La niña de diez años miró a Arnold que no dejaba de reírse entre dientes, puras carcajadas burlonas y Karan que estaba algo pálido en el resto de la cara, pero rojo en las mejillas y ofendido por las carcajadas silenciosas de su hermano. Ladeó la cabeza a un lado con su mejor cara de curiosidad mezclada con confusión y después hizo una mueca extrañada.

- ¿Qué ha pasado?- preguntó entregándole el plato a su hermano, este lo dejó en el escritorio; ella se sentó en la cama, tomó una magdalena y como la niña pequeña que era se la comió con pequeños mordisquitos de hámster.

- Nada, nada, Karan se asustó cuando abriste la puerta.

Hizo un puchero como muestra de ofensa. Isabella sonrió y después se rió un poco. Karan hizo una mueca triste falsa pero tierna al mismo tiempo. Pasaron la tarde fingiendo hacer un trabajo mientras Isabella les veía trabajar, y cuando anocheció, el padre actuó con ferocidad y desagrado dado a que nadie le había dicho que el invitado no deseado para él se quedaría a cenar y a dormir; la madre le dijo que si se lo mencionó dos o tres veces durante la semana. El padre reprochó con que se lo había dicho pocas veces. Todo aquello sin que Karan se enterara de nada porque hablaban en su idioma, y, obviamente, Karan no sabía nada más que hola, adiós, y poco más.

Solo se enteró de la conversación por las traducciones de Arnold entre susurros disimulados. Aunque por la forma de hablar o gesticular del padre podría entender parte del significado de la conversación. Era fácil poder ver que el padre de Arnold e Isabella era un hombre muy anticuado, con creencias muy anticuadas y mente muy cerrada, hermética y cuadrada. Comprendía perfectamente que Arnold tuviera miedo de comprarse los esmaltes de uñas, que tuviera tanto cuidado con sus acciones cerca de casa, que pusiera tanta atención a sus movimientos, a la forma de poner sus manos, a la forma de sentarse (normalmente se cruzaba de piernas, al menos así lo había conocido y adoraba ese gesto porque era muy suyo), a su vestuario, al cuidado que tenía sobre su hermana, a su entonación; en definitiva, parecía que Arnold caminaba sigilosamente por la casa de noche a las cuatro de la mañana después de una fiesta cuando había prometido volver antes de las once.

Le sabía mal que Arnold solo pudiera ser él mismo cuando estaba fuera de casa. Le estrujaba el corazón que cuando estaba en casa tuviera que verse corpulento, serio, formal; sentarse con las piernas separadas y tener en cuenta que no podía cruzarlas bajo la mesa porque su padre podría verle. Que no podía gesticular, ni expresarse a veces de forma exagerada, que no podía hacer giros de muñeca, se apretaba las manos bajo la mesa o tomaba los cubiertos con ligeros temblores. No podía usar sus típicas expresiones, su sarcasmo, sus bromas con doble sentido, tampoco podía soltar gallos improvisados que hacía consciente de que aquello se veía con mucha pluma y a Karan le parecía adorable cuando lo hacía.

Apretó los labios.

Arnold estaba sufriendo en aquel ambiente, su padre era muy autoritario, su madre era sumisa, su hermana estaba atrapada y poco tardaría en que el padre dijera de casarla, o que empezara a buscarle un marido. Giró los ojos hacia Arnold, y bajó su vista al plato.

Quería llevarse a Arnold a su habitación, abrazarlo, besarlo y que este soltara todo lo que estaba conteniendo.

- [. . .] Era muy buena chica para ti, ¿Se puede saber porque la dejaste?

- No estaba cómodo con ella.- respondió Arnold con las manos apoyadas sobre la mesa, temblaban. Parecía que solo Karan se había dado cuenta de eso, era el único que miraba sus manos.- Lo dejé porque no éramos buena pareja, ella quería... realizar el coito antes del matrimonio. De hecho, ella no quería casarse.

Mentira.

Lo que pasó con su segunda pareja, a parte de que solo quería tener sexo con él por ser negro, fue porque ella jugaba a varias bandas, tenía a varios novios y ninguno sabía que ella estaba con alguien más, por lo tanto, cuando se la encontró por la calle y la vio dándose el lote con alguien más, lo dejó con ella casi de inmediato. También lo dejó porque ella se ponía extremadamente celosa cuando miraba a alguien más, saludaba a alguien más o simplemente hablaba con sus amigos y amigas del bachillerato.

No quería una relación que fuese posesiva, que fuese tan... tóxica.

- Si la hubieras traído podría haber calificado si era verdaderamente una zorra irrespetable.

- Lenguaje, Isabella está presente.- musitó la madre con tranquilidad.

- Cállate.- la mujer hizo silencio.- ¿Y qué es lo único que haces? Traerte a este para un estúpido trabajo del instituto, lo que tienes que hacer es traer a tus novias, no a gente que no me importa.

Karan se quedó estático, giró sus ojos hacia Arnold.

- Si, estoy hablando de ti.- palideció y tragó saliva con miedo.

- Sus padres no le dejaron que fuera a su casa porque están de viaje, su familia es de Grecia, tienen una casa allí en la que vive la hermana de Karan con los abuelos, aprovecharon este fin de semana que Karan se quedaba aquí para ir a verlos. Por eso lo traje, nos lo combinamos con mamá y ella te avisó de que se quedaría.- Karan miró fijamente a Arnold.

Llegar al punto de tener que mentir de esa manera a su padre... No solo a su padre, a SUS padres, por tal de que se callara y por tal de estar juntos era llegar a ese punto en el que sentía que tenía la responsabilidad de hacer algo, tenía que hacer algo, tenía que denunciar al padre, tenía que ayudar a Arnold. A ese paso acabarían mal. Karan sabía perfectamente que su padre era homófobo, lo habia visto y su Arnold se lo había dicho; su padre era machista, era varonil, era un hombre rudo y agresivo que parecía estar molesto o furioso siempre.

Arnold tenía que llegar a ese punto en el que tenía que inventarse historias disparatadas con algún punto de lógica (Porque era cierto que tenía un hermana que vivía en Grecia con sus abuelos y que de vez en cuando sus padres iban a visitarlos para ver que tal estaban allí y esas cosas) para que su padre no lo matase, no lo insultara, no le destrozara la vida...

Estaba sufriendo por Arnold, quería sacarlo de allí, quería irse, quería tomarlo de la mano y salir corriendo de aquella casa.

...

Sentía que le iba a dar un ataque de ansiedad en cualquier momento.

- Al menos tiene padres con razonamiento lógico, a saber lo que podría hacer cuando los padres no están en casa.- Arnold apretó los dientes, Karan apretó los labios, si tuvo esa reacción fue por algo.

Odiaba que el padre de Arnold hablase en su idioma y los invitados no pudieran formar parte de la conversación.

Le parecía una falta de respeto muy grave. Pero no se sentía con la autoridad de poder exigir derechos y que hablasen en su idioma.

- Por qué un hombre no sea tan rudo y agresivo como tú no tiene porque ser gay.- el tono de voz de Arnold le aceleró el corazón por la agresividad con la que habló.

El contraste del acento rumano del padre y el cambio de dialecto por parte de Arnold para que Karan también pudiera entender de qué estaban hablando le hizo temer. Sentía el corazón correr, golpear su caja torácica, se sentía ahogado. Tragó saliva. Isabella comía con la cabeza gacha, la madre igual. Su labio estaba temblando. Miraba de lado a lado, hacia Isabella, hacia Arnold, hacia el padre, estaba frenéticamente cambiando sus ojos de lado.

Sentía que le iba a dar un ataque de ansiedad en cualquier momento.

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Se está poniendo intensa la cosa...

Osi...

Muchos querrán matar al padre de Arnold...

Seh... No sé como me las apaño, pero siempre pongo a los padres como los malos de las historias XDDD

O sino pongo a los padres de forma que sean los personajes más detestables de la historia XDDD

Dios... Parece que tenga traumas...

Nah, es broma, no los tengo...

Simplemente es una manía algo cliché que tengo jasdahjajdhad

Anyway, espero que igual estén disfrutando uwu

Aquí los comentarios del capítulo -------------------->

Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo

Bye~

By Silvia Line

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