Hadas y Nagas (13)
La chica se quedó asombrada mirándolos, pero no mencionó nada, el pelinegro tampoco mencionó nada al respecto, pero su expresión también se mostró sorprendida, tanto que, aunque intentara actuar normal, no dejaba de mirarlos fijamente. Los dos hermanos no le dieron importancia a ese hecho, simplemente miraron al hada.
- Por un momento pensé que dirías Kenai...- se rió ella para evitar el momento incómodo de ese silencio que hizo al quedárselos mirando.
- ¿Quién es él?
- El rey de los Kitsunes... Eres tan parecido a él...- ella voló a su alrededor, observándolo con detalle.- Tus ojos, tu piel y tu nariz son diferentes, pero tu boca, la fisonomía de tu rostro y tus cabellos son idénticos a los suyos... tal vez un poco más oscuros...- mencionó volviendo a volar a su alrededor hasta quedar delante de él.- ¿Seguro que eres humano?
- Por supuesto... Provenimos de un mundo diferente en el que solo hay humanos...
- ¡Entonces es una enorme casualidad!- exclamó ella con sorpresa.- Vengan... los llevaré con los reyes. Aunque... Solo podrán acceder ustedes dos, nuestra magia no puede reducir el tamaño de un centauro, lo sentimos...
- Uh... ¿Te molesta?- Álex miró al pelinegro.
Negó con la cabeza.
- De acuerdo...- dijeron los dos.
Derrotar a los reyes de las hadas fue tan simple como el hechizo que ellos realizaron para encogerlos y para devolverlos a su tamaño original. Fue una victoria simple en ajedrez mágico, como ellos no podían usar magia, los dos príncipes movían las piezas por ellos hasta donde ellos decían. Se despidieron de los príncipes y de los reyes y continuaron su camino a paso ligero, William así les dijo con un hilo de voz, para poder llegar a la siguiente ciudad lo antes posible. Lo malo de esa ciudad es que eran Nagas, lo cual eran humanos mitad serpientes...
- ¿Son criaturas hostiles?- preguntó Keenan.
- A v-veces...- su voz sonó con un hilo de voz, parecía estar luchando contra su voluntad para que su voz no temblase. Tal vez sólo estuviera un poco despistado.- Recomiendo que no os separéis de mí, la zona de las nagas es frondosa y demasiado fácil perderse. Intentarán hipnotizarnos para dispersarnos...- musitó con seriedad después de aquel temblor en su voz que sorprendió a los dos hermanos.- Tomaos de las manos y ni se os ocurra perderme de vista.- los dos asintieron y se acercaron un poco más al cuerpo del centauro cuando entraron en una zona del bosque más siniestra y oscura.
- ¿Pasa algo para que estés nervioso?- preguntó Keenan ladeando la cabeza a un lado.
- No, estoy bien...- su tono de voz decía lo contrario, pero los hermanos no insistieron para no incomodarlo.
Estuvieron caminando por lo que parecían horas, cuando en realidad apenas habían estado unos diez o quince minutos. Solo escuchaban sus pasos, las hojas quebrándose bajo sus pies, de vez en cuando alguna rama rompiéndose. Sin perder de vista en ningún momento a su hermana, en caso de Keenan, o al pelinegro.
- Saben que estamos aquí...- musitó repentinamente el pelinegro.- No nos están impidiendo avanzar, por lo que puedo asumir que están investigando nuestras intenciones...- con un brazo tomó firmemente la alforja, la otra la movió para dejarla justo delante y no perderla de vista en ningún momento.
- ¿Qué significa eso?- preguntó Álex alzando una ceja.
- De momento nada... Pero no os separeis...- siguieron avanzando hasta que el pelinegro se detuvo, los dos hermanos lo hicieron horrorizados, si él se detenía debía ser por algo.- ¿Por qué nos habéis rodeado?- alzó el tono sacando la espada de la vaina y apuntó con ferocidad hacia cierto punto del bosque.
- No hace falta tanta hostilidad.- habló con el ceño fruncido una criatura apareciendo entre los troncos y los arbustos.- Estáis en nuestro territorio para mostraros tan desvergonzados.
- En vez de seguir a las visitas y rodearlas, tendríais que ser más hospitalarios...- gruñó sin bajar la espada.
- ¿Precisamente tú eres quien pide hospitalidad? Los centauros de la realeza no sois precisamente un gran ejemplo de hospitalidad.
- Vosotros sois los peores en ese aspecto.
- Suficiente.- otra naga apareció entre las ramas del árbol, manteniéndose en la parte de arriba del árbol, mirándolos desde las alturas con amenaza.- ¿A qué habéis venido?
- S-Somos aspirantes a convertirnos en Dioses...- habló con timidez el hermano pequeño.
El hombre mitad serpiente bajó del árbol, su expresión adulta, cabello castaño, ojos fieros de tonos azulados oscuros, piel pálida, sus escamas de serpiente eran moradas y se acercó para mirarlos desde arriba aprovechando que era muchísimo más alto por el cuerpo de serpiente.
- ¿Por qué un humano y un kitsune serían aspirantes? ¿Quién de los dos es el verdadero aspirante?
- A-Ambos somos humanos...- se apresuró a decir Álex.
La mirada del hombre se posó sobre el hermano menor, los dos tragaron saliva. El centauro lo empujó con la espada en posición plana y con parte de la muñeca para que se alejara de los dos hermanos. Le gruñó audiblemente y guardó la espada en su vaina.
- Son hermanos y ambos son humanos, han derrotado a las especies una por una hasta llegar a vosotros, simplemente queremos ir a vuestro reino y dejaremos de molestarlos una vez os derroten.
- ¿Habéis asumido que esos dos humanos nos derrotarán? Preferimos librarnos de vosotros.
- Está prohibido el asesinato.
- Tú no parecías tener problema en atacarnos.- entrecerró los ojos la primera naga que habló, pelinegro, piel oscura, ojos morados y sus escamas también eran moradas, solo que eran mucho más oscuras que las de la segunda naga que se acercó.
- Y no lo tengo.- gruñó.
Los dos se enzarzaron en una pelea feroz de miradas. Los dos hermanos se miraron de reojo con incomodidad. La naga de piel pálida miró a los dos hermanos fijamente.
- Si realmente creéis que podéis derrotar al reino de las nagas, venid.- se deslizó de forma zigzagueante hacia un punto indeterminado del bosque.- Es normal que nos confundiéramos con vosotros... Realmente pensábamos que eras un kitsune, el descendiente del actual rey, eres idéntico a él.- miró al menor de los hermanos.
- No eres el primero que lo menciona.- dijo Álex caminando al lado del hombre.- ¿Tanto se parece?
- Acabo de decirlo, es idéntico a él... Cualquiera está en su derecho de ponerse a la defensiva si alguien idéntico a la especie superior de todo el mundo solo por debajo del Dios hace acto de presencia en nuestro reino.
- Entiendo...- musitó Keenan en bajo con algo de intimidación.- Lo lamento.
- No hace falta disculparte, las casualidades existen.
Escucharon un bufido a su espalda y un grito del pelinegro acercándose a ellos a toda prisa, riñéndolos maternalmente por haberse separado de él.
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Bien, a partir de aquí quiero escuchar vuestras teorias.
Es decir... Ya van tres veces que mencionan que Keenan se parece mucho al rey de los Kitsunes.
Pero ambos son humanos, nacidos en el reino humanos.
Es decir... Parece una casualidad que sea idéntico al rey de los kitsunes...
...
Vosotros ahora mismo
"¿QUÉ CARAJO ESTÁ PASANDO AQUÍ?"
yo en el fondo:
*riendo como psicópata*
Okay, dejemos la locura a un lado uwu
Me gustaría que aquí dejaseis vuestras teorías ------------>
Y aquí las opiniones del capítulo ------------->
Y tranquilos, al final de la historia se resolverá todo...
Bueno... Más o menos antes del final vosotros ya (en teoría) sabréis que onda está pasando.
Pero los hermanos no sabrán absolutamente nada hasta el final de la historia, por lo tanto, algún despistado tal vez se sorprenda igual que ellos...
Si es que se sorprenden êwê
XD
jejeje
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo capítulo
Bye~
By Silvia Line
[1273 Palabras]
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