13: Cliché #12: Pasos prohibidos
En Ecuador es muy bien conocido que el 31 de octubre es el día del escudo nacional y yo respeto todo eso, es más, en la escuela tuve varios trabajos relacionados con esa celebración, pero no pueden culpar que la mayoría queramos celebrar una festividad extranjera que tiene mejor propuesta y en la que perrear hasta el suelo con Freddy Krueger es lo mejor del mundo.
Así que lo siento escudo nacional, iré a bailar con Freddy.
También como una especie de broma o chiste mal contado, yo nací justo el 31 de octubre, a solo una hora antes de terminar el día. En parte es genial por no tener que preocuparme por una fiesta, ya que siempre habrá una fiesta de Halloween, pero eso va un poco a la mierda si quieres hacer una fiesta con otra temática que no sea disfraces. Por suerte eso me importa una mierda y adoro disfrazarme para estas fechas.
Es la razón por la que llevó el traje que utilicé en mi graduación de bachillerato, un abrigo para la lluvia y un hacha de juguete que al igual parte de mi ropa está cubierta con sangre falsa fácil de quitar, tuve que comprobarlo con otras prendas antes de usarla con este traje.
—Sigo sin entender de que es tu disfraz.
Cecilia cumplió su palabra y está disfrazada de Kurt mientras Neil iba de Ram, ¿Cómo notaban la diferencia? No lo hay, solo dicen sus nombres por compromiso.
—Soy Patrick Bateman... ¿El protagonista de psicópata americano? ¿El del meme que camina serio con los audífonos y le ponen una canción aleatoria?
—Ahhhh, ¿eso es de una película de terror?
—Dios, ¿por qué no me diste unos amigos cinéfilos?
—Ya, dejen la dramita y mejor celebremos al cumpleañero.
Neil me dio un abrazo para luego sacar su celular y tras tocar algunas cosas sonríe y me muestra la pantalla.
—Feliz cumpleaños, Robert.
—Wow, me compraste la nueva versión de Just Dance, qué genial —espero que haya quedado muy evidente mi sarcasmo.
Desde mis 17, Neil siempre me compra la nueva versión de Just Dance para mi Nintendo Switch. La primera vez fue para burlarse conmigo porque una de las canciones era de Daddy Yankee y uno de los entrenadores era un reno moviendo el culo, pero conforme el tiempo pasaba y no sabía qué regalarme, se estableció que mi regalo siempre sería ese juego; no me quejo, me encanta Just Dance.
—Esto te gustará más, quedarás con el culo cuadrado, amiguito.
Cecilia es una niña rica, ya lo he dicho antes, pero debo recalcarlo para que se queden decepcionados conmigo al momento de ver mi regalo. En años pasados me regalé cosas sugerentes por Neil y digamos que son regalos convencionales que puedo encontrar en cualquier tienda y ok, sé que sería muy hijo de puta pensar que mi amiga con plata solo me compre cosas caras. Para mi sorpresa, la caja de regalo venía con una bolsa de tela con una marca de ropa cara, le entregue la caja de Neil mientras saca la prenda y casi la tiro al ver que se trataba de un conjunto pegado de color rosa.
—¿Qué carajos, Cecilia?
—¿No te gusta? —mostró su risa gatuna mientras se ocultaba detrás de su novio—. Sé que no tienes el cuerpo ideal para usar eso, pero de pequeño sabías cómo lucirlo como todo un hijo de afrodita. Pensaba que si lo usas actualmente, te verías genial.
—No voy a usar ropa de mujer, Cecilia, si obligas a tu Neil ahí tu problema, no hagas lo mismo conmigo.
—¿No crees que estás sobresaltado por solo ropa, Robert? —Neil habló con lentitud.
—Es que lo que menos quiero es que me vean como un típico chico frágil que usa ropa de mujer.
—Ok, ok —Cecilia salió detrás de su novio—. Te compraré otra cosa, pero no puedes rechazar este regalo. Sé que alguna vez lo usarás.
—No usaré esa mierda, así que espero que no te hagas ilusiones.
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En mis primeras clases de danza y canto no tenían vestimenta para niños de mi talla, por lo que tuve que usar el traje negro con mallas. Al principio estaba apenado, pero luego de los elogios por mi talento, ni siquiera recordaba que estaba usando esa ropa. Fue en ese momento en donde para mí, la ropa dejó de tener género, podía usar lo que quisiera siempre y cuando me quedará. Fue por eso que mis quince años en una fiesta de disfraces decidí ir vestido como Shakira en su videoclip de "Las de la intuición" Neil iba vestido de vampiro y mientras él solo era saludo, muchos se sorprendieron por ser el único chico que se puso falda y una camisa de mujer; incluso lleva labial y rubor aplicado por mi hermana. No me importaba lo que pensaran de mí, me veía increíble y no dejaría que nadie me hiciera cambiar de opinión.
Fue cuando estaba medio borracho cuando escuché a mi Crush de ese momento: Daniel Rivera, al platicar con sus amigos, no me hubiera interesado la conversación, sino que fuera que yo era de lo que estaban platicando.
—Ya en serio, Daniel, ¿te cogerías a Robert Alcanzar? —Un chico disfrazado de pirata solo le pregunta.
—Leo, ¿acaso se te paró al decir eso? ¡Qué asco! —un ninja se comenzaba a reír.
—No lo culpes, ese putito tiene buen culo, no hay que negarlo.
Apreté mi vaso de plástico cuando Daniel me describió de esa manera.
—Pero es un hombre —un chico con una camiseta de fútbol mencionó lo obvio—: Tiene pene y bolas, y para mí una buena mujer tiene que tener tetas grandes.
—Siempre se puede operar, porque es obvio que ese puto quiere ser mujer, ¿no lo notan? —Todo el grupo afirma lo propuesto por Daniel—. Vino vestido como mujer, siempre están en las actividades de bailes y observa de más a los hombres. Por lo que, si se llega a operar, yo sí le rompo el culo. ¿Están de mi parte?
Algunos afirmaron mientras que el ninja emitió un sonido de asco.
—Enfermos, sigue siendo un hombre, pero con tetas y vagina, si es que se las llega a poner, pero es un chico con apariencia masculina, por más operaciones que se haga, parecerá un gorila con peluca. Así que, por más culo que tenga, yo ni le meto un dedo a esa puto.
—Supongo que tienes razón —Daniel continúa—: pero su hermana está rica, y si llega a parecer a ella, ahí sí le rompo todo el culo.
—Eso es verdad, su hermana, sí que está rica, y si se llega a parecer a ella, ahí puedo estar de tu lado, Daniel.
—No dudes que el putito quería verse como su hermana. Porque si viene con que está vestido de esa manera por un reto, es pero bien pendejo.
Los chicos se reían como imbéciles y estaba a punto de mandarlo a la mierda, pero decidí ir al baño, cerré la puerta y de pronto mi rostro se veía ridículo con todo ese maquillaje. La falta me quedó muy corta, mis piernas no se veían ni de cerca como las de Shakira, parecía una Drag Queen de bajo presupuesto.
—Qué estúpido te ves.
Tomo papel higiénico para quitarme el labial, una línea roja recorría mis labios, logrando que me viera todavía más estúpido. Tomé más papel e intento quitarme todo el maquillaje mientras las risas de esos estúpidos se escuchan con más intensidad. Tiro todo el papel a la basura y en el espejo solo puedo ver mi rostro manchado de negro con rojo y nada del rostro bello con el que había venido.
—Hola, muñequita.
Daniel estaba disfrazado de diablo, aunque solo usaba los cuernos rojos y una cola del mismo color. Se acercó tanto que tuve que retroceder, se veía gigante, demasiado como para huir.
—Oye, te ves hermoso con ese disfraz, te marca un culazo. —Toma mi mentón obligándome a verlo a la cara—. Muchos de mis amigos dicen que me quedas viendo cuando me acerco a tu colegio. ¿Acaso te gustó?
Lo único que podía hacer era respirar agitado mientras algunas lágrimas salían de mis ojos.
—Si quieres, puedo meterte la verga, sé que lo quieres, con ese disfraz de puta lo demuestras. —Daniel se estaba bajando los pantalones, dejándolo en calzoncillos—. También me la puedes chupar, aunque te tengo que decir que dudo que superes a mi anterior mamador, pero sí que te verías linda, putita.
Apreté mis puños y, con temor en todo mi cuerpo, pongo mi mano en su pecho logrando que Daniel sonriera y, de acto rápido, golpeó su entrepierna con mi rodilla, provocando que diera un grito de dolor y se retorciera en el suelo.
—Mira, hijo de puta, no soy una puta y no debes tratar a nadie como si lo fueras. Soy un hombre, no soy una puta ni mucho menos alguien débil —le escupo el rostro antes de salir del baño—. ¡Hijo de perra!
Me largué de la fiesta dejando a Neil y en ese tiempo podía contar con mi hermana, por lo que entró en su habitación. Me acuesto a su lado y comienzo a llorar antes de que me abrace, silenciando mis sollozos y sin darme cuenta, me quedé dormido.
Desde entonces dejé de usar ropa de mujer. Si Daniel me veía como una chica por usar esa ropa, otros hombres me verían como una posible chica trans... pero no soy una chica. No porque me gustan los hombres, debo comportarme como una chica. No debo tener una figura curvilínea, no debo usar maquillaje, no debo fingir la voz. No soy una rosa, ni debo comportarme como una. ¿Por qué es tan difícil de entender?
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Salimos del auto para sumergirnos en la música de Karol G mezclada con Feid. Como no estamos en Gringolandia, ni creo que pusieran Charli XCX o Taylor Swift, lo que me conformo con escuchar cómo quieren que las chicas muevan el trasero hasta el suelo.
—Hay demasiada gente —comentó Cecilia—. El año pasado no fueron tantos.
—Puede que la fiesta sea en un sábado, ayude mucho —dijo Neil.
—Lo que sea, lo que necesito ahora es un trago fuerte y bailar con quien sea.
—Amigo —Neil me agarra del hombro, su voz era apenas perceptible tras el subidón de la música—. No creas otra escena, por favor...
—Sí, sí, ya no estoy desesperado por verga, si esa era tu preocupación...
—Diviértete —su rostro mostró una sonrisa mientras dejaba de tocarme el hombro—. Es tu cumpleaños, disfrútalo, pero no hagas de lo que te quieras arrepentir.
Ese pelo de Zanahorias significa tanto para mí, que me sorprende cómo me puedo enojar tan a menudo con él. Tal vez sea por ser hetero, sí, ese debe ser el problema. Da igual, por ahora cumpliré las palabras de Neil e iré por un trago fuerte para luego encontrarme con algunos compañeros de la carrera y uno que otro conocido menor.
En la mayoría de las fiestas solo vengo a beber gratis y bailar cuando estoy borracho; de ahí, no soy un fanático. Odio la música que ponen, no se puede hablar por el sonido tan alto, la gente empuja, el olor a humo es horrible y es horrible tener que estar solo sin nadie. Mis amigos se apegan a mi lado de hablar con conocidos, pero les dijo que se diviertan, ya que a diferencia mía, a ellos sí que les gusta ese ambiente más movido y frenético.
Si por lo menos Dylan estuviera aquí, pudiera sentarse conmigo y criticar los disfraces de los invitados, porque claro, sí puede enviarme un pastel con un regalo increíble, pero no puede salir sin terminar sus tareas de la carrera. A veces siento que ese chico se está encerrando en una burbuja de responsabilidad tan grande, que termina consumiendo al punto de no saber lo que es libertad. Aunque bueno, dudo que le hubiera gustado este ambiente en donde una pareja de chicas se besaba con pasión en el sofá donde estaba sentado, logrando que me incomodara y me fuera al patio para tomar un poco de aire fresco.
No entiendo cómo no hay nadie alterando el patio, es casi como si estuviera prohíbo. En parte lo agradezco, es bastante tranquilo para pensar y dejar a un lado las preocupaciones. Aunque con ese silencio me recordaba que acabo de cumplir veintidós, veintidós años y siento que no he hecho nada con mi vida. No soy el mejor de mi carrera, no soy el mejor en inglés, nunca pude dirigir alguno relacionado con el séptimo arte y en lo único que puedo demostrar alguno de mis talentos es en concursos pequeños o en ayudas en obras locales. Ni siquiera logró conseguir a alguien que en verdad me quisiera, nadie quien al morir me llorara por perderme. Mi madre con su trabajo tarde o temprano lo superaría, Roberta lo utilizaría para sentirse vulnerable en redes, Neil sufriría, pero saldría adelante con Cecilia, Dylan creo que solo lloraría un poco y luego regresaría a su vida y en cuanto a mi padre... creo que él sí lloraría mi pérdida hasta que sus ojos sangraran, pero...
—¿Qué hace el cumpleañero tan solitario?
Me costó un rato asimilar al sujeto vestido con el uniforme de la casa de Ravenclaw.
—¿Pero qué haces aquí? —pregunté.
—Es una fiesta, en ella suelen venir personas de todo tipo.
Pongo los ojos en blancos.
—Jefferson, ¿por qué estás aquí específicamente?
—Es una fiesta, y por ahora no hay restricción alguna.
Volví a poner los ojos en blancos.
—Pregunté por ti y tu amigo dijo que podrías estar aquí.
A veces olvido lo bien que me conoce el pelo de zanahorias.
—Pues aquí me tienes, a un psicópata americano tirado en el suelo con un vaso de cerveza.
Luego de decir eso, decido quedarme callado bebiendo mi trago hasta que Jefferson estuvo un rato mirando para luego sacar un libro de su disfraz y ponerse a leer como si esto fuera un club de lectura. Era otro poemario. Miraba en todas las direcciones posibles esperando que hubiera un remate a su actitud, pero parece que en serio está leyendo concentrado su libro.
—Pensé que estar solo aquí sería horrible, por eso quise acompañarte, y para no estar en silencio decidí leer un poco —respondió mientras pasaba de página—. Cuando quieras hablar conmigo, puedes hacerlo, o si quieres irte, también puedes hacerlo. No te voy a detener.
Suspiro mientras dejo que el tiempo transcurra mientras Jefferson sigue leyendo su poemario. Puedo decir que es agradable no estar borracho y pasar el tiempo con alguien, aunque ese alguien esté concentrado en poesías depresivas.
—¿Por qué decidiste asistir a esta fiesta si solo ibas a leer?
—En las mayorías de fiestas a las que he asistido, suelo hacerlo para no estar en casa solo. —Cierra el libro—. Las fiestas no son lo mío, pero es mejor estar rodeado de personas que pasan en casa escuchando los pódcast de mis madres.
—¿Tienes dos mamás?
No esperaba sonar tan sorprendido, pero es que estaba muy sorprendido de que en este país hubiera una pareja del mismo género que hayan tenido un hijo o por lo menos estén criando uno. Por su parte, Jefferson saca ligeramente la lengua mientras me mira.
—¿Sorprendido?
—No tienes ni idea.
—Muchos se sorprenden, pero en toda mi vida sigo sin entender por qué una pareja de lesbianas son furor y una familia con un padre alcohólico y madre desinteresada son cosas normales. Mis madres son como cualquier padre, solo que son fanáticas de las cosas artesanas, la música clásica y la poesía. —Muestra su libro en donde puede verlo con gran detalle. La portada era negra, con un pájaro muerto que del pecho le salía un girasol. Si ya era raro la portada, el título era de lo más peculiar: "Las lágrimas derramadas del cielo estrellado"—. Desde la publicación de su cuarto poemario, ya he leído como ochenta de este tipo de libro.
—No sé si sentirme feliz o triste por tu situación.
Jefferson sonrió mientras inconscientemente ladeaba la cabeza.
—Tengo una buena vida, no podría quejarme.
Pues claro que tiene una buena vida. Tiene dos madres escritoras, estudia una carrera de plantas, se ejercita para tener ese cuerpo de los dioses y por las conversaciones que hemos tenido, parece tener buen corazón, aunque no sabe nada de relaciones amorosas.
—Entonces lo único que te falta para tener una gran vida es un buen novio.
—No lo diría de esa manera, pero sí que me interesas...
—Sí, sí, que te intereso —me levantó limpiando mi parte trasera—. Llevas repitiendo eso tantas veces que ya sé si lo dices por obligación o de verdad. Pero algo sí te diré, Jeff, soy un chico complicado, así que espero que ese interés tuyo siga presente cuando me conozcas del todo.
—Estoy dispuesto a correr el riesgo.
Pongo los ojos en blanco por tercera vez y abro la puerta para escuchar la música escandalosa y el olor a cerveza combinada con cigarro no es boto de mi devoción.
—Te diré una cosa, Jeff, soy un bailarín de primera, pero no bailó ese reguetón sucio. Si logras que cambien por algo más agradable y de preferencia en inglés, puede que me muestre menos exigente a tu propuesta de saber más de mí.
Jefferson estuvo inexpresivo por unos segundos para luego cerrar los ojos y sacar un poco la lengua. Para luego regresar a la fiesta sin decirme nada más. Supongo que eso bastará para ahuyentarlo, duró menos de lo que pensaba. Regreso con mis amigos, quienes estaban sentados en el sofá bebiendo una mezcla de vodka con leche de fresa. Lo supe porque agarré el vaso de Neil que estaba casi lleno.
—¿Cómo te está tratando la noche, Robertino?
Cecilia ya estaba borracha, no me sorprende para nada, su estómago refinado solo soporta dos vasos de cerveza antes de empezar a hablar en diminutivo o querer buscar a Neil, besarlo como si fuera una acosadora. Justo lo que estaba haciendo ahora y como no era menos, Neil no mostraba ninguna resistencia.
—Normal, casi no he bebido y me está dando el bajón de cumpleañero en el que se da cuenta de que cumplir 22 no cambia para nada mi vida.
—Ósea que estás de la mierda —mencionó Neil.
—Correcto, estoy en la mierda, amigo.
De repente, la música se detuvo y se escuchó un escándalo por el silencio repentino. Algunos incluso bromeaban con que se había ido la luz, provocando las risas de varios de los invitados.
—La fiesta se ve un poco opacada, ¿verdad? —El DJ tomó el micrófono y soltó un "oh mierda" cuando noto que Jefferson se encuentra a su lado—. Que tal si nos ponemos un poco clásicos y nos sentimos gringos por completo.
Cuando la música regresó, se escucharon tanto abucheos como gritos extasiados. Entre ellos estaba Cecilia, quien quería bailar, pero Neil la detuvo antes de que se cayera al suelo e hiciera el ridículo. Por mi lado, me terminó la bebida y voy a la pista de baile donde Jefferson me esperaba, guiñándome un ojo.
—Eres un idiota —le dije—, ¿eres consciente?
—Dijiste que esta era la forma en que aceptarías mi propuesta.
—Yo nunca dije eso.
—Palabras más, palabras menos.
—Idiota.
—Trato es trato, Rob —se movía de un lado a otro como todo en la fiesta—. ¿Dijiste que eras un bailarín de primera? Porque te veo muy quieto.
Es hora de mostrar los pasos prohibidos.
El DJ puso otra canción que reconocí al minuto, por lo que luego de ver cómo Jefferson me volvía a sacar la lengua, tiré mi chaqueta para dejarme llevar con la música. Sacudía las caderas mientras pasaba mis manos por todo mi cuerpo. Conforme el coro se acercaba, los pasos se complicaban al punto de dar un giro de tal manera que terminó deslizando en el suelo y de un solo salto vuelvo a ponerme de pie. Casi todos mis bailes tienen que tener coreografías con mucho movimiento de cadera y poses subjetivamente sexuales, la razón principal es que estoy improvisando todos los pasos, llegan punto en el que no sé que otro paso agregar, pero no por eso me quedo quieto, en ese tipo de situaciones suelo provocar a mi contrincante o en este caso a Jeff, quien le doy una vuelta mientras toco su hombro.
Al terminar la canción y empezar otra canción completamente diferente en cuanto a ritmo, ya que era parecida al rap de la película: ¿Y dónde están las rubias? Por lo que sonrió para demostrar que no solo puede ser sexual. Reutilizo varios pasos de algunas coreografías de mi adolescencia en donde realizó movimientos de pies con rapidez y con miedo de no acordarme de todo, me arriesgo para hacer un giro con todo mi cuerpo en el suelo, logrando lastimar mi brazo, pero nada que el público pudiera notarlo, es más, estuvieron fascinados por mi demostración, aunque la mayoría está tan ebrios como para en verdad ser impresionados.
La siguiente canción era de Charli XCX. Moria por impresionar a Jefferson, aunque este extendió su mano para mostrar su mejor sonrisa.
—Veo que eres un bailarín de primera, pero es Halloween, así que divirtámonos un poco.
Me mordía el interior del chaquete tratando de asimilar toda la situación con este chico, tan irreal para ser cierto, pero tan real como para tomar su mano y aceptar su petición.
—Solo espero que puedas moverte, tieso.
—No prometo nada.
Por primera vez en esta noche, la disfruté sin la necesidad de auto despreciarme o tener que recordar el cumpleaños del paso para alegrarme. Me estaba divirtiendo al son de Charli XCX, una completa locura.
Estuve todo el día adelantando trabajos para poder tener tiempo libre con Robert y los demás. Siento que he tenido que rechazar muchas de sus peticiones por mis estudios, incluso tuve que rechazar la fiesta de Halloween, que a su vez servía como fiesta de cumpleaños para Robert. Si pudiera entregarle su regalo de cumpleaños, una edición especial en DVD de su película favorita: Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. En una de las clases de inglés me dijo que era su película favorita, pero que nunca pudo conseguir el DVD original, cosa que pudo solucionar con ayuda de Theo, que preguntó en todos los lugares que pudo en su gira para presentar su libro.
Robert no pudo parar de saltar mientras sostenía su regalo, quería abrazarme, besarme y todo al mismo tiempo. Aunque solo se limitó a abrazarme mientras expresaba lo mucho que significaba esa película para él.
—En serio, Dylan Miller, eres el chico más extraordinario que conozco.
No supo por qué me ardía el corazón por sus palabras, era casi como si estuviera a punto de tener un paro cardíaco, pero eso no podía ser posible.
Lo que sí podía ser posible es que, al terminar todas mis tareas, le escribiera a Neil preguntándole si seguían en la fiesta, caso que me confirmó con un emoji y una foto de él con Cecilia. Nunca he asistido a una fiesta de ese nivel, pero quería ir y poder pasar con Robert en su cumpleaños. Después de ser tan bueno conmigo, era lo mínimo que podía hacer. Por lo que, después de buscar un poco, pude lograr encontrar las cosas necesarias para crear un disfraz de Spider-Man Noir. Era simple, demasiado simple, pero era mejor que nada.
Salí de la casa en el segundo carro de mi padre para ver cómo la fila de estacionamiento era inmensa. Me tocó dejarlo un poco lejos, pero eso no sería el mayor de mis problemas. Por alguna razón, mi corazón ahora se estaba acelerando a cada paso que daba. Debía ser por estar a punto de entrar a mi primera fiesta, de verdad estoy cumpliendo con uno de los puntos del manual que Robert me regaló, aunque los nervios me estuvieran comiendo vivo.
Entró pidiendo permiso y descubrí un caos de personas bebiendo, otras jugando con sus lenguas en público y otras gritando mientras mostraban sus disfraces. Camino hasta encontrarme con Cecilia y Neil sentados en un sofá, en donde Cecilia parecía muy cansada.
—Chicos —me saco la máscara improvisada para poder hablar.
—Dylaaaan, qué hermoso verte, mi cachorro.
—¿Está intoxicada?
—De vodka con leche de fresa —contestó Neil—. Se le pasará mañana.
—¿Y Robert?
—Robert, Robert y Robert —Cecilia me apuntaba con su dedo—. ¿Acaso estás enamorado de nuestro niño? Solo te la pasas a él como una pulga.
—No es eso, es solo...
—No tienes que dar explicaciones, Dylan —Neil continuó—: si buscas a Robert, debes estar en la pista con Jefferson.
—¿Él está aquí?
—Parece que tendrás competencia, Dylan.
Ignoré el comentario de Cecilia para volver a ponerme la máscara y acercarme a la pista que está repleta de gente. Logró entrar entre disculpas y golpes para llevarme una sorpresa con Robert, quien tenía sus manos sobre el cuello de Jefferson, y este lo tomaba de la cintura para agarrarlo a su lado.
Robert dijo que no pensaba volver a hablar con ese tipo, pero ahora estaban muy juntos y sonrientes, que pareciera que sus palabras no tuvieron ninguna repercusión. Podría saludarlo, podría separarlos o podría reemplazar el lugar de... Sacudo la cabeza mientras salgo de la casa para tomar aire y en eso un chico me vomita la ropa para luego caer al suelo.
Demostrando que las fiestas no eran lo mío, necesitaba volver a mi casa para cambiarme de ropa y tomar un baño frío para ayudar con mi cara completamente roja.
Sin nada más que decir, los dejo en su linda noche, tarde o día.
Los quiero, bye <3
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