Acoso (6)
- Por eso ahora Karan es mi nuevo papá.- sonrió radiante la menor.
Arnold sonrió y los abrazó a los dos.
Cuando la noche ya estaba más entrada, la madre, con voz quebradiza, llamó a Isabella para llevarla a su habitación y arroparla. Se despidió de los dos varones y volvió a cerrar la puerta cuando Isabella salió del cuarto. Miró a Karan, este lo miró con lástima, susurró en bajo que denunciara a su padre, que era lo mejor que podía hacer. Suspiró pesado, se negó porque no quería que su madre y hermana sufrieran porque obviamente su padre lo echaría de la casa y le harían la vida imposible a las personas que amaba.
Ambos hicieron el paripé de inflar un colchón para que Karan pudiera dormir, pero ni de coña iban a usarlo, Arnold y Karan hicieron el papel para que los padres no sospecharan y se quedaran tranquilos, sin pensar nada raro. Cuando realmente Karan iba a dormir con Arnold en su cama y abrazados. Como siempre que habían dormido juntos.
Todo para a la mañana siguiente ser despertados entre violentos gritos, insultos y fuertes golpes que condicionaron un despertar de mal humor, temor y casi sin entender por dónde le venían los tiros. Todo para darse cuenta de que la alarma que pusieron la noche anterior para despertarse antes que los padres ya había e incluso se había apagado o había sido apagada por los padres para que no molestase a la hora de reñirlos.
La ira del padre podría palparse y sentirse a cientos de kilómetros de distancia, sus golpes y la agresividad, la decepción, el orgullo de la familia roto, todo aquello se notaba en cada una de las palabras, insultos, gritos y golpes que soltaba el padre, todos directamente hacia el cuerpo de Arnold. Sin dejarlo reaccionar, descansar, defenderse. La madre intentó parar a su marido, pero fue expulsada de la habitación con empujones, con los mismos que echó a Karan y Arnold de la casa.
Sin dejar de insultarlos. Sin dejar de empujarlos. Los chillidos, los gritos, los intentos de defenderse de Arnold eran inútiles. El llanto incontrolable de una niña de diez años que solo intentaba abrazar a su hermano, era lo que más destrozaba el corazón y el cuerpo del adolescente, no los golpes, no los insultos, no las malas palabras que le dedicaba a Karan, no le afectaban, le dolían las palabras hacia Karan, pero no tenían ni punto de comparación con ver a su hermana pequeña llorando así como lo hacía, intentando abrazarlo, intentando alcanzarlo, abrazarse a su pierna y que su padre le diera un golpe y la alejara llamándolo anormal, enfermo.
Los sacó de la casa a ambos, el barrio entero se llenó de ojos curiosos que observaban la escena totalmente en shock por la sangre que brotaba de las heridas del rumano, las lágrimas del rubio cenizo, los llantos de la infante y la madre, los insultos del padre. Todos miraban como el padre lo llamaba de todo, como los llamaba desde anormales, enfermos, desviados, hasta cualquier barbaridad que sus mentes pudieran imaginar. Arnold intentaba defenderse, volver a entrar en casa, tomar a su hermana y consolarla, pero cada paso que daba hacia la casa era otro empujón que lo tiraba al suelo, u otra bofetada que alteraba más a la muchedumbre curiosa que grababa, que miraba, que juzgaba, pero que no hacía nada.
La impotencia que sentía era tal que se le escapó el llanto entre un ceño fruncido fulminante que exigía sus derechos para entrar en la casa y recoger al menos sus cosas. Cosas que según el padre no le pertenecían porque aquella casa ya no era suya y que todo lo que hubiera en aquella parcela era de su propiedad, que se marchase, que era un extraño, que ya no era su hijo, que no quería volver a verlo cerca de Isabella o su familia, que estaba muerto para él.
Cuando la policía llegó ya fue demasiado tarde, Karan y Arnold terminaron por irse de la parcela apretando los labios con impotencia, conteniendo el llanto y atravesando a una muchedumbre que los miraba con lástima, o con asco, o con burla, pero que no hacía nada más que entorpecer su camino y hacerlos sentir más impotentes todavía. Las redes sociales explotaron aquella misma tarde, por el tema de que un joven rumano y su novio habían sido expulsados de su casa por ser homosexuales. Las noticias quisieron sacar provecho para tirarle más mierda todavía al colectivo del que ya le echaban, todo para fingir que querían conscienciar a la gente de las consecuencias que podría haber y las razones de NO ser homosexual o al menos las razones de no salir del armario.
Lo que acabo de decir, tirarle mierda al colectivo, más de la que ya le tiran.
Los medios no dejaban de acosar a Karan, a Arnold, a la inocente Isabella, a la familia de Karan que les pilló por sorpresa tanto revuelo, a los padres de Arnold. Todo para que una semana después fuese olvidado pero que causó terribles ataques de ansiedad en Karan, tanto que no pudo ir a atletismo porque lo acosaban y si conseguía llegar lo miraban como si fuera un extraterrestre, tanto que cuando dejaron de acosarlo pero que todavía se hablaba de aquel tema como un rumor que pasó hacía años, el entrenador acabó pidiéndole que se tomase un descanso de la extraescolar o si era posible que lo dejara, porque no estaban interesados en que los medios los estuvieran acosando, cuando ya no lo hacían.
Cuando en realidad lo echaban por estar saliendo con un chico y todos los demás les resultaba incómodo estar corriendo o haciendo deporte a su lado.
O incluso tener que compartir vestuario y duchas con él.
Así fue como la pasión de Karan por volverse un atleta y la motivación que tenía por alguna vez participar en los juegos olímpicos se viera terriblemente frustrada por su orientación sexual. El acoso, las miradas y todos los problemas que tenía acabaron causándole depresión, esto se agravó más con el paso del tiempo y se convirtió en un deseo y en pensamientos suicidas que no lo llevaron por el buen camino ni por el de las buenas costumbres.
Arnold, quien tuvo que hacer lo imposible por sobrevivir, conseguir un trabajo, acabar el bachillerato como pudo y tener que ponerse a trabajar, sin descansos, con miradas y acoso constante por negro y por homosexual le hicieron complicado tener el tiempo suficiente para darse cuenta de lo que le estaba pasando a Karan
Hasta que tuvo que verlo por fuerza al darse cuenta de que sus muñecas estaban siempre ocultas cuando jamás lo habían estado, solo en invierno. Tuvo que dejar su trabajo, la única fuente de ingresos que tenía para cuidar de Karan, quien, sus padres no podían por sus trabajos, y como a Arnold lo echaron de su trabajo porque rogó unos días libres (que legalmente eran suyos) y lo acabaron echando porque la empresa tenía más poder que un homosexual racializado como él. Además, en el juicio le dieron una injusta razón a la empresa, por lo que tuvo que acarrear con una deuda por la compensación que le debía a la empresa.
No podía pagarla porque no tenía con qué pagarla y tenía que ocuparse de Karan que estaba con depresión, y no, no estaba para cosas materiales, para buscarse un trabajo o para salir de casa para nada más que ir a comprar vendas, alcohol para las heridas o medicinas para su pareja y regresar corriendo para asegurarse de que dejar solo a Karan, o dejar a Karan con sus padres al teléfono no se lo hubiera quitado para siempre.
Y todo esto con dieciocho años en el siglo XXI (Para ser más específicos, era el año 2015).
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Bien... Como se puede ver en este capítulo...
Estaba muy cabreada y me puse algo borde al hablar sobre los medios y la homosexualidad.
Resulta que esto no fue por casualidad.
De hecho, recuerdo perfectamente que el día que escribí esto fue aproximadamente durante aquellos días del asesinato de Samuel, y, bueno, solo de escuchar en las noticias, los medios y las redes sociales, me cabreé mucho por la homofobia y por la mierda que le estaban echando al colectivo y tomé la mala decisión de ponerme a escribir como medio para relajarme.
Como pueden ver... Este capítulo y el siguiente fueron el resultado de ese cabreo.
De hecho, también me puse algo reivindicativa porque no dejaba de ver que Tigrillo (Un LGBTuber que sigo en insta y que divulga contenido en YouTube informativo sobre el colectivo, etc.) colgaba día sí y día también noticias sobre la lgbtfobia y sobre las agresiones homófobas que estaban ocurriendo.
Eso no ayudó a que mi humor mejore, así que me tomé un largo tiempo de la historia dejándola en parón durante un mes casi... Y entonces la seguí cuando me dió la inspiración.
Ahora que ya he explicado las cosas y las razones de tanta agresividad en este capítulo...
Aquí las opiniones -------------->
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo
Bye~
By Silvia Line
[1566 Palabras]
P.D.: Ah, y recuerden chicos, no escriban ni actualicen una historia cuando están tristes o enfadados, mejor escriban cuando están felices uwu
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