Día 4
Show de luces
—Me gusta este plan —comentó Shoto.
—¿Qué plan? —preguntó Izuku recostado a su lado—. No hemos hecho nada en todo el día.
—Sí, eso es lo que me gusta.
—Bien, supongo que los días anteriores han sido algo...
—Intensos —intervino sin dudar.
—Sí, intensos... —concordó—. Aunque no se supone que fuese así.
—Yo estoy muy satisfecho con el día de hoy.
—Tú eres como un gato, mientras tengas comida y una cama donde dormir todo el día, eres feliz.
—Quizá...
Izuku comenzó a reír cuando Todoroki le rodeó con los brazos y besó su cuello, haciéndole cosquillas con su cabello en el proceso.
—Muero de hambre —dijo el pecoso abrazando también a su novio.
No obtuvo respuesta.
—Hemos descansado todo el día, no puedes dormirte ahora —señaló sin recibir alguna palabra de regreso—. Shoto, no te duermas —advirtió—. Hablo en serio, no podemos desperdiciar el día así.
—Yo no lo veo como un desperdicio —murmuró sin alejarse del rizado—. Se supone que tenemos estos días para descansar, y desde que comenzó diciembre, no has hecho más que perder los nervios.
—¿Qué hay de ti? —inquirió fingiendo sentirse ofendido.
—Yo estoy muy relajado.
—Hay ocasiones en las que admiro tu capacidad para mantener la calma.
—Sí, bueno... —entonces elevó un poco la mirada y le vio como si estuviese en un conflicto consigo mismo—. Digamos que ayer no fui de mucha ayuda para mantener la calma —dijo haciendo énfasis en ciertas palabras.
—Fue divertido —reconoció.
—¿Hacer llorar a tu madre? —cuestionó confundido.
—¿Qué? —preguntó riendo—. Claro que no...
Midoriya comenzó a reír y el heterocromático simplemente sonreía ante aquel sonido tan infantil y dulce, uno que adoraba oír. Cuando la risa del pecoso cesó, compartieron una mirada que expresaba lo mucho que ambos se querían, no necesitaban decirlo a cada minuto, pues bastaba con verse a los ojos unos segundos para que todo quedara claro.
Shoto se acercó al rostro del chico entre sus brazos, dispuesto a besarlo hasta el cansancio...
Pero al parecer, alguien no estaba de acuerdo en que aquello se concretara.
Ambos dieron un brinco al escuchar un teléfono vibrar sobre la mesita de noche, Izuku se separó para tomar el teléfono entre sus manos, siempre podía tratarse de una emergencia, no podían simplemente ignorarlo.
—Es tu padre —susurró mientras el aparato seguía con su movimiento.
Todoroki bufó molesto, su rostro dejaba en claro lo mucho que odiaba recibir mensajes o llamadas de su padre, no por nada dejaba sin contestar la mayoría de estos.
—Puede ser algo importante —indicó Midoriya aún con el móvil en su mano.
El semi albino lo tomó con pesar y decidido a contestar, aunque claro, de la manera menos agradable posible.
—¿Qué?
Izuku le dio un leve empujón, como si quisiera regañarlo por su actitud tan apática.
—No, lo siento.
¿De qué estaría hablando con su padre?
Izuku era un chico curioso por naturaleza, y pese a que jamás anduvo de chismoso por aquella manía, con Shoto era un tema completamente diferente, estaban juntos, no había secretos entre ellos —y si lo había, nada grave ni peligroso existía de por medio.
—Te he dicho ya que no —contestó irritado—. Saldré esta noche ¿bien? —preguntó a la persona al otro lado de la línea—. ¿Por qué debería darte explicaciones sobre mi vida personal?
El pecoso entonces se tensó, no escuchaba una sola palabra por parte de Enji a través del teléfono, pero tampoco es como que hiciera falta, bastaba con escuchar las respuestas por parte de Shoto para saber que no llamaba precisamente para preguntar por la salud de su hijo ni mucho menos para enviarle saludos a él.
—Bien, te llamaré cuando esté libre —y entonces cortó la llamada.
Midoriya quería preguntar, pero dados los ánimos, creyó que lo mejor por ahora, sería cambiar de tema drásticamente.
—Shoto, estaba pensando... ¿no quisieras ir a comer fuera? —preguntó con una enorme sonrisa—. Así nos evitamos ver a quién le toca cocinar hoy.
—Se supone que era mi turno —comentó distraído—. Así que bien, salgamos un poco.
—Genial, hace muchísimo tiempo que no hacemos algo por el estilo.
—Tenemos responsabilidades...
—Lo sé —le interrumpió poniéndose de pie—. Y eso me hace apreciar más el tiempo libre.
Todoroki suspiró en cuanto vio a Midoriya entrando al cuarto de baño, le causaba gracia y un poco de ternura lo tímido que era —en ocasiones como esa al menos. Ellos habían hecho muchas cosas, no es como si no conociera a la perfección el cuerpo de su pareja, sabía donde tocar y donde no, el que se avergonzara al momento de cambiarse, realmente era enternecedor.
Izuku no tardó más que unos minutos, sonrió al ver al semi albino listo también.
Compartieron una sonrisa y tomaron las cosas necesarias antes de salir a la ciudad, sin ningún lugar en mente ni grandes planes además de comer algo diferente, eso era bueno, pues hasta ahora había quedado demostrado que los grandes planes, solo terminaban convirtiéndose en grandes dolores de cabeza.
—Cuanta gente...
—Claro, todos se preparan ya para navidad.
—Izuku, estoy seguro de que además de ti, el comercio es el único que está tan entusiasta con esto de la navidad —indicó con gesto gélido mientras caminaba al lado del pecoso.
—No todo se trata de regalos y eso ¿sabes?
—Bien, la gente no lo ve de la misma manera —comentó Shoto viendo sin real interés a las personas que atestaban las calles de la ciudad, la mayoría con grandes cajas o bolsas por montones.
Sí, diciembre enloquecía a la gente.
—Pero yo no he enloquecido con el tema de los regalos —se defendió Izuku—. Eso lo tengo para otro día.
—¿Debo ser parte de eso? —preguntó a modo de broma mientras le sonreía.
—No, puedo arreglármelas —respondió sonriente.
Todoroki tomó el rostro del más bajito, dispuesto a besarlo sin importar mucho el que estuviesen en la ciudad, Izuku tampoco parecía realmente preocupado.
¿Quién los reconocería de todas formas?
Tampoco es como que resaltaran entre toda la multitud, eso sin mencionar que cada quien estaba en sus asuntos.
—¿Deku-kun?
—Oh por favor —gruñó el semi albino sin haber logrado su objetivo.
¿Por qué demonios no podía estar en paz con su pareja?
—Ochako-chan.
Midoriya sonreía, pero el más alto notó inmediatamente lo incómodo que estaba ahora mismo.
Querían privacidad, a penas y comenzaba el mes, tenían días libres y es como si el destino se hubiese empeñado en mantenerlos ocupados y con las manos quietas.
—Todoroki —saludó entusiasta—. ¿Qué hacen por aquí? —preguntó con una enorme sonrisa.
—Buscábamos un buen lugar para comer —respondió Izuku desviándole la mirada.
¿Estaba nervioso?
El heterocromático le vio con disimulo y notó un ligero sonrojo apoderarse de sus mejillas pecosas, eso le hizo sentirse ligeramente confundido.
—¿Y tú qué hacías? —inquirió tomando cierta distancia de su novio y acompañante en aquella noche.
—Oh, Tsuyu me acompaña en la búsqueda del regalo perfecto.
—¿Regalo perfecto? —dijeron ambos chicos a la vez.
—¿Para quién? —cuestionó Midoriya.
—Para Iida —contestó como si fuese lo más obvio del mundo—. Navidad es la oportunidad perfecta para ser románticos... y ese cuatro ojos caerá, ya lo verán —dijo con una determinación un tanto atemorizante.
—Sí, en una camilla de hospital —murmuró Todoroki sin querer ser oído.
Para su desgracia, Izuku le había escuchado fuerte y claro, por lo que no dudó en darle con sumo cuidado un golpe en el brazo, solo para regañarle sin necesidad de palabras.
—Ochako-chan... ¿y dónde está Tsuyu-chan? —cuestionó el rizado buscando con la mirada entre la multitud.
Esa fue la pregunta que despertó alarmas en la castaña.
—No puede ser, estaba tras de mí —dijo sonando irritada—. Estoy segura de que se quedó en esa tienda...
—¿Cuál? —inquirió Izuku con una sonrisa, intentando calmar el ambiente.
—En un sex shop —respondió ella de manera breve y sin tapujos—. Sabía que no habría manera de sacarla de ahí.
—¿Eh?
Ochako entonces observó a la parejita frente a ella, divertida ante la reacción de ambos. Y es que mientras Izuku estaba sonrojado hasta las orejas y con ganas de desaparecer, Todoroki había adquirido cierto brillo en los ojos.
No le quedaron dudas de quién era el travieso en esa relación.
—Bien, chicos, no los interrumpo más —señaló a sus espaldas con fingido temor—. Espero que nada malo me ocurra en el camino.
—Eh... pero...
—Bien, nos vemos —intervino con una expresión temerosa.
—Ochako-chan, iremos contigo —se adelantó el pecoso.
El chico de cabello bicolor solo pudo suspirar, no era adivino ni algo parecido, pero predecía desastre y una cita que ya había pasado a la historia.
Adiós a su paseo en pareja.
Sin embargo, lo que la parejita no sospechaba siquiera, eran las segundas intenciones con las que Ochako quería llevarlos hasta la dichosa tienda, y es que la castaña solo deseaba darle una pequeña ayuda al par. Un empujoncito al pecoso para que dejara atrás la timidez y una que otra idea al semi albino de lo divertido que podía ser probar cosas nuevas.
Sonreía satisfecha, se sentía como una hada madrina pervertida, una que esperaba ser recordada en el día que esos dos decidieran casarse.
Caminaron en silencio, al menos, dentro de todo aquel bullicio que había en la ciudad.
Mientras Uraraka los guiaba, Todoroki caminaba inexpresivo, frustrado otra vez por un momento arruinado.
Ni siquiera pudo besarlo.
En su cabeza ya estaba agregando otro nombre a su lista negra navideña.
—Y dime... ¿qué haría Tsuyu en ese lugar de todas formas? —preguntó el rizado con temor en sus palabras, sabía que se arrepentiría, pero la simple curiosidad pudo con él.
—Deku, amigo mío, hay una infinidad de posibilidades —manifestó ella en tono insinuante.
En menos de cinco minutos dieron con el lugar, uno que para los más conservadores era una tienda vulgar y promiscua, para otros era un verdadero cofre del tesoro.
—Oh por All Might —exclamó Izuku al toparse con las vitrinas que entre guirnaldas y luces navideñas exhibían trajes que no dejaban nada a la imaginación.
Inclusive había esposas que simulaban las mangas del traje de Santa Claus.
—Sabía que estaría aquí —refunfuñó la castaña yendo a paso veloz hasta el final del local.
Uno que inesperadamente, resultó ser más grande de lo que aparentaba.
—Bienvenidos —dijo la dependienta con una enorme sonrisa cuando vio al par en la puerta, de pie y con una expresión que dejaba más que claro lo desentendidos que eran en cuanto a sitios como ese—. ¿Puedo ayudarles en algo?
—Eh... Nosotros... Ah...
Midoriya tartamudeaba mientras movía sus brazos de manera confusa, y es que creía que moriría de la vergüenza en cualquier momento. En tanto, el muchacho a su lado simplemente observaba su alrededor, sin entender la función de todos los objetos que se encontraban en el lugar.
—Solo estamos viendo, gracias —indicó Todoroki tan efusivo como un cactus.
La dependienta los observó con ternura y les dio una dulce sonrisa, eran muchas las personas que habían entrado a ese lugar por simple curiosidad, pero eran más aquellas que ingresaban con suma vergüenza, creyendo que sería mal visto por las personas en el exterior.
—No hay nada de malo en estar aquí —comentó ella—. Puedo enseñarles algunas cosas útiles, sin compromisos de por medio.
El pecoso —que hace menos de un segundo se retorcía de la vergüenza— cambió drásticamente su expresión, y es que no era sordo ni mucho menos ciego, notó en cuanto la mujer terminó de hablar el tono lento y seductor que utilizaba, eso y que no hacía mas que ver a Todoroki a cada frase que decía.
Vaya descarada.
—Solo acompañamos a una amiga —respondió el semi albino con tono aburrido—. No estamos...
—La verdad es que... —interrumpió Izuku—. Queremos algo novedoso, ya sabe, para más placer.
Shoto giró su rostro con una velocidad impresionante y le vio con asombro, sin poder creer —ni entender— de dónde había salido eso.
—Ya veo —dijo ella sin prestarle real atención—. Es bueno que los chicos hagan estas cosas por sus novias, eso demuestra que les importa tanto la satisfacción de su pareja como la propia, y en verdad...
—No, creo que no comprende —dijo el pecoso.
Tomó la mano de su pareja, entrelazando los dedos y la alzó a la vista de la mujer frente a ellos.
Entonces sonrió.
—Él es mi novio —dijo seguro y sin titubeos—. Pero sí, me preocupo por hacerlo sentir bien, así que sería maravilloso que nos enseñara algo para poder divertirnos.
—Izuku... ¿estás seguro de...?
—Cariño, siempre viene bien probar algo nuevo ¿no crees? —interrumpió.
Shoto le miró, aún confundido, pero si Izuku se comportaba de esa manera, no quedaba más que seguirle el juego.
¿Verdad?
Acunó el rostro del más bajito entre sus manos y en un movimiento rápido unió sus labios, sin importarle quien estuviese frente a ellos.
Por un demonio, no le importaba si tenía al mismísimo satanás en frente, nada le impediría probar cuantas veces quisiera esos labios que solo le dejaban con ganas de más. Midoriya se congeló ante la acción del otro, pero como lo que quería era alejar a esa mujer, simplemente se dejó llevar.
La dependienta comprendió entonces que sobraba, hizo una breve reverencia y con el rostro rojo por la vergüenza, volvió tras el mostrador, escondiéndose tras la pantalla del ordenador.
Cuando se separaron, Midoriya gritó un gracias y salió de ahí —arrastrando al más alto con él, claro.
—No puedo creerlo —dijo Izuku con voz aguda mientras se tocaba las mejillas, totalmente mortificado por su actitud ahí dentro—. Soy el peor ejemplo para las generaciones futuras.
—Mira el lado bueno, logramos escapar antes de que nos convenciera de comprar un vi...
—Calla —intervino poniendo ambas manos en la boca del más alto—. Además, te has aprovechado de la situación.
Shoto besó al pecoso en la palma de la mano, haciendo que este la retirara por inercia.
—Solo quería ayudarte en lo que fuese que estuvieses haciendo.
—Estoy casi seguro de que esa mujer se imaginó utilizando todo lo de esa tienda contigo.
—¿Conmigo? —preguntó con fingida inocencia.
—Sí, contigo —confesó molesto, pero aún sonrojado—. En serio, debí hacer el papel más lamentable de mi vida ahí dentro, y todo por tu culpa.
—¿En qué momento me volví el culpable?
—Es porque eres demasiado atractivo —confesó irritado.
Cuando fue consciente de sus palabras, desvió la mirada, totalmente apenado.
Shoto sonrió y lo acercó a su cuerpo para abrazarlo, el pecoso aprovechó y escondió su rostro en el pecho de su pareja.
La gente de seguro no encontraba de lo más normal el que dos personas se estuviesen abrazando fuera de un sex shop, pero para el par de tortolitos, no podía importar menos.
—No es cierto, además... por dentro soy horrible —dijo en un susurro solo para que Izuku le escuchara—. Eres el único ser extraño que se siente atraído por este feo ser humano.
Midoriya alzó la mirada y le vio con el ceño fruncido.
—Eres la mejor persona que he conocido en la vida —confesó—. Después de All Might.
Los dos rieron ante eso y volvieron a fundirse en un abrazo.
—¿Qué dices si nos vamos de aquí? —sugirió.
—Pero... ¿Y Uraraka? —cuestionó Todoroki con intriga.
—Ya no está sola —indicó tomando la mano del más alto—. Y hay un lugar que me gustaría visitar contigo —sonrió con dulzura y emprendieron camino.
—Esto es...
—Lo sé —respondió Izuku sin dejar de sonreír.
Ambos miraban embelesados el montaje de luces que simulaba un bosque mágico sacado de cuentos de hadas, era simplemente maravilloso, el lugar estaba atestado de gente —incluyendo turistas— y como si no pudiese ser mejor, el sonido del violín de fondo se complementaba a la perfección, creando un ambiente de en sueño.
—Es sorprendente —murmuró Todoroki sin poder quitar la vista del espectáculo frente a él.
Izuku sonrió, su novio tenía una expresión en el rostro que desearía enmarcar, sus ojos reflejaban las luces de un tono azulado, dándole un aspecto inocente y casi angelical. Sintió su corazón hincharse de la alegría, el verle así, era algo maravilloso, y cuando el semi albino sonrió, recordó —como todos los días— lo mucho que amaba a ese chico.
—Eso que sientes ahora... —dijo Midoriya poniendo su mano en el pecho del más alto, donde se suponía estaba el corazón—. De esto trata la navidad.
Todoroki por fin alejó sus ojos de las luces frente a él, para centrar toda su atención en el chico pecoso que sonreía dulcemente hacia su persona.
—Es mágico —comentó en un susurro casi inaudible.
—Lo es —aseguró Izuku—. No importan los regalos, la cena, ni mucho menos si usas ropa costosa para la ocasión, sino... este sentimiento tan agradable y cálido que sientes ahora mismo.
Shoto sonrió y le vio con ternura.
—No te imaginas lo mucho que significas para mí.
El pecoso se sonrojó y nuevamente ocultó su rostro entre los brazos del heterocromático.
—Por favor, no digas eso, no es la gran cosa.
—Debes dejar de menospreciarte.
—Jamás —murmuró entre risas sin salir de su escondite favorito.
Cuanta falta les hacía un poco de privacidad, a penas y era el cuarto día del mes, pero ambos sabían que puede que inclusive llegaran al próximo año sin volver a tener ese espacio o energía para compartir un momento tan íntimo como aquel.
Pero bien dicen, que la felicidad es un momento efímero.
El par se congeló en el lugar cuando escucharon un par de voces conocidas, unas muy ruidosas y escandalosas... unas que, para su desgracia, cada vez se acercaban más.
—Este idiota invitó a Bakugo a vivir con él.
—Bro, eres suicida, en serio.
—Kirishima, yo te aprecio demasiado como para verte en un ataúd tan joven.
—Chicos, en serio, son los peores amigos de la historia.
—Supongo que hasta aquí llega nuestro momento de paz —murmuró Izuku con una sonrisa en el rostro.
—Puedo congelarlos...
—Shoto, claro que no —dijo el pecoso soltando una carcajada—. Son nuestros amigos.
—Sí, muy oportunos, por cierto.
El rizado iba a replicar, pero una voz les llamó antes.
—¿Es quien creo que es? —preguntó Sero—. Midoriya, Todoroki, que sorpresa.
—Chicos, que genial coincidencia.
—Claro, genial —opinó Todoroki.
—Viejo, no puedo esperar para Nochebuena —comentó Denki con entusiasmo.
—Lo que tú no puedes esperar, es a comer por montón —bromeó la chica de tez rosa—. Aunque yo también estoy muy entusiasmada con todo esto.
—Lo lamento amigos —susurró Kirishima cerca de la pareja—. No sabía que eran ustedes.
—No te preocupes —mencionó Midoriya—. No es tu culpa.
—Me los llevaré de aquí —dijo el pelirrojo mientras guiñaba un ojo de manera cómplice.
—¿Apreciaban la maravilla ante sus ojos? —preguntó Mina con una enorme sonrisa en el rostro—. Esto es tan genial.
—¿Cuántos Kaminaris crees que necesiten para iluminar esto? —cuestionó Sero simulando seriedad.
—Con uno de mi basta —objetó el muchacho rubio—. Espera... eso sonó realmente estúpido.
—Bro, por qué no vamos a buscar a alguien a cargo y preguntamos... ¿no te parece una buena idea?
Midoriya y Todoroki observaban en silencio la situación, no entendían mucho lo que fuera que estaba ocurriendo, solo sabían que esos chicos estaban locos.
—Y dime Midoriya... ¿tienes algo en mente para la comida de esa noche? —indagó la muchacha—. Puedo ayudar si lo necesitas, no soy muy hábil en la cocina, pero aprendo muy rápido.
—Lo de aprender rápido lo pongo en duda —intervino Kaminari—. Reprobaste exámenes más veces de las que puedo recordar.
—Sí, las olvidaste porque reprobaste conmigo en cada ocasión.
—No son muy brillantes chicos —mencionó Hanta—. Pero son de buen corazón... si eso les hace sentir mejor.
—El último año mejoraron bastante —opinó Izuku, uniéndose irremediablemente a la conversación.
Todoroki —que aún no soltaba al más bajito— solo miraba en silencio y con expresión aburrida, no era nada nuevo para sus amigos, siempre fue así, aunque su gesto se fue suavizando con los años, y todo gracias al pecoso que tenía entre sus brazos. Pero cuando vio a su novio ya tan enfrascado en la conversación, no le quedó de otra que suspirar y seguir escuchando las tonterías que ese grupo decía.
—Chicos, chicos, escuchen... ¿si sabían que Kirishima le propuso a Bakugo vivir juntos? —bromeó Sero.
—Ya basta por favor —se quejó el pelirrojo con un ligero sonrojo adornando sus mejillas—. No me ha dicho que no.
—Y tampoco que sí —intervino el rubio.
—Debiste hablar conmigo antes —opinó Mina—. El consejo de una chica siempre viene bien en un momento así.
—Es cierto —coincidió el semi albino.
—¿A qué viene eso? —preguntó Izuku con curiosidad.
—Yaoyorozu me aconsejó mucho antes de preguntarte si querías que viviéramos juntos.
—Todoroki, eres un chico listo —bromeó Denki—. La excusa fue que se irían como amigos, y ahora no se despegan el uno del otro.
—Bro, hablas desde la envidia porque ellos tienen a su media naranja y tú sigues solo.
Todos rieron ante ese comentario, excepto Denki —y Todoroki, solo porque se sentía libre de reír en la privacidad de su hogar, junto a Midoriya.
—Tú no puedes opinar, porque Bakugo no te ha respondido aún.
—Tengo un vídeo del momento —mencionó el heterocromático con un gesto neutral.
—Oh por dios, tienes que enviarme eso —pidió Mina.
—Deberías compartirlo en el grupo en donde estamos todos —sugirió el de cabello negro.
—Todoroki, jamás esperé este tipo de traición —se quejó Eijiro—. Midoriya, vamos, detén al traidor de tu novio.
—No te preocupes, ese vídeo ya no existe —comentó con una sonrisa victoriosa.
—¡Eres un ángel! —exclamó el pelirrojo con intenciones de abrazar el pecoso, pero una mano recelosa lo detuvo.
—Sí, lo es —dijo Shoto—. Pero a ti te gustan los demonios, así que deja a este ángel en paz.
—Hombre, no pensé que serías tan celoso —comentó Sero entre risas—. Pero en parte tienes razón, a Kirishima le gusta desafiar a la muerte.
—¿Cuántas veces te ha explotado ya la cara? —preguntó Ashido con cierta preocupación—. Todos queremos a Bakugo, pero solo alguien tan loco como tú puede soportarlo por tanto tiempo.
—Jamás entenderán un estilo de vida tan varonil.
—Si, bueno... sigo creyendo que estás demente.
Kaminari comenzó a reír mientras se apoyaba en una de las barandas cubiertas con luces que formaban parte del paisaje, pero al parecer, había olvidado que con esas temperaturas los lagos y fuentes de congelan, por lo que pisó sin cuidado y resbaló.
Por el susto y la sorpresa, activó su quirk... lo que vino después, pareció ocurrir en cámara lenta.
El sonido de unas cuantas bombillas explotando llamó la atención de todos, seguido de eso, fueron los jadeos ante la sorpresa, y luego, gritos de parte de las personas cuando un sonido similar a una explosión se escuchó a pocos metros de ahí.
Entonces, gran parte de la ciudad fue víctima de un gran apagón.
Los chicos entonces comenzaron a reír, risas que se perdieron entre los gritos y quejas de la muchedumbre. Izuku sacó su teléfono y alumbró con el flash de la cámara, con el temor y el asombro, de seguro nadie más lo pensó en el momento, pero pronto la gran mayoría imitaba la acción del pecoso.
—Chico listo —murmuró Shoto con una sonrisa en lo que depositaba un beso en su frente.
—Vaya desastre —dijo Kaminari luciendo realmente preocupado.
En tanto, Kirishima, Sero y Mina no paraban de reír a carcajadas.
—Chicos, esto es serio, me meteré en graves problemas —dijo nervioso.
—Bro, en serio... —comenzó diciendo Kirishima con lágrimas en los ojos de tanto reír—. Has dejado a oscuras a toda la ciudad, eres increíble.
Y ahí iban nuevamente, a reír sin parar.
—Deberíamos ver si alguien necesita ayuda —sugirió el pecoso.
—Midoriya tiene razón —dijo Denki aún sonando nervioso—. Prefiero hacer algo bueno con mi poder antes de seguir causando problemas.
Todos acordaron y se dividieron en grupos, Mina y Sero no dejaban de reír, pero pronto sus risas se perdieron entre la multitud en busca de alguien que estuviese en problemas. Kirishima y Denki fueron por otro lado y por obvias razones, Todoroki se quedó con Midoriya.
—Vaya show de luces —bromeó Izuku.
—Sí, espero ansioso el próximo año.
Ambos sonrieron ante eso y se dispusieron a ayudar a aquellos que temerosos gritaban por los alrededores.
Shoto seguía sin creer todo lo que les había sucedido en solo cuatro días... aunque con Midoriya era imposible estar alejado de los problemas, pero pese a eso, adoraba el hecho de que jamás volvería a estar aburrido.
Bueno... Me ha quedado un poquitín más largo... Pero... Supongo que eso es bueno(?
Como siempre, espero lo disfruten y seguiremos hasta el día límite 💪🏻😋
Muchas gracias por el apoyo y por sus bellas palabras, llenan mi corazón 💕
Nos leemos mañana(?
Bai Bai 😂💕
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