Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Siete: No es una cita


Capítulo siete: No es una cita.

Mérida.


Observo en silencio cómo Dawson se encuentra desinfectando la herida del ala rota del Señor Enrique, mueve el hisopo con mucha precisión y cuidado para no hacerle daño al ave quien con tras unos susurros calmantes y unas pocas caricias, disminuyó su chirrido y se siente seguro a su cargo.

—Así qué ¿Cuál es la historia? —pregunta Dawson rompiendo el silencio.

Y me toman unos segundos darme cuenta de que se refiere a cómo el pájaro llegó a mi cuidado.

—Nuestra gata Boo fue por mí a la habitación y Leona estaba histérica ladrando cómo si me pidiera que salvara una vida, así que luego me di cuenta de que se trataba del pajarito y actúe según lo que pensaba que no afectaría, vine aquí tan rápido como pude. Pobrecito —digo estirando el dedo de forma tentativa y acariciando la cabeza de mi nuevo amigo Enrique.

—Lo rescataste —Alza la vista y me sonríe antes de tomar algún polvo que le aplica—. Lo salvaste.

—Parecía lo correcto por hacer.

—No todos habrían actuado tan rápido ni corrido a una clínica veterinaria tan cara.

Mi respuesta es encogerme de hombros incluso si no puede verme en tanto acaricio otro poco al Señor Enrique antes de detenerme para que Dawson pueda trabajar mejor.

—¿Qué es ese polvo?

—Es polvo astringente, además de que le detendrá la hemorragia sirve de analgésico para que no sienta dolor. Imagina que es como partirte los huesos del brazo.

—Qué doloroso.

—Lo es, pero este amiguito lo hará muy bien, estoy seguro de ello.

Dejo ir una lenta respiración de alivio y él alza la vista, regalándome con una pequeña sonrisa que me hace tragar fuerte.

—Tu preocupación era palpable.

—Tenía miedo de que muriera de camino aquí... Por cierto ¿Es macho o hembra?

—Acertaste en el nombre, es macho.

El pájaro se queja del polvo y Dawson me hace saber que le ocasiona algo de dolor, pero luego surge su efecto porque está más calmado cuando él comienza a aplicarle un vendaje.

—En YouTube hay tutoriales que podrían haberte ayudado, la mayoría de las personas se creen veterinarios haciendo eso y ocasionan, en algunas ocasiones, un daño pese a las buenas intenciones —Me dice.

—Ni siquiera se me pasó por la cabeza y francamente no quería correr riesgos. Podría haberlo asfixiado intentando vendarlo cómo lo estás haciendo tú.

—Por suerte eso no ocurrió —Corta la venda—. Estamos listos, paciente atendido con éxito.

De nuevo dejo ir una respiración llena de alivio y él me da su atención.

—El cuidado es muy importante, estoy suponiendo que lo conservarás durante su recuperación.

En teoría tendría que preguntarle a mi mamá, pero me encuentro asintiendo porque el Señor Enrique ya se convirtió en mi responsabilidad.

—Tienes que tener mucho cuidado cuando beba agua debido a que la venda lo mantiene restringido y podría perder el equilibrio.

—¿Y morir ahogado? —digo con horror, él asiente—. Eso sería traumático para mí.

—Lo sería —Está de acuerdo—. El ala podrá tardar aproximadamente cuatro semanas en sanar puede ser menos o un poco más, por lo que tendrás que hacerle cambio de venda de forma semanal o si notas que se ha ensuciado, te explicaré cómo hacerlo.

—Podrías... —Me detengo abruptamente con vergüenza.

—¿Si?

—Me da miedo hacerlo mal o asfixiarlo, tal vez tú podrías... ¿Hacerlo por mí? ¡Te pagaré!

Hay un breve silencio, parece estarlo pensando y luego asiente con lentitud. De nuevo respiro profundamente con alivio.

—La alimentación es importante, necesita ingerir vitaminas y minerales, eso ayudará a una recuperación más rápida. Ahora, necesitamos averiguar su especie para que todos sean adecuados, aunque me hago una idea del tipo de ave que es, pero quisiera confirmarlo primero.

»Es importante que no olvides que está vulnerable, por lo que dejarlo libre frente a tu gata o perra no es recomendable incluso si son inofensivas y tampoco en jardines o zonas donde no puedas supervisar porque cualquier depredador podría ir por él.

—Lo que también me resultaría traumático.

—Seguramente —Creo detectar diversión brillando en su mirada—. No podemos mantenerlo en ese envase de comida.

—Lo siento, fue lo primero que tomé.

—Y está muy bien todo lo que hiciste, tus instintos actuaron bien. Déjame ir por una caja, ahora vuelvo.

Asiento y me mantengo con el pájaro mientras Dawson sale del consultorio. El Señor Enrique parece relajado, eso debe ser por el analgésico, de hecho hace un leve silbido que me hace sonreír.

—Ah, parece que ahora tenemos un silbador con nosotros —dice Dawson al volver con una caja mediana llena de agujeros.

Toma la camisa que usé como nicho, la acomoda y luego carga con cuidado al pájaro. Consigue que beba agua de un vaso recortado para después ubicarlo dentro de la caja que me entrega con cuidado. Se sienta detrás de su escritorio y yo frente a él mientras busca algo su computadora y sonríe cuando parece encontrarlo.

—¡Lo sabía! Es un mirlo, lo llaman el Beethoven de los pájaros.

—Wow, Señor Enrique eres súper talentoso —Le hablo al pájaro en la caja y Dawson ríe por lo bajo— ¿Por qué lo consideran así?

—Porque es capaz de aprender muchísimos cantos, es sumamente inteligente incluso crea melodías bien trabajadas por sí solo.

—¿Estás diciéndome que tengo en mis manos a un súper pájaro?

—Algo así —Sonríe—. No suelen ser usuales cómo mascotas, de hecho no está permitido tenerlo en hogares que los restrinjan, pero eso no será problema ya que en cuanto su ala se recupere lo dejaras en libertad ¿Correcto?

—Muy correcto —Hago una pausa—. Entonces ¿Él aprenderá cualquier canción que yo canté?

—Posiblemente.

Bajo la vista a esta especie extraordinaria digna de concursos de televisión. Qué impresionante es la naturaleza.

—Y aunque vengas de rodillas y me implores y me pidas, aunque vengas y me llores, que te absuelva y te perdone —Canto viendo al pájaro—. Aunque a mí me causes pena, te he tirado tus cadenas y te dedico esta ranchera por ser el último adiós.

Ya sabes, esa es una acción de Paulina Rubio muy personal que canté comiendo helado la primera semana que dejé a Francisco de forma definitiva. Veo a la expectativa al pájaro y en efecto él comienzo a emitir un silbido con la tonalidad de la canción.

—¡Virgencita divina! ¡Está cantándola! —Digo con emoción viendo a Dawson que simplemente me mira—. ¡Está cantando!

—Lo hace —Me dice antes de morderse el labio inferior y suspirar—. ¿Te queda alguna duda sobre el Señor...Enrique?

—No, no, todo me queda súper claro —Me pongo de pie con mi caja preciada—. ¿Cuándo debo traerlo para la venda?

—El próximo martes o antes si se ensucia —Rodea el escritorio para darle un vistazo al pájaro—. De todas maneras estaré monitoreándolo por mensajes ¿De acuerdo?

—De acuerdo.

—Y ahí nos organizamos si la consulta será aquí o a domicilio. Me avisas de absolutamente todo, cualquier cosa no dudes en notificarme y mantén la caja limpia.

—Entendido —Asiento muchas veces almacenando la información, entonces recuerdo algo—. Oye, me da mucha vergüenza decirte esto.

—¿Qué cosa?

—Es qué salí de prisa y no tome mi cartera ¿Puedo hacer una transferencia?

—Oh, sí, eso háblalo con Susana, ya sabes, la recepcionista.

—Perfecto —Le sonrío y me devuelve el gesto.

Y durante unos segundos somos estas dos personas sonriéndose luego ambos desviamos la mirada dándonos cuenta de que eso fue extraño.

—Así que eso sería todo —Me dice.

—Vale, siendo así, el Señor Enrique y yo ya nos vamos.

Giro abriendo la puerta y apenas he dado un paso cuando dice mi nombre, al girar lo encuentro sonriendo.

—Gracias por haber confiado en mí.

—Gracias a ti, doctor Harris, hiciste un trabajo genial.

De nuevo nos sonreímos y luego giro para hacer el pago por transferencia con mi nuevo cantante superviviente que será un residente temporal en la casa.

***

Dawson: Envíame una foto de que tan sucia ves la venda.

Es domingo y he tenido un colapso aterrador cuando ha amanecido y luego de atender a Perry el Hámster fui a revisar a nuestro huésped para encontrar su vendaje manchado, pero él estaba silbando en tranquilidad, lo que me dio algo de alivio, pero no dudé en escribirle a Dawson porque todos los días le envío un reporte del Señor Enrique o él me escribe para estar actualizado.

Tomo una foto de mi amigo de plumas y se la envío, su respuesta no tarda en llegar.

Dawson: necesita un cambio de vendaje

Dawson: hoy la clínica no abre para nada más que emergencias ¿Te parece bien que vaya y lo cambie? Siempre puedes intentarlo con un vídeo que te envíe

Mérida: ¡No, no! Ven tú y hazlo por favor me da miedo lastimarlo

Dawson: bien envía tu dirección

Dawson: estaré ahí en dos horas cuando me desocupe

Y eso hago, le envío la dirección y luego tomo la caja con el Señor Enrique junto a Perry el Hamster – que lo saco de su súper casa – mientras bajo a desayunar con su compañía y a verificar que Leona esté bien, Boo se encuentra debajo de mi cama.

Dejo a Perry disfrutar en su casita de juegos ubicada en el jardín y desayuno con la caja del Señor Enrique a un lado luego de ponerle alimento y agua. Como con lentitud viendo que Leona ha aparecido para gruñirme, eso definitivamente me hace suspirar.

—¿Ahora por qué me odias, perra mimosa? ¿No te parece que hago muchas cosas por ti cómo para que me odies?

Ladra y luego se postra en el suelo sin perderme de vista, es muy incómoda e intensa, trato de ignorarla.

Justo cuando termino de lavar el plato en donde comí, el timbre suena y Leona – que no ladra cuando debería – camina de forma odiosa hacia la puerta esperando que la abra y cundo lo hago, ahí se encuentra Dawson.

Dawson en un pantalón de chándal negro, camisa blanca debajo de un suéter negro, además trae el cabello despeinado y se ve...Demasiado bien, lo cual no necesito notar.

—Hola, Mérida del Valle —Es lo que dice, le devuelvo el saludo y baja la vista a la perra que lo mira con interés y amabilidad— y hola, Leona, veo que te recuperaste muy bien de tu corte de cabello.

Se agacha y le acaricia el pelaje, cosa que a ella le encanta por la manera en la que se vuelve mansita. Un maullido resuena justo antes de que Boo aparezca para retozar por las piernas de Dawson en un ronroneo, él también la acaricia mientras sonríe ¿Qué es? ¿El domador de animales odiosos?

Aclarándome la garganta para llamar su atención, cosa que consigo porque se incorpora, lo hago pasar y lo guío hacia el paciente en donde Dawson toma asiento y abre su mochila sacando lo que necesita para atender al pájaro mientras le hago un resumen más extenso de cómo ha ido la semana de su cuidado.

—Lo has estado haciendo muy bien, se ve saludable.

—Y no ha muerto ahogado ni ha sido comido por depredadores.

—Felicidades por eso —Me dice con un tono de diversión mientras se coloca unos guantes.

Leona vuelve a acercarse a él e intento alejarla, pero me gruñe, aun así no me intimido y la alejo, ella me ve con desprecio.

—Déjalo trabajar, deja de ser una perra desesperada de atención —La reprendo y me ladra.

Ignorando mi disputa de miradas con Leona, Dawson procede con delicadeza a cambiar el vendaje del Señor Enrique y es que ni viéndolo mil veces aprenderé a hacerlo con tal destreza cómo él. Oh, Dawson, mi héroe.

Cuando termina le acaricia con el pulgar la cabeza y el Señor Enrique comienza a cantar una canción que reconozco, que le he enseñado y que comienzo a cantar en tanto él silba.

Las divinas, las divinas brillan tanto cómo stars. Fuera feas, fuera feas para ustedes no hay lugar —Canto al ritmo del Señor Enrique—. Nadie pasa de esta esquina, aquí mandan las divinas porque somos gasolina. Gasolina de verdad.

»¡Muy bien Señor Enrique! —Y él cambia a otro canto que me hace emitir una exhalación de emoción—. Si te he fallado te pido perdón de la única forma que sé, abriendo las puertas de mi corazón para cuando decidas volver. Porque nunca habrá nadie que pueda llenar el vacío que dejaste en mí —Me llevo una mano al pecho—. Has cambiado mi vida me has hecho crecer es que no soy el mismo de ayer, un día es un siglo sin ti.

Repite la estrofa una y otra vez y yo lo veo embelesada, amo a este pájaro talentoso, en serio, debería tener su propia discografía. Es demasiado inteligente, en casi una semana ha absorbido varias de las canciones que le pongo a sonar todo el día y cuando tarareo o hago algún sonido melódico, intenta imitarlo.

—¡Vaya! Parece que lo has estado entrenando.

Me paralizo recordando que Dawson está aquí ¡Oh, Virgencita! Que vergonzoso, evito su mirada.

—Eso fue lindo —comenta y aunque no lo estoy viendo, tal vez él podría estar sonriendo mientras me sonrojo—. Tienes bonita voz.

—No quiebro ventanas, pero tampoco evoco a los ángeles —comento con timidez y eso lo hace reír por lo bajo.

—Bueno, señorita que hace duetos con pájaros, por aquí estamos listos —Lo devuelve a la caja—. Estás haciendo un buen trabajo.

—¿Quieres algo de beber? También tengo galletas hechas por mí...Bueno, hechas por mí con una mezcla de caja de cartón —confieso—. Tengo jugo, gaseosas, agua con gas, sin gas, vino que le robé a mi madre y té.

—Un té estaría bien.

—¿Té helado o té pretencioso de taza?

—Té helado —responde con diversión.

—Bien, ahora vuelvo.

Servir té helado no tiene mucha ciencia ni complicaciones por lo que no tardo en volver con el vaso para encontrar a la perra y a la gata retozando a los pies de Dawson de forma encantadora. Boo no deja de ronronear y Leona está echada cómo si cuidara de algún rey.

—Aquí tienes —Le entrego el vaso y me siento en el sofá individual frente a él viendo a mi familia animal—. Es ofensivo presenciar tanto cariño hacia un desconocido, sin ofenderte, pero es que yo he recibido desprecio y trato de sirvienta denigrada.

—Me parecen encantadoras y bonitas. Tu British Shorthair está preciosa —dice acariciando a la gata detrás de la oreja.

—Sí, pero no está tan preciosa cuando se esconde debajo de la cama de noche o cuando en la madrugada la encuentro en la oscuridad con esos ojos amarillos brillando de forma espeluznante.

—¿Cuántos años tiene?

—Cuatro, casi cinco.

—¿Y siempre ha tenido esa peculiar relación contigo?

—Sí, siempre me ha considerado su esclava y siempre duermo con un ojo abierto por si decide, ya sabes, matarme.

—No te matará, es una dulzura. Tal vez te vea cómo una hermana a la que fastidiar.

—¿Me estás llamando gata? —pregunto con el ceño fruncido y él no responde.

—Pero ¿Te gustan los animales?

—Sí —Sonrío—. De hecho las quiero —asiento hacia las traidoras— y sé que ellas me quieren a su manera y Perry el Hámster es de mis más grandes amores, ahora quiero también al Señor Enrique.

»Siempre fue así, desde que estaba pequeña. Mis abuelos odiaban que llegara a casa con animales abandonados o heridos y aquí siempre que puedo voy a refugios de animales a ayudar.

Alza la vista para verme mientras hablo y bebe de su té helado, por alguna razón sigo con la mirada la forma en la que su garganta se mueve al tragar.

—Hice el trato con mi mamá de que dejaría de traer animales abandonados de la calle siempre que ella aportara alguna ayuda monetaria al refugio donde los llevo y ha funcionado, mensualmente ella da su ayuda y consiguió que otros de sus colegas también lo hagan.

—¿Ama a los animales tanto cómo tú?

—De hecho sí, solo que es un poco selectiva a la hora de tenerlos, pero le gustan mucho. Si viera una cucaracha ella no la mataría...Yo sí, me declaro culpable, pero es que me da mucho asco.

—Está genial lo del refugio ¿A cuál patrocinan? —pregunta y cuando respondo asiente en reconocimiento antes de hacerme saber que los domingos ayuda en otro refugio de la ciudad—. Tal vez podrías venir conmigo algún día.

Suena a una cita y no soy la única que lo nota, se aclara la garganta.

—Quiero decir, no cómo una cita.

Auch.

—No es que no quisiera tener una cita contigo ni nada.

¿Eh?

—Pero no es una cita...Solo creo que la pasaríamos genial.

Suena cómo una cita.

—Pero no así cómo una cita, más cómo... Cómo...

—¿Cómo dos personas ayudando en un refugio de animales? —Tanteo.

—¡Exacto! —Respira hondo—. Lo siento, no quise parecer extraño.

Sonrío antes de morderme el labio inferior y ver hacia el suelo porque no me ha parecido extraño, me ha parecido súper lindo.

—Eso me gustaría, podría ser el próximo domingo —tanteo— y no es una cita.

—Podría pasar a cambiar el vendaje del Señor Enrique y de ahí vamos al refugio, que no será una cita.

—Entendido —Me rio.

Se hacen unos segundos de silencio y puedo prometer que Boo me mira cómo si me preguntara si soy estúpida por creer que tengo derecho de salir con el chico que le gusta o cómo si pensara que soy estúpida por no salir con el chico que le gusta. Gata desgraciada.

—¿Martin de alguna manera se volvió a contactar contigo durante todo este tiempo?

—No, pero tal vez sea porque me eliminé la aplicación —Me encojo de hombros—. Quedé un poco asustada luego de eso.

—No todas son malas experiencias.

—No quise correr el riesgo ¿Qué hay de ti? ¿Recuperaron la amistad?

—No, ha intentado contactarme, pero lo he estado ignorando y la vez que tuve que ir de nuevo a la universidad no lo vi. Fui honesto sobre no querer saber nada de él.

—Si necesitas reemplazar ese lugar de amigo, tenme en cuenta —Bromeo—, estoy buscando vacantes de amistad.

—Te gustan los animales, eres divertida y vives en Londres, me sirve. Puedes ser mi amiga.

No sé si bromea o es serio, pero eso me enciende de emoción como un arbolito de navidad.

—Acepto —digo y él simplemente me mira—. Acepto ser tu amiga.

Todo lo que hace es sonreírme antes de lamerse los labios y ver hacia el techo, no sé qué estará pensando, pero cuando su mirada baja, la sonrisa todavía está ahí.

—Tengo que irme ¿De acuerdo? Sígueme informando sobre la evolución del Señor Enrique.

Se pone de pie y también lo hago, siguiéndolo de la misma manera en la que lo hacen Boo y Leona hasta la puerta, estoy segura de que si pudiera, el Señor Enrique también lo seguiría.

—Te haré la transferencia —digo después de abrir la puerta—. Gracias por venir, es un domingo y no todos lo habrían hecho.

—No hay problema.

—Lo veo el próximo domingo para la no cita, doctor Harris.

—Nos vemos —Sonríe—, Mérida del Valle.

Sonrío viendo su espalda alejarse y casi suspiro, pero me detengo porque se me prohíbe suspirar por mi nuevo amigo ¿Verdad?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro