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Cinco;;

Realmente eran unas de las pocas veces en las que Yoongi se sentía tan incómodo en una fiesta. No era por el ambiente, o por que había una pelea familiar; era realmente su suegro el que lo hacia sentir tan mal.

El pálido estaba seguro que era el Karma haciendo su trabajo de forma instantánea, lo que le estaba pasando era por haber tratado mal a ese pequeño rubio de mejillas regordetas. Era definitivo; en cuanto lo vea, le pedira sus más sinceras disculpas. Pero por ahora, Yoongi se merecía esto, por haberle hablado tan mal a Park.

- Entonces... ¿Hablas coreano? - preguntó el señor, quien se encontraba con un vaso de whisky en mano.

- No, señor - negó con prontitud el menor.

- ¡Oh vamos! ¿Me estás diciendo que eres Coreano y no sabes ni siquiera tu propio idioma?

- Yo nací en este país, señor. Para ser exactos, en Mytholmroy - le informó - nunca he pisado terreno coreano y mis papás siempre me hablaron en ingles.

- Lo siento, es verdad. Tus padres son los inmigrantes - escupió con sorna.

Desde que Yoongi se volvió parte de esa familia, la madre de la chica lo invitaba muy seguido a varias cenas familiares en sus tiempos de noviazgo. Él obviamente aceptaba por cortesía, para llevarse mejor con la familia de Ally; pero realmente siempre se presentaba con pocas ganas desde que le contó a su suegro el pasado de su familia.

Los padres de Yoongi habían migrado junto a sus abuelos y otras personas hacia china, en busca de mejores oportunidades y debido a la pobreza que el país estaba pasando. Y así fue, que en 1910, con 14 y 15 años de edad, los padres de aquel pálido chico ya se encontraban en terrenos chinos; aunque el destino de esa pareja no era permanecer en aquel país, para 1913, ellos ya se encontraban en Inglaterra.

Los abuelos de Yoongi creían que Gran Bretaña era uno de los mejores paises para criar a sus hijos. Esos jovenes de en ese entonces 17 y 18 años, los cuales habían viajado juntos por todos esos años, pasando hambre y desgracias juntos.

Lo que les brindo una nacionalidad para vivir libre y humildemente fue el hecho de que sus abuelos y padre hayan participado en la primera guerra, como soldados del país, dónde el alistamiento era forzoso en 1916, pero para ellos, quienes no eran ciudadanos, el alistarse fue algo voluntario, entregando su vida para que sus mujeres e hijas tuvieran una mejor vida en aquel país.

La guerra terminó, y sólo el abuelo paterno de Yoongi murió de esos tres valientes hombres que fueron. En 1932, Yoongi Cody Min nació, justo cuando los papás de él ya estaban en una buena estabilidad económica y social. No creció con lujos de rico, pero tampoco fue muy pobre.

El papá de Yoongi había muerto en la segunda guerra mundial, cuando él apenas tenía 7 años de edad. Su abuelo murió de cáncer unos años antes y sus abuelas fallecieron por causas naturales en 1937 y 1940. La única mujer que aún tenía con vida era su madre, siendo, junto a su esposa, una de las mujeres más importantes de su vida.

- No quisiera saber que se siente tener que salir de tu país a otro simplemente porque donde naciste es una porquería - continuó el mayor.

- Bueno, en esos tiempos supongo que encontrar a personas saliendo de su país por mejores oportunidades es algo normal. Inclusive ahora, es decir: si donde vives no te ofrece una buena estabilidad para tu familia, buscar otra forma de tenerla es lo que cualquier padre haría. Los inmigrantes no salen del país por ellos, lo hacen por sus hijos - le dijo, intentando tener una conversación decente con aquel señor.

- Pura tontería - bufó el mayor - simplemente llegan a quitarle el trabajo a personas que relamente lo merecen. Por ejemplo: los ciudadanos.

- Todos merecen trabajar, piense en los inmigrantes que salen de Inglaterra...

- Nadie sale de aquí.

- ¡Claro que sí! Aquellos que viven en gran pobreza y les es difícil seguir adelante en el país, buscan otra oportunidad en otro.

- Como tu familia - lo miró.

- Sí - dijo tímido. Deseando más que nunca golpear a ese señor - como mi familia. Es por eso que, si para cuando Ally y yo tengamos hijos, Inglaterra llega a convertirse en un lugar difícil para vivir, estoy seguro que la decisión más correcta sería ir a otro país para que el bebé pueda tener una buena vida.

- Ni siquiera mensiones eso - gruñó.

- Puede ser una posiblidad, nadie nos asegura que el país vaya a tener una gran calidad...

- No habló de eso. ¿Realmente ya ves una familia con mi hija? - preguntó con ofensa.

- Supongo... Es decir, es mi esposa y ambos queremos hijos, no lo sé, ¿Tal vez dos?

- No puedo creerlo. Mi pequeña Ally teniendo hijos con un inmigrante - y tras este comentario, una risa ofendida y suave salió de la boca del pálido muchacho.

- Si... La procedencia de mi familia es lo que le desagrada...

- No, realmente todo tú me desagradas - escupió con molestia, mirando al menor - No puedes ni siquiera mantener con bien a mí hija y ya quieres tener una familia. Cielo santo, ¡Ella está trabajando! ¿Qué tan patético tienes que ser como para que tu esposa trabaje?

- Con todo el respeto que se merece, señor - realmente no se merece nada de mi respeto, viejo desgraciado - si usted conociera al menos un poco a su hija, sabría perfectamente que a ella no le gusta estar sola en la casa simplemente como una sirvienta sin hacer nada - le dijo con tono suave, intentando no verse mal educado - a ella le gusta su trabajo, le gusta lo que hace; por lo que no la obligaré a renunciar. Si tan sólo hubiera visto lo emocionada que estaba cuando ella...

- Sólo admite que ella trabaja para que tú te quedes en casa escribiendo tus patéticos libritos.

- Los libros son un pequeño ingreso más, señor. Realmente yo trabajo como arquitecto y eso ya me paga lo suficientemente bien para que puedamos vivir cuatro meses sin hacer nada - murmuró.

- Yo sólo opino que ella necesita a un hombre mejor - ¿Cómo cual? ¿Un idiota que la mantenga bajo llave y la golpee? Le guste o no, yo fui la mejor opción que ella pudo tener.

- ¿De que hablan? - preguntó Ally, llegando con aquellos dos hombres.

- Nada importante, cariño - habló rápido Min.

- Sobre la inmigración y esas cosas.

- ¿De verdad le estás preguntando otra vez sobre su vida a Yoongi? - cuestionó la chica con molestia.

- No estoy haciendole nada malo al chico - se excusó desinteresado en pelear con su hija.

- Dios bendito ¡Papá! ¿Por qué eres así? ¿Por qué buscas cualquier oportunidad para humillar a mi esposo? Dime, ¿Por qué lo ves inferior a ti? ¿Por que lo miras bajo tu hombro? - se quejó la chica, comenzando a levantar la voz y llamando la atención de todos los presentes; accionando rápidamente un interrptor en el pálido.

- Linda, estás gritando, ¿Que dices si...

- ¡No, Yoongi, no! - le interrumpió - ya estoy cansada de su actitud contigo. ¿Cuál es tu afán de humillarlo? ¿De tratarlo mal? ¿Qué ganas con eso? - le preguntó nuevamente.

- ¿Ahora te enojas de que pregunte su vida?

- Cielo santo. ¡Ya sabes su vida! Lo que estás haciendo no es ser curioso por conocerlo. Lo haces para incomodarlo. ¡Por esa actitud que tienes hacia él es que no los visito desde hace siete años! - gritó molesta - ¿Realmente no puedes aceptar que él es mi esposo? Si sigues con estos modos olvidate de conocer a tus nietos.

- ¿Piensas tener hijos con ese poeta de cuarta? Ni siquiera tiene el dinero suficiente para que ambos tengan una casa propia - bufó su papá enojado.

- Pues si incluso viviera bajo un puente, prefiero estar con él. ¿Te escudas bajo la economía? ¿Te recuerdo quien fue el que me echó de casa y quien me pagó la universidad a pesar de ser "pobre"? - le echó en cara. El mayor guardó silencio.

Y es que, cuando el señor no veía indicios del fin de la relación de su hija con el de ojos felinos, le amenazó con correrla de la casa, y detener sus estudios. Cumpliendo con su palabra al no ver cooperación por parte de la menor.

Yoongi se enteró de aquello cuando un lunes por la tarde, la pasó a recoger a su escuela y ella no fue. Preocupado se dirigió a dónde vivía ella, recibiendo por la boca de su suegra lo sucedido. La buscó por todos lados, hasta encontrarla viviendo en un edificio abandonado.

Ella no fue con Min para no darle preocupaciones, esperando hacer entender a su padre quien era demasiado terco con su propuesta. El pelinegro la llevó con él y su madre, viviendo los tres juntos y trabajando horas extra para poder darles buena estabilidad a ambas mujeres, sin mencionar la paga de ambas universidades, ya que al chico sólo le faltaban dos años y ella el siquiera entrar.

Todo se hizo más fácil cuando él término de graduarse, sin mencionar que sus novelas y poemas habían sido un gran apoyo, más a parte la ayuda que las dos femeninas le daban al vender comida cerca de los obreros, teniendo buena suerte de que ellos nunca llevaran algún lunch, y si lo hacían, agradeciendo que su estómago fuera grande para desear comer más.

Ella le agradecía todo, realmente todo lo que el más alto hizo por ella, ardiendole por completo la actitud que tenía su padre ante semejante ángel que era Yoongi.

- Él es más de lo que tú crees, y estoy segura que incluso me ama más de lo que tú lo haces, porque si me quisieras al menos la mitad de lo que él lo hace, no me habrías echado a la calle sin remordimiento por un simple capricho - y después de escupir con furia esas palabras, tomó al pelinegro joven y comenzó a caminar fuera de la casa.

- Cariño, por favor. Hay que hablar de esto, ¿vale? No quiero que te pelees con tu padre - le incitó Min, sintiendo la culpa oprimir su pecho, pensando que por él su mujer peleo con su papá.

- Dios, ¿Qué vamos a hablar? Desde que te conoce te trata mal. Estoy hasta el límite de su actitud - gruñó la menor, dirigiéndose rápido al auto.

Una vez llegaron, Yoongi le abrió la puerta para seguido entrar él.

- Amor, de verdad. Escucha, no has visto a tu papá desde hace varios años; realmente me hace sentir mal que te peles con él por mi culpa - le dijo tranquilo, intentando convencer a su esposa de tal vez regresar.

- Y serán más años sin verlo si continúa asi. Cariño, esto no es tu culpa; él es el que provoca todo esto - El pálido estuvo a punto se replicar algo, a no ser que la madre de la menor llegó antes.

- Hija, regresa. Tú papá no quería decir nada de eso.

- Sí quiso. Y lo hace para seguir denigrando a mi esposo - gruñó ella, sin mirar a la señora.

- No lo hace con esa intención...

- ¡Deja de justificar su tosco comportamiento, mamá! - chilló - vámonos, Yoongi.

- Ally, por favor, escuchame - insistió su mamá.

- Vámonos, Yoongi - repitió con un tono más raspado, advirtiendo al mencionado que si no aceptaba pronto, terminaría durmiendo en el sillón.

- Lo siento mucho, señora Chapman - se disculpó el pálido, antes de encender el auto e irse del lugar.

En todo el camino la más baja estuvo llorando y sollozando mientras se quejaba de aquella actitud tan tediosa que tenía su padre. Derramando con sentimiento lágrimas y hablando entrecortada, provocando que el corazón del pálido se hiciera pequeño al ser la segunda vez que la escuchaba llorar con tanto sentimiento. La primera fue cuando la llevó a su casa, llorando gracias a la misma persona en esas dos ocasiones.

Para cuando llegaron al departamento, él se encargó de consentir a esa mujer que aún sollozaba. Amaba a su papá, y por eso mismo le dolía que a él le importara un carajo su felicidad, la cual era aquel delgado hombre. Una taza de té, unas galletas y bastantes caricias bastaron para volver a tranquilizarla. Chistes malos y caras tontas ayudaron para hacerla reír, y tres caricias bastaron en él para transformar completamente el ambiente melancólico en uno más caliente.

Relamente Yoongi conocía sus debilidades, y tras sentir las manos curiosas de su mujer, no tardó mucho en que aquel calor incómodo se alojara desde su pecho hasta su zona baja. No podía resistirse, realmente a él se le complicaba abortar una misión una vez había comenzado, pero jamás había tenido que hacelo.

En definitiva, esa mujer lo volvía loco, no mintió en ese momento que le dijo a Park que estaba enamorado de aquella bajita rubia. Y en ese momento, confirmaba lo cuan perdido se encontraba, sintiendo placenteramente cada segundo en el que sus cuerpos se movían a la par, ansiando contacto cuando sus bocas se separaban y paseando sus manos sin algún temor por cada rincón del cuerpo de ella.

Cuando estaba con Ally, el tiempo se detenía, y lo único a lo que le prestaba atención era a aquellos ruidos que soltaba la menor cada que él hacia un movimiento satisfactorio, exitando cada vez más a ese pelinegro quien tenía la mirada profunda y llena de deseo.

El sentimiento era mutuo, y eso provocaba tan buena conexión que aquellos dos amantes tenían.

Una conexión que no sólo ellos tenían...

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