Epílogo
Y claro que volvieron. Todos los hombres que marcharon al bosque aquella noche regresaron sin un solo rasguño, aunque por sus expresiones sí que debieron llevarse algún que otro susto; cosa esperable tratándose del Bosque Oscuro. Por mucho que lo intenté, no conseguí que Aidan me contara nada.
No lograron encontrar al Nigromante. Registraron el bosque pero éste se había esfumado. Quizás cumplió su palabra de marcharse a las Regiones Desconocidas a pesar de no haber logrado su objetivo. No dediqué demasiado tiempo a preguntarme qué habría sido de él porque jamás volvimos a tener noticias suyas. El rastro de muerte que nosotros percibíamos en los alrededores de nuestro hogar se fue desvaneciendo y al menos yo preferí pensar que era porque él se había marchado.
Al resto de la aldea le llevó un poco más de tiempo aceptar que nuestro temible enemigo se había marchado y que por fin estábamos a salvo de él. Después de tanto tiempo teniendo miedo, era normal que les costara creérselo.
Pero sí que llegó el día en el que el miedo desapareció.
No fue inmediato y si no te fijabas con atención era difícil verlo. Pero había cosas que yo sí veía; podía ser una simple broma sobre el Nigromante o la ausencia de miedo en los ojos de los niños al mirar hacia el bosque. Creo que la mayor prueba de que todo estaba cambiando fue cuando desenterraron los falsos montículos protectores.
Y no fue lo único. Después de que contáramos la verdad sobre Adrien Olc-Mirage, no solo los montículos desaparecieron, también se destruyeron todos sus retratos y la estatua del centro de la plaza. Nos quedamos sin nuestro héroe, pero al menos también nos habíamos librado del enemigo.
Sin embargo, y aunque pueda parecer extraño, lo que sí se mantuvo fue la celebración del 29 de Febrero. Seguimos festejando el día del Nigromante, aunque no para honrar al gran héroe que desterró al mago ¡Claro que no! Ahora recordamos el día en que el pueblo de Nameless recuperó su valor y plantó cara a la oscuridad.
Y para mí, a pesar de todo se convirtió en una noche muy especial; pues fue la noche en la que Henry y yo… bueno, fue la noche en que Henry me cogió la mano por fin. Y ya no me la saltó jamás.
Y esta es la historia de lo que ocurrió.
Os deseo a todos un feliz día del Nigromante. Gracias por escuchar.
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