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10. Cliché #9: Tomar un respiro

¿Qué es el amor?

De pequeño tuve esa duda después de ver la bella durmiente. ¿Un beso de verdadero amor? ¿Acaso cuando besas a alguien es considerado con amor? Y si conoces de nada a una persona, ¿es considerado verdadero amor? Nadie puede saber a ciencia cierta si tenemos una persona que sea nuestro verdadero amor, puede que tu primer ex lo sea como también alguien que conoces después de los setenta años.

—¿Qué es el amor verdadero?

Mi madre repetía mi pregunta mientras terminaba de atender una llamada.

—¿Por qué quieres saber eso, cielo? —Su intriga era razonable, tenía solo nueve cuando le hice esa pregunta.

—En una película dicen que para ser feliz es necesario experimentar el verdadero amor, por eso quiero saber, ¿qué es el amor verdadero?

Por unos segundos mi madre no sabía qué decir, estaba sin palabras mientras me miraba con ojos estremecedores.

—Cielo, eso solo es una película. El amor verdadero no es algo fundamental en tu vida, puedes tener una vida sin ese sentimiento y ser feliz. —Le da un toquecito a mi nariz provocando que me riera—. ¿Comprendes?

Cuando tenía nueve pensé que las palabras de mi madre tenían sentido. Yo no tenía un amor verdadero y estaba feliz cuando me compraban una nueva película o cuando pasaba tiempo con mi familia. Además, en muchas películas los protagonistas necesitan perder a sus padres para tener poderes, necesitan sufrir un trauma para ser valientes o tener una mascota que hablara para experimentar la verdadera felicidad. No tenía nada de eso y estaba feliz.

No era necesario el amor, solo es algo opcional en la vida.

Tuvo que pasar varias circunstancias para que el amor se volviera en una necesidad en mi vida.

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Abro los ojos mientras mi cabeza daba vueltas y solo se detuvo al ponerme de pie. Tomé aire y me vuelvo a tirar a la cama con fuerza mientras grito en mi almohada lo más fuerte que pueda.

Todo lo que ocurrió ayer fue un total caos.

Empecé el día seguido por Taylor que se quería disculpar, por lo que me dijo e intentar convencerme de que volviera al pódcast, ya que con mi ayuda este alcanzó mejores visitas que en otras ocasiones. Por más que no lo odiará, era molesto que su única finalidad conmigo, sea como una especie de marioneta para ganar visitas. Cuando vio que yo era caso perdido, me dijo, y lo digo textualmente, sus palabras: «Golfo estúpido» No valía ni mi tiempo ni palabras tener que discutir con ese chico.

Lo que sí valió mi tiempo fue salir de fiesta con Cecilia —una fiesta de niños ricos como ella—, beber hasta decir basta y en medio del caos toparme con un chico que con mis ojos de borracho se veía más o menos guapo y lo besé como si no hubiera un mañana. Que en otras palabras me refiero a que lo bese con lengua, sintiendo sus dientes con los míos e incluso sentir cómo apretaba mi nalga derecha con fuerza. Eso fue lo último que recordé antes de que Neil nos sacase casi en muletas de la fiesta.

En un inicio no quería irme en el auto de Cecilia que Neil estaba conduciendo, seguía molesto con él por todo lo que me dijo y él también está molesto conmigo tras enterarse de lo que me dijo Taylor. Porque sí, no recuerdo qué palabras usé, pero sí recuerdo que no tuvimos una charla de amistad en su auto, mientras Cecilia vomitaba por la ventana.

Por ahora no tengo que preocuparme de que mi madre supiera que estuve como un idiota en una fiesta y vomite toda mi merienda en el escusado o que Cecilia esté durmiendo en su habitación para que sus padres no la castiguen por oler a alcohol. También ayudaba porque era sábado y podía deambular por la cocina usando mis pantuflas de oso y mi camiseta extragrande que cubría casi todo mi cuerpo. Con algo de esfuerzo logró abrir la nevera, servir jugo de naranja que sabía horrible tras combinarse con mi aliento a vómito, pero no lo escupo y me tome de todas maneras.

—La reputa madre.

Cecilia es lo más parecido a una princesa Disney: hermosa siempre, usando vestidos bellísimos y ropa preciosa y una imagen perfecta para atraer animalitos del bosque. Lastima que esa princesa en estos momentos está desaparecida para dar paso a una chica con el cabello hecho un caso, maquillaje corrido, una camiseta que se resbaló por uno de sus hombres y se podía ver un poco de su sostén de fresas. Si estuviera de buen humor, creo que me reiría de su apariencia, pero en mi estado en donde estoy con una pierna en la tierra y la otra en la cama, pues ni ganas tengo de reírme.

—¿Cuánto bebimos? —pregunta mientras se sirve jugo—. Solo recuerdo que alguien me grabó, me pidió decir mi nombre y mi primer shot y nada más.

—Ni puta idea, yo estoy en las mismas.

Cecilia sí escupió el jugo cuando se lo metió a la boca, solo que igual volvió a darle otro sorbo y tomarlo entre ascos.

—¿Les escribiste a tus padres? —coloco un poco de cereal en dos platos mientras busco la leche—. No quiero que luego mi cabeza tenga precio por el supuesto robo de su hija.

—Les dije que estaría contigo, por lo que aceptaron que esté todo el tiempo que quiera.

No es por ser chismoso, pero los padres de Cecilia aman a su hija, pero son pareja con plata que tuvieron una hija a los veinte cinco, por lo que, en términos de edades, son bastantes jóvenes y con mucha energía en su interior. Por lo que ellos siempre están felices cuando ella dice que se quedará en mi casa. Si son listos, creo que sabrán por qué se podrán felices. Si no entendieron, les daré una pista: empieza con S y termina con exo duro.

—¿Así que pasaremos el sábado encerrados todo el día? —pregunté entregando su plato con cereal.

—Pues podemos tener esas noches de películas como te encantan.

—Uh... diría que amo la idea, pero eso equivale a invitar a todos y solo quiero invitar a Dylan.

—¿Sigues molesto con Neil?

¿Molesto?

Estoy furioso con ese pelo de zanahoria.

No porque me haya dicho que mi plan es una mierda y que tarde o temprano un chico me romperá el corazón, eso es más que esperable. Incluso diría que podría perdonarlo al día siguiente, pero mi enojo volvió cuando nos llevó a mi casa y sus palabras se quedaron clavadas en mi cabeza como una daga fría.

—Compórtate, pareces un maldito urgido por tener pareja, según por qué así dejarás de sentirse solo, pero eres un maldito hijo de puta mal agradecido. Ahora tenemos que dejar de estar a solas con Ceci para pasar tiempo contigo, ¿qué más quieres? ¿Quieres que te besemos y te cojamos? Vete a la verga.

Esas palabras fueron suficientes para que simplemente me callara y llorara el regreso a mi casa y ni tuve las molestias de agradecerle a Neil por traernos, simplemente me encerré en mi cuarto, puede escuchar como Neil tocaba mi puerta y pedía pasar, pero no recuerdo si insistió demasiado, termine tirado en la cama después de la tercera insistencia. Pero por más resaca que tenga, esas palabras siguen en mi cabeza, logrando que me doliera todavía más.

Es un maldito hipócrita.

Antes éramos Neil contra el mundo, dos amigos que hacíamos todo juntos y podríamos estar uno junto al otro y no aburrirse. Luego llegó Cecilia y mi brecha de amistad tuvo que expandirse para darle paso a ella, pero Neil no estaba tan seguro. Luego de que ellos dos empezaran a salir, las cosas nunca volvieron a ser iguales. Neil ya no solo no pasaba tiempo conmigo, sino que su actitud era más borde cuando hablábamos, y rápidamente se emocionaba cuando llegaba Ceci. No habría nada de malo, al fin de cuenta, ella es su pareja y ambos se quieren, es pura lógica. Sin embargo, eso no quitaba lo horrible que mi mejor amigo me ignoraba por pensar en su novia, mientras que ella sí era capaz de hablarme, por más enamorada que esté.

Un caso en particular fue cuando logré pasar un examen, yo estaba feliz porque celebraríamos todos juntos en mi casa. Compre pizza, bebidas y tenía pensado ver Coraline como excelente manera de celebrar mi triunfo... pero en toda esa noche, Neil no podía estar lejos de Ceci, no dejaba de abrazarla y darle besos a cada momento, entiendo que están enamorados, pero es que era horrible ver como tus mejores amigos se prestan más atención entre ellos que en lo que supuestamente era mi fiesta de celebración. Tuve que apagar la televisión, luego excusarme de que me dolía el estómago y pensar que no era un mal tercio.

Porque yo me había vuelto un mal tercio.

Si llamaba a Cecilia para que me acompañara, siempre tenía que estar Neil a su lado y cualquier interacción que tuviera con mi amiga, era eclipsada por las pláticas de su novio. Tuve que aguantarme las miradas que me juzgaban por siempre sentarme con ellos, por hablar con ellos o simplemente caminar con ellos. No me importaban esas críticas, porque no las necesitaba. Yo mismo sabía qué pasar tiempo con ellos era incómodo a más no poder. Fue por eso que tuve que hablar con Neil para comentarle que me sentía incómodo estando con ella en cada momento, en que no dejaba de abrazarla o demostrarle amor y dejarme a mí como un simple espectador.

—¿No te parece que no encajo con ustedes?

—¿De qué hablas?

En un día donde Cecilia no tuvo clases y nosotros dos estábamos almorzando, decidí hablar sobre mi situación.

—Ustedes están demasiado tiempo juntos y bueno, es incómodo tener que verlo amándose mientras yo solo quiero ver una película con mis dos mejores amigos.

—¿Quieres que termine con Cecilia?

—No es lo que quiero decir —tomo un tiempo mientras acomodo las ideas en mi cabeza—. Mira, estoy feliz de que hayas encontrado el amor y, más teniendo en cuenta que se trata de Cecilia, es hermosa, amable y con padres ricos, te sacaste la lotería. —Entre una sonrisa pone los ojos en blanco—. Pero ustedes se ven todos los días, se llaman cada noche y se mandan mensajes cuando no están juntos... ¿No crees que es suficiente? ¿Necesitan tomar todo el tiempo que estamos en la universidad para estar amándose? O en otras palabras: ¿necesitan demostrarse cuando se quieren, incluso cuando solo yo estoy presente?

—Cecilia, a veces no puede llamarme y aprovechamos estos encuentros para seguir hablando.

—Pero me están haciendo a un lado.

—Eso no es cierto, siempre estamos contigo.

—Exacto, ese es el problema.

Neil se quedó callado mientras intentaba procesar mis palabras, literalmente se le reinició el Windows.

—Pasan tiempo conmigo, los dos juntos, sin dejar de coquetear o dar muestras de afecto. Me hacen sentir solo, como si solo sirviera en la relación para que puedan hablar con alguien más, mientras logran que en cualquier lugar que pasamos los tres, yo solo sea un infiltrado en su relación.

Dejé a un lado mi almuerzo, perdí el apetito tras decir esas palabras que tenía deambulando en mi cabeza hasta que pude decirlas. Neil parecía entristecido por su expresión de cejas bajadas y su ligera mueca en su rostro. Conozco a mi amigo, solo pone esa cara cuando comprendió en donde se equivocó.

—Yo, lo siento, Robert. Tal vez no fuimos tan observadores para saber que estabas incómodo por la manera en que pasamos el tiempo los tres. Pero te prometo que eso no volverá a pasar, somos amigos y los amigos se deben apoyar.

—¿Pinky promise?

Soltó una risa.

—Pinky promise.

Diría que cumplió su promesa del meñique por un tiempo hasta que simplemente hubo algo en donde supe que no podía contar con mis amigos por siempre, ellos tienen sus vidas y no pueden hacer nada al respecto. Por eso quiero un novio. Alguien que sé que puedo contar con él cómo él puede contar conmigo. Pero la soledad es una perra que duele en cada momento en que está presente.

Volviendo con mi amiga que mastica su cereal esperando una respuesta a su pregunta.

—Sí, me insultó como imbécil y no estaba borracho como nosotros, él no puede tomar, por eso sé que no tenía ni una gota de alcohol que pueda justificar sus palabras.

—¿Tan malas fueron las palabras? —interrogó mientras daba un bocado al cereal.

—Literalmente, me mando a la verga. Y ambos sabemos que cuando dice groserías es que está muy molesto.

—En eso tienes razón, pero podrías invitarlo y ver qué tiene que decir al respecto. ¿Recuerdas? Tú siempre dices que necesitas saber las dos partes de un conflicto para poder criticarlo.

Mierda, Cecilia está usando un ataque superefectivo contra mí: mis propias palabras. Por eso dejaré mi enojo a un lado y tomaré mi celular para escribir en nuestro cuerpo de WhatsApp.

Tortugas Ninjas.

No me culpen, mi segundo nombre es Raphael y desde que añadimos a Dylan al grupo, el equipo Gryffindor ya no tenía mucho sentido —Dylan es más de Hufflepuff— por lo que las cuatro tortugas amantes de la pizza eran la mejor opción.

Robert

Noche de pelis en mi casa

Solo serán películas de terror

Estamos en mi mes

Dylan

Sigo sin creer que cumplas el 31

Robert

Que puedo decir, soy mucho truco y

poco trato.

Cecilia

Hombres, concéntrese

Pelis esta noche

Me apunto.

Ella me sonríe mientras yo pongo los ojos en blanco, obviamente se apunta, si ella ya es la primera en llegar.

Dylan

Termino con unas tareas y luego voy

¿Llevo algo?

Robert

Siiii, por favor

Suspiré mientras revisaba de que Neil leía los mensajes, pero no respondía.

@Neil, ¿vienes?

No hubo respuesta a ese mensaje, y si espera que le esté rogando para que venga, perdónenme, pero no lo haré. Deje mi celular a un lado y me voy a cambiar de ropa. Debo verme presentable si quiero preparar una noche de películas donde creo que seremos tres. A las tortugas les faltará un hermano en esta ocasión.

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Con ayuda de Cecilia logramos que mi habitación tuviera más espacio para que todos pudiéramos entrar con total normalidad, además que colocamos unas lucecitas de calabazas para darle una vibra más escalofriante. También tengo las películas perfectas para esta noche: la trilogía de la calle del terror. Mis amigos nunca las vieron, pero siento que son las películas perfectas para esta temporada, además que muero por ver los brincos que dará Dylan al no ser tan fanático de los jumpscare.

—La pizza llega en una hora —mencionó Cecilia antes de tirarse a las pilas de almohadas del suelo—. Parece que todos tienen pensado merendar pizza.

—Es sábado por la noche, es obvio que es la comida predilecta para todo aquel que no quiere cocinar.

La acompañó colocando mi cabeza cerca de la suya mientras mi vista se fija en mi aburrido techo.

—¿Qué tienes en mente para tu cumpleaños?

—Ir a una fiesta, como todos los años, ¿ya tienes pensado tu disfraz? Espera, no me digas que irás otra vez combinado con Neil como el año pasado, ¿ahora qué van a ser? ¿Cosmo y Wanda? ¿Pedro y Vilma?

—Pensábamos ser Kurt y Ram de Heathers.

—¿De verdad? No me lo esperaba, ok, ahora estoy interesado en su disfraz. Uh, y deben cantar Blue, si no pierde el chiste.

—Lo tendremos en cuenta. —giró su cabeza para mirarme—. ¿Y tú? ¿Cuál será tu disfraz?

—Tendrás que esperar hasta mi cumpleaños, ya que será una sorpresa.

—Qué aburrido.

—No lo sé, yo creo que la espera valdrá la pena.

Antes que Cecilia me golpeara con una almohada, tocaron el timbre y ambos nos paramos para abrir la puerta y toparnos con Dylan usando unos jeans, una camiseta blanca y una chaqueta roja.

—Ceci, creo que Dylan te robó el disfraz de Halloween.

—¿Disfraz? —cuestionó Dylan moviendo la cabeza un poco.

—Tu tranquilo, luego te explico, por ahora puedes pasar.

Dylan entró y recién me percaté de que en sus manos llevaba dos bolsas repletas de frituras y bebidas. Me las entregó y, de solo sostenerlas, es como si volviera a ese día donde levanté pesas.

—No sabía que les podría gustar, por lo que compré de todo un poco y... espero que sea suficiente.

—¿Suficiente? Diría que con todo eso podremos hacer una fiesta, ¿quieres que llame a mis contactos? —Cecilia sonríe mientras agita su celular.

—Por ahora no, la última vez tuve que ir por toda la ciudad en busca de un florero parecido al que rompieron.

Llevamos todas las cosas a mi habitación y, como Neil nunca dio señales de vida, puse las frituras de Dylan en su asiento especial. Con asiento especial me refiero a la esquina de mi cama donde posa la espalda y Ceci suele poner su cabeza entre sus piernas.

—Perfecto, antes de empezar con el maratón de gore y sustos. Necesito hablar sobre mis clichés.

—Ya decía yo que tardabas en mencionarlo.

—Tranquila, Cecilia, que en esta ocasión es una buena noticia. —Doy un aplauso y muestro mi mejor sonrisa—. Voy a abandonarlo.

Dylan y Cecilia se dieron una mirada antes de volver a verme.

—Ah, claro, ya entendí —dijo Cecilia con una sonrisa—. Esta es la primera broma de Halloween. Dylan, debes saber que a Robert le gusta...

—No es una broma, de verdad voy a abandonar todo esto de buscar al chico con clichés. Ya entendía que esto es como buscar una aguja en un pajar.

—¿Te rindes así de fácil?

Tanto mi amiga como yo mirábamos a Dylan Miller atónitos por las palabras que salieron de su boca. No era tan típico de él que usara un vocabulario tan directo; lo que sí era propio de él es que, tras tener todas las miradas en él, se pusiera roja de la pena.

—Lo siento, es solo que cuando te conocí te vi tan decidido por tener pareja y tras dos rechazos ahora tires todo lo que has logrado.

—Oye, tranquilo, Cachorro —tenía muchas ganas de apretarle sus mejillas—. Solo abandonaré esta idea de elegir un cliché al alzar y ejecutarlo. Veo que eso solo me trae problemas y malinterpretar las cosas. Pero ni crean que me rendiré de encontrar al chico de mis sueños. Solo que me enfocaré en saber que me ama para luego realizar todos los clichés tontos y cursi que se me ocurran.

El sonido del timbre resonó, llamando la atención de mis dos amigos. ¿Ya pasó una hora? Vaya, esta pizzería, sí que es puntal. Bajo para recibir la pizza y me sorprende ver que el repartidor no es nada menos que Neil usando su ropa de prácticas con una gorra que cubría su anaranjado cabello. Quise cerrarle la puerta en la cara, porque era tan desgraciado de retirar la pizza y traerla para quedar como novio increíble. Pero antes de que pudiera estampar su rostro con mi puerta, él puso una de sus manos.

—Lo siento —fue lo primero que dijo—. Fui un idiota al solo concentrarme en Cecilia y no prestarte la atención que mereces. Siempre estuviste en las buenas y en las malas y, ahora que yo debería hacer lo mismo, simplemente te dejó plantado o trato peor que mierda. Robert, lo siento de verdad.

—Me dijiste cosas muy feas anoche.

—¿Solo yo? Tú me mandaste a la mierda más de una ocasión y me comparabas como un urgido puberto. Dije eso para así poder callarte antes que dijeras peores cosas, perdón si mis palabras fueron muy duras.

Neil estaba completamente arrepentido, tenía su expresión de cejas bajadas y su ligera mueca en su rostro. Eso logra que me sienta peor tras recordar que en verdad le dije mierda y media a Neil. Cuando estoy borracho, parece que mis raíces latinas se activan y empiezo a utilizar el idioma de los insultos.

—¿Está todo bien?

Pregunto y una gran parte de mí quiere abrazarlo y disculparme por también pasarme con mis palabras.

—No —tomo la pizza—, no quiero verte.

Le cierro la puerta y esperé aproximadamente cinco segundos para luego abrirla y encontrarme con Neil sonriendo de oreja a oreja. Es nuestra manera de perdonarnos sin la necesidad de abrazarnos, aunque luego de dejar la pizza en un lugar seguro, es Neil quien me da un ligero abrazo.

—Fui un imbécil borracho —dije—. No podía quitarme de la cabeza varios asuntos pecaminosos y la soledad fue uno de los temas principales y sabes como me pongo cuando eso pasa.

—Claro que lo sé, y es por eso que te seguiré apoyando en tu cosa del chico de tus sueños, pero por favor, Robert, tienes que saber cuándo debes parar y empezar a quererte a ti mismo y no querer a alguien más.

Tenía razón en mis inicios cuando deseaba que algún niño me invitara a salir, solo me concentraba en recibir amor de alguien más, en que si un chico me decía cariño o me daba un beso era suficiente para mantenerme feliz. Siendo espectador de la relación de Neil y Cecilia, supe que una pareja no se aleja de un amigo. Alguien con el que puedes confiar en cada momento, puedes reírte de chistes malos o simplemente sentarte a comer un pedazo de pizza. Solo que tiene el plus de darse besos, tener relaciones y fantasía en donde solo importan ellos dos.

Pero para amar a alguien necesitas quererte a ti primero, lo aprendí de la peor manera. Por eso es que ahora quiero tener novio, porque estoy listo para amar, y ser amado.

Después de dejar entrar a Neil y prestarte una parada de ropa más cómoda para esta ocasión, nos pusimos a comer mientras empezaba la primera película. Neil se sentó en su asiento mientras Ceci posaba su cabeza en las piernas de su novio. Mientras Dylan se sentaba a mi lado, en cada jumpscare se acercaba más, era entre tierno y aterrador, porque por su tamaño tenía miedo que se acerca al punto de aplastarme y ahí dejaba de ser tierno.

Una hora y cuarenta más tarde, y con un grito de indignación por parte de Cecilia por ese final. Mientras ella debatía con su novio por lo que podría tratar la segunda película, Dylan y yo bajamos a la cocina por toallas y otros tazones para poner las frituras.

—¿Y como estás hasta ahora, Cachorro? ¿Las muertes fueron médicamente exactas o demasiado irreales?

—Hasta ahora nadie ha muerto tras caer en una cortada de pastel.

—Uh, buen argumento.

Tomó los tazones y en ese instante veo como Dylan juega con sus pulgares mientras sus ojos se centraban en mí.

—¿Tienes algo que decirme, Cachorro?

Dylan tomó unos segundos antes de hablar con rapidez.

—Quiero que me acompañes al partido de mañana, claro, no te estoy obligando ni mucho menos, piense que lo digo solo por qué, como yo te ayudo en lo de tu plan, tú también debes ayudarme en todo lo que tenga por delante...

—Dylan, más despacio, primero explicaba a qué me estás invitando.

—Mi primo me invitó a jugar fútbol mañana en la ciudad cercana, pero no me gustaría ir solo, por eso quería saber si tú, no tienes nada que hacer, me acompañarás mañana... si tú quieres, claro.

No pude resistirme más tiempo y toqué sus mejillas que rápidamente se tornaron rojas. Lo acerqué a mi rostro en un rápido movimiento. Yo, le apreté los cachetes y le muestro mi mejor sonrisa.

—Tranquilo, Dylan, pídeme lo que quieras con toda la confianza del mundo, que yo estaré dispuesto a cumplirlo. —Esa frase es parecida a un libro que leí hace poco—. Tienes suerte de que no tengo nada que hacer mañana, así que solo dime a qué hora y qué debo usar y estaré listo para partir. —Tomo los tazones—. Eso sí, no pienso jugar, soy pésimo para el fútbol.

Me doy la vuelta y, antes de subir las escaleras, puedo ver en toda la gloria a un Dylan Miller con la cara completamente roja, sus manos apretaban con fuerza las toallas y sonidos sin sentidos eran emitidos en voz baja. Tal vez puede ser algo íntimo en esta aceptación, es que no puedo dejar de ver su cara y parecerme la cosa más linda de todas.

—Vamos, Miller, los chicos nos esperan.

Tomé su mano y lo llevé arrastrado a mi habitación.

Luego de tanto tiempo vuelvo a actualizar esta historia. Una disculpa; es que todo el tiempo le dedique al tercer extra de Paper Rings y algunos asuntos personales. Pero ahora vuelve esta historia justo a un día antes de mi cumpleaños. Tratare de traer capítulos cada semana y espero que estén emocionados por eso. También ya estoy escribiendo mi próxima novela que para mis seguidores más antiguos, les diré que será el remake del romance de oficina que en su momento amaron. 

Y me alegra ver que esta historia ya llegó a las 2 mil lecturas, gracias por eso. 

Sin nada más que decir, los dejo en su linda noche, tarde o día.

Los quiero, bye <3

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