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Capítulo treinta y ocho: Aun hay algo de amor


Capítulo treinta y ocho: Aun hay algo de amor.

Dawson.


Septiembre, 2017.

Así que finalmente tengo fecha para mi graduación ¡Hurra!

Excepto que no me siento tan emocionado.

Pasé meses, básicamente casi un año, esperando por este momento glorioso en el que finalmente tendré mi título universitario, pero ahora que hay una fecha real, la emoción simplemente no se encuentra presente.

Tal vez se trate de que, aunque sé que no fue mi culpa, aun me duele la muerte de Leona, siempre me dijeron que la primera pérdida dolía, pero no imaginé qué tanto, más cuando tenías un lazo emocional con la paciente. Además de ello, pese a que los comentarios disminuyeron muchísimo con respecto a la campaña "Asesino de perros", aun siento que tendré pesadillas con todo el acoso que viví, nunca en mi vida me había sentido tan señalado y juzgado, llegué al punto en donde comencé a dudar de mí mismo.

Fue difícil, francamente horrible y comenzó a disminuir cuando Miranda Sousa hizo un explicativo y emotivo comunicado sobre que su familia lamentaba la pérdida de Leona y agradecía lo atentos que todos habían sido al respecto, pero que todo estaba siendo mal reflejado porque yo era un veterinario prometedor con un futuro ejemplar y que había hecho todo lo que pude por salvar a Leona, adjuntó informes de los exámenes realizados, medicamentos suministrados y fue tan explicativa y exacta, que nadie pudo dudar o al menos una gran mayoría porque un par de comentarios a veces aparece, pero nada muy intenso.

Antes de que ese comunicado llegara, estuve realmente asustado, Angelo Wilson había dejado en claro que me iban a demandar e iba a ser despedido, que se encargaría de que nadie me contratara de nuevo y aunque sabía que no hice nada malo, temí porque rompí muchos protocolos por ayudar a Leona, podían transformarlo en algo que no era y hundirme. Además de ello, no lograba localizar a Mérida y los dos días que fui a su casa, nadie abrió la puerta.

Pero luego salió el comunicado de Miranda Sousa y todo comenzó a calmarse, pude ver el alivio de mi familia, incluso Holden estaba dispuesto a hablar de una manera más seria, sabía que podía contar con sus abogados. Sentí que me estaba preparando para toda esa tormenta, pero no para ser dejado por Mérida.

Mérida no fue cruel con sus palabras, tampoco me culpó de lo Leona y estaba francamente preocupada por mí. También se veía bastante devastada con ojos hinchados, pálida y sin su maquillaje habitual.

Dijo que no quería tener problemas con su mamá, que seguía afectada por lo de Leona —recalcó especialmente que no era mi culpa—, que quería centrarse en sus estudios y otras actividades, que creía que las cosas estarían tensas entre nosotros y en ese momento no se sentía cómoda con continuar la relación.

No le creí, pero estaba tan aturdido y afectado con todo el odio masivo que recibí, el insomnio y la angustia que simplemente pude decir "qué bien, pero no es mi culpa ¿Eh?" antes de asentir, decirle que estaba de acuerdo e irme.

¿Me he arrepentido de ello? Sí, pero ninguno de los dos volteó y dio marcha atrás.

Desde entonces siento enojo, dolor y decepción, siento que una noche, específicamente unas horas me cambiaron la vida, aun me siento desorientado.

En el trabajo todo es una mierda. No me despidieron, pero es un ambiente tenso y si antes tenía pocos pacientes, ahora básicamente si acaso tendré un par.

Me digo que soy un buen veterinario, que estudié y aprendí, que di todo de mí y no soy el primero que pierde un paciente. Me repito que poco a poco todo pasará, que muchos creyeron en Miranda Sousa y en mi hermano cuando al final dio un comunicado sobre rechazar totalmente el acoso que había recibido. Me digo todo esto y lo creo, pero igual no me siento tan bien.

Papá se ha sentado a hablar conmigo y me dice que es normal sentirme de tal modo, que hay momentos de nuestras vidas en donde frenamos y nos sentimos mal, que no siempre podemos sentirnos felices y confío en sus palabras, espero poco a poco irme sintiendo mejor, lograr reconectar con mi estado habitual y enterrar estos terribles sucesos.

Salgo del auditorio en donde se hizo la reunión y sonrío a medias a Ophelia que se encuentra esperándome afuera, ha estado visitándome mucho y hablando conmigo, jamás cómo Drake, pero ha estado presente.

—Vayamos a tu cafetería favorita del campus —propone.

Y dudo, porque Mérida suele pasar el rato ahí, pero al final accedo porque se supone fue una ruptura limpia y ninguno de los dos hizo algo malo, excepto que la amo, la extraño horriblemente y he derramado más que un par de lágrimas por ella cuando he estado solo, en la madrugada, en mi habitación sin poder dormir.

Sigo la conversación con Ophelia e incluso me rio y me siento mejor. Cuando llegamos a la cafetería no hay rastros de Mérida, porque sí, la busco con la mirada.

Hacemos nuestro pedido para llevar porque debo volver al trabajo y justo cuando nos dirigimos a la salida con nuestros cafés, Mérida y Sarah entran. Los cuatros nos detenemos y se hace un silencio breve que se siente eterno.

Les doy una sonrisa que no sé si se vea real y Sarah me la devuelve de manera tentativa mientras Mérida se muerde el labio inferior. Un repaso rápido me da alivio porque se ve bien, con su maquillaje habitual y tan preciosa cómo siempre, eso quiere decir que no sufre y está bien, eso a mí me reconforta, aunque me duele en igual medida.

—Hola, chicas —Termino por decir—. ¿Qué tal todo?

—Bien —responde Sarah—. Aprovechando el tiempo libre ¿Y tú?

—Reunión de graduación, finalmente sucederá.

—Qué bueno —Habla finalmente Mérida—, eso está genial, sé cuánto lo deseabas —Sonríe y no es amplia cómo antes, pero es honesta.

»Hola, Ophelia —Asiente hacia ella—, es bueno verte.

—Lo mismo digo.

Se hace otro silencio y Ophelia enlaza su brazo con el mío.

—Bueno, nosotros las dejamos porque Dawson debe darse prisa para el trabajo y debo aprovechar los pocos minutos —Se ríe mi amiga.

—Claro, por supuesto —dice Mérida antes de que ella y Sarah se hagan a un lado.

—Fue bueno verlas —Me despido.

Ophelia y yo salimos de la cafetería, poniendo más distancia con cada paso que damos. Mi amiga habla muchísimo, pero me mantengo en silencio, rebobinando lo que acaba de pasar.

—Basta, Dawson —Se detiene Ophelia obligándome hacerlo.

—¿Basta de qué?

—De toda esa tensión y sufrir por ella, dijiste que terminaron en buenos términos y que estabas bien con ello. No eres así. Tú eres alegre y siempre sonríes.

—También tengo derecho a sentirme triste, Ophelia, no puedo ser feliz todo el maldito tiempo.

—¡Sí! Pero estabas sonriendo y riendo, la ves y te vuelves esta fea versión de ti por ella.

Frunzo el ceño sin gustarme el rumbo que está tomando esa conversación.

—Me siento triste porque la amo, Ophelia, tenía semanas, casi un mes sin verla y por supuesto que no me iba a sentir feliz. La extraño.

—No digas eso —pide con voz lastimera.

Respiro hondo, es momento de tener la conversación que se ha estado forjando durante tanto tiempo. No es cómo quería que sucediera, pero hay que detener esto.

—Ophelia, eres una gran amiga y te quiero mucho, agradezco que estés para mí y tu amistad, pero es todo lo que puedo ofrecerte. Amo un montón a mi exnovia, todavía ni siquiera entiendo realmente por qué terminamos, la extraño.

»Durante años te he visto cómo mi amiga y eso no va a cambiar. No podemos siquiera intentarlo porque no es correcto cuando no me siento de esa manera por ti y no quiero herir tus sentimientos, pero ha sido un error absoluto de mi parte callar y dejar que esto creciera.

»Eres maravillosa e increíble y me hace feliz tenerte en mi vida, pero todo lo que puedo darte es una amistad.

Su labio inferior tiembla y sus pestañas se humedecen. Me causa tristeza y malestar hacerla sentir así, pero llegamos a nuestro límite y es hora de saber si esta amistad termina o continúa, es necesario desaparecer cualquier ilusión de posibilidades que nunca llegarán.

No habla, en lugar de ella avanza, me toma el rostro entre las manos y me besa. Sus labios son suaves, húmedos y cálidos con sabor a café cubriendo los míos y se mueven con la presión exacta y un sinfín de sentimientos que no puedo corresponder.

Mi jadeo sorprendido le permite ahondar su lengua en mi boca y profundizar el beso que termina segundos después cuando retrocedo y sacudo la cabeza en negación hacia ella.

—No nos hagamos esto, por favor —murmuro.

Me ve con grandes ojos dolidos y desilusionados. Me hace sentir mal, pero no arrepentido de mi sinceridad.

—Entonces es definitivo —dice y respira hondo antes de alzar la barbilla.

»Me gusta ser tu amiga, Dawson, pero no puedo fingir que durante años no he esperado por más y respeto que no te sientas del mismo modo, pero todas mis esperanzas acaban de ser pisoteadas, necesito procesarlo y aceptarlo, lo siento, pero ahora...

—Lo entiendo —Trato de darle una sonrisa, pero falla—. Lo entiendo, si necesitas un amigo sabes en dónde estaré y no hay nada malo en ti, simplemente a veces las cosas no funcionan.

Asiente viéndose tan dolida y avergonzada antes de girar e irse. Dejándome con un café que ya no quiero beber y con una amiga menos.

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