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T2C2: No vuelvas a tocarla.

⚠️: Violencia y adicción al alcohol.

Pensaba que los años que había ido al psiquiatra, todo el dinero que invertí en este y el esfuerzo que había hecho en sanar habían valido la pena.

Pero no es así. No desde que había en que había encontrado un refugio en esconder mis sentimientos, evitar a toda costa el amor y beber hasta olvidar todo por un instante.

Evitar el amor porque este me destruyó la vida cuando dejó de existir entre mis padres.

Se supone que esta es la edad en la que puedo tener mi vida minimamente controlada o debería empezar a disfrutarla. No puedo, no cuando aún me atormentan los recuerdos y me despierto en las madrugadas por las pesadillas.

Las pesadillas. Por eso es que odio dormir.

No hubo una maldita noche desde que dejé esa casa en la que no he tenido una pesadilla. Así sea que mi mente no divague tanto en mi pasado, siempre me daba miedo porque se sienten como si aún estuviera allí, estancada en una casa en la que los gritos son los protagonistas y los golpes que solía recibir mi pan de cada día.

Es por eso que me gusta tanto vivir de noche. En dónde todos disfrutan y lo demuestran bailando o con grandes sonrisas mientras están rodeados de personas, momento en el que todos son felices. El alcohol me hace tener valor, me hace olvidar mi pasado y por fin vivir en el presente. Me hace sentir que nada importa, me gusta la sensación de estar mareada y por fin, sentir algo; la adrenalina cuando conduzco mi moto mientras mi cabeza parece dar vueltas, la sensación de libertad que me hace sonreír y la confianza que siento teniendo el poder sobre cualquier mujer que se interese en mí.

— Tienes... —se detiene mientras con sus dedos aún trazan mi espalda.— ¡Dios! Tienes demasiadas cicatrices.

Millie, quién es mi ligue de esta joven noche, parece muy asustada viendo las diversas cicatrices que hay en mi cuerpo. Sin embargo no hace ninguna cara de asco, sólo se encuentra demasiado sorprendida.

Mi madre las dejaba en lugares estratégicos que sean fáciles de tapar, por eso mi espalda tenía bastantes relieves finos de un color rojo, aunque también había algunos en la parte trasera de mis muslos. Los golpes que me daba con un cinturón de cuero siempre, en su momento, habían dejado las peores marcas que sangraban y se terminaban quedando para siempre en mi cuerpo. Los moretones eran menos problemáticos para ocultar ya que solían irse con rapidez, aunque eso me daba igual porque todos los días tenía nuevos.

No sólo tengo esas cicatrices largas y finas, también tengo una que otra más grotesca. La vez que me rompió una botella de vidrio en la espalda podría haber sido una tragedia pero sólo terminó en una horrible cicatriz algo gruesa y con relieve en mi espalda baja; el impacto de la botella fue lo suficiente fuerte como para que el vidrio rozara mis brazos desde la parte trasera de éstos, también quedaron cicatrices, pero sólo se veían como mucho detenimiento si alguien miraba de cerca los tatuajes que las tapaban.

Heridas que prefiero ni siquiera recordar como fueron hechas también fueron tapadas con tatuajes, no todas, simplemente las que estaban en lugares visibles. Este tipo de arte evitaba las preguntas incómodas o las miradas de lastima.

Pero claro, cuando tengo sexo estoy desnuda y al tener contacto físico mi compañía lo suele notar.

La mayoría de las chicas me lo preguntaba. Algunas eran más correctas y lo hacían después de la intimidad que compartimos, algunas eran tan desubicadas que me lo preguntaban en el calor del momento y me hacían perder las ganas. Eran pocas las que no se daban cuenta de ellas, y si lo hacían, no preguntaban o miraban mal.

— Sí, tengo demasiadas cicatrices —respondo seca.— ¿Te llevo a casa?

Odio que me lo pregunten. Más cuando saben que lo nuestro no tendrá la suficiente duración como para tener que lidiar con los problemas de la otra.

Es por pura curiosidad, morbo.

— ¿Quieres que me vaya? —responde Millie mientras se tapa con las sábanas y mira como me empiezo a vestir.

No es su culpa impresionarse por el desastre de marcas de mi pasado que hay en todo mi cuerpo. Pero me molesta que lo digan en voz alta y es algo con lo que aún no puedo lidiar.

— Sí, me incomoda que mencionen mis cicatrices y por eso se me pasaron las ganas de coger. -me cruzo de brazos.— ¿Te llevo?

— Lo siento, no era mi intención, sólo me impresionó ver que...

— No es tu culpa. —me apresuro en responder.— Es obviamente un tema sensible que no debías tocar porque sólo ibamos a tener sexo y listo.

— De todas formas me impresionó y por eso me sorprendí mucho. —responde y hay un gran silencio.— Si necesitas hablar con alguien sobre eso...

Puro entrometimiento en algo que sólo quiere saber porque sí, y si lo llegara a saber, no afectaría de ninguna forma en su vida ni en la mía.

— No. —digo en seco.— Para eso tengo a mi psiquiatra, y aún ella siendo profesional no logra ayudarme, ¿por qué una chica la cuál sólo sé su nombre lo haría?

Odio que sientan lástima. Lo odio tanto porque con eso no logran nada, ni curarme ni cambiar mi pasado.

La pobre Millie no tiene la culpa hacia mi justificada poca tolerancia con el tema.

— Sólo decía. -aclara su garganta.— ¿Nos veremos de nuevo?

— Sé que ni siquiera lo hemos hecho, pero no suelo repetir. —me sincero.— ¿Te llevo a tu casa? -repito una vez más.

Millie suspira y niega, diciendo que podría tomar un taxi, a pesar de mi insistencia en, al menos, dejarla en la puerta de su casa.

Ella se va de mi departamento, me tiro en mi sillón y pienso en todo lo que sería diferente si mi pasado fuera otro. O si tan sólo no tuviera marcas en mi cuerpo.

Si mi relación con las personas sería otra.

Pero de nada sirve pensar en otras posibilidades.

Veo la televisión y repaso una otra y otra vez los canales sin lograr que al menos uno me entretenga. Escucho mi celular sonar en el baño, en donde lo había olvidado, pero cuando llego la llamada ya había finalizado. En la pantalla se muestran varias llamadas perdidas que son de Rebecca y Kwang.

¿Por qué esta parejita me ha llamado tantas veces?

Había pasado una semana desde que lo hice con Rebecca.

Suponía que había un plan y querían que vaya. Recuerdo que Kwang me había dicho que quería que sea amiga de su novia, Rebecca.

Kwang, me la he cogido aunque no estaba en mis planes, ¿Cómo te explico que no podré ser su amiga?

Suponer queda de lado cuando veo un mensaje de Rebecca, había dejado varios, pero sólo leo el último.

–Responde, Kwang está como loco.
– Dice el último mensaje.

Salgo del chat de Rebecca para luego entrar al chat de Kwang, quién dejó algunos mensajes diciéndome que vaya a casa de Tyler, amigo nuestro en común y anfitrión de las fiestas y quedadas que solemos hacer.

Rebecca llama de nuevo, pienso en no responder pero me doy cuenta que hasta que no lo haga ella no dejará de insistir.

— No vengas. —dice desde el otro lado de la línea y noto su voz muy, muy débil.

— De todas formas no planeaba hacerlo. —respondo de inmediato.— ¿Por qué me llaman tanto tú y tu noviecito?

— Él se enteró. —dice con la voz quebrantada.— Kwang se enteró y está como loco.

— ¿Ese no sería tu problema? Eres su novia. —le recuerdo.

Me siento un poco mal luego de decirlo porque sé muy bien que la culpa es de ambas.

— Y tú eres su amiga. —se defiende.— Sólo te llamaba por eso, está como loco, y...

Rebecca empieza a llorar y no sé que decir. Desde el otro lado de la línea escucho como golpean la puerta con fuerza y a gritos la voz conocida de Kwang le pide que abra por las buenas.

— ¿Qué carajos sucede, Rebecca? —digo con algo de preocupación.

En algún momento me levanté del sillón y me dirigí a la mesita que estaba al lado de la puerta de entrada, reposando mi palma sobre las llaves de mi moto.

— Le dí mi celular por una idiotez y él lo revisó, no sé como pero encontró los mensajes que nos enviamos y... —hace una pausa para sollozar.— Quiere golpearme, Freen, y a tí también, por eso te llamaba y enviaba mensajes, para que no vengas.

El miedo en su voz lo puede reconocer cualquiera.

El muy hijo de puta de Kwang estaba tratando de hacerme una especie de emboscada, y mientras quería violentar a Rebecca.

Kwang es demasiado egocéntrico al punto de creer que nadie puede ser mejor que él a su alrededor.

Sé que una infidelidad puede caer muy mal, y que jamás se justifica, pero reaccionar como un verdadero animal al ser el engañado es lo que verdaderamente está pésimo.

— Voy para allá. —respondo y corto antes de que ella se pueda negar.

El viento choca con mi rostro mientras conduzco rápido, pero no lo disfruto como de costumbre porque quién sabe lo que podría pasarle a Rebecca si tardo aún más.

El miedo que escuché en la voz de Rebecca sobrepasó mis límites y me empujó a mis recuerdos. A pesar de que yo no decía nada, el temor que solía sentir cuando era violentada por mis padres de manera psicológica y física era insoportable.

Jamás me gustaría que alguien pase por eso, no cuando podría evitarlo.

Rebecca estaba en la situación en la cuál yo había estado innumerables veces.

Llego a la casa de Tyler, en donde todo luce apagado y tranquilo pero sé que en realidad alguien allí dentro está viviendo el terror en carne propia.

Dejo mi moto con las llaves puestas pero no me importa, para mi suerte la puerta estaba abierta. Entro como una maldita loca y sigo los gritos de Kwang, que se escuchaban en el segundo piso.

— ¡Cálmate! —grita Tyler.— ¡Dejala ir y hablemos, hermano, no hay necesidad de reaccionar así!

— ¡Rebecca, por el amor de Dios, abre la maldita puerta! —grita Kwang como un verdadero desquiciado.— ¡Ten el valor para afrontar este puto problema que tú provocaste, así como tuviste el valor de engañarme con mi maldita amiga!

No lo reconozco. Y no porque no crea que sea una mala persona, sino, porque nunca habría esperado verlo comportarse así.

— Cierra el puto hocico de una vez. —digo.

El baño está al final del pasillo y nos encontramos separados por algunos metros. Los dos chicos se quedan en silencio por unos segundos en los que puedo escuchar como Rebecca solloza y le implora que se calme con la voz baja.

— Tú... —Kwang balbucea.— ¿Cómo pudiste acostarte con mi maldita novia? He aceptado que seas mi amiga con todos tus putos defectos, ¿Y así es como me lo pagas?

Su rostro está transformado por la furia. Sus manos están rojas por los golpes que le daba a la puerta y a la pared, sus pupilas dilatadas y está sudando.

— Deja salir a Rebecca. —exijo.— Está asustada.

— ¿Quién te crees que eres para darme órdenes? —pregunta mientras se acerca a mí de manera lenta.— Te acostaste con la zorra de Rebecca sabiendo que es mi novia, no tienes el derecho a pedirme nada.

— Que poco hombre que eres para tratar así a tu novia y decirle esas cosas. —lo provoco.— ¿No crees que por eso me prefirió a mí? Sólo fui una aventura para ella, y tú eras su novio, ¿Tan reemplazable fuiste para la única mujer que supuestamente querías?

Provocarlo no era del todo moral, pero vamos, estamos hablando de mi persona. Si mi plan sale bien, Kwang quedaría indefenso y Rebecca podría salir de ese baño sin recibir ningún golpe.

— ¡Maldita hija de puta!

El idiota es tan predecible.

Se acerca a mí con rapidez y cuando intenta pegarme con su puño, doy una patada en su entrepierna, la cuál lo deja tirado en el piso y retorciéndose del dolor. Eso era suficiente, pero lo tomo del cabello fuerte para hacer que se siente, y volver a dejarlo tirado en el piso de un puño bien colocado en el centro de su boca.

— Becky, sal rápido. —dice Tyler quién está sorprendido con la situación.

— Te voy a matar. —dice Kwang mientras una de sus manos está en su entrepierna y la otra en su boca, la cuál tiene un rastro pequeño de sangre.

Soy intolerante ante cualquier tipo de violencia, y ante las injusticias soy lo peor que podría ocurrir. ¿Quedó claro?

Creo que para Kwang no, ya que en un movimiento rápido me toma fuerte de la muñeca y trata de impulsarse para golpear mi rostro.

¿No aprendes, no entiendes que soy más fuerte que tú?

Luego de toda la violencia física que recibí había decidido ir al gimnasio para estar fuerte. Obviamente también había tomado clases de defensa personal porque me juré a mí misma que nadie más me tocaría un pelo.

Kwang se queda descolocado cuando no logra su cometido, me suelto de su agarre y doy una patada en su estómago, dejándolo sin aire. Seguido de esto, lo tomo de su camisa y lo arrastro hasta el final del pasillo.

— Te quedas allí hasta que Rebecca y yo nos vayamos. —le ordeno.— Llegas a mover un puto pelo y te lo prometo, te quebraré cada hueso y te destrozaré la cara.

Sus ojos emanan odio. Pero me hace caso, sabe que yo tengo el poder en la situación.

— Rebecca. —digo luego de tocar la puerta.— Puedes salir.

El sonido de las llaves abriendo lentamente la puerta hace eco en toda la casa. Rebecca sale del baño con mucho cuidado y tapando su rostro, al ver que Kwang no estaba cerca lo termina de hacer y se dirige al final del pasillo.

— Ni se te ocurra volver a acercarte a Rebecca o tendré que encargarme de tí. —hablo.— O puedo decirle a esos chicos que tantos les temes, ¿como se llamaban? ah, sí, la pandilla de la calle 13, les contaré como el idiota de Kwang se atrevió a amenazar y a querer golpear a dos mujeres.

Kwang niega mientras me acerco.

— Sería muy tonto recibir una paliza anormalmente dolorosa de un grupo enorme de personas sólo por no hacerme caso, ¿no? —vuelvo a hablar con una pregunta.— Te recomiendo que sigas mis órdenes, por cierto, pídele perdón a Tyler por hacer una escena en su casa.

Volteo a la dirección de las escaleras y veo que Rebecca no se encuentra, así que las bajo y el sonido de la puerta principal cerrándose llama mi atención de inmediato.

Corro hasta su dirección y Rebecca ya se estaba yendo, pero logro alcanzarla con rapidez.

— ¡Espera! —alzo un poco la voz.

— Freen, muchas gracias por intervenir. —se voltea de repente.

Veo que su nariz está sangrando y puedo jurar que todo en mi interior se revuelve.

— Estás sangrando. —me acerco a ella.— Dime la verdad, ¿ese hijo de puta te llegó a golpear?

Asiente.

Quiero matar a Kwang. Pero no lo haré, no cuando Rebecca aún está muy asustada y necesita compañía.

— No quiero hablar de eso ahora, sólo quiero caminar un poco. —responde y acaricia su brazo.

— No te dejaré sola en este estado. —le aseguro.— Necesitas tranquilizarte y limpiarte la nariz. Vamos a mi departamento, yo te ayudaré con todo eso.

No lo dudé ni un sólo segundo. Quería ayudar a Rebecca ya que lo que ocurrió fue mi culpa, aunque no se justifica la manera en la que se llevaron las cosas.

— No tienes que hacerlo. —responde luego de dudar por unos segundos.— Dijiste que no querías que pase nada entre nosotras, así que lo mejor es que me vaya a casa así no te molesto.

— No tiene nada que ver lo que dije antes con lo que quiero hacer ahora. —le recuerdo.— No te dejaré sola, así que vamos.

🥀🌸

N/A: Este capítulo tiene más de 2,5k de palabras, me quedó algo largo sjusjsis. Iba a actualizar mañana pero hoy salgo y quién sabe que me depara la noche, además que me gusta la idea de actualizar los viernes por la noche ya que la gente suele estar libre HAHSJAJA en fin, nos vemos :)

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