vez, Ronald, no confío en que simplemente hayan hablado —protesté furiosa.
Me miró.
— ¿Qué crees que hicimos?
Lo miré de mala gana.
—Deja de ser un cretino y háblame con la verdad de una vez, lo merezco —exigí.
Suspiró sin dejar de verme. Caminó hacia la puerta de mi habitación y le echó seguro al cerrojo.
— ¿Por qué no confías en mí?
—Porque te largaste durante tres días, ni si quiera me hablaste y estuviste con Heather.
—Eso no tiene importancia.
—Para ti no pero para mí sí, Ronald, ¿Te gustaría verme con algún ex mío?
—Imposible —respondió—. Yo soy tu primer novio.
Puse los ojos en blanco.
—Estoy hablando hipotéticamente.
—Pues se más específica —me imitó con seriedad.
Lo fulminé con la mirada.
—Es increíble que tomes esto a juego.
—Aurora, te juro que no hicimos nada, cuando llegué a mi casa esa noche que venía de la tuya ella me siguió, ella traía la botella y las copas, me ayudó con mis golpes, hablamos, pero no sucedió nada. Yo decidí irme a Delaware, me fui solo y esas copas se quedaron ahí, todo se quedó como lo dejé.
—Y la chaqueta —agregué.
Ronald resopló.
—Y la chaqueta—repitió—. Vaya que eres buena registrando casas.
—Era imposible no verla si estaba sobre el sofá de tu sala —me crucé de brazos.
—Sé que estás molesta.
—Y mucho —respondí abriendo grandes mis ojos.
—Pero, princesa, vine a decirte algo.
Volteé a verlo.
— ¿Qué cosa?
—He sido aprobado para obtener mi libertad.
Me quedé con los ojos bien abiertos.
— ¿Cómo?
—Tuve un largo interrogatorio, mostré las pruebas suficientes, pasé incluso por un detector de mentiras y para constatar lo que decía me hicieron tomar algo para decir la verdad, sabe asqueroso pero al final dictaminaron una prueba de libertad.
— ¿Y eso significa?
—Civil en proceso, dedicado a cuidar de ti nada más —respondió con una sonrisa.
—Bien —dije, me alegraba pero aún estaba sentida.
Ronald quedó perplejo.
— ¿Solo me dirás "bien"?
Asentí.
—Quiero dormir.
—Aurora...
— ¡Vete! —exclamé, señalando la ventana con mi cabeza—. Quiero que te vayas.
Ronald me observó aun patidifuso por mi reacción.
—No hagas esto, yo...
—Ahora que eres libre, vete, vete con Heather, vete con quien se te pegue la gana.
Me miró con recelo y tardó unos segundos en hablar.
— ¿Estás terminando conmigo? —preguntó muy cauteloso.
Nuestras miradas se encontraron.
—Solo quiero que te vayas.
—Contesta la pregunta que te hice.
Hubo un momento de silencio en la habitación, escuché mi respiración y me sentía muy molesta.
—Vete —ordené, reprimiendo mi tristeza.
—Contéstame a lo que te pregunté, Aurora —repitió más exaltado.
Puse los ojos en blanco.
— ¡Sí! —grité—. Sí, estoy terminando contigo ¡Fuera de mi casa! ¡Ahora!
Ronald abrió sus ojos incrédulo y sorprendido.
—Aurora... —susurró mi nombre—. ¿Por qué?
— ¡Largo! —se me quebró la voz pero ya no quería verlo.
Negó con la cabeza, intentó acercarse pero tomé un libro que tenía sobre mi cómoda y se lo lancé, Ronald usó su antebrazo como escudo aun pasmado por mi reacción. Golpearlo.
Estaba furiosa por todo. ¡Por todo!
—Bien —musitó, mirándome desconcertado y hasta dolido—. Me voy.
—Ya era hora.
Si iba a seguir haciendo cosas a mis espaldas, a sacarme de sus decisiones entonces que se fuera, no podía permitir que se largara el tiempo que quisiera y volviera cuando se le antojara y actuar como si nada.
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