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Día 9

Noche de películas

—Sabes, hoy si que nos olvidaremos por completo de los planes y esa lista absurda que hice —comenzó diciendo Izuku boca abajo mientras perdía el tiempo en su móvil.

Shoto descansaba su cabeza en la espalda de su novio mientras leía un libro, pero al escuchar esas palabras se detuvo y se levantó para verle bien.

—¿Hablas en serio?

—Sí, mañana debemos volver a la rutina, por lo que tendremos menos tiempo para pasar juntos y en paz.

—Oh, olvidé que debíamos regresar mañana a trabajar.

—Bueno, si lo piensas con cuidado... posiblemente el volver a trabajar nos resulte menos agotador que pasar el tiempo con nuestros amigos.

—Definitivamente —concertó—. Fue muy difícil quitar el glaseado de tu cabello.

—No me recuerdes eso —suspiró dejando su teléfono de lado y estirándose por completo en la cama.

Todoroki se dejó caer a su lado y suspiró, su gripe ya casi no existía, pero su cuerpo dolía como si se hubiese ejercitado sin parar durante toda la semana, merecían un descanso y un poco de privacidad, porque luego debían volver a patrullar las calles, combatir contra villanos fuertes —y otros no tanto— y siempre solía surgir alguna emergencia, por lo que difícilmente se verían tan seguido o tendrían algún momento para relajarse, solo les quedaba la noche, aquella que les permitía descansar un momento de la agitada vida de héroe y les permitía compartir momentos íntimos cuando no habían miradas curiosas sobre ellos.

—¿Qué te gustaría hacer? —preguntó Shoto con la mirada perdida en el techo.

—¿A mi? —cuestionó sin levantar la mirada—. ¿Qué quieres hacer tú?

—Yo tengo muy claro lo que me gustaría hacer —comentó sin más—. Pero... aprendí que contigo hay que ir con cuidado.

—¿De qué estás hablando?

El semi albino giró el cuerpo de Midoriya para dejar su espalda contra el colchón y con una sonrisa cauta se acomodó sobre él, pero sin aplastarle.

—Te dije, yo tengo muy claro lo que quiero hacer.

—¿De dónde es que sacas tanta energía? —preguntó con una sonrisa cansada.

Midoriya pese a estar avergonzado, le robó un beso y comenzó a reír cuando el más alto se sonrojó ligeramente y se dejó caer, ocultando su rostro entre el espacio de su hombro y su cuello.

—Estás a cargo de los planes el día de hoy —comentó Izuku mientras le acariciaba el cabello con una sonrisa en el rostro y los ojos cerrados ante la calma que al fin se hacía presente—. Después de todo, he sido muy egoísta estos días al no preguntarte siquiera —susurró un poco nervioso—. Lo siento por eso.

—No te preocupes, fue divertido de todas formas —murmuró Shoto sin moverse de su posición.

—¿Lo fue?

—Sí.

Todoroki se levantó y observó con una leve sonrisa al muchacho que aprisionaba bajo su cuerpo y entonces decidió que le tomaría la palabra.

Ese día, él haría los planes, pero procuraría ir lento y así no parecer tan desesperado por tener entre sus brazos al chico que tanto amaba.

—Gracias —intervino Midoriya, tomándole por sorpresa.

—¿Gracias por qué?

—No lo sé, por ser simplemente tú.

Al diablo el autocontrol.

Shoto desvió la mirada, ligeramente cegado por la deslumbrante sonrisa que Izuku le daba en esos instantes, pero quería más, mucho más.

Y en ese momento, la faceta de Midoriya que tanto anhelaba era aquella que solo le permitía ver a él, sí, a nadie más que él.

Todoroki atrapó las manos del pecoso y las dejó estar a los costados de su cabeza, entonces sonrió y lo besó como hace día llevaba deseándolo. Izuku cerró los ojos y simplemente se dejó llevar, no es como si no lo hubiese estado esperando de todas formas, y el asunto era que ambos querían eso, porque sus cuerpos se extrañaban, abrazarse no era suficiente, necesitaban más, siempre deseaban más.

Pronto la temperatura en la habitación pareció aumentar y el montón de ropa que llevaban encima comenzó a estorbar, sobrando pese al frío que había en el exterior. La nieve al caer, y el sol que aparecía de manera intermitente tras enormes nubes les otorgaba una linda postal navideña y familiar, pero dentro de esas cuatro paredes, el panorama estaba resultando ser todo menos familiar.

—Siento que han pasado años —murmuró Shoto mientras le quitaba al pecoso la última prenda que se interponía entre él y su piel.

—Te seré sincero... igual yo —reconoció para luego atraer al semi albino más cerca y volver a unir su labios.

Pero claro, ellos tenían una mala suerte descomunal.

El teléfono de red fija comenzó a emitir su tono tan característico y molesto, haciendo que ambos se sobresaltaran del susto.

—Debe ser una maldita broma —reclamó Todoroki realmente irritado.

—Quizá sea...

—Una emergencia —interrumpió soltándolo—. Sí, habrá que contestar.

Izuku le vio con culpa, y es que comprendía a la perfección como se sentía el muchacho frente a él, y entonces pensó.

Ciertamente, nadie respetaba su privacidad últimamente.

Por lo que, sin importarle mucho, tomó al chico del cuello de su suéter y en un movimiento rápido volvió a unir sus labios, compartiendo un beso casi desesperado. Todoroki sin salir de la sorpresa, simplemente se dejó hacer, pero pronto tomó distancia y le vio con intriga.

—¿Qué haces? —preguntó curioso.

—Si es importante, volverán a llamar.

Shoto sonrió y volvieron a lo suyo.

Pero el teléfono nuevamente comenzó a sonar.

—Izuku, nuestras próximas vacaciones serán en una montaña, donde solo existan animales salvajes y una cabaña sin señal telefónica —murmuró dándose por vencido.

—Cuenta con ello —coincidió.

Midoriya se puso de pie y se fue a la sala de estar para contestar el teléfono.

Lo siento, estaba ocupado —contestó Izuku—. Sí... claro...

¿De quién se trataba esta vez?

Oh, por supuesto, no hay problema, me encantaría.

Ahora Midoriya sonaba muy entusiasta ¿qué estaría pasando?

¿En cuarenta minutos? —preguntó—. Claro, aquí estaré esperando, bien... nos vemos.

Izuku volvió a la habitación con una sonrisa en el rostro y suspiró.

—Era Aizawa-sensei.

No importaba cuanto tiempo pasaran o si trabajan juntos en ocasiones, porque mientras no tuviesen sus trajes de héroes, ese hombre siempre sería su maestro.

—¿Eh?

—Eri-chan vendrá a pasar la tarde con nosotros —comentó con una sonrisa.

Shoto quería replicar, gritar mil insultos quizá, pero de alguna manera, esa niña le agradaba incluso más que sus compañeros, por lo que simplemente sonrió agotado.

—Él y Mirio irán en busca de un regalo para ella, y para que no sospeche, la excusa es que la invitamos a ver películas.

—Ya veo.

Todoroki suspiró más frustrado que nunca, se revolvió el cabello con molestia y se puso de pie, porque ahora mismo, necesitaba una ducha muy fría.

—Iré a darme un baño antes de que llegue...

—Shoto, espera...

El semi albino se giró y vio con confusión al rizado, que con una sonrisa nerviosa se acercaba a su lado.

—Podemos... ya sabes... —se sentía tan avergonzado e idiota a la vez.

Era su pareja, con quien llevaban tiempo viviendo juntos, no es como si no hubiesen ya hecho muchas locuras en ese lugar.

—Al diablo —exclamó—. Ven aquí —le tomó de la mano y ambos se fueron al cuarto de baño.

Shoto comprendió entonces que no era el único que necesitaba una ducha fría después de todo.

Mucho pasó en casi cuarenta minutos dentro de ese cuarto de baño, cosas de las que ninguno se arrepentía, pero si se avergonzaban —Izuku por lo menos, lo hacía— pero ambos sabían que la diversión debía acabar, puesto que pronto tendrían una linda invitada.

—No puedo creerlo —murmuró Izuku cubriéndose el rostro con ambas manos—. No podré mirar a nadie a la cara sin sentirme avergonzado.

—No veo por qué razón...

—Bien, olvidemos lo que ha pasado —dijo golpeándose las mejillas e ignorando momentáneamente al chico frente a él.

—Imposible —susurró.

—Shoto, en serio, moriré de la vergüenza...

—Está bien, nadie hablará de lo que pasó —sonrió y le susurró cerca del oído—. Aunque siempre podemos repetirlo.

Midoriya se sonrojó aún más de lo que estaba y le lanzó una almohada en la cara.

—Pronto llegará Eri-chan, compórtate —le regañó con seriedad.

—Izuku, no tienes que preocuparte por eso —comentó mientras se secaba el cabello con la toalla—. Porque lo que en mi concierne, estoy muy satisfecho con el día de hoy.

Midoriya alcanzó a suspirar cuando se oyeron golpes en la puerta, por lo que le dio una última mirada de advertencia a Todoroki y fue a abrir.

Eri-chan, tiempo sin vernos.

El semi albino suspiró y sonrió ante el reciente encuentro que difícilmente olvidaría. 

—¿Qué hora es? —susurró Izuku.

—Cerca de las diez —respondió Todoroki sintiendo los párpados pesados.

—Creo que estoy ciego —comentó cerca del más alto para no ser escuchado por la pequeña—. ¿Cuántas películas hemos visto ya?

—No lo sé... ¿cien?

Izuku comenzó a reír y consiguió robar la atención de la niña que hasta ahora no había quitado sus ojos de la pantalla.

—¿Podemos ver otra? —preguntó Eri con entusiasmo.

La pequeña en un principio solía ser muy temerosa alrededor de Todoroki dado su carácter tan... por ser simplemente él. Pero poco a poco —y con mucha ayuda por parte de Midoriya— ahora ambos se entendían muy bien, y pese a que a Shoto no le gustaban del todo los niños, con ella se llevaba de maravilla.

—¿Cuál quieres ver ahora?

Eri pareció meditarlo un momento y entonces sonrió.

—Quiero ver el Rey León.

Shoto la observó con ligera sorpresa y entonces miró a Izuku, sabía de sobra lo mucho que el pecoso adoraba aquella cinta, pero también sabía y había sido testigo en innumerables ocasiones que no importaba cuantas veces la viera, incluso apostaría que Midoriya ya se sabía cada canción y diálogo a la perfección, el problema no era ese, su problema con esa película era que su novio siempre... siempre terminaba en un mar de lágrimas.

—Oh... claro —respondió el rizado con los ánimos renovados.

—Pero...

Todoroki tan pronto como abrió la boca para protestar, tuvo que cerrarla, pues tenía ahora ambas miradas sobre él, esperando por lo que sea que fuese a decir. No podía decir que no cuando se trataba de Izuku, y si a eso le sumaba la dulce y anhelante sonrisa de la pequeña, se volvía algo que simplemente le derretía el corazón.

No había manera de negarle algo a ese par.

Shoto suspiró y se preparó mentalmente para más tarde, porque estaba seguro de que Izuku lloraría hasta inundar el apartamento.

—Bien, pondremos de mis películas favoritas en la tierra —comentó Midoriya con una enorme sonrisa.

—Igual la mía —le siguió la niña.

Ambos compartieron una sonrisa cómplice y entonces se quedaron viendo al heterocromático, con cierto brillo juguetón en la mirada.

—Iré por más palomitas —anunció rodando los ojos y sonriendo un poco mientras se ponía de pie.

Shoto comenzó a buscar las cosas necesarias en la cocina y entonces solo le quedó esperar.

Resultaba divertido ver la imagen extraña de familia que aparentaban, y es que mientras ellos llevaban puestos los suéteres que Inko había tejido, Eri llevaba otro muy similar, pero de color rosa y con un muñeco de nieve en el centro, casi parecía que todos iban a juego.

Sonrió cuando escuchó como la pequeña e Izuku intentaban seguir la letra de la canción inicial, no debía ser adivino ni estar ahí para saber que su novio ya estaba llorando y es que en cuanto aparecía el logo de Disney, era que también aparecían las lágrimas.

Se llevó una mano al cuello y dejó escapar el aire en un bostezo, y es que aún faltaban tantos momentos emotivos en la película, pero la muerte de Mufasa sin duda era la que siempre se llevaba el premio a la más triste.

—Shoto ¿por qué tardas tanto? —preguntó el pecoso entre sollozos.

El aludido dejó escapar una breve risa y entonces emprendió su camino de regreso a la sala, al llegar no le sorprendió encontrarse con Midoriya deshecho en lágrimas y Eri dándole palmaditas en la espalda.

—No debería dejar que vieras esta película —comentó tomando asiento a su lado.

—Lo siento, no volveré a pedirla —se disculpó la niña con timidez.

—Oh, no te preocupes —indicó Todoroki con una sonrisa—. No es tu culpa.

—Es demasiado para mi corazón —gimoteó el pecoso escondiendo su rostro entre los brazos del más alto.

—Claro, claro... —le acarició el cabello y compartió una mirada divertida con la pequeña que luego de sonreír, continuó viendo la película.

—Luego... ¿podemos ver Frozen?

—¿Otra vez? —preguntó el rizado sin salir de su escondite.

—Por supuesto —se adelantó el semi albino—. Y pueden volver a cantar cuantas veces quieran.

Estaba resultando ser una noche pacífica, no tan privada como esperaban, pero con Eri ahí era todo tranquilo y agradable.

Nada comparado a las locuras que vivían con sus amigos.

—¿Por qué huele raro? —cuestionó Eri buscando a su alrededor la fuente del olor.

—Shoto...

—¿Si?

—¿Y las palomitas de maíz? —inquirió Midoriya limpiándose las lágrimas con las manos.

Todoroki se quedó de piedra en el lugar y entonces recordó para qué había ido a la cocina en primer lugar.

—Demonios —exclamó mientras se ponía de pie y corría en dirección a la cocina.

—No digas malas palabras frente a Eri-chan —recriminó el pecoso tapándole los oídos a la menor.

—Izuku... ven aquí un momento.

Sonrió a la pequeña y fue donde Shoto en un abrir y cerrar de ojos, entonces...

Las cosas nuevamente se salían de control.

—¡Oh por All Might! —gritó el pecoso desde la cocina—. ¡Apágalo, apágalo!

La pequeña reía a carcajadas mientras Izuku y Todoroki corrían de un lado a otro para acabar con el humo y apagar el microondas que aparentemente se incendiaba.

—Si Aizawa-sensei llega y ve este desastre nos matará.

—Lo sé.

Eri no dejaba de reír y es que para ella era muy divertido ver como esos dos siempre lograban volver algo tan normal como ver películas, en un verdadero caos dentro de casa.     

Aquí estoy otra vez c:

Me estoy tardando más de lo que acostumbraba con los otros, lo sé, pero siento que estoy tan ciega ahora mismo D:

Espero de todo corazón que tuviesen un buen día (acá es tarde por lo menos) y si no pues... que esto les sirva para distraerse que sea unos minutitos, lamento lo breves que son, pero es que dios, son 25 días y quiero llegar viva a navidad xD

Me despido por ahora, como siempre, mucho amor gente preciosa y gracias por existir 😭💕💕💕💕
Bai Bai 💛💜

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