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17. Cliché 18: Salida de amigos

Por sugerencias de mis compañeras de prácticas, hemos decidido adelantar las prácticas del lunes al sábado. Es algo bueno de las prácticas, si surge algún acontecimiento, se puede recuperar o, en este caso, adelantar prácticas para falta un día en específico. Claro, que solo una del grupo tiene que faltar el lunes, aun así, todos decimos venir para tener libre el lunes y yo acepté para tener algo que hacer el sábado. Papá, llega hasta tarde, ya adelanté toda mi tarea, tengo que esperar hasta que anuncien las nuevas fechas de inglés y Robert de seguro está muy ocupado.

Desde que ese chico, Jefferson, apareció en su vida, este pasa menos tiempo conmigo y, por ende, mi tiempo de socializar se reduce drásticamente. Están sus amigos, pero siento que ellos no se divierten demasiado conmigo, y no tengo la suficiente confianza que sí tengo cuando paso tiempo con Robert, es casi como si puedo ser libre cuando estoy a su lado... Eso es lo que más me preocupa.

—Carajo, necesito un maldito respiro.

Rosa apareció en la sala de descanso con toda su mascarilla llena de sudor y unas ojeras de muerte.

—Juro que, si Leila vuelve a hacer esta tontería de faltar y querer adelantar un sábado, la voy a acuchillar con un bisturí.

—Ella pidió la opinión de todo del grupo —corroboré tomando un poco de agua—. Si no querías venir, le hubieras dicho que no.

—Claro que lo sé, Dylan, pero mi problema radica en que leí ese mensaje en la mañana y tuve que levantarme como sea, y alistarme en tiempo récord para llegar a la hora acordada. —Tira su mascarilla al suelo, pero rápidamente la recoge para ponerla en la basura—. También ella, ¿cómo se le ocurre mandar el mensaje ayer a las once de la noche? ¿Ella no duerme o qué carajos?

Me río en voz baja mientras sigo tomando con calma mi agua. Nuestra carrera es de las que más horas de prácticas requieren, siendo un total de 240 horas por semestre, por lo que tenemos que hacer cinco horas durante tres días a la semana, así hasta final del semestre. De esa forma podemos cumplir con las horas, normalmente solemos hacer dos horarios, uno en la mañana y otro en la noche. Pero por ser sábado, decidimos hacerlo en la tarde para tener libre la noche y haber descansado lo suficiente en la mañana. Parece que todos hicimos ese punto, todos menos Rosa.

Por mi parte me encuentro muy bien, suelo dormir a las diez en punto y despertar a las seis. No son las ocho horas acordadas, pero tomo pequeñas siestas en el transcurso del día, incluso en una ocasión tomé una siesta en la casa de Robert, en donde sin previo aviso me quedé dormido en sus piernas.

—¿Qué hiciste anoche para estar tan cansada?

—Lo normal, tener una batalla de Just Dance con mi pareja. El maldito me ganó.

La mera mención a ese juego de baile provoca sentimientos encontrados. Nunca lo llegué a jugar de niño, pero hace poco lo pude jugar con Robert y fue más complicado de lo que parece. No sé cómo él podía realizar los bailes casi de memoria, sé que de pequeño tenía clases de canto y baile, pero era tan bueno en ese juego que parecía que, si le cubría los ojos, sería teniendo una puntuación casi perfecta. Sin olvidar que sus movimientos eran perfectos, incluso cantando en ocasiones que lograba distraerme en el juego por querer verlo actuar de esa manera.

En ese momento mi beeper comenzó a sonar, por lo que me despedí de Rosa, para salir mientras me ponía mi cubrebocas. Solo tenía que soportar un poco de tiempo más y podía regresar a casa y tomar otra siesta y tal vez llamar de noche a Robert... Oh, cierto, tiene una cita con Jefferson, casi lo había olvidado, pero por más que quisiera, él lo demostraba con mensajes de éxtasis mientras describe lo lindo que se comportó Jefferson en su última cita. Por el momento quisiera silenciar los mensajes, pero ese pensamiento sale de mi cabeza cuando pregunta por mi opinión y tengo que suspirar y responder.

Tengo que mentalizarme en mi trabajo y no en otras cosas.

Tomé el historial de la paciente y cuando estaba por terminar el inconveniente, la paciente dio un grito que logró asustarme.

—Dylan, oh es tan lindo ver un rostro ahogado en la miseria que sí conozco.

Cecilia tenía cubierta con venda la mano izquierda, por lo que estaba leyendo. Parece que recibió puntos por una cortadura, y solo tenía que revisar que todo estuviera bien para que desaloje el lugar y que alguien más tomará su lugar.

—Cecilia, ¿cómo te hiciste eso?

—¿Esto? —señala su mano vendada—. Bueno, verás, estaba intentando prepararle una comida deliciosa para mi querido novio, pero el cuchillo fue más filoso de lo que esperaba, y terminó cortándome. ¿Acaso no es divertido?

Divertido si eres un asesino en serie.

Cecilia tiene un estilo de humor algo retorcido, por fuera parece una dulce chica que no le haría ningún daño a nadie, pero cuando menos lo esperas, puede decir que le gustaría besar a una vaca solo para saber si sus labios saben a leche. Se justifica diciendo que solo dije todo lo que su mente genera, pero me cuesta mucho no reírme de sus ocurrencias, mientras Robert le sigue con lo que dije, y Neil es el único que pone un poco de control a la situación. Suele hablar con ella cuando no estoy con Robert, pero tampoco podría decir que tengo una gran amistad con esta chica, es apenas lo necesario para llamarla una conocida.

Revisé todos sus signos vitales y al no presentarse ninguna anormalidad, decido recordarle todo lo presentado por el doctor.

—Nada de arrancarse las vendas, procura no realizar movimientos bruscos y, si sientes algún tipo de dolor, puedes tomarte un acetaminofén cada ocho horas. ¿Está todo claro?

—Por supuesto, doctor.

—No soy doctor, soy enfermero.

—Pues me retracto —gira sus dedos en círculos en el aire mientras hace un ruido con la boca—. Por supuesto, enfermo.

Una ligera sonrisa salió de mis labios antes de alejarme para firmar mi salida y por fin terminar con estas prácticas. Cuando en eso, Cecilia toma parte de mi uniforme para llamar mi atención y lo logra porque me jalo con algo de fuerza, ocasionando que casi termine en el suelo.

—¿Pasa algo? —pregunté revisando si presentaba alguna incomodidad en sus vendas.

—Si es por lo de mi brazo, nada grave, solo me pica. Pero quería preguntarte si no tienes nada planeado para esta tarde.

No pude contener mi sorpresa por sus palabras, era la primera vez que me decía algo así. Casi siempre es Robert quien propone algo por el estilo y cuando el resto decidió aceptar, terminó aceptándolo también.

—¿Para qué exactamente?

—Nada cochino, eso te lo aseguro. —Trato de no reaccionar a sus palabras—. Robert está con su noviecito Jeff, y Neil tiene resfriado y, como es tan cabeza dura, prefiere enfermarse solo y no me deja ir a su casa para cuidarlo. Por lo que pensaba, que podrías ir a tu casa a pasar el rato.

Es raro que Cecilia me esté pidiendo ir a mi casa a pasar el rato, en especial cuando no somos los mejores amigos. No es que quiera que no vaya a mi casa, total, mi papá no se encuentra, y además hay un detonante muy importante para aceptar.

No tengo nada que hacer.

Solo estaría en mi habitación ordenando mis cosas o leyendo algún libro médico mientras escucho Kpop... No tengo nada que me destaque, soy tan aburrido que los únicos momentos en los que no me siento un robot es cuando estoy con Robert... Pero él está con Jefferson y tal vez ya no pueda pasar mucho tiempo conmigo. Tal vez necesite expandir mis terrenos de amistad.

—Claro, Cecilia, solo deja recoger mis cosas y nos podemos ir.

—Uh, súper, entre niños ricos no entenderemos de puta madre.

Intento sonreír a sus palabras por más que tenga mala espina.

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Mi padre no quiere que use el carro familiar después de mi accidente en donde, por evitar a un perro, terminé estrellándome en un poste. Por eso tuvimos que ir en taxi y fue un recorrido bastante incómodo. Suele escuchar música para tranquilizar los nervios y crear escenarios ficticios con la melodía y parecer que tengo algo interesante que contar. Pero con Cecilia a mi lado, sentía que era una falta de educación tener los audífonos puestos, por lo que estuvimos todo el recorrido callados, mirando por la ventana. Pero al rato, Cecilia sacó su celular y comenzó a reírse de algunos videos que me enseñaba, además de tomarse fotos y pedir que posara con ella.

Al llegar, Cecilia observó con detenimiento mi casa, casi como si fuera a comprarla. Por mi parte busqué las llaves, cuando en ese momento mi padre abre la puerta con el teléfono en la mano. Al verme y luego mirar a Cecilia, levantó una ceja.

—Luego te llamo —cuelga la llamada—. Dylan, ¿quién es la jovencita que tienes detrás?

No esperaba encontrar a mi padre en casa, pero por la ropa que llevaba, de seguro vino a recoger algo antes de volver a salir.

—Cecilia, un gusto, señor, soy una chica amable, se lo aseguro.

En vez de sonar como un saludo amable, sonó como si ella fuera mi novia y se estuviera presentando a mi padre como tal.

—De acuerdo —lo dijo de manera lenta mientras intentaba apartar la mirada—. Hijo, voy a salir por trabajo, sé que no harás ninguna tontería.

Asentí con la cabeza mientras mi padre se alejaba para subirse en su auto y alejarse con rapidez.

—Lo siento, mi padre suele ser algo... ¿Cecilia?

—¡Qué casa más grande!

Tuve que correr para ver que Cecilia ya se encontraba en la sala y no solo eso, sino que estaba recorriendo cuál zoológico se tratara. Tuve que tomarla de la mano para guiarla a mi habitación y sentarla en mi cama, pidiendo que se quedara cómoda mientras me cambiaba de ropa. Ella aceptó con una sonrisa.

Parece una niña pequeña que no puede quedarse quieta, no me sorprende del todo, porque también es así cuando estamos los cuatro, solo que suele estar más tranquila gracias a su novio. Pero ahora que él no se encuentra, parece que no puede quedarse quieta mientras siempre sonríe o dice alguna palabrota. No quisiera decir que tiene algún tipo de trastorno, pero no me sorprendería que, al igual que Robert, tuviera TDAH, lo cual explicaría por qué se llevan tan bien.

Salgo del baño con una vestimenta más casual cuando veo a Cecilia con la mitad de su cuerpo en el suelo y la otra parte recostada en la cama. Todo mientras escuchaba música de mis audífonos negros. Tomé un respiro para luego arrodillarme y tocarle la cabeza para llamar su atención.

—¿Qué haces?

—Escucho música, ¿tú qué crees?

—Eso es obvio, pero ¿por qué estás escuchando música mientras tienes parte de tu cuerpo en el suelo?

—No sé, simplemente quise hacerlo. Soy mucho de hacer eso, porque Neil dice que soy como un gato, hago lo que se me da la gana.

Sus palabras no parecían calmarme del todo, pero por lo menos tuvimos una conversación en comparación con los siguientes minutos en los que no hacíamos nada. Solo era Cecilia escuchando música mientras que yo estaba sentando en mi cama intentando buscar alguna conversación, pero no tenía nada. Solo podía contarle cosas médicas o hablar de Robert, en eso se define mi vida: la medicina y mi amigo. Soy tan aburrido que yo mismo me aburro al solo recordarlo.

—¿Quieres bocadillos? Voy por ellos.

Salgo de la habitación para dirigirme a la cocina e intentar replantearme en como siquiera pensé que aceptar que Cecilia viniera era buena idea. No soy una buena persona para socializar, todas mis amistades fueron creadas porque ellos me hablaron primero o son amigos de otros amigos. Quisiera poder hablar con Cecilia, tener una plática y poder decir con seguridad que es mi amiga.

Sin embargo, todo eso se va al cacho cuando recuerdo que no tengo nada con lo que pudiera hablar con ella. Quiero llorar de la frustración. Ni siquiera puedo pedirle un consejo a Robert porque está con ese chico que ya estoy cansando de que tenga toda su atención. No soy nada oficial, pero se tratan como si se conocieran toda la vida. Ese sujeto sí puede hablar con total normalidad con Robert, mientras que yo no puedo ni pensar en qué decirle a Cecilia.

No es justo.

Siempre termino como la peor persona de todas: la aburrida.

Supongo que así serán las cosas, seré la persona que nunca habla y solo es querida por momentos y no tendré el cariño de nadie a no ser que sea la segunda opción de alguien. Puedo vivir con eso, puedo simplemente ser el olvidado.

Regreso a la habitación con un bol lleno de papas para encontrarme con Cecilia, mirando todos mis diplomas y fotos marcadas en la pared. Eran de mis cursos que mi padre me hizo tomar y algunas con mi padre o algún profesor.

—Vaya, eres increíble, Dylan.

—¿Disculpa...?

—Tienes tantos diplomas, se nota que eres alguien estudioso y eso se merece un gran reconocimiento. Bravo.

Aplaude mientras sigue sonriéndome, logrando que un rubor se apodera de mi rostro. No suele recibir muchos cumplidos, la mayoría viene de Robert, pero ser elogiado por otra persona se sintió bien.

—Gracias, pero tú de seguro debes tener algún reconocimiento también.

—Tuve uno, pero fue por ser la estudiante que más veces llegó tarde.

Suelto una pequeña risita.

—Bueno, algo es algo, debes también estar orgullosa.

—Demasiado, nadie tiene ese récord, así que sí es un logro para mí.

—Es cierto, Cecilia.

—Gracias, Dylan. Pero ahora, ¿qué te parece si hacemos algo divertido?

—¿Qué tienes en mente?

—Ya verás.

Pues solo bastó un reconocimiento para activar mi voz y no parar de hablar con Cecilia, será rara y muy mal hablada, pero es una chica movida y con muchas ocurrencias. Por lo que decidir buscar en mi closet ropa y ponérsela quedando como alfombra de abuela, es lo que me hizo hacer lo mismo para quedar como dos borrachos que no supieron cómo vestirse. Luego de tomarnos varias fotos, es que decidió poner en su celular alguna melodía de alguna canción e intentar adivinar qué canción era y seguir cantando. Ella parecía una máquina, acertaba todo, mientras que mi conocimiento solo se reducía a Kpop y uno que otra música latina.

Solo que, en mi turno, tocó APT. Y aunque era una canción más o menos reciente, solo faltaban unos segundos para seguir la canción e interpretarla a todo pulmón. Cecilia me acompañó siendo Bruno Mars imitando la voz de un hombre. Mientras que yo seguía cantando las partes de ROSÉ.

Hey so now you know the game ¿Are you ready?

Cause I'm comin to get ya.

Y como si fuéramos los mismos artistas en el video, empezamos a recorrer la habitación brincando como locos mientras cantamos la canción a todo pulmón. Siempre quise sentirme libre de hacer lo que quiera, poder disfrutar de las pequeñas cosas como gritar a todo pulmón una canción con una amiga, y por más que no seamos los mejores amigos, por más que no éramos los mejores cantantes. Nos estamos divirtiendo sin importar lo que nadie pudiera arruinar el momento.

Hold on, hold on. I'm on my way.

Yeah yeah yeah yeah yeah, I'm on my way.

Terminando ambos tirándonos en la cama mientras ninguno podía controlar la risa. Nos tomamos algunos minutos en parar de reírnos, pero una vez estábamos tranquilos, es que sonrió por ver qué puede pasar una tarde divirtiéndome sin la necesidad de despreciarme o decir que no soy tan importante.

—Todavía tienes que cantarme en italiano, Robert dijo que lo dominas a la perfección.

Me rasco la nuca con algo de pena.

—Se podría decir, aunque siento que cantaría horrible en italiano.

—¿Seguro? Entonces, ¿cómo se supone que le cantarás a tu Robert?

Pensaba que no llegaría a cubrirme todo el rostro de color rojizo, pero las palabras de Cecilia lograron que esa idea se desvaneciera. Jamás me había referido a Robert como mío, a lo mucho como mi amigo, pero no como si fuera parte de mi propiedad o incluso fuéramos más que amigos.

Esos pensamientos no ayudaban a mi sonrojo.

—Robert no es mío.

—Eso lo sé muy bien, pero me sorprende que no lo sea. Digo eso de estar enamorado de Robert debe...

—¡Yo no estoy enamorado de Robert!

Me levanté de la cama mientras ahora todo mi cuerpo estaba rojo.

—¿Estás seguro de eso? —muestra una sonrisa gatuna—. ¿Por qué tu actitud grita que no puedes esperar de besarle toda la boca? Lo mismo me pasó con Neil.

—No es lo mismo. —Mencioné—. Ustedes son un hombre y una mujer, yo no puedo enamorarme de un hombre.

Decirlo en voz alta se sintió horrible como lo había pensado. Pero es verdad, yo no puedo estar enamorado de un hombre.

—¿Sabes siquiera que es estar enamorado de alguien, Dylan?

Cecilia se sentó en la cama mientras me miraba algo desafiante.

Pero no necesitaba contestarle su pregunta para saber que era un claro no. Solo tuve una novia en toda mi vida y fue porque teníamos los mismos gustos y pensaba que siendo novios sería perfecto, pero no fue el caso. Todo se sintió tan artificial que nunca llegué a decir que estaba completamente enamorado de ella. ¿Pero qué es exactamente estar enamorado de alguien?

Según mi primo, estar enamorado significa que quieres demasiado a esa persona, que no puedes tener un buen día sin que esa persona estuviera de alguna manera en tu mente. Recordando todos los momentos que pasaron juntos y que espero seguir a su lado de alguna manera a otra...

¿Yo quiero a Robert?

Bueno, siempre tengo que mencionarlo en mi vida a día, pero es porque es un chico muy divertido que mejoró mi vida, pero no por eso estoy enamorado de él, puede solo quiera estar a su lado como amigo... pero me duele decir que soy su amigo.

¿Significa que yo en verdad quiero a Robert?

—¿Quieres que hablemos sobre tu situación, Dylan? Puedes contar conmigo en eso y tranquilo, no pienso decírselo a alguien más, si así lo quieres.

—Me gustaría, pero... ¡Demonios!

Las vendas de Cecilia se tiñeron de carmesí mientras pequeñas gotas caen en la cama. Rápidamente, la llevó al baño para poder quitarle la venda y comprobar que se habían roto los puntos. Lo pensé demasiado, pero nuestro alboroto hizo eso.

—Lo siento, olvidé por completo los puntos de tu mano.

—Descuida, solo espero que tu padre no piense que la cama tiene sangre porque eres una bestia en ella.

—¡Cecilia!

Como en costumbre en mí, la mínima mención de las relaciones sexuales me provoca vergüenza. Por lo que no me extraña que mis mejillas estuvieran hirviendo en estos momentos.

—Lo siento, pero, ¿puedes volver a coserme los puntos o tengo que ir al hospital?

Por más que todavía no llegamos a esa parte de las clases, el Doctor Mark me explicó detalle a detalle de cómo realizarlo mientras lo ayudaba con un paciente. Por lo que voy por todos los materiales necesario para volver a coser los puntos de Cecilia con suma delicadeza, muchos dicen que mi mano es suave y no sienten los pinchazos.

—Bueno, ya que estaremos un rato aquí. ¿Seguro que no quieres hablar sobre tu situación con Robert?

Con algo de miedo y siguiendo con las mejillas coloradas, asiento con la cabeza y muchas cosas ocurrieron en mi mente al decir todos mis pensamientos con respecto a Robert.

Pero no puede estar contento con el resultado final. 

Sé que dije que subiría un capítulo cada 200 lecturas, pero quería darles un regalo adelantado de San Valentín, además para recordarles que mañana habrá un capítulo extra de Paper Rings. Para celebrar el día del amor y la amistad, además de ser el primer aniversario del libro. 

Sin nada más que decir, los dejo en su linda noche, tarde o día.

Los quiero, bye <3

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