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Nueve;;

- ... "La aurora entra con sus pies diminutos como una dulce pavlova, y yo estoy cerca de mi deseo.
Nada hay en la vida que sea mejor que esta hora llena de calor, este momento efímero, donde despertamos unidos después de una noche llena de amor." - el silencio atrapó la sala por unos segundos - Gracias.

Y ahí estaba lo que el pálido quería, el sonido de aplausos llenando el cuarto, siendo un Yoongi muy sonriente quién bajaba del pequeño escenario del lugar, buscando con la mirada a su esposa quien se acercaba al pelinegro orgullosa de él.

- ¿Qué tal estuve? - preguntó él.

- Me encantó.

- ¿Qué opinas de las palabras?

- Perfectas en cada oración - y después de dicha respuesta, un casto beso se presenció de la pareja, siendo rodeados seguida y prontamente por varias señoritas muy hermosas.

- ¡Sr. Min! - le llamó una de ellas - Santo Dios, su voz es increíble; poderosa.

- Muchas gracias, es usted tan amable - sonrió el mayor, saludando a la femenina y a las otras dos que venían con ella.

- Me emocionó mucho con su poema - comentó otra, llamando la atención del único varón del pequeño multo.

- ¿Qué le parecieron las palabras? - preguntó sonriente.

- ¿Palabras?

- ¡Cuando publicará otro libro! - que la otra mujer haya interrumpido de esa manera a su amiga, sólo le dejaba ver a Yoongi que ninguna de ellas sabía realmente lo que significaba la poesía.

- Cuando lo escriba, claro - respondió con amabilidad. Ellas rieron.

Su ligero coqueteo no se lograba pasar desapercibido en ningún momento, y Ally lo notaba, aunque no sabía si eso le molestaba o era el hecho de que su esposo fuera tan amable y coqueto a la hora de responder.

- Debe ser increíble estar casada con un poeta tan grandioso como lo es Cody, Ally.

- Sí, así es; es un hombre muy brillante y atractivo - respondió ella con una sonrisa.

Una tan forzada y ligeramente hipócrita.

Le enojaba que coquetearan con su esposo; no la podían culpar de sentir celos al ver a esas arpías hacerlo delante de ella. Era simplemente molesto.

- ¿Nos permiten un momento a solas? - preguntó ella, tomando del brazo a Yoongi y alejandose de ese trío de mujeres.

Cuando se encontraban en una esquina del cuarto dónde no había mucha gente cerca, el mayor se atrevió a hablar.

- ¿Celosa?

- ¿De ellas? Pfff, para nada - rodó sus ojos.

- Son demasiado pesadas. Nada que ver con mi hermosa esposa - dijo tierno. Esa sonrió complacida.

- Me... Quiero ir - soltó de repente.

- Pero acaba de iniciar todo - la miró.

- Lo siento; estoy exhausta, y tengo una pila de ensayos enorme para corregir. ¿Te importa si nos vamos ahora o en un minuto?

- Amor, tengo que agradecerle a Sam por la crítica y Kim está aquí...

- ¿Quien es Kim?

- Namjoon Kim. Quién organizó todo esto.

- Ah, claro... Claro.

- Escucha, llevate el auto - propusó Yoongi.

- ¿Cómo te irás tú? - preguntó su mujer.

- Me iré caminando, no pasa nada - sonrió - termina tu trabajo y descansa un poco. No llegaré muy noche, no te preocupes.

- ¿Seguro?

- Lo prometo - la besó - anda, te veo luego.

La rubia dudó por un segundo pero al final cedió. Ésta tertulia era algo importante para Yoongi, y Ally no quería arruinarle el rato por sus caprichos, por lo que después de que el mayor le diera las llaves del auto, se fue a su casa.

El ambiente estuvó muy cómodo por un buen rato más, hasta que en eso de las 8:29 de la noche, el pálido pelinegro por fin decidió irse, caminando tranquilo en el frío viento de la pronta noche; aunque en lugar de calarle los huesos, le parecía refrescante y atractiva la brisa que le recorría por el cuerpo.

Para cuando él se encontraba delante del edificio donde su apartamento estaba, el sol se había ocultado y ahora sólo quedaba el brillo de las farolas callejeras de la banqueta, la Luna creciente siendo cubierta por nubes y dejando completamente oscuro el cielo.

- ¿Yoongi? - una voz suave y masculina lo llamó.

Él, quién venía caminando con su mirada clavada en sus zapatos y sus manos en los bolsillos de su pantalón, levantó la cabeza, topandose con la suave mirada de un conocido rostro.

- Jimin - sonrió él.

- Justo iba a tu casa, ¿Dónde andabas?

- En una... Fiesta - o algo así.

- ¿Tienes algo que hacer? Quería pasar el rato contigo - el menor sonrió.

Como si fuera inevitable, Yoongi recordó el momento lleno de tensión y fuera de lugar en su casa, haciéndole imposible el apenarse al recordarlo; porque aunque sí estaba demasiado ebrio, no lo suficiente como para olvidar las cosas. Así que está vez evitaría a toda costa el meterlo a su hogar.

- Ally está en casa - explicó - se sentía cansada, así que no quiero molestarla.

- Oh... Entiendo - murmuró.

Ally siempre irá primero al parecer.

- ¿Pero quieres ir a otro lado? A Cambridge tal vez - sonrió, Jimin lo miró con sorpresa.

¿Qué demonios irían a hacer en Cambridge? Al diablo, ni siquiera importaba, estarían juntos.

- Sí, claro. Contigo hasta la luna - respondió emocionado.

- Tampoco tan lejos, caballero - rió el mayor.

Y así fue como Jimin, igual que un niño pequeño siguió al pelinegro hasta la entrada de su casa, viéndolo ser cauteloso y cuidadoso al entrar, tomar las llaves y volver a salir del lugar.

- Definitivamente, si alguien llega a entrar desmueblan la casa y ella ni siquiera lo nota - rió el mayor, burlandose de lo sencillo que le fue el ingresar a su casa y robarse las llaves de su auto.

- Tiene el sueño pesado.

- Pero no largo, despierta todas las madrugadas - Yoongi rió y ambos hombres caminaron juntos a la salida del edificio.

Aproximadamente a las 10:47 de la noche, aquellos dos chicos se encontraban caminando entre la noche, a orillas del río cam. Las luces de la calle estaban encendidas mientras que el cielo se había puesto completamente oscuro. A esa hora no había gente caminando o en sus autos, parecía estar todo completamente desolado pues solo se escuchaban el eco de los pasos de los dos chicos. El frío que hacía calaba en los huesos y congelaba el aliento.

Jimin en serio rezaba por que la hora pasara lento, no quería desperdiciar ni un solo segundo de toda la atención que estaba recibiendo. Era su poderosisímo Yoongi Cody Min, maldición, conversando alegremente con él y sonriéndole como cuando tenía 16.

Su corazón latía burbujeando en felicidad y su rostro expresaba lo feliz que se hallaba con esa preciosa sonrisa que no quería abandonar su rostro.

- Te ves contento, Jimin - señaló Yoongi, sonriendo por automático al ver esa enorme sonrisa que adornaba el rostro de porcelana del menor.

Yoongi, siempre has sido tonto para captar indirectas. ¿No entiendes que estoy en una cita con el amor de mi vida? Obviamente que estoy feliz. - Ah... Es que estoy recordando viejos tiempos - le miró. - Eres muy amable de aceptar salir conmigo.

- Yo te invité, ¿No es así? Además, es cómodo estar con un viejo amigo. - mencionó - Es extraño; me gusta como me siento cuando estoy contigo - Ahora sí que Jimin necesitaría el médico para él, se iba a morir.

Un ataque al corazón iba a invadirle en ese preciso momento; y aunque tenía ganas de gritar lo que sentía a los cuatro vientos, no lo hizo. En cambio, el carmín de sus mejillas se hizo más elevado y el silencio abarcó el lugar. Jimin junto a su enorme sonrisa caminaba emocionado al costado de Yoongi, quién poseía una expresión serena y tranquila; suave como se acostumbraba en él.

Al contrario de como suele ser con mayor frecuencia, el silencio que los abrazaba no era incómodo, jamás lo fue cuando ellos dos estaban juntos. La espesa cortina de ocuridad que cubría su noche era adornada por las estrellas y su tenue brillo; la luz pasajera de cada farola en el camino no les dejó ni un extremo de sombra, y la mirada profunda del pelinegro erizaba cada vello en el cuerpo del menor.

- ¿Recuerdas el edificio abandonado? Me pregunto si aún se encuentra ahí - preguntó el rubio, rompiendo la ausencia del sonido.

- Sigue ahí - afirmó Yoongi - aunque ahora dicen que está embrujado - rió para sí mismo.

- ¿No deberíamos entrar? - preguntó con parsimonia.

- No, deberíamos entrar - Y dicho esto como si de un niño se tratara, aumentó la velocidad de sus pasos hasta tener a un Jimin corriendo detrás de él.

A pesar de tener casi la misma estatura, Yoongi poseía piernas más largas; al contrario de Jimin. Para cuando ambos estaban en la entrada de aquel viejo edificio abandonado, el que parecía sofocarse era el pálido pelinegro de ojos gatunos.

Definitivamente necesitaba mucho ejercicio, cansarse por tan corta caminata era una completa burla.

- Algo en mí dice que esto se va a caer con el primer paso que demos dentro - advirtió Park.

- Resistirá - rió Min, entrando de igual manera al lugar.

La madera del lugar se veía podrida, un olor a humedad llenaba el aire y los pasos lentos de los hombres sonaban fuerte, haciendo eco en las viejas paredes del lugar.

- ¿Recuerdas cuando bailabamos aquí dentro? - preguntó el mayor, mirando todo su alrededor. Siendo observador, como si fuera la primera vez que entraba.

- Jamás lo olvidaría - balbuceó nostálgico Jimin.

El latente corazón del rubio mostraba euforia; el escuchar que Yoongi jamás negaría su pasado juntos le llenaba de tanta felicidad, que creía, o tal vez aseguraba que su contrario pasaba por lo mismo.

Yoongi; cansado, se sentó en una esquina de la zona. No le importaba mucho el ensuciar su ropa, y honestamente no le molestaba ni un poco la suciedad del sitio. Sus ojos viraban de dirección, mirando una pared a otra hasta toparse con los ojos tiernos de Jimin.

- ¿Recuerdas que canción era la que bailabamos? - preguntó el más bajo. Min asintió.

El rubio, con miles de recuerdos abordando sobre él, tomó asiento al lado del mayor, doblando sus piernas y comenzando a tararear aquella melodía que con tanto cariño recordaba. Sus pies le seguían el ritmo y la mirada del pálido se enfocó en el rostro contrario; ligeramente borroso por la oscuridad.

- Intentan decirnos que somos muy jóvenes, - Yoongi sonrió - demasiado jóvenes para estar enamorados de verdad...

La voz de Jimin era... ¿Cómo demonios explicarlo?hipnotizante.

Su voz tierna, la melodía perfecta de las notas que cantaba ese rubio llenaba los oídos de Yoongi; un sonido dulce que lograba ponerlo nervioso de alguna muy extraña manera, tonos que endulzaban sus sentidos con esa dulce voz llena de fantasías.

Podría escribir un poema completo de únicamente la voz de Jimin.

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