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5. Cuidar de ti.

―Irissss ―tiro de uno de sus mechones de cabello tratando de llamar su atención―. Iris, despierta ―le pido acercando mi boca a su oído.

Ella no ha despertado aun, probablemente porque se desveló anoche por jugar con mis sobrinos. Yo necesito que despierte porque me siento muy solo; mis hermanos han salido con los niños a alguna parte a divertirse, mamá y papá han decido ir a hablar con los Wells para disculparse por el incidente que Robert ―y solo él, porque mi nombre no fue mencionado― causó ayer. Jack me envió un mensaje dándome las gracias y por lo que sé partió hacia Ohio en la mañana para pasar las fiestas con su familia después de haber cancelado todo con respecto a la boda él mismo, sin importar cuando gritó Kristen ―y lo hizo mucho porque pudimos escucharla desde aquí―. Kristen ya no se va a casar y sus padres están muy decepcionados de ella.

Honestamente, si el karma me devuelve esta ¡No me importa!

Iris me da un manotazo se voltea al fin boca arriba. Se mueve pero no despierta y ya no quiero que despiertes porque de hacerlo se daría cuenta que su camiseta está amontonada arriba de sus pechos dejándome ver su sujetador. Por lo cual me muerdo el labio y respiro entrecortadamente porque no sé qué demonios hacer, si bajarle la camisa, si tocarla aprovechando que está dormida, si irme y dejarla ahí, si tomarle una foto para ponerla en un álbum navideño donde probablemente pondría otras fotos de ella desnuda y en sexys disfraces respectivos a la navidad ... no lo sé.

Hago lo que mi madre quisiera que hiciera, lo que me enseñó a hacer y soy un caballero aunque me jode serlo y muevo mi mano hasta ella para bajar su camiseta. Aunque la vista en ese sostén deportivo es bastante buena, tengo que ser un caballero... un caballero con una erección dolorosa ¡Otra de estas y van a tener que amputarme el pene!

Iris decide abrir los ojos justo cuando mi mano suelta por accidente su camiseta al tratar de tirarla hacia abajo y entonces termina en su pecho. Ella parpadea varias veces y frunce el ceño al encontrarme en esa situación cuando sus ojos por fin me enfocan bien. Ella abre sus bellos ojos verdes, muy alarmada y grita, luego su mano se estampa contra mi mejilla sonoramente.

―¡Por favor! ―exclamo rodando lejos de ella por la cama―. ¡No quise hacerlo, tu camisa estaba arriba e intentaba tirar de ella hacia abajo, solo la acomodaba!

―¡No te creo nada, sé cómo eres! ―reclama ella y se levanta de la cama―. Desde ahora dormiré en el sofá ―me dice, está furiosa por lo que puedo notar.

―¡No, no! ―resoplo―. Fue un accidente, lo siento ―froto mis manos contra mi cara―. Yo dormiré en el sofá si quieres.

Cuando la miro de nuevo ella está sentada frente mí en la cama de brazos cruzados y con expresión seria.

―¿Juras que no me tocarás? ―pregunta.

Yo levanto mi mano.

―No te tocaré a menos que me lo pidas ―le digo.

―Hunter...

―¡Tengo que aclararlo ¿Vale?! ―espeto entonces―. Mira, solo imaginemos que estés muy... muy... muy caliente un día, tan caliente que considerases acostarte conmigo y te metieses a mi cama desnuda pidiéndome que te toque... ¡Y yo no puedo hacer nada porque te prometí que no te tocaría! ―le explico, ella me mira con una ceja alzada en una expresión de incredulidad―. ¡Podría pasar!

―Deja el porno, Hunter ―sentencia ella levantándose de nuevo.

―¡No hasta tener una novia! ―exclamo levantándome también.

―Bien, busca una novia real ―enfatiza, nada más para molestarme.

―Bueno, hay un problema Iris... ―susurro pero ella coge su toalla y algo de ropa sin escucharme y sale de la habitación hacia el baño― me gustas tú ―termino la frase rodando los ojos, porque soy tan patético que no puedo tenerme respeto a mí mismo.

Salgo de la habitación, bajo las escaleras y entro en la cocina; mamá nos dejó nuestra suerte por lo que aún no he desayunado pero estoy a punto de arreglármelas. Voy a preparar panqueques para Iris y para mí que es lo que me sale mejor y tal vez chocolate caliente. Afuera ya está empezando a nevar y hace algo de frío adentro.

Cuando estoy vertiendo la mezcla Iris entra en la cocina; está notablemente sintiendo frío porque se ha puesto uno de mis suéteres que abrigan bastante, se ve adorable, como una muñeca entre un montón de trapo.

―Espero que no te moleste que haya tomado esto ―dice ella, acercándose, se sienta sobre la barra y cruza su pierna―. Necesitaba algo que abrigara mucho, está nevando afuera y siento más frío de lo normal ―ella hace un puchero, yo me encojo de hombros.

―Está bien ―le digo mientras continúo con mi trabajo en la estufa―. Oye ¿Qué quieres hacer hoy, eh? ―interrogo―. ¿Quieres salir o algo?

―Realmente no ―ella suspira―, no me siento con ganas de salir, quisiera quedarme a ver películas navideñas o algo, hace mucho frío.

―No digas más, eso haremos ―volteo y le sonrío―. También tenía ganas de eso.

Así que después de desayunar Iris y yo nos sentamos frente al televisor en la sala con una manta cubriéndonos y tazas de chocolate caliente en las manos a ver Home Alone primero. No sé por qué demonios tengo que emocionarme tanto cuando ella se me acerca, pero lo hago, porque nunca había estado con una mujer de esta manera; es decir, divirtiéndome sin necesidad de tener sexo con ella. Es muy extraño para alguien como yo... pero me agrada. Iris es alguien interesante, con quien quiero pasar el tiempo aunque sea haciendo esto.

A medida que pasa el tiempo y nos reímos mientras miramos la película, ella coloca su cabeza contra mi hombro y suspira. Sospecho que sigue teniendo un poco de sueño, así que paso mi brazo sobre sus hombros y la hago acurrucarse contra mí. Pienso que ella protestará pero está tan cansada que se acomoda un poco más. El contacto es cálido y también empieza a darme sueño pero me mantengo despierta. Cuando la película termina, Iris está totalmente dormida contra mí.

Sonrío y la hago recostarse en el sofá, colocando su cabeza sobre uno de los cojines del sofá, luego la cubro con la manta. Me siento en el piso frente a ella y la veo dormir por unos segundos; tiene las mejillas sonrojadas por alguna razón. Así que pongo mi mano en su frente y descubro que tiene algo de fiebre. Me muerdo el labio mientras pienso que hacer.

Gracias a Dios mamá llega en ese momento.

Me dirijo hacia la puerta principal inmediatamente.

―Mamá ―la llamo, ella me mira mientras se quita el abrigo―. Iris tiene fiebre ¿Qué hago? ―le pregunto con algo de preocupación.

―Oh... ―mamá se lo piensa―. Bueno ¿la tiene alta?

―Creo que son solo unos grado nada más, no he tomado su temperatura pero está caliente y tiene las mejillas sonrojadas, está durmiendo el sofá ―le digo.

―Despiértala, que vaya arriba, métela en la cama, yo prepararé un caldo para ella mientras tanto ―la sigo a la cocina dejando a papá atrás mientras mamá activa su modo de enfermera, ella rebusca en el gabinete de los medicamentos y me tiende un jarabe―. Que tome una cucharada de esto ―me da una cuchara―, mantenla despierta hasta que vaya con el caldo ¿Vale?

―Está bien ―asiento y me dirijo hacia el sofá.

Tomo a Iris en brazos y me dirijo hacia las escaleras, ella no se inmuta para nada. Cuando llegamos a la habitación la pongo sobre la cama y me encargo de meterla bajo las sábanas, cuando está acomodada le pico la mejilla con mi dedo como esta mañana.

―Iris... ―susurro en su oído―. Despierta.

―Mmmh... ―ella se queja.

―Iris, tienes fiebre, despierta ahora ―insisto.

―No ―ella voltea su cara.

―Muy bien, voy a meter mi mano en tus pantalones ―le digo mientras muevo mi mano debajo de la sábana.

―¡No me toques! ―ella palmea mi mano fuera de la sábana, luego se queja―. Dios, me siento fatal ―murmura ella incorporándose.

Sirvo el jarabe en la cuchara y lo acerco a su boca.

―Abre ―le digo.

Ella me mira con suspicacia por unos segundos pero luego cede y abre la boca. Hace una mueca de desagrado cuando prueba el sabor del jarabe, yo cierro la tapa y lo pongo a un lado, ella se abraza a sí misma mientras recuesta la espalda del cabezal de la cama.

―Debe ser el cambio de clima ―susurro mirándola.

―Estoy bien, no te preocupes ―me asegura ella, aun así parece que sus ojos están pesados

―Nada de eso ―le sonrío y paso una mano sobre su cabello―, estás enferma, déjame cuidarte.

―No hace falta... ―susurra―. Sé cuidarme sola, además, solo es un poco de fiebre, solo necesito descansar.

―Ya, pero mi mamá ya está haciendo la sopa ―me coloco a su lado recostado mi espalda del cabezal―. Sola quédate despierta hasta que ella venga aquí con la sopa, la tomas y luego descansas ¿De acuerdo?

Ella suspira.

―Está bien ―asiente―. Gracias ―toma mi mano, echa su cabeza hacia tras y cierra los ojos.

La miro por unos instantes, no sé por qué esto se siente tan cálido; el cuidarla cuando está enferma. Es extrañamente... familiar.

―No hay de que ―murmuro.

―Tengo frío ―susurra.

―Ven ―me acerco y la rodeo mis brazos.

―No hace falta que tú...

―Cállate y déjame hacer algo por ti, joder, no seas malagradecida.

―Joder... ―ella me mira asombrada―. Está bien.

La aprieto contra mí y ella esconde su cara en la curvatura de mi cuello, suspiro porque esto es jodidamente tentativo pero me concentro en dejar que ella se siento cómoda, porque está enferma. Probablemente, en otra situación, trataría de tomar ventaja pero ahora ella está algo débil, supongo que no es grato que alguien intente besar mientras te sientes mal. Solo dejo que ella sienta mi calor mientras intento controlarme.

―Y... ¿Ya has llamado a Evan? ―interrogo, juego con su cabello mientras tanto.

―Sí, lo llamé anoche cuando regresé a la habitación y tú dormías ―me dice―. Está bien, dice que le hago falta ―ríe débilmente―, porque no hay nadie que haga su desayuno.

―Él tiene un montón de chicas ―yo bufo.

―¡Lo sé! No sé de qué se queja ―Iris ríe de nuevo.

―Quieres mucho a tu primo ¿No es cierto? ―siento la necesidad de preguntarle cualquier cosa, solo para oírla.

―Bueno, justo ahora es la única familia que tengo... mis tíos tomaron sus caminos por separados y ahora viven muy lejos, raras veces los vemos, él y yo crecimos juntos, es más como mi hermano ―ella se encoge de hombros―. Evan es lo único que tengo... no sé qué haría si algo le pasara.

―Aunque sea un idiota, él también te quiere mucho ―le digo―. Puede que no lo demuestre pero se preocupa por ti, de otra manera no me hubiese mandado un mensaje diciendo "si vas a follarla, fóllala con amor, ella se lo merece, luego me encargaré yo de hacer tu vida imposible si le haces daño" ―saco mi celular de mi bolsillo para enseñarle el mensaje.

―Dios, está loco ―Iris niega con la cabeza―. Es un idiota, pero es muy buena persona.

―Sí, por eso es mi mejor amigo ―digo.

―¿Cómo se conocieron ustedes? ―pregunta Iris levantando la cara, mirándome con curiosidad―. Evan nunca me lo contó.

―Es una historia graciosa; nos peleamos por una chica en la universidad, por una semana nos hicimos toda clase de putadas el uno al otro... luego descubrimos que dicha chica no valía tanto la pena y nos tomamos unas cerveza juntos ―me encojo de hombros recordando―. Descubrí que Evan ciertamente es tonto pero no estúpido, muy gracioso, siempre le ve el lado bueno a todo... así que nos hicimos amigos, me sube el autoestima.

―Él dice lo mismo de ti ―Iris pone un dedo sobre mi nariz juguetonamente.

―Oye Iris... sobre cuando tú y yo nos conocimos ―trato de sonar casual―. ¿En serio pensaste todo eso de mí? Es decir... como eso de que... no tenías oportunidad.

―Yo... no pensé eso... exactamente ―dice, puedo notar que se pone tensa.

―¿Y qué pensaste exactamente? ―pido saber.

―Bueno... digamos que ni siquiera lo pensé, simplemente lo sabía ―dice finalmente.

―Pero, aunque sea por un nanosegundo... ¿Pensaste en mí de esa manera? ―interrogo entonces.

―Sí pero...

―Con que lo hicieras me basta.

―Ya no lo hago.

―¿Por qué?

―No lo sé, simplemente no.

―Lo entiendo... ―suspiro, derrotado―. Supongo que es mejor así.

―Así es ―ella asiente―. Lo siento.

―Sí...

Ahora todo esto incómodo, mi erección se ha ido, no siento ningún tipo de atracción hacia el hecho de que ella no piensa en mí de esa manera ahora. Debí esperarlo, ella ha estado resistiéndose mucho pero aun así me siento decepcionado de mí mismo. Si esto es el karma por lo que pasó con Kristen... bueno, supongo que lo merezco después de todo.

―¡Tía Iris! ―mis sobrinos entran gritando a mi habitación de golpe, no debí haber dejado la puerta entre abierta.

―¡Shh! ―les ordeno hacer silencio.

―Lo sentimos ―dice uno de ellos, el varón mayor―. Tía Iris ¿Quieres venir a jugar? ―pregunta en nombre de todos.

―La tía Iris está enferma ―sentencia mi madre entrando detrás de ellos con una charola con un plato rebosante de sopa, yo me alejo de Iris un poco―. Jugará con ustedes cuando se sienta mejor ¿De acuerdo? ―informa, ella coloca la charola sobre el regazo de Iris con cuidado y le acaricia el cabello―. Tómala toda y luego duerme ¿Vale?

―Está bien ―ella asiente.

―¿Por qué está enferma la tía Iris? ―pregunta mi curiosa sobrina Karen.

―Seguramente porque tiene un bebé ―dice el más pequeño de ellos.

―¡Un bebé! ―exclama Karen con ilusión.

―¿Por qué dices eso? ―pregunto, tratando de no verme alarmado.

No es como si pudiese embarazar a alguien telepáticamente, pero aun así.

―Es que cuando mamá vomitaba mucho pensó que estaba enferma y tomó sopa, pero ella tenía un bebé ―el pequeño señala su panza y hace una mueca graciosa―. ¿Tienes un bebé, tía Iris?

―No, me temo que no, solo es fiebre ―dice Iris con total tranquilidad―. Aun no es tiempo para bebés.

―¿Segura? ―mi madre pregunta levantando las cejas.

―Totalmente ―Iris asiente y se ríe―. Gracias, señora Watson ―le sonríe tiernamente a mi madre.

―Llámame mamá ―mamá se inclina y besa su frente―. ¡Todos afuera, hay que dejar a la tía descansar! ―exclama intentando sacar a mis sobrinos de la habitación.

―¡Adiós, tía Iris! ―ellos se despiden y salen de la habitación, mi madre nos guiña un ojo antes de cerrar la puerta.

Yo me río por todo lo que acaba de pasar, no puedo hacer otra cosa.

―¿Cómo lograste que te llamaran tía Iris? ―le pregunto―. A mí a veces me llaman solo Hunter... o el tonto.

―Ellos sacaron sus propias conclusiones, como soy la pareja de su tío, entonces soy la tía Iris... son todos buenos niños ―me dic mientras empieza a tomar su sopa.

―Tú tienes un don para ganarte a la gente, Iris ―me inclino hacia ella y beso su mejilla tibia antes de recostarme en la cama.

―¿Te quedarás ahí todo el día? ―pregunta.

―Síp.

―¿Por qué?

―Estoy cuidando de ti.

―Solo dormiré.

―Te veré dormir ―me encojo de hombros―. Haz lo que quieras... no voy a irme. 






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