Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

19

Hasta que sentí las manos rígidas de Elizabeth en torno a mi brazo. Di un respingo al verla de pronto a mi lado. Había cruzado la frontera, aunque parecía más asustada que yo, si era posible.

-¡Bree! ¡Por favor! No puedes estar hablando en serio con lo de entrar ahí… ¡Jamás los encontrarás sola!-

-Sí… sí que lo haré- murmuré intentando sobreponerme.- Estoy segura de que no pueden haberse alejado demasiado y Aidan conoce las rutas de caza; si las sigo, les encontraré.-

-¡Acuérdate de lo que le pasó al padre de Henry! ¡Esas rutas ya no son seguras!- exclamó Elizabeth.- Debemos volver a la aldea y pedir ayuda. Será más fácil encontrarlos si los otros cazadores nos ayudan.-

-¡Nadie va a ayudarles Elizabeth!- exclamé perdiendo los nervios, la paciencia y todo lo que me faltaba por perder.

-¿Por qué dices eso?-

-¡Pues porque después de lo del señor Wentworth todo el mundo está muy asustado! Nadie se atreverá a entrar y el jefe de la aldea tampoco lo permitirá. Dirán que seguramente el Nigromante ya les ha matado, y no se arriesgaran a entrar. Especialmente esta noche…- Me pasé una mano por la cara mientras me movía de un lado a otro.- ¡No! ¡Tengo que entrar y convencerles de que vuelvan antes de que salgan de la ruta o ya no les encontraré!-

-Pero tú sola…-

¿Por qué se empeñaba en repetirme eso que era tan obvio?

-¡Sí, yo sola!- le grité.- Aidan es mi hermano y Henry es mi…- Lo pensé brevemente pero no se me ocurrió la palabra adecuada para definir el reciente cambio de nuestra relación.-… es Henry. Y si es necesario entraré, les encontraré y les sacaré del bosque arrastras porque… no soportaría perderlos a los dos-.

No soportaría perder a ninguno. Así que tenía que hacerlo a pesar del miedo y el pánico.

Elizabeth sostuvo mi mirada con sus ojillos claros empañados por el terror más absoluto, hasta que asintió con la cabeza comprendiendo por fin.

-Eres muy valiente, Bree- me dijo con un absurdo tono de admiración. No había entendido nada en realidad, porque yo estaba aterrorizada.- Iré contigo.-

-¿Cómo? No, esa no es una buena idea.-

-No puedo abandonarte ahora, Bree.-

Debería haber pensado mejor las posibles ventajas y sobre todo, los inconvenientes de llevar conmigo a una asustadiza Elizabeth henchida de un valor flaqueante, en lugar de creer que me daría menos miedo si iba acompañada. Pero lo de pensar con calma y tomar decisiones consecuentes a ello, nunca había sido mi fuerte; y menos cuando sentía que me estaba quedando sin tiempo.

-Está bien, Lizzie.-

Y las dos entramos al Bosque Oscuro.

Con poner un solo pie dentro, el mal presentimiento que me rondaba desde el día anterior se me alojó en el estomago, como si no tuviera ya bastante con qué cargar.

Los primeros pasos fueron los más complicados. La oscuridad me engullía una y otra vez y me sentía extraña en ese lugar. Los pies se me hundían en algo más consistente que la nieve, no era un suelo empedrado como el de la aldea. Había ramas y espinas que se me clavaban si pasaba demasiado cerca de los troncos de los árboles y la luz de la antorcha no me permitía distinguir lo suficiente como para apartarme del todo. Había una frialdad que colgaba del aire que respiraba, hasta la mano de la antorcha se me estaba quedando rígida por el frío. Pero lo peor era que no se escuchaba nada. Ningún sonido excepto nuestras respiraciones aceleradas.

Me detuve para alumbrar un poco y buscar las marcas que indicaban la dirección de la ruta. Enseguida noté que Elizabeth se me pegaba, temblorosa. Busqué las marcas en el suelo y enseguida vi dos líneas excavadas en él y pintadas de un color rojo brillante a las llamas del fuego.

-¿Las ves, Lizzie?- le pregunté.- Si nos mantenemos en su interior y las seguimos, estaremos en una ruta segura.-

-¿Crees que los chicos siguen en ella?-

-Pues claro. No tardaremos nada en encontrarlos.-

Vamos, ni Aidan podía estar tan loco como para abandonar la ruta e internarse en territorio desconocido del bosque. O eso esperaba.

Echamos a andar siguiendo el extraño sendero. Yo iba en primer lugar, iluminando nuestro camino y Elizabeth me seguía soltando grititos débilmente amortiguados cuando creía ver algo que la asustaba. De este modo, no me quedó más remedio que ser la que mantuviera la calma, aunque a veces también se me detenía el corazón por el susto de haber creído ver algo.

Me habría ido mejor si en esos momentos hubiese sido capaz de centrar mi pensamiento en algo alegre o al menos, relajante. Pero me resultaba imposible. Había oído otras historias preocupantes con respecto a ese bosque que no tenían nada que ver con el Nigromante y mi cerebro se empeñaba en recordármelas justo en ese momento.

Eran historias y leyendas sobre espectros, espíritus de los árboles que habían sido corrompidos por la oscuridad. Se ocultaban entre la vegetación y aguardaban para atacar a los viajeros perdidos. Algunos cambiaban de lugar para que no hallaras el camino de vuelta o te hacían desaparecer por métodos más horribles. Lo cierto era que las historias sobre esto en la aldea eran escasas, pues a nadie le gustaba hablar de ello. Algo que ahora comprendía a la perfección.

Seguí adentrándome, vigilando todo lo que mis ojos eran capaces de captar y tuve la suerte de no toparme con nada. Mas había algo que nos seguía, una sensación de peligro, justificada en cualquier caso porque lo que estaba haciendo era acudir a una cita segura con la muerte.

Pero no quería pensar en ello.

A veces giraba la cabeza y trataba de tranquilizar a Elizabeth con una sonrisa y ella se esforzaba por endurecer su expresión. Supongo que sabía tan bien como yo que cada metro que avanzábamos sin encontrar a Aidan y Henry era muy mala señal. Al menos supimos mantener esa falsa calma que se terminó cuando alcanzamos el final de la ruta.

Las líneas rojas se acabaron y solo por eso, lo que veía frente a mí se me antojó mucho más aterrador.

-Se ha acabado la ruta- dijo Elizabeth.

-No es posible- dije yo girándome hacia ella, aunque seguí observando esas malditas líneas.- Aunque hubiesen abandonado la ruta aún tendrían que andar por aquí.- No tenía sentido que no los hubiésemos alcanzado si solo nos llevaban diez minutos de ventaja.- ¡Deberían estar aquí!-

-A no ser que, en realidad, no hayan entrado en el bosque- Las palabras de Elizabeth me sorprendieron no por lo que insinuaban, sino porque de pronto su voz no sonó asustada, ni temblorosa. De hecho, era distinta a como siempre había sido.

Levanté la mirada y la vi a unos cuantos pasos de distancia.

-¿Qué quieres decir?-

De repente, se echó a reír. Una carcajada suave al principio pero que cogió cada vez más fuerza. No entendía nada.

-Oh Bree… eres tan crédula- dijo tras dejar de reír.- Te pareces a tu madre más de lo que yo pensaba. Ella, igual que tú, se creyó rápidamente que sus hijos se habían internado en el bosque cuando se lo dije. No me hizo una sola pregunta, entró a buscaros sin más… Al papá de Henry me costó un poco más convencerle, pero al final logré que creyera que había visto a Henry entrando aquí muy enfadado. Se olvidó por completo de su maravillosa ley prohibitiva y le siguió.-

Era imposible… ¿Elizabeth? ¿Ella era la responsable de la muerte de mi madre? Lo estaba oyendo y no podía creerlo, de hecho ni siquiera estaba enfadad porque mi cerebro era incapaz de asimilarlo.

-¿Lo hiciste tú?-

Elizabeth sacudió la cabeza y suspiró exageradamente alto.

-¿Con semejante velocidad mental pretendías ser Lucy?- me preguntó acercándose.

¡Ojala hubiese podido asimilarlo más rápido! Pero era tan surrealista que me era imposible. Elizabeth… ¿Elizabeth la buena, la dulce, la decente… se dedicaba a llevar a personas al bosque para que murieran?

<<¡Y a mí!>> pensé de pronto. Porque ese debía ser el motivo por el cual me había llevado hasta allí, fingiendo y haciéndose la asustadiza la muy…

-Entonces ni Aidan ni Henry están aquí…-

-¡Ah! ¡Claro que no!- exclamó. Torció la cabeza al tiempo que sonría con desdén.- Ni tu hermanito ni tu novio han entrado nunca. Solo estamos tú, yo… y el bosque.-

Aquello era una buena noticia, significaba que los dos estaban a salvo. Yo en cambio me había metido en el que era el peor lío de toda mi vida. Y todo por no haber pensado un poco más en lo extraño de la situación.

-Ha llegado tu hora, Bree- anunció mi raptora. Y lo hizo con tal indiferencia que me quedé pasmada.- Espero que no te pase nada, querida.- Y acto seguido, me dio un fuerte empujón que no vi venir.

Aún así logré alzar la antorcha que llevaba en la mano y cuando sentí que caía, se la tiré a su bonito rostro paliducho. Alcancé a oír su grito desgarrador, pues retumbó en la cavernosa profundidad del bosque, mientras yo caía al suelo. Del impulso, rodé unos cuantos metros, clavándome piedras y ramas caídas. Cerré los ojos justo antes de precipitarme por un terraplén por el que bajé sin poder parar hasta que choqué contra algo, golpeándome la cabeza.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro