Capítulo 8
Habían ganado.
Habían ganado la puta copa del mundo.
Habían ganado su estrella.
Tras las pertinentes celebraciones en el vestuario, tras la música y los vítores, el equipo celebraba entre risas y copas. Gerard se pasaba la mano por el pelo, sonriendo, pensando en lo satisfactorio que era todo aquello, en el hormigueo del ego bailando con la victoria. Cerró los ojos y miró un momento a su alrededor; en su lista quedaba un único nombre sin tachar.
Un nombre y una noche, eso era todo lo que le quedaba.
Y pretendía conseguirlo.
Se terminó la copa mientras se levantaba, acercándose a Sergio con paso lento.
—¿Qué quieres, Gerard?
El catalán sonrió —¿Qué quiero, Sergio?—.
—Tuve que consolar a Iker— le dijo, echándole en cara.
—Sí, os vi a los dos muy a disgusto— sonrió —de todas formas, según tu lógica, yo también estaba consolando a Xavi—.
El andaluz sonrió irónico, negando con la cabeza.
—¿Qué quieres, Gerard?— repitió.
—Quiero contarte algo.
—¿Contarme algo?
—Algo que acabo pensando siempre— confirmó —cada vez que te veo—.
—¿Que me odias?
—Algo parecido— murmuró Gerard apoyándose en la pared sin quitar la mirada de Sergio.
—Y me lo vas a contar con todos los detalles, ¿verdad?— suspiró cansado.
El catalán sonrió levantando la vista un momento, mordiéndose levemente el labio y pasándose la mano por el pelo.
—Estamos en el museo del Barça.
—¿Los dos?— preguntó —lo dudo—.
—Los dos en el museo del Barça— repitió —con los títulos, con los trofeos—.
—¿Con las Champions?— se rio, apoyándose también en la pared.
—Con los tripletes.
—Ah vale.
—¿Puedo seguir?
Interpretó el silencio de Sergio como una afirmativa.
—Los dos en el museo del Barça, con los títulos, los trofeos— dijo —tú estás guapo— lo mira —sueles estar guapo—.
—Claro que suelo estar guapo.
—Más cuando estás calladito, y no diciendo tonterías.
—¿Tonterías del Madrid?
—Tonterías del Madrid— confirmó —en mi sueño no dices esas cosas—.
—Entonces no es un sueño.
—¿Qué?
—Que eso que me estás contando no es un sueño, es una fantasía, Gerard— se rio.
—En mi fantasía no dices tonterías del Madrid.
Sergio se rio —¿Y qué pasa entonces?—.
—¿Me estás siguiendo el juego, Ramos?
—Solo tengo curiosidad.
Gerard asintió.
—Te empujo contra la vitrina— le pasó los dedos por el brazo —y te beso—.
—¿Me besas?
—Entre todos los trofeos que ha ganado el Barça y no el Madrid.
Sergio sonrió mirándolo, negando con la cabeza con el ego creciéndole dentro, aun con el discurso del culé.
—Para tenerme tantas ganas soy tu última opción— le dijo el número cuatro acercándose a él.
—No eres mi última opción— Gerard sonrió y se colocó frente a él —he dejado lo mejor para el final, Sergio—.
El andaluz rio, pasándole la mano por la nuca.
—Pero si no me aguantas, Gerard.
—Eso es lo que tú piensas.
—¿Qué pasa después?— lo miró a los ojos —me empujas contra la vitrina y me besas, con todos tus putos trofeos alrededor— sonrió —¿quieres también oír a mi afición pitarte?—.
—¿Has hablado con Fernando?
—No necesito que nadie me lo diga, Geri, ¿crees que no te veo?— sonríe sobre sus labios —¿crees que no te veo sonreír, mirar alrededor y pasarte las manos por el pelo, levantarte la camiseta, con la mano en los abdominales?— sonrió —sé que te pone que te piten, porque estás en el campo igual que estás ahora—.
Gerard se rio echando la cabeza hacia atrás, mientras Sergio, apoyado en la pared, lo cogía por la cintura para acercarlo a él.
—No veo que te disguste mi idea— dijo el catalán.
—Eres peor que los críos.
—Pero te gusto.
El andaluz se rio —no le gustas a todo el mundo, Gerard—.
—No es eso lo que dice mi experimento.
—¿Ahora llamas experimento a meterte en la cama de medio equipo?
—No me mires así— sonrió —tú también lo hubieras hecho—.
—No soy igual de retorcido que tú.
—Ah, claro que no— lo miró a los ojos —pero te gusta mucho jugar con Torres e Iker— le dice —¿no te gustaría... conocer de esa manera a nadie más?—.
—Qué sutil eres— se quejó irónico, negando con la cabeza.
—¿Nunca has pensado en acostarte con Xabi?— susurró en su oído con una sonrisa —es bueno, a lo mejor deberías hablar con él, seguro que le apetece que un madridista le arranque el blaugrana que todavía le queda en la piel—.
Sergio arrugó la nariz por un momento, entreabriendo los labios y dejando escapar un suspiro entrecortado.
—A Iker ya lo conoces bien— se rio —pero... ¿y Floris?— sonrió —Floris le pone tantas ganas que parece un chaval— acarició su nuca con los dedos, acercándolo a su rostro —Villa es un cabrón, tienes que ir detrás de él para que te haga caso— se rio —pero merece la pena— sonrió, acercando sus labios a los del central sin llegar a besarlo —Fernando es bueno, joder, es muy bueno— juntó su frente con la de él —pídele que te lo cuente—.
El andaluz tragó saliva, con toda la piel del cuerpo erizada.
—Y Xavi... Xavi fue el más difícil— Gerard seguía hablando, ronroneando en el oído de Sergio —también tienes que probar eso, con lo que te gustamos los culés, ¿eh Ramos?— bajó los labios a su cuello y mordió su piel sin cuidado.
Sergio se quejó con un gruñido —¿Y...? ¿Y Cesc?—.
—A Cesc ni se te ocurra tocarlo.
Sergio se rio, posando los dedos en la barbilla de Gerard para que volviera a mirarlo.
—¿Cómo acaba tu sueño?
—Ya sabes cómo acaba.
—Quiero que me lo cuentes.
Gerard sonrió sobre sus labios, murmurando antes de besarlo —Será mejor que te lo enseñe—.
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