Día 26: Capitulo Final
Pasamos los días juntos, en la mañana al despertar, sus labios se tornaban rojos por la cantidad exagerada de besos de mi parte. Desayunábamos alguno de sus platillos favoritos, yo disfruté exquisitamente cocinando para él, y aún que no fuera el mejor haciéndolo, él siempre exageraba al decir que era lo mejor del mundo. Me dediqué a amarlo, peinaba sus finos cabellos tratándolos con delicadeza, después de bañarnos juntos.
A mediodía, veíamos alguna de sus series favoritas, yo salía a comprar toda clase de golosinas... Si ese no era el plan; lo acompañaba al centro comercial, cumplí sus gustos, todos sus caprichos, solo para ver una vez mas esa sonrisa y ese brillo en ese par de ojos llenos de tristeza.
En las tardes después de merendar yo leía para él, siempre un poema diferente. Su cabeza en mi abdomen, y mis manos acariciando su cabello con ternura.
Por las noches, en la oscuridad de nuestra habitación con solo la tenue luz de la luna que se colaba por la ventana, él se aferraba a mi cuerpo, siempre sus oídos pegados a mi pecho escuchando los latidos de mi corazón, él tímidamente preguntaba si mi amor era demasiado para estar con él hasta el último minuto de su vida, hasta que su última respiración por fin terminase, siempre contesté que sí, él no podía ver mis lágrimas resbalar por mis mejillas porque caía en un profundo sueño y era mejor así.
Todas las cosas que hacía para él, tenían otro sabor, lo hacía con esmero, todo porque yo sabía que era la última vez que las haría para él.
Antes de que el sol saliera a darnos los buenos días, yo ya me encontraba despierto, hoy sería un día especial.
Todo estaba listo, guardé todo en una pequeña canasta, hoy iríamos de día de campo, sería una sorpresa para él.
—Jin, despierta, ya es otro día... — como acostumbraba, bese sus labios lentamente, saboreando su sabor.
—Quiero seguir durmiendo Nam, estoy muy cansado — me tomó de las mejillas —ven, duerme conmigo.
—Tengo una sorpresa para ti — sus ojos se abrieron espontáneamente con un leve brillo en ellos.
Se levantó como niño pequeño de la cama, se emocionó cuando le dije que saldríamos, le ayude a vestirse... Sus palabras de la noche anterior aun rondaban en mi cabeza; "Nam, ¿me harías el amor? Te necesito, necesito de ti..." Tenía miedo de cumplir con ello, quería protegerlo cuando ya su cuerpo se encontraba en ese deterioro, sumamente delgado, hacerle el amor era algo delicado...
Conduje hasta aquel lago, ese lago lleno de recuerdos, fue ahí donde nos perdimos por casualidad un fin de semana, fue ahí donde Jin me confesó su deseo de formar una familia...
Me baje del auto, el día era estupendo el sol era más amable por la mañana. Abrí la puerta de mi amado esposo y baje la canasta.
— ¿Recuerdas este lugar? — tomé su mano entrelazándola con la mía.
—Nam, ¿Cómo podría olvidarme de este precioso paisaje?
—He traído tu cámara, se cuánto adoras tomar fotografías — saqué la pequeña cámara polaroid rosa y la puse en sus manos.
Se acercó al lago y comenzó a tomar fotos. Me encargue de tender la manta roja y sacar de la canasta la fruta picada, un par de emparedados de atún y el termo con jugo de naranja.
—Sonríe Nam — se paró enfrente del sol, los rayos de este brillaban a su alrededor, se veía tan perfecto, tan celestial...
—Ven aquí, debes desayunar — caminé hasta su lado sujetándolo del hombro.
Durante el desayuno, me dediqué a mirarlo, terminamos y recargue mi espalda en el árbol detrás de mí, Jin se sentó en medio de mis piernas.
— ¿Quieres que lea un poema para ti? — encaje mi nariz entre sus cabellos.
— ¿Lo harías una vez más para mí?
—Lo que sea por ti — busqué el último poema del pequeño libro, este libro había por fin llegado a su fin... —Es un poema especial, debes escuchar atentamente.
—Entonces comienza, necesito escuchar tu melodiosa voz.
—Amanece despacio, ya la luna
Esconde sus misterios y la noche
Se refugia en los brazos del amor.
Cada verso que escribe marca el tiempo
de volver a empezar. Nace la vida
tras librar la batalla de la muerte.
No terminé de recitar el poema, Jin había dormido en mis brazos, el viaje debió cansarle.
No me moví en absoluto, me dedique a mirar el paisaje, entonces todos aquellos recuerdos invadieron mi mente una vez mas, uno a uno se presentaba como si estuviera viviéndolo de nuevo...
La primera vez que lo miré... el día que nos besamos, cuando salimos de paseo tomados de la mano, cuando hicimos el amor la primera vez, recordé todos y cada uno de sus chistes sin sentido, todos esos viejos recuerdos estaban ahí atormentándome.
El sol anda despacio. Ni la muerte,
que enseñó los colmillos a la luna,
ha podido saber por qué la vida
siempre vence el combate.
Jin se removió en mis brazos, comenzaba a despertarse, miró sorprendido a su alrededor. Yo besé su frente cuando me miró a los ojos.
—Tengo un regalo para ti — estruje su cuerpo con fuerza.
— ¿Qué es Nam? — amaba ver la emoción en su rostro.
—Bueno, iré al coche si me lo permites — se apartó lentamente de mi cuerpo dejando ese frío que dolía.
Fui a la parte trasera del auto y ahí estaba, había comprado una pareja de canarios, ese sería el regalo de Jin.
Cuando el descubrió sus ojos esperando la sorpresa, sonreí, sonreí por la satisfacción que llenó mi corazón al ver feliz a ese hombre...
Tras la noche
el día es un regalo, queda tiempo
¡Vivamos la aventura del amor!
Conducía a casa nuevamente, el sol estaba ocultándose, la noche no tardaría en cubrirnos con su frío manto.
— ¿Quieres dormir temprano hoy? Tus ojos se ven cansados, quizás mañana podríamos hacer algo que desees.
—Quiero visitar la tumba de mis padres, han pasado años desde la última vez que fuiste conmigo. ¿Irías conmigo? Por favor, te necesito para no derrumbarme — asentí sonriendo dulcemente, en realidad aquella sonrisa solo ocultaba ese nudo en mi garganta.
Los amantes descubren el amor
en todos sus rincones. Ni la muerte
podrá cortar sus alas, porque el tiempo
camina a su favor y si no hay luna
el sol les dará impulso hacia la noche
tras el grito infalible de la vida.
— ¿Quieres cenar algo? Puedo prepararte una deliciosa cena — no me respondió, solo me atrajo a sus brazos besando mis labios con dulzura —... Mi amor, ¿Qué haces?
—Quiero hacer el amor contigo, al menos por una última vez — tomó mis manos, mirándome a los ojos avergonzado —. Quiero estar en tus brazos, por favor.
— ¿Estás seguro de esto? Yo no sé... Tengo miedo — mis lágrimas descendieron una vez más.
—Una última vez... — Limpió mis lágrimas con sus pulgares, entonces cerré los ojos y me deje llevar por mis instintos.
Amar es el mensaje de la vida
y es el único sueño del amor.
Amarse por el día y por la noche,
amarse con la vida y con la muerte,
desde que nace el sol y con la luna,
en la piel del espacio y en el tiempo.
Acaricié su espalda desnuda con la punta de mis dedos, su cuerpo sobre el mío, él dominando mis movimientos. Dos almas fundiéndose en el placer, en el arte de amar por una vez más.
Besé su cuello, sus clavículas, besé cada centímetro de su piel con devoción. Su sabor era exquisito, sus besos la más tierna de las pasiones.
Me senté en medio de la cama invitándolo a posarse en mi regazo. Su piel ardía, el más mínimo rose quemaba, no encontré otra emoción en sus ojos que no fuera amor.
—Extrañaba tus besos — sus lágrimas en cascada descendieron por su rostro.
Elevó sus caderas consiente de lo que estaba por venir. Reprimí mis impulsos, así que fui tierno al entrar en su interior, desaparecí el dolor desgarrante con caricias en su espalda y nuca, y mis labios ahogaron los gemidos de dolor que yo estaba provocando.
Amar y en el amor ganar el tiempo
que se pierde en ruidos, pues la vida
es un trámite absurdo si la luna
no es el mismo reflejo del amor.
Mordió mi labio inferior dándome acceso para ejercer velocidad en mis movimientos. Dos cuerpos unidos por el amor y el placer de ser uno danzantes en la fría noche entregándose en cuerpo y alma, entregándole al otro lo más valioso de su ser, dos amantes abatidos por problemas que a su vez fueron reparados por aquel amor del pasado, esos éramos nosotros.
Estábamos juntos como la primera vez...
Se aferró a mi espalda con fuerza, mis movimientos dejaron de ser tiernos a ser pasionales, había olvidado el aroma de su piel, el sabor de sus besos.
—Nam... —un gemido estruendoso sacudió la habitación.
—Te amo Jin.
Mis caricias y besos se incrementaron, en ese último beso, él me regaló un placentero orgasmo... Esa sensación recorrió mi cuerpo entero haciendome temblar. Habíamos terminado a la par.
Practicar el amor hasta la muerte
y morirse en los brazos de la noche.
Sé que se apaga el sol, llega la noche,
se acaba la sextina. Nuestro tiempo
es un verso tejido por la muerte,
un verso en los encajes de la vida
glosando los placeres del amor
como lobos que aúllan a la luna.
Lo sujete fuertemente en mis brazos. Entonces nuestras miradas se cruzaron, me sonrío de la manera más sincera posible.
—No podrás imaginar nunca el amor que siento por ti — aún con la respiración jadeante me beso —. Te amo Kim Namjoon.
—Te amo Jin — sonreí cuando me beso por última vez, un beso con sabor a muerte.
Cuando salga la luna y ya la noche
anuncie que es el tiempo de la muerte,
un poema dará vida al amor...
Entonces sucedió, sus ojos llenos de lágrimas se cerraron, lo que yo no sabía era que se cerrarían para siempre...
Falleció en mis brazos, aquellos habían sido nuestros últimos momentos, era imposible de creer.
—Jin, abre los ojos, no te duermas... aún no lo hagas — tomé su rostro, lo inevitable había llegado —. No puedo hacerlo por mi cuenta.
Pegué mi rostro en su pecho, mis lágrimas fluyeron de mis ojos sin detenerse, la agonía y la impotencia se apoderaron de mi razón.
Tomé el teléfono y marque desesperadamente el número del doctor de Jin... Mi cuerpo quemaba por dentro, no contestaba...
— ¿Ha sucedido? — La voz lastimosa se escuchó del otro lado de la línea —... Lo lamento señor Kim.
— ¿Ya lo sabe? — apreté con fuerza el cuerpo de mi amado.
—Ya no había nada que pudiéramos hacer, llevamos a cabo todo lo que estuvo en nuestras manos.
Tire el teléfono, entonces me aferre a su cuerpo, a él, mi llanto se prolongó hasta que perdí la conciencia...
Él había fallecido en mis brazos mientras yo caía en una infinita depresión...
Cuando salga la luna y ya la noche
anuncie que es el tiempo de la muerte,
un poema dará vida al amor...
Dia 28
Como si un milagro fuera a suceder, me quedé al lado de su ataúd toda la noche, esperando que sus ojos se abrieran una vez más como todas las mañanas, pero estaba claro que eso que yo esperaba con tanto anhelo y desesperación jamás sucedería.
Cuando su frío ataúd descendió y el frío sepulcro lo separo de mí, caí de rodillas aferrándome al pasto inerte que le rodeaba.
Esa tarde una tormenta torrencial se hizo presente, esta tarde no sería el único que lloraría su muerte. Me quedé tumbado ahí, aferrándome a nuestros recuerdos, lamentándome mil veces por lo estúpido que fui al arrepentirme demasiado tarde.
Esa misma tarde después de haber creado un monumento en nuestra cama, su ropa quedo extendía en lo ancho de ella, la nostalgia se apoderó de mí cuando mire aquellas pantuflas rosas debajo de la cama, así que me acosté aferrando entre mis brazos la almohada que cientos de noches acunó su rostro acompañándolo en sus mejores sueños, mis recuerdos dejaron de repetirme cuan idiota fui, era ahora el dolor punzante en mi corazón quien se hacía cargo de ello. El canto de los pequeños canarios me sacó por un momento de mis pensamientos, los miré, estaban cautivos, no podían escapar, ¿vivirían ahí hasta morir?
Tomé la jaula con delicadeza y caminé hasta el balcón de nuestra habitación. Torpemente abrí la puerta de metal, tomé uno a la vez entre mis manos.
—Asegúrense de que él, reciba mi mensaje — susurré arriba de las cabecillas amarillas de los canarios — Nos encontraremos muy pronto, espera por mí, prometo no demorar mucho.
Los pequeños canarios cayeron bruscamente, me aterré al creer que jamás extenderían sus alas... Sin embargo, por fin el par de aves emprendían el vuelo hacia un mejor lugar...
—Si tan solo pudiera huir para siempre... si tan solo pudiese batir mis alas... Si tan solo pudiese volver a verte...
El frío viento chocaba en mi rostro secando mis lágrimas, recordé por última vez sus sonoras carcajadas, su llanto en silencio cada vez que rechace sus labios, solo sus recuerdos permanecerían eternamente en mi memoria. Mi vida a su lado pasaba una última vez frente a mis ojos antes de que estos se cerraran con fuerza, antes de que la oscuridad me cegara por completo ante aquel golpe brusco de mi cuerpo impactándose en el suelo.
—Solo llévame al cielo...
★Fin★
★28 Dias★
Gracias por darte el tiempo de leer.
Sígueme (si lloraste al menos un poco, dale en seguir) para mas historias.
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