Los rayos del amanecer atravesaron la ventana golpeando suavemente el rostro del británico, se removió en su cama intentando que sus ojos dejaran de sentir la insistente luz, tomó una de las almohadas y la puso sobre su cabeza. Estaba cayendo de nuevo en los brazos de Morfeo cuando él despertado comenzó a sonar, estridente, casi como si alguien le gritara en el oído. Se levantó gimoteando, deseando poder dormir al menos unas dos horas más. El trabajo era pesado y quedarse leyendo los guiones hasta tarde, le hacía sentirse cansado.

La habitación era normal, algunas prendas botadas en el suelo que pasó recogiendo mientras se dirigía al baño, metió la ropa en la cesta, luego se vio en el espejo, tenía muy largo su cabello, estaba desordenado, no tenía tinte así que su cabello rubio llegando a la tonalidad rojiza se presentaba sin ninguna vergüenza. Tenía barba, le había crecido a lo largo de los días, y el papel que iba a interpretar se lo exigía.

Los pies de Ben comenzaron a enfriarse así que se desvistió, para entrar rápidamente a la ducha. Sophy había vuelto con los niños a Inglaterra, para preparar la casa para su cumpleaños. Harían algo pequeño, quizá irían Martín, Stephen, Mark, Amanda, Louis, Una, Tom... Meditó varios nombres y la posibilidad de que realmente fuera a darse la fiesta.

Salió de la ducha con tranquilidad, el agua caliente había hecho reconfortante el baño, para relajarlo por completo. Se vistió con lo primero que encontró, una camiseta y unos pantalones de pijama, no saldría de casa, pero de igual forma debía levantarse temprano. Suspiró al llegar a la cocina, tendría que preparar algo de comer.

—Dios, Benedict, que flojo estas hoy — Se reprochó mientras pasaba una mano por su cabello — Un sandwich — Susurró.

Sacó lo necesario siguiendo su dieta, algunos suplementos, la carne ya no era lo suyo, así que necesitaba sustituirlas para que su cuerpo no se desgastara. Metió el pan a tostar, esperando con paciencia, se preparó un café y se dispuso a desayunar cuando ya todo estaba listo.

El silencio inundaba el lugar, no le era incómodo, lo disfrutaba, podía pensar con tranquilidad, sin embargo, su romanticismo lo llevaba a la nostalgia bastante seguido recordando a sus hijos jugando en la alfombra, o ver a Sophy por la sala común. Respiró profundo para luego darle un sorbo a su café. El sabor amargo lo hizo estremecerse, como si todas las papilas gustativas pudieran disfrutar de cada gota del amargo elixir.

Su teléfono comenzó a sonar, rodó los ojos, eran las 6 de la mañana, el silencio se había interrumpido al igual que su desayuno, desde que había logrado catapultarse a la fama, todo parecía transcurrir de manera diferente, y aunque eso le agradaba en ocasiones añoraba el deseo de tener una vida relativamente tranquila de nuevo.

Se sentía de mal humor, no sabía si era por la obligación de hacer una escena en la que su personaje no encajaba o porque Nueva Zelanda cambiaba de clima seguido, tal vez sólo buscaba una excusa para poder estar de mal genio justificando su actitud a la que usualmente presentaba a todos, o como se sentía usualmente.

—Sí, sí — Contestó a lo que le preguntaba su agente — No te preocupes, estoy haciendo las escenas en casa, estaré listo para las 3 de la tarde como lo pediste — Frotó su puente de la nariz — bien.

—¿Te encuentras bien? — Preguntó su manager — Te escuchó molesto.

—Nah, ya se me va a pasar — Dijo cortante — te veo en la tarde Carl — para luego cortar.

Ben rodó sus ojos, el cielo se comenzó a poner nublado de nuevo, y aunque le gustaba la lluvia, ese día una mueca apareció en su rostro. Pensó en salir debía comprar unas cosas antes de ir a la grabación. Así que se dirigió a su cuarto para cambiarse de nuevo.

***

Benedict manejaba por la avenida, era muy amplia y tenía algunas casas a los costados. La lluvia había comenzado justo cuando sus pies dejaron la casa. Comenzó a revisar con la mirada el estacionamiento del supermercado, no había espacio, lamió sus labios con molestia, parecía que ese día todo estaba en su contra.

—Estúpido clima, estúpido estacionamiento, maldita sea — Susurraba, sin darse cuenta, escuchó como otro auto le pitó, haciendo que él frenase de golpe — Por un demonio lo que me faltaba — Se limitó a observar al hombre que giro bruscamente el auto.

—FÍJATE IMBÉCIL — Gritó para luego irse, Ben respiró profundo y ocupo el lugar que había quedado vacío.

Buscó en el asiento trasero de su auto un paraguas, abrió los ojos de par en par para luego golpear el manubrio levemente con sus manos, se le había olvidado el paraguas en la casa. Se cerró bien la chamarra de cuero negro que llevaba puesta, y salió del auto. Corrió a través del estacionamiento, hasta llegar a la puerta del supermercado, donde la gente lo miraba con confusión.

—Hijo — Llamó una anciana que estaba en la puerta del super, llevaba trapos, y parecía que no se había mojado en días.

—Qué — Contestó de mala gana, rebuscando en sus bolsillos, sabía que quería dinero — Tenga — Dijo dándole 10 libras — Ahora déjeme en paz.

—Ay Benedict — Susurró la anciana mirándolo con decepción, o al menos eso identifico el británico.

—Cómo sabe mi nombre — Preguntó frunciendo el ceño.

—Te has olvidado de la humildad, ese mal humor que sientes, es parte de tu orgullo comenzando a ganarte la batalla — Benedict rodó los ojos, no era la primera persona en decirle que se había vuelto bastante jactancioso.

—Sí, sí... Si quisiera que me dijeran mi futuro, leería el horóscopo — Ben le dio la espalda a la señora para luego cruzar la puerta del super.

—Te quedaras solo con lo que llevas puesto — Ben se rio cínicamente mientras seguía caminando.

La señora lo observó, un destello cruzó los ojos de la vagabunda, que desapareció justo cuando Ben terminó de entrar.

Conforme el rojizo se movía en los pasillos, comenzaba a tomar las cosas que necesitaba, también algunos alimentos que se le habían acabado. Llenó su carrito, pasó por la caja, un escalofrío le recorrió el cuerpo, cuando pasó la puerta de salida, la lluvia no se había quitado. Así que corrió de nuevo hasta donde estaba su auto.

Al llegar lo vio estacionado, dejó las bolsas en el suelo un momento buscando las llaves en su bolsillo, no las encontraba, frunció su ceño, recordaba haberlas sacado para poner llave.

Intentó abrir la puerta varias veces, sin ella hasta que una voz lo interrumpió.

—Oye ¿Qué haces socio? — Un hombre de cabello castaño, levantó la ceja mirándolo con curiosidad.

—Intentó abrir mi auto ¿no es obvio? — El castaño se rio — De qué te ríes.

—Estás loco — Dijo entre risas — es mi auto — Las llaves aparecieron en la mano del sujeto — Quizá te confundiste — Ben sacudió su cabeza levemente, se sentía confundido.

—Sí a lo mejor — Susurró Ben, tomando sus bolsas y alejándose del auto, pensó en llamar a Martín, tal vez él podía conseguirle el número de algún amigo en Nueva Zelanda, sacó su teléfono, para buscar el número de su amigo, lo encontró rápido entonces marcó.

Comenzó a sonar, pausadamente, hasta que se escuchó que contestaron.

—Martín Freeman — Contestó con formalidad, cosa que extraño al rojizo —Quién habla.

—Qué gracioso, Martín, soy Ben — Un silencio se hizo.

—¿Ben? — Cumberbatch rodó los ojos, no estaba para bromas — ¿Cuál Ben?

—Benedict Cumberbatch, tu Sherlock, Smaug, Khan, Dr. Strange — Susurró con una sonrisa — Ese Ben.

—Escuchame amigo, detesto las bromas, no sé quién eres y tampoco sé cómo optuviste mi número pero sí vuelves a marcar llamaré a la policía — Dijo tajante el rubio.

—Freeman deja de bromear — Cortó, haciendo que Ben revisara dos veces el teléfono. Algo le hizo temblar, su pecho subía y bajaba con dificultad.

Caminó hasta donde un hombre joven que iba bajándose de su auto.

—¿Me conoces? — Preguntó directo, fijando sus ojos en los azules del otro hombre.

—Me estas asustando, amigo... — Dijo en un susurró el otro apartándose de Ben que se quedó paralizado sintiendo la lluvia recorrerle el cuerpo.

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Un poco de fantasía, inspirado en Rupelstinky, la bella y la bestia y algo más supongo XD... Así que espero les guste :3