Capítulo Veintisiete: Quiero respirar tu cuello despacito...
Capítulo veintisiete: Quiero respirar tu cuello despacito en el 5 letras siendo un mala conducta.
Mérida.
Me quedo procesando todo lo que Dawson acaba de decirme acerca de Francisco.
Tengo muchas cosas que analizar cómo el hecho de que ese bastardo admitió haberme sido infiel, cosa que cómo estúpida sospeché varias veces, pero le dejé convencerme que yo era la paranoica con una conducta tóxica. Siento dolor por la Mérida del pasado, insegura y que se sentía culpable cuando él volteaba las cosas y la Mérida actual siente ira, rabia e impotencia.
Lo otro para procesar es que está saliendo con la hermana de Dawson y que al parecer contó una historia bastante distinta de nuestra relación y ruptura...Yo, no quiero creer que él está usando a la hermana de Dawson por capricho hacia nosotros porque eso es demasiado vil, nadie merece que jueguen con sus sentimientos.
Ahora, los hematomas derivados de mordiscos que, Dawson asegura, Francisco le hace a Hayley y que estos no son deseados, me ha terminado de dejar con los ojos y la boca bien abierta.
—Sí me llegó a morder, pero eran pequeños mordiscos. Una vez me hizo un horrible hematoma y lloré, pero le dije que no me gustaba y no lo volvió a hacer —Le hago saber, viéndolo caminar de un lado a otro.
»Dawson, no he mentido. Tal vez nuestra relación no fue la peor de todas y en su momento fui feliz, pero hubo mucha manipulación emocional y psicológica que solo pude ver cuando terminamos de manera definitiva. Me hizo sentir culpable de todo lo que fallaba en nuestra relación o todo lo que le salía mal, también que era quién más me querría pese a algunos de mis defectos y le creí, porque es encantador, dulce y sabe qué decir.
»Es cierto que no es violento físicamente, pero es manipulador y ególatra de una manera no sana. Pensé que era una buena persona y no creo que sea totalmente horrible, pero quizá no está preparado para ser un novio y necesita terapia. No estoy mintiendo sobre esto.
Lo digo porque su hermana al parecer no quiere creer en lo que le dije y estoy algo nerviosa sobre que Dawson dude de mí.
Él deja de caminar de un lado a otro para girarse y verme, me da una pequeña sonrisa y odio que esté tan preocupado, que mi ex esté ocasionando todo esto.
—Te creo, cielo, sé que eres honesta —Camina y se sienta a mi lado sobre la cama—. Me preocupa que mi hermana siempre trata a sus novios como esclavos, es una abeja reina y ahora...Parece que él la moldea, es diferente y me vio de una manera que no quiero repetir.
—¿Quieres que hable con ella? Porque puedo hacerlo.
—Quizá más adelante, ahora no creo que sea una buena idea.
—Bueno, lo haré cuando lo creas apropiado.
Apoyo la mejilla contra su brazo y suspiro.
Estoy muy feliz de estar con él en esta lujosa habitación de hotel, pero tengo que admitir que cuando pasó por mí hace una hora, lo último que esperaba era que me contara todo esto, aunque la expresión de su rostro durante el trayecto ya me había asustado, porque no coincidía con el ánimo de saber que pasaríamos la tarde y noche en un hotel.
—Sé que no es mi culpa lo que sucede, pero sí me da pesar que Francisco entrara a la vida de tu hermana por esto. Es una mierda.
—Es una mierda —coincide.
Juego con sus dedos en los minutos que transcurren en silencio, pensando en cuán bonito es este hotel de cuatro estrellas al que nunca había entrado y cuán mágica se ve nuestra habitación. Es elegante y espaciosa, con un jacuzzi sexy a una distancia prudente, hay un enorme espejo que me encanta y la ducha no tiene puerta, de hecho, está a un lateral, afortunadamente el baño con el inodoro sí cuenta con privacidad. Me parece que es una habitación pensada en amantes.
Me sobresalto cuando Dawson se pone de pie y me sonríe.
—No vamos a dejar que ese imbécil arruine nuestros planes ¿Qué tal pasar un tiempo en el jacuzzi?
De inmediato me siento cálida, viendo del jacuzzi vacío a él quien ya se encuentra sacándose la camisa.
—Eso me encantaría.
Lo veo desnudarse hasta quedar con un bóxer blanco, caminado descalzo hasta el jacuzzi para prepararlo.
Sin perderlo de vista comienzo a desvestirme, quedando en un brallete negro de encaje que hace juegos con una semi tanga, porque bueno, vine preparada para ser lujuriosa en esta habitación.
—Todo listo, cielo —dice Dawson volteando hacia mí.
Me encanta la manera en la que su mirada desciende y asciende por mi cuerpo, presencio la forma en la que su bóxer comienza a tensarse contra su creciente erección y la sonrisa encantadora que dibujan sus labios.
—Además de talentosa e inteligente, mi novia es increíblemente hermosa y sexi. ¿Vienes, cielo?
No hay manera en la que no vaya cuando lo veo entrar al jacuzzi dándome la espalda, pero antes de alcanzarlo, me detengo para bajar la fuerza de las luces, dejando una luz tenue y seductora, me encanta.
Llego hasta el jacuzzi y entro con cuidado, no queriendo arruinar el momento con una caída estrepitosa. El agua es cálida contra mi piel y huele a frutas cítricas, Dawson, quien ya se ha mojado el cabello que le cae ahora en mechones sobre la frente, me ve fijamente mientras me acerco a él, tiene las piernas abiertas y está cubierto de agua y espuma por encima del ombligo.
Me hundo en el agua, volviendo a salir con el cabello húmedo peinado hacia atrás y totalmente mojada —en todos los sentidos—, gateo hasta él y en lugar de sentarme típicamente entre sus piernas con la espalda contra su pecho, trepo sobre su regazo, abriendo mis piernas y sentándome a horcajadas, presionando mi entrepierna contra la suya endurecida y pasándole un brazo por el cuello en tanto con una mano le peino las hebras castañas oscuras.
—Hola —Lo saludo sonriendo y me devuelve el gesto.
—Hola, cielo.
—Me gusta que me llames así. Me gusta mucho.
Siento sus manos deslizarse debajo del agua por mi trasero, apretándome contra él y luego jugando, haciendo círculos con el pulgar en mi espalda baja.
—Gracias por cumplirme esta fantasía del hotel.
—Cumpliré cualquier fantasía que desees.
Rio por lo bajo antes de trasladar la mano de su cabello a su mandíbula y llevar mis labios a los suyos, comenzando el primer beso.
Nos besamos lentamente, saboreándonos y deslizando nuestras lenguas en roces sensuales. Me muerde el labio inferior para luego calmar el ardor con su lengua y chuparlo, abriendo su boca lo suficiente para darle más profundidad al beso. Gimo contra su boca y cuando me alejo, su boca va a mi cuello, en donde le doy más acceso cuando alzo la vista al techo descubriendo que, aunque no es demasiado nítido, se ve nuestro reflejo.
—Alexa —Le hablo al sistema de reproducción—, reproduce despacito.
Y entonces, mientras Dawson me besa, chupa y muerde el cuello comienzo a cantarle la canción que reconoce y sabe porque ha sido bastante famosa desde que salió y estoy segura de que conoce de qué va. Comienzo a mover mis caderas al ritmo de la canción, presionándome contra él.
—Oh, tú, tú eres el imán y yo soy el metal, me voy acercando y armando el plan —Me muerde la barbilla y gime cuando me muevo—. Solo con pensarlo se acelera el pulso.
Sus dedos tiran de los tirantes del brallet dejándolo por debajo de mis pechos y descendiendo con su boca ante mi entusiasta pezón, lamiendo antes de soplar y chuparlo con fuerza haciéndome arquear la espalda.
—Despacito —canto en un gemido, moviendo la cintura con la misma lentitud y pausa de la canción—, quiero respirar tu cuello despacito, deja que te diga cosas... ¡Ahhh! —grito cuando muerde y luego chupa de nuevo, tirando con sus dedos del otro pezón—. Quiero ver bailar tu pelo, quiero ser tu ritmo, que le enseñes a mi boca... ¡Ah! ¡Oh, virgencita! Qué bueno se siente... Dawson, oh.
Canto con pausas por la manera en la que su boca tiene a mis pechos sensibles, además su otra mano me aprieta una nalga mientras me muevo sobre él, teniendo sexo en seco. Él gime y se endurece de una manera que resulta imposible de ignorar.
Es uno de los momentos más seductores y eróticos de mi vida, estoy muy mojada, mis pezones están duros y duelen, mi piel se eriza. Ni siquiera alcanza a quitarme las bragas o quitarse el bóxer, en lugar de ello lo baja lo suficiente para que su pene se libere erecto y orgulloso y me hace las bragas a un lado, mintiéndome un dedo que me tiene gimiendo fuerte.
Para cuando lo tomo en una mano y lo guío a mi interior, hundiéndome con lentitud, 5 letras de Alexis y Fido comienza a sonar en reproducción automática y nuestros gemidos la acompañan.
Sus manos me sostienen por la cintura, abre las piernas y aplana los pies, flexionando las rodillas comenzando a empujar desde abajo, embistiéndome deliciosamente. En algún punto lo veo sonreírme con travesura cuando acopla sus movimientos al ritmo de la canción, siento que ardo de adentro hacia afuera, me estimula con su miembro, pero también con su boca en mis pechos y la canción, todo es una sobrecarga que me hace gritar y gemir. En algún punto, tomo el control, moviéndome sobre él en círculos, arriba y abajo, haciendo que el agua se desborde y gimiendo su nombre cuando sus dedos juegan con mi clítoris.
Mis movimientos que eran acelerados, disminuyen no queriendo que esto termine y queriendo acoplarme a la melodía de la reproducción de mala conducta. Dawson gime y está sonrojado, lamiéndome la garganta antes de cambiarnos de posición. Me hace apoyarme sobre mis rodillas, inclinándome con las manos en el borde del jacuzzi e introduciendo su miembro en mi interior cuando se ubica detrás de mí, moviéndose al ritmo de la canción y susurrándome cuán bien me siento y veo.
Gimo sin control alguno, tomando fuerte el borde del jacuzzi cuando una de sus manos viaja entre mis piernas de nuevo ¡Es demasiado! Y me corro. Obtengo uno de los orgasmos más intensos de mi vida, siento que veo borroso y que la garganta me quema con el grito. Mis piernas amenazan con desplomarse, pero me atrae hasta sentarme sobre su regazo, embistiendo y entonces maldice antes de salir de mí y lo próximo que sé es que siento la calidez de su orgasmo contra mi espalda.
Se presiona contra mi espalda, haciéndome sentir su respiración agitada contra la oreja.
—Mierda —dice riendo por lo bajo, jadeando—, eso fue...
—El mejor sexo —completo.
—Casi termino adentro, olvidé el condón.
—No fuiste el único. No estoy ovulando, pero será mejor una píldora de emergencia, pero cuando me recupere.
Ríe de nuevo y luego se despega de mí, mojándome la espalda para limpiarme y antes de que pueda hacer lo mismo con su pecho que ha conseguido ensuciarse por el contacto con mi espalda, giro, pasándole la lengua, saboreándolo y haciendo que me miré sorprendido.
—Eres tan sorpresiva, cielo —Me da un beso en la boca—. ¿Sabes lo que deberías hacer?
Lo veo con curiosidad y él me sonríe de manera ladeada antes de volver a hablar.
—Dibujarnos, no solo a mí. Ponernos a ambos en un dibujo +21.
—Eso sería...
Una locura.
E interesante.
Nos terminamos de quitar las prendas mojadas, arrojándolas fuera del jacuzzi y está vez sí nos sentamos con mi espalda contra su pecho, satisfechos y aun sacudidos por un buen orgasmo.
***
Dawson acaba de traerme a casa luego de tener la mejor escapada romántica y apasionada de hotel de todos los tiempos. No se trató solo del sexo, también fueron las conversaciones, la complicidad e incluso los silencios en donde las miradas lo eran todo.
Esta mañana cuando hemos ido por la píldora de emergencia para prevenir cualquier incidente, no se ha sentido raro y aunque estaba sonrojada cuando pagamos, no me sentí avergonzada.
Suspiro cuando su auto se pierde de mi vista y avanzo hacia la casa. Apenas y son las ocho de la mañana, no me queda claro si mamá hoy estaría en casa. En cuanto abro la puerta, Leona me ve de manera juzgona, pero no me ladra así que la recojo del suelo y cómo le rasco detrás de la oreja, me lo permite.
—Eres odiosa, pero tan bonita —La arrullo en voz baja y me lame la barbilla antes de decidir que no soy digna.
Perra mimada, eso es lo que es.
No veo a Boo y eso me hace saber que hay serias posibilidades de que se encuentre debajo de mi cama, en serio, ese parece ser su lugar favorito para estar.
Subiendo las escaleras, bostezando y pensando en que pasaré tiempo en mi cama, soy sorprendida por la puerta de la habitación de mi madre abriéndose dando paso a un hombre abotonándose la camisa, riéndose al igual que ella que solo trae una bata de seda y ¡Virgencita de lo inesperado! Puedo verle los pezones y el hombre también porque de hecho se agacha cómo si planeara...
—Hola —digo con voz chillona anunciando mi presencia y Leona ladra.
Mamá se sobresalta y su acompañante también, al menos ya no me traumará chupándole o mordiéndole los pezones, si es eso lo que planeaba.
—Mérida, cariño, vuelves temprano.
—Sí —asiento con lentitud a mamá, pero lo veo a él—. Hola, doctor Wilson.
—Te he dicho que puedes llamarme Angelo —dice sonriendo.
Y de nuevo asiento.
Así que lo logró, hizo que Miranda Sousa le diera finalmente una mirada y esto sucedió. No sé cómo me siento.
No soy exactamente una hija caprichosa en contra de la idea de que su madre viva un romance, de hecho, le he conocido dos novios a mamá, pero pocas veces los dejaba quedarse a dormir y si tiene aventuras —que sospecho que sí — nunca los conozco; toda esta situación de pillarla es nueva para ambas.
Leona ladra, no está muy contenta de que su veterinario retoce con su mamá.
Soy vagamente consciente de que el doctor Wilson me despeina el cabello, cosa que más tarde recordaré para molestarme, e intenta despedirse de mamá con un beso en la boca que ella esquiva, fría como siempre.
Después solo somos ella y yo viéndonos sin romper el silencio, Leona ladra y se inquieta, me doy cuenta de que la aprieto con demasiada fuerza y cuando la dejo en el suelo, me da una mirada de reproche antes de entrar al cuarto de mamá, al parecer la perra no está lo suficiente indignada de que mamá se metiera con su veterinario.
—¿Quieres hablar de esto? —Me pregunta.
—Hummm en este momento no —respondo.
—¿En dónde estabas realmente? —Entrecierra los ojos hacia mí.
—Tampoco quiero hablar de eso en este momento.
En otra situación me exigiría la respuesta y yo cedería por presión, pero no queriendo hablar de su amante y del hecho de que casi veo cómo le chupan los pezones, lo deja pasar...Por ahora y no hablamos del doctor Wilson.
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