EXTRA 1
Después de centrarnos firmemente en la historia de los dos hermanos sin darle ningún momento especial, más que un par de menciones cariñosas al final de la historia, a la relación entre el frost y el centauro... Creo que es momento de darles un momento especial.
No hace falta mencionar que obviamente los problemas no faltaban dado a que eran especies diferentes y dos varones, por lo tanto, William como rey, dejaba de lado sus responsabilidades como gobernante al no dar ni dejar heredero legítimo y dándole a Gilbert la obligación de tener que ser él quien dejase heredero, mientras que Robert seguía con una completa negación a ser rey, volviendo a ser bastante arisco con ese tema y lo único que reducía ese carácter es cuando desaparecía horas enteras y regresaba al anochecer suspirando como un completo tonto enamorado. Su hermano había visto ese comportamiento y no comprendía por qué, aunque le preguntase, él no respondía algo que lo satisfaciera, pero como estaba terminantemente prohibido salir del palacio a no ser que fuera algo ultra urgente o una fuerza de causa mayor, no era capaz de romper esa regla para seguirle.
Su hermano rompía esa regla muchas veces, y no comprendía la razón de fuerza que le hacía abandonar el castillo, pero podía asumir que por la cara atontada y los labios hinchados que traía no haría nada inocente allí donde fuera... Le avergonzada pensar que tal vez su hermano se estuviera escapando de las responsabilidades para ir a saber donde a acostarse con posibles fulanas...
- Tyrkelige...- llamó entrando en su habitación, él estaba totalmente enredado entre las sábanas como un rollito de primavera, como siempre, él siempre dormía así, era bastante friolero a pesar de ser un frost.
Estaba dormido, se sentó a su lado y lo movió suavemente con una mano en el hombro, este dejó escapar un sonido cansado. ¿Por qué estaba así? Porque la noche anterior regresó a las tantas de la mañana después de haber estado a saber donde.
- Hmph... ¿Qué pasa?- preguntó con voz somnolienta.
- ¿Dónde estuviste?- preguntó con duda ladeando la cabeza hacia un lado.
- Por ahí...
- ¿Siempre te vas por ahí?
- Sí.- bostezó desviando la mirada y se giró para verlo, ya se había desperezado, pero ahora seguía acostado en la cama.
- Pero... ¿Por qué siempre vienes como atontado...?- preguntó con duda.
- Por qué voy a verme con la persona que me gusta...
- ¿Y tus responsabilidades?
- Ya sabes lo que opino de mis responsabilidades...- se encogió de hombros.
- ¿Entonces no es alguien...?
- Es de la realeza...- sonrió tontamente.
- ¿Q-Qué?- preguntó abriendo los ojos con sorpresa.
- Es un centauro...- Yorg se mostró aún más sorprendido al verlo reír bobo y estirarse la cama, abrazar un cojín y reírse un poco más.- El rey de los centauros.
- ¿El chico que tenía que ir con los mellizos aspirantes?- asintió con la cabeza sin dejar de abrazar el cojín, sólo que ahora se giró hacia él.- ¿No se supone que os odiabais?- alzó una ceja con extrañeza.- Cuando te fuiste con ellos no dejabas de pelearte con él.- El albino se rió un poco y enterró la cabeza en el cojín, después levantó la cabeza.
- El roce hace el cariño...- se rascó la sien y después de acomodó un mechón tras su oreja.- Eso es lo que dicen...
- Ya veo...- hizo una mueca.- ¿Entonces te vas con él siempre que no estás aquí?- asintió con la cabeza.- ¿Se puede saber a dónde vais?- alzó una ceja.
- Hay una cueva mágica en el territorio de los orcos...- musitó riendo bobo.- Al entrar allí nos transformamos en la especie contraria y después el sale de la cueva y ambos nos quedamos transformados en centauros toooooooodo el día...- volvió a dar vueltas en la cama abrazando la almohada y riendo bobamente.
- ¿Tú cómo centauro? No te veo...- negó con la cabeza, el Frost mayor se rió un poco.
- William dice que me veo como una yegua, pero que soy hermoso...- ahogó la carcajada contra la almohada, la abrazaba más fuerte.
- ¿Disculpa?
- Dice que es por la musculatura de las patas, que normalmente las patas son más robustas y que en mi caso tengo las pezuñas muy finas y los músculos marcados pero finos...
- Pégale si te dice que pareces una yegua.
- Eso hice...- se rió.- Adoro estar abrazados...- enterró la cabeza en la almohada.
- Te ves como una completa colegiala enamorada...- rodó los ojos.
- ¡Ah! ¡Calla!- exclamó mientras sus mejillas se volvían rojizas.
- Adorablemente tierno...- soltó una risilla.
Lo miró mal, congeló el cojín para endurecerlo y se lo tiró a la cara, este salió corriendo de la habitación para que no le diera un golpe directo, pero huyó riéndose a carcajadas.
Dos o tres días después, antes de que amaneciera, Yorg escuchó movimiento en el castillo, se frotó la cara para desperezarse, bostezó y al abrir los ojos vio a su hermano caminando sigilosamente, con los zapatos en la mano, con intenciones de escaparse del castillo.
- ¿Qué haces?- el otro ahogó gritó, soltó los zapatos y lanzó dos pequeños ataques de hielo.
Yorg soltó una carcajada silenciosa tapándose la boca al esquivar el ataque, se asomó de nuevo para verle.
- ¿Eres tonto o que te pasa?- se quejó el albino entrecerrando los ojos.
- Quiero saber qué haces...- se encogió de hombros.- ¿Te vas con ese centauro?
- Noooooo, voy a adiestrar nekos...- rodó los ojos.
Escuchó una risilla, levantó los ojos cruzándose de brazos, su hermano se reía entre dientes intentando calmarse.
- Pasad un buen día.- sonrió.
- Gracias...
Dicho esto tomó sus zapatos y siguió avanzando para marcharse del palacio. Yorg se tiró en la cama en tal que lo vió pasar la muralla delantera, bostezó de nuevo y se acurrucó en las sábanas que todavía estaban ligeramente cálidas.
...
Cuando llegó a la colina, a la entrada de la cueva, él ya estaba allí, con el cuerpo de caballo tumbado en el suelo. Él estaba cruzado de brazos, la cabeza caída, estaba dormido ¿Tanto había tardado en llegar que le dio tiempo a echarse una siesta? Tal vez no durmió. Se acercó un poco y sonrió enternecido. Tomó sus mejillas con cuidado para no despertarlo y besó sus labios. No correspondió inmediatamente, se despertó antes de eso, sintió como sonrió al besarlo.
- Holi...- sonrió.
- Hola...- le sonrió, se estiró y crujió los brazos, la espalda e incluso la columna en la parte equina.- Pensaba que vendrías antes... Casi está amaneciendo...- los dos giraron la vista hacia el horizonte, el sol empezaba a asomarse lentamente, los dos volvieron a mirarse.
- Perdón por hacerte esperar...- besó su frente.
- Nah, no me importa...- se enderezó.- Lo importante es que llegues...- acarició su cabeza con cariño.
Se acercaron a la entrada de la cueva, el albino pasó un brazo por la intersección entre la espalda baja y el lomo para aguantarlo nada más se transformara en humano, pues si equilibrio, aún después de aquel tiempo todavía no era capaz de aguantarlo bien. El pelinegro se transformó en frost, sus brazos, espalda y pecho se llenaron de tatuajes, un tono azulado cubrió al completo sus extremidades y finalmente se agarró con fuerza al cuerpo del ahora centauro.
- ¿Estás bien?- preguntó sonriendo un poco, asintió con la cabeza.- ¿Quieres que nos adentremos un rato?
- Ya, claro, para que luego no podamos salir y tengamos que gritar para que vengan a rescatarnos...- dijo con sarcasmo para después apoyarse en la pared con las dos manos y salió con torpeza para volver a transformarse en en especie originaria, al hacerlo, se giró para mirar al albino.- Eres tan sumamente hermoso...- sonrió tomando sus mejillas con las dos manos, las acarició con los pulgares.
- Tú también...- juntó su frente con la contraria y ambos cerraron los ojos disfrutando de esa cercanía.
- ¿Me permites?- acercó sus manos a sus hombros, el albino soltó una risilla.
- No me pidas permisos para cosas que son súper comprometidas para vosotros, ni siquiera entiendo porque te gusta tanto acariciar mi nuca.
- Imbécil.- le dio un golpecito.- Te pido permiso porque es nuestra zona erógena, inútil.
- Inútil pervertido.
- No me digas inútil, inútil.- exclamó de vuelta.
Los dos se rieron un poco y se miraron mal sin dejar de tener una sonrisa torcida en sus labios.
- Sabes que te dejo hacerme lo que sea dentro de ciertos límites.- acarició sus cabellos y los apoyó sobre su hombro.- Obviamente aquí no podemos hacer gran cosa más que esto...- el pelinegro soltó una risilla y lo besó.
- ¿Qué estabas pensando? ¿Qué alguna vez iba a aprovechar tu condición de novato para hacerte cosas indebidas? ¿Tan enfermo y desesperado crees que estoy? Ni siquiera tengo interés en procrear...- se encogió de hombros acariciando sus cabellos, los cuales caían como una cascada apoyada sobre su hombro.
- Menos mal, porque si quisieras saber cómo se sentía llegaría a mi casa destrozado...- los dos se rieron por eso.
Minutos después, los dos estaban sentados en el suelo, pero con el cuerpo equino tumbado, el albino apoyado en el hombro del más bajo y este mismo acariciando su espalda, de vez en cuando besaba su cuello o su clavícula, así es como pasaban el día entero, acurrucados, en silencio, tranquilos... nadie iba allí, siempre estaban solos, por lo que estaban muy calmados y relajados.
Hasta que anochecía y entonces se despedían con todo el dolor de su corazón, pues no querían soltarse, y, cuando llegaba al palacio se tiraba en su cama en plancha, abrazaba el cojín y sonreía bobamente al mismo tiempo que se quedaba dormido.
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AWWWWWWWWWWWWWWW
por fis... los amo, los amo tanto que me hace pupa el pecho <3
adnjakndjewfcbef
Okay ya paro.
Este tuvo la misma duración de un capítulo normal jeje
Bueno, un capítulo algo largo uwu
Aquí las opiniones --------------->
Espero que os haya gustado, hacédmelo saber con un voto y nos vemos en el próximo extra
Bye~
By Silvia Line
[1650 Palabras]
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