Las estrellas brillaban en las afueras de las ventanas, estaban encerrados en ese viejo coche, el cual empezaba a oler a hogar.

— Sabes, esto no hubiera pasado si te hubieras calmado, idiota. — decía refunfuñando al menor, pero este no le prestaba atención alguna, lo cual era más que un delito para el bajista.

— Oye! Mírame cuando te hablo, imbécil.

El peli-azul miraba la luna, podía sentir como se acercaba, le daba escalofríos pensar en ser atrapado por ella, estar tan solo... tan lejos de él.

Se volteo a mirarle en el asiento del conductor, se veía furioso y no sabía por qué. Se acercó a su cara casi recibiendo varios golpes, se situó a centímetros de él, el hombre que anheló varios años, que odio otros pero que nunca ignoró.

Le abrazó, sintió su aroma inundando su olfato, su imagen inundando su vista y su piel inundando su tacto.

— Perdón por ser tan estúpido, te lo agradesco.

El mayor no reaccionaba aún a las palabras de su acompañante, solo sabía que ese abrazo le incomodaba lo suficiente como para no corresponder y romperlo de inmediato.

— Solo déjate de homosexualidades, me entiendes?

Asintió el vocalista, el simple abrazo del conductor le bastó, aunque no fuera correspondido ni perfecto, había valido haber chocado el auto y comerse todos los insultos, pudo sentirlo mucho más cerca en un momento mucho más íntimo.

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INEFABLE
Algo tan increíble que no puede ser expresado en palabras.

El abrazo.