El asunto de Rose
Sé que el domingo dije que subiría el siguiente capítulo del lunes, pero ayer me ocupé todo el día y lo olvidé. Perdón .-.
Aquí está el nuevo cap, espero que lo disfruten :)
El día anterior habían sucedido dos cosas que estaban a punto de cambiar la vida de Dara y Hank. Por una parte, Hank había tenido un inesperado encuentro con Rosse, una de las chicas populares de su escuela, y por la noche, después de la celebración por el cumpleaños de Dara y tras estar tan ebria que no podía sostenerse, ella habría tenido una conversación importante con Hank.
Hank:
¿Cómo enamoras a una chica que en ocasiones sientes que no está a tu alcance? Sé que en este mundo nada es imposible, y me gusta luchar y darlo todo hasta conseguir lo que quiero, pero con ella es diferente. Me bloqueo, me siento atado de manos y pies; me parece imposible que exista... Quizá muchas personas la ven como una chica más, pero yo me he dado el trabajo de observar detenidamente cada parte de ella. He notado incluso esos pequeños lunares que tiene en la cara, sus ojos, sus pestañas, su nariz, su sonrisa, su boca, sus gestos; la lista sigue. Pero no quiero enfocarme solo en lo físico, porque más allá de eso, está su forma de ver el mundo, tan genuina, tan perseverante, tan sencilla y complicada a la vez.
Es prácticamente mi mejor amiga, aunque no me atrevo a darle ese título porque la veo como algo más, ella me hace sentir tantas cosas, no sé por qué esperé hasta este punto para reconocerlo.
Dara... esa niña loca con cabello rizado, con sonrisa contagiosa. A veces me pregunto, ¿Qué shampoo usa? Porque todo el tiempo emana de ella un aroma peculiar; huele a vainilla y otro aroma dulce y suave que aún no logro identificar.
Dulce Dara... algún día serás mía. No sé cómo, pero sé que no es una casualidad que te conozca. También sé que no es casualidad sentir todo esto por ti.
Aunque, seamos realistas, ¿Quién no te amaría? Con todo ese amor que desbordas, cualquier persona querría tener en su vida a alguien como tú.
Y anhelo ser esa persona.
4:58 PM
Después de ver la hora en mi teléfono, lo guardé para mirar a una niña de unos 4 años que se acercó y estaba platicando de cosas que le causaban mucha gracia a la abuela, Tita, como solía llamarle desde niño. Sus cansados ojos brillaban con entusiasmo ante la particularidad y seguridad con la que la pequeña le contaba una historia sobre su mascota.
Estábamos en la clínica Vitalis, esperando nuestro turno fuera del consultorio. El lugar tenía espacios amplios, techos altos y salas de espera con muebles cómodos, iluminaciones cálidas y plantas decorativas. Era la misma clínica en la que trabajaba mamá.
Cada mes, Tita tenía un chequeo general. Era una suerte que ella fuera una mujer sana; hacíamos estos chequeos por precaución y los resultados siempre eran positivos.
Mientras reía por la conversación entre Tita y la pequeña, pude ver a unos metros, en la recepción, a una chica cuyo rostro reconocí de inmediato. Era Rosse Mclaren, la chica popular de la escuela. Acababa de recibir un sobre que miraba con mucha preocupación mientras se sentaba en el mueble más cercano. Parecía algo importante.
Ella no debería estar sola, pensé, pero la voz de la abuela me hizo desviar mi mirada.
—Cielo, necesito ir al baño —dijo tratando de levantarse.
Yo le extendí mi brazo para que lo tomara, nos dirigimos al baño, el cual estaba cerca de donde se encontraba Rose, ayudé a la abuela a entrar y esperé fuera. En un acto inconsciente, mi mirada se fue hacia ella, que estaba a menos de dos metros. Pude notar cómo su expresión de preocupación se volvía una de dolor. Se puso una mano en la boca, como si tratara de contener un grito, y cerró los ojos. Un par de lágrimas comenzaron a salir y casi por inercia, me acerqué a ella.
—¿Qué sucede? ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? —Rose parecía estar sudando.
Cuando me escuchó hablar, levantó la mirada, y sus ojos café claros se posaron en mí, estaban bastante apagados. Sentí que debería abrazarla.
—No lo creo, pero gracias —asintió con la cabeza y volvió a leer el papel en sus manos.
Su acto me hizo enfocarme en el papel que causó su llanto y parecía ser importante, aunque no lograba leer.
—Rosse, sea lo que sea, si necesitas ayuda, cuentas conmigo. No sé qué sucede, pero si hay algo en lo que pueda ayudarte, lo haré con gusto.
Esperaba que mis palabras lograran tranquilizarla aunque sea un poco, pero su mirada estaba en el suelo y parecía que no me había escuchado. Sin esperarlo, cayó al piso abrazando sus rodillas con sus manos. Me senté para quedar a su altura y en un impulso, la abracé fuertemente.
—No entiendo por qué —dijo entre sollozos, y solo traté de abrazarla más fuerte con la intención de apaciguar su dolor.
Ella continuó hablando.
—Ni siquiera sé cómo decirlo... Estoy enferma y voy a morir —levantó su rostro, quedando muy cerca del mío —Tengo cáncer —su voz era un susurro apenas audible y me partió el alma verla tan frágil.
Mis ojos se abrieron y no podía creer lo que decía. Mi mente daba vueltas y recuerdos del pasado aparecían provocando un intenso dolor que me envolvía, mi corazón se estrujaba en mi pecho.
La abracé con más fuerza, sencillamente no tenía palabras, no sabía cómo consolarla, así que simplemente traté de secar sus lágrimas, pero seguían saliendo.
Volví a abrazarla, mientras ella se aferraba a mi pecho sin hallar consuelo.
—No sé qué decir, pero estoy aquí para ti. No tienes que enfrentar esto sola —Mi cabeza estaba sobre la suya, cerré los ojos tratando de borrar los pensamientos negativos, pasé mis manos por su espalda tratando de calmarla.
Ella se alejó, liberándose de mi abrazo, inhaló y exhaló profundamente, en un intento de calmar su llanto mientras secaba sus lágrimas.
—Si hay algo en lo que pueda ayudarte, no dudes en —Ella me interrumpió.
—Estoy bien, no me mires con lástima —Soltó abruptamente.
Sus ojos se veían hinchados, se colocó de pie y yo la imité, quedando frente a ella, tomé sus dos manos, ella siguió mis movimientos con su mirada.
—Sé fuerte y trata de mantener tu mente positiva. Puedes salir de esto si te lo propones —Dí un leve apretón a sus manos.
Ella cerró los ojos y volvió a respirar profundamente.
—Gracias, Mitchell, —me llamó por mi apellido —pero nadie puede saber de esto. Si dices algo, eres hombre muerto —Me miró seria.
—Tu secreto está a salvo conmigo —Le dije en un susurro y le guiñé un ojo.
Abrí mis brazos para darle un abrazo y ella accedió. El ruido de la puerta al abrirse nos interrumpió.
—Hijo, creo que ya me están llamando —dijo la abuela, que ya había salido del baño y parecía estar algo confundida al verme hablando con Rose.
—Claro, abue, vamos —me acerqué a la abuela y le extendí mi brazo para caminar junto a ella.
Cuando pasamos junto a Rose, me detuve por un instante para darle una cálida sonrisa.
Seguimos caminando mientras la abuela me interrogaba sobre Rose. No se detuvo hasta que llegamos al consultorio, donde un doctor muy joven nos recibió.
Cuando estaba a punto de caer la noche, Hank fue a su casa para prepararse, Sussan y Tom habían planeado celebrar el cumpleaños de Dara en un bar popular de su ciudad y Hank sabía que debía estar ahí para protegerla.
Él descubrió que se había enamorado de Dara pero ella comenzó a salir con Dave, para él era difícil verlos juntos e intentó salir con otras chicas, pero no podía dejar de pensar en ella.
Cuando Hank supo que ella había terminado su relación, fue inevitable sentir ilusión, aunque se propuso ir con cuidado, Dara había salido de su primera relación, una relación llena de toxicidad, estaba muy herida y sabía que ella necesitaba sanar.
Los chicos llegaron temprano al bar, desde las ocho de la noche y rápidamente se emborracharon, todos menos Hank. A las diez ya estaban tan ebrios que Sussan se reía sin razón, Tom abrazaba a todos diciéndoles que eran su familia y los amaba y Dara no paraba de bailar y gritar.
Toda la noche Hank estuvo atento, cuando un chico se acercaba a Dara para bailar con ella, él lo miraba fijamente, se cruzaba de brazos y luego aprovechaba cuando iba al baño o por tragos para amenazar con golpearlos. Además, al darse cuenta de que ya eran más de las once y los chicos no paraban de beber, decidió llamar un taxi y los llevó a su casa.
Tom y Sussan fueron a la habitación de Hank y se acomodaron rápidamente en su cama. Hank cargó a Dara como a un bebé y ella se mantuvo callada viendo fijamente sus ojos verdes, con delicadeza la dejó en el sofá, quitándole los tacones y acomodándole un cojín en la cabeza. Ella cerró los ojos sin decir una sola palabra y Hank entró al baño para cepillarse los dientes, tenía pensado dormir en la alfombra de la sala de estar, pero al salir del baño notó que Dara acababa de volver a sentarse en el sofá, con una botella de vodka en la mano y varios vasos, Hank exhaló profundamente.
Dara:
—Me siento como una mierda —mientras hablaba, mi mirada estaba puesta en un punto fijo, estaba tan ebria que no podía hablar con claridad.
—Eres hermosa —Hank se sentó a mi lado mientras me quitaba el vaso de la mano.
—¿Hermosa? —Solté una carcajada y me incliné para volver a tomar el vaso, pero Hank me lo impidió. Lo miré con recelo —pero no lo suficiente para que te fijes en mí ¿verdad?
—Eres tan hermosa que cualquiera podría fijarse en tí —él tomó mi rostro para que pudiera mirarlo.
—Pero tú no —dije haciendo un puchero.
—¿Qué dices? ¿No has notado como te miro? —pasó sus dedos por los mejillas —Tu cuerpo me encanta, pero más allá de él, hay una chica que me está volviendo loco.
—No te creo nada —comencé a llorar —no me digas todas esas mentiras —me separé de él rápidamente, mis palabras eran apenas audibles,
—No puedo mentirte, me pierdo en tu mirada. Me encanta todo de tí.
Moví la cabeza negando, lágrimas fluían de mis ojos pero respiré profundamente tratando de calmarme, me alejé mucho más sin poder entender sus palabras.
—¿Dónde mierda estabas cuando Dave me estaba jodiendo la vida? ¿Por qué no me dijiste todo esto antes?
—Tu parecías feliz con él, intenté decirlo pero él no te dejaba sola ni un momento —dijo acercándose —tal vez descubrí todo esto que siento cuando ya era demasiado tarde, pero quiero que sepas que estoy aquí para tí.
—Yo estaba con Dave porque quería olvidarte y mírame —me alejé nuevamente abrazando mis piernas —ahora más que nunca me siento nada, siento que no hay nada en mi que pueda atraerte —las últimas palabras se ahogaron en mi llanto mientras hundí la cabeza entre mis rodillas.
Hank:
Me quedé callado un momento, sintiendo como el corazón se me estrujaba en el pecho al verla tan vulnerable, un nudo se formó en mi garganta pero tragué saliva para quitarlo.
—Me gusta todo de ti —dije tratando de colocar una curita sobre su herida.
Ella levantó la mirada y pude encontrar ese brillo en sus ojos que hace mucho tiempo no veía.
Dara:
Podía notar con claridad la sinceridad en sus ojos, sin embargo me sentía vulnerable, cansada y no podía contener las ganas de llorar.
—Estoy jodida, no estoy en mi mejor momento y no sé si alguna vez pueda estarlo, me siento rota y por más que intento, no encuentro la manera de repararme, mi corazón duele, mi alma grita y no lo entiendo —hablé entre sollozos —Es demandante estar con alguien como yo, alguien que siempre va a necesitar paciencia, comprensión y amor...
—No quiero que te sientas presionada, sólo quiero ayudarte a sanar —respondió Hank abrazándome.
Lo abracé de regreso, poco a poco las ganas de llorar se desvanecieron, y mientras disfrutaba de la paz que sentía en sus brazos, me quedé dormida.
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