Amor no tan secreto
De vuelta al presente
Hank:
Mientras esperaba la respuesta de Dara, leía una y otra vez cada mensaje, jamás imaginé que lo que ella sentía por mí era tan fuerte y me siento como un idiota por no haberme dado cuenta antes. Tal vez esa noche en el bar debí insistir, debí decirle en ese momento lo que sentía, delante de quién fuera y tal vez debí besarla... Pero ya no sirve de nada pensar en lo que debí hacer. Ahora solo haré lo que tenga que hacer y lucharé por ella.
La notificación de un nuevo mensaje me sacó de mis pensamientos, rápidamente desbloqueo mi celular para ver lo que ella había escrito.
Dara: Y ¿Qué se supone que debo hacer ahora?
Hank: No debes hacer nada, sólo déjame cuidarte y ayudarte a sanar.
Dara: Creo que mereces a alguien mejor que yo.
Siento como el corazón se me estruja al imaginarla tan frágil, ¿Cómo puede decir que merezco alguien mejor que ella?
En ocasiones siento que realmente ella es más de lo que merezco. Me duele pensar en lo lastimada que está y sonará extraño, pero creo que puedo sentir lo que ella siente justo ahora.
Hank: ¿Te puedo llamar?
Ella ve mi mensaje pero no obtengo respuesta, no sé porque me la imagino llorando y eso solo hace que me sienta desesperado e impotente.
Han pasado cinco minutos y tomo mi teléfono determinado a escribirle nuevamente, para asegurarme de que esté bien.
Pienso en que quizá ella necesita que yo sea cuidadoso, sé que está herida, sé que las cosas con su ex terminaron terribles y sé que para cualquier persona seria difícil pensar en el amor, cuando el amor te ha hecho tanto daño, así que decido escribirle para que sigamos hablando por mensajes.
En cuanto desbloqueo la pantalla de mi teléfono me doy cuenta de que está escribiendo, espero a que el mensaje llegue.
Dara: Si.
Mi corazón da un salto al ver su respuesta y rápidamente presionó en el botón para llamar.
Dara:
En cuanto veo que el nombre de Hank aparece en la pantalla de mi celular, una estampida de elefantes comienza a correr en mi estómago, casi dejo caer mi celular cuando suena, pero lo recupero con agilidad, me seco un par de lágrimas que salieron y tomo aire profundo antes de responder.
Un ligero ruido se escucha al fondo, tal vez su respiración y yo me quedo en silencio sin saber qué decir. De repente una guitarra comienza a sonar, se aclara la garganta y su voz se oye, en un tono suave mientras canta.
-Amor en secreto, entre la oscuridad, donde las palabras no pueden revelar. Caminos ocultos, susurros en el viento, un amor callado, un eterno juramento.
Cierro los ojos disfrutando de su voz, de la guitarra, de la letra... en mi cabeza, todo parece claro, la canción comienza a tener sentido.
-Cada latido, una canción sin voz, un anhelo constante, una elección sin dos. En la quietud de la noche, mi corazón despierto, persiste este amor, en secreto siempre abierto. En el reflejo de tus ojos, se revela la verdad, un amor profundo, sin necesidad de vanidad. En el desdén del silencio, florece la pasión, este amor secreto, una eterna canción.
No puedo evitar que un suspiro se me escape cuando termina la última melodía.
—Hace algún tiempo he escondido lo que siento pero no sé si pueda seguirlo haciendo —su voz es suave y siento que el corazón se me quiere salir del pecho de la emoción.
—Ni siquiera en mis mejores sueños había imaginado esto —logro decir mientras intento contener otro suspiro.
Como respuesta, escucho su risa (tan sexi como siempre) del otro lado de la llamada.
—¿Te sientes mejor? —habla en un tono serio y suave.
—Mucho mejor —respondo con una amplia sonrisa.
Él suele tener ese efecto en mí, puede hacerme reír genuinamente, en mis peores momentos.
Hank:
No sé exactamente cuánto tiempo llevábamos hablando, pero ella dejó de lado el romance y entre pláticas triviales terminó contándome como es que la profesora de química estuvo a punto de enviar a Tom con el director por haber provocado una pequeña e inofensiva llama de fuego en su clase mientras hacían un experimento.
—Fue difícil convencer a la señorita Jones y habría disfrutado verlo salir a la oficina del director, pero éramos equipo y su estupidez afectaría mi nota.
Suelto una carcajada imaginando la escena.
—Y Tom ¿Qué decía? —en mi rostro había una expresión de diversión, imaginando la situación.
—No por favor señorita Jones, no volverá a suceder, pero por favor no me envíe a detención —Dara trataba de imitar su voz gruesa y con un tono de angustia.
Yo solté otra carcajada.
—Y la señorita Jones lo golpeó con un embudo —dijo entre risas.
—¿Enserio? —sentía que estaba a punto de quedarme sin aire.
—Si, uno de metal. Estuve a punto de reírme en su cara pero me contuve y le dije nuevamente que había sido un error de cálculos pero no se repetiría.
—Tom tuvo suerte de tenerte ahí, de otra manera no habría salido bien libra —ella me interrumpe del otro lado.
—¿Escuchaste eso? —baja la voz hablando casi en un susurro.
—¿Qué cosa? —respondo intrigado.
—Creo que escuché un ruido por mi ventana, pero tal vez es sólo una ave.
—¿Segura? si quieres voy a inspeccionar —una media sonrisa aparece en mi cara y la escucho soltar una carcajada del otro lado.
—Como te contaba —dice ignorando mi propuesta —En realidad ese tonto me debe la vida, tuve que decirle a la profesora que había calculado mal las proporciones, y era cierto, porque teníamos químicos inflamables, así que la profesora se creyó el cuento.
—Pero Tom sabía cómo producir fuego con los químicos, él no es tan tonto —dije colocando una mano detrás de mi cabeza mientras me acomodaba en mi cama.
—Exacto, Tom realmente pretendía que las alarmas contra incendio se activaran para que se suspendiera la clase —hace una pausa tratando de contener la risa —y lo único que obtuvo fue una pequeña llama.
—Creo que no tendrás más ganas de trabajar con él en esa clase —me muevo en mi cama sosteniendo el celular en mi oreja.
—Nunca más —habla mientras ríe y de repente se queda en silencio, escucho rápidamente un golpe del otro lado del télefono y ella habla un poco lejos.
—¿Qué haces aquí? —suena asustada.
—-¿Quién? —como respuesta escucho una voz masculina pero no alcanzo a escuchar lo que dice ni mucho menos identificar a quien pertenece.
—¿Dara? —vuelvo a preguntar.
—¿Cómo te atreves a venir aquí? sal de mi habitación —escucho el desespero en su voz, se oye como si estuviera a punto de romper en llanto.
—¿Qué sucede? por favor no me cuelgues —digo mientras me apresuro para salir de mi apartamento, tomo mis llaves y una chaqueta.
Nuevamente se escucha una voz masculina y parece estarse acercando a ella porque alcanzo a escuchar con claridad la última frase. Lo que me permite identificar al emisor.
—... eres mía —es la voz de Dave.
Lo último que logro escuchar es un grito que se ahoga y finalmente el pitido que indica que la llamada se ha colgado.
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