Capítulo 2: Comprendiendo
...2000 años atrás...
Narradora:
Después de que ocurriera la presentación del niño a los dioses de Egipto, Miriam no podía entender cómo es que ella siendo una niña cuidara al hijo de los mismísimos dioses. Al salir del templo, una doncella se llevó a Miriam al lugar donde dormían las sirvientas ya era tiempo de descansar después de un día tan ajetreado, todas miraban a la niña con recelo o con curiosidad – Miriam disfruta de tu última noche aquí- dijo la sirvienta – descansa que lo necesitaras pequeña- y se fue del lugar, la madre de Miriam tenía una mirada muy apagada – mami ¿Qué te pasa?- pregunto la niña acercándose a la cama donde dormía desde siempre – nada mi niña- dijo con dulzura - ¿Por qué ella dijo que sería la última vez aquí?- dijo la pequeña jugando con los dedos de su mano, la madre se tensó y buscaba las palabras más adecuadas – bueno veras mi niña como te dijeron ahora deberás cuidar al hijo del Faraón y eso implica que ya no pasaras tanto tiempo con nosotros- Miriam amplio los ojos – yo no me quiero separar de ti mami- dijo casi llorando su mama la abrazo – calma pequeña estamos bajo el mismo techo y siempre nos veremos, pero ya tienes tus propias obligaciones como tu mami o las demás mujeres- Miriam abrazaba muy fuerte a su mama – ¿eso es ser una doncella? Pues entonces no quiero- dijo gritando – ¡no quiero, no quiero!- su mama la calmaba como podía, después de todo Miriam era una niña – no es algo que tú puedas cambiar, por tu bien debes hacerlo- dijo autoritariamente, la niña se mordía el labio inferior con fuerza – pero siempre te quiero ver- decía ya casi sin voz – y así será, pero debes obedecer, eres una doncella importante- la niña asintió y esa noche, esa última noche entre su gente durmió con su mama como hacía de más chiquita, en su mente le pedía a la diosa de la justicia Maat para que no la separasen de los suyos, en el fondo sabía que todo sería diferente a partir de mañana.
Amaneció muy rápido para gusto de Miriam, como era de costumbre apenas se despertaron todas fueron a un pequeño altar con dioses importantes y empezaron las primeras oraciones de la mañana ofreciendo sus vidas y acciones, sus trabajos y ofrendas, su amor y libertad por un bien mayor, entregando sus almas y pidiendo diferentes dones, la pequeña recordó la ceremonia de ayer en el templo principal y no pudo evitar sentir desprecio por todos esos dioses que ahora la separaban de su mama, tomo la mano de su mama y al verla la observo tan devota que se arrepintió de su desprecio hacia lo que su madre creía y amaba y en lo que ella había sido educada para creer, entonces no culpo a sus dioses, no, ella culpo al Faraón y a su mujer, al sacerdote y sobre todo al niño que nació, únicamente ese niño tenía la culpa de su desgracia. Llego el momento de las peticiones a los dioses, todas pedían fortuna, paz, amor, libertad, abundancia, bienes propios o comunes e incluso males, llego el momento de la petición de Miriam, ella no titubeó y cerrando sus ojos pidió con toda su devoción entregando alma y corazón – diosa Maat, diosa de la justicia, te pido de corazón que hagas que los corazones duros y malvados se arrepientan y hagan lo que es justo- todas miraron a la niña con asombro, realmente ella era un regalo de los dioses, la petición de su madre fue silenciosa, al terminar el momento la madre de la niña se la llevo a su cama – mi niña ya casi te iras y quiero decirte que siempre debes recordar que tu lugar está en mi corazón y que te amo- la madre lloro y se abrazaron , Miriam no le gustaba ver a la mujer más fuerte del mundo llorar y sonrió – lo hare muy bien mami, por ti- su mama sonrió, Miriam siempre sonreía y ahora en estos momentos le daba un gran lección a su madre – yo confió en ti y sé que lo harás muy bien- de su almohada saco una especie de tiara muy bella para los cabellos hermosísimos de su hija.
-Mi pequeña conserva esto, me lo regalo mi mama al morir y siempre lo cuide, ahora tu llévalo, con esto nunca te olvidaras de mi- la niña lo tomo como si de un tesoro se tratase y lo llevo hasta la altura de su corazón – nunca te olvidare, te amo mami- y la abrazo. Llego una doncella muy amable con una niña de unos 6 años de cabellos cortos le llegaban a la clavícula de un color avellana y ojos marrones – Buenos días- sonrío ampliamente – llego la hora pequeña ¿lista?- pregunto a Miriam que estaba aferrada a la mano de su madre, ella asintió – sé que esto es difícil, yo pase por ello algún día, pero déjame decirte que pasara después de todo no es tan malo, ya te acostumbraras y debes estar feliz veras a tu mami casi siempre- dijo tocando uno de sus lindos rizos, la niña sonrió – gracias- fue lo único que contesto, fijo su mirada en la otra niña que la miraba extrañamente – ella es Sorei, mi hermana pequeña- dijo empujando a la niña frente a Miriam – hola- dijo Miriam extendiendo la mano, Sorei miro a su hermana que le dirigió una mirada molesta, la niña torció la boca y acepto la mano de Miriam – hola- dijo molesta –espero que se hagan amigas- dijo la doncella. Miriam se giró a ver su madre que luchaba para no llorar frente a su niña – mami te amo- sonriendo la beso la madre imito el gesto – no ha empacado sus ropas- dijo la madre – tranquila ella no necesitara eso, digamos es como otro comienzo, esto...- dijo mirando el lugar – será su pasado, y para evitar sentimientos negativos en Miriam será mejor que deje todo- dijo un poco triste, Miriam no quería eso tenía cosas que quería llevar, eran de ella y nuevamente pidió justicia y como si su súplica fuese escuchada -hagamos algo lleva algunas cosas de interés pero que sea en secreto ¿vale? No queremos morir aun- dijo sonriendo, Miriam frunció el ceño ante su comentario "nadie quiere a la muerte" pensó "pobre muerte" y sonrió ante su pensamiento. Solo se llevó un vestido que su madre le había regalado y que le gustaba mucho, una cajita con sus tesoros, una muñequita de trapo y su nueva posesión. Con el alma rota se despidió de su madre, al casi salir se giró y sonrió – mami que Ra te proteja- dijo –que Ra te bendiga Miriam- contesto la madre.
Miriam no hablaba en el camino y Sorei siempre que podía la empujaba mascullando una que otra disculpa, Miriam solo sonreía, pasaron por los nexos del castillo, pasaron por la puerta en la que estuvo anoche y subieron las escaleras principales, pero no se quedaron en el piso del cuarto de los faraones, al final del pasillo había una puerta que llevaba a otras escaleras, al subirlas llegaron al recinto de las doncellas, se detuvieron en una puerta que decía "Miriam" en letras doradas y curveadas - aquí es tu cuarto, desde pequeña deberás aprender a defenderte por ti solita, pero aquí estaremos para ti, somos una familia- sonrió - ¿Cómo se llama?- pregunto Miriam – soy Deimar- Miriam asintió - ¿y mi ropa?- volvió a preguntar Miriam – aquí está todo lo que necesites, llámanos si quieres algo pequeña- Deimar y Sorei se retiraron sin más, Miriam sintió miedo y entro a su cuarto, se sorprendió por lo que veía era muy lindo, paredes de color salmón, un armario, un tocador, la cama y una ventana que daba la vista a una parte del Río Nilo, su curiosidad fue más grande y abrió el armario había vestido bonitos pero no como los que su madre le daba, había accesorios pero nada como los que usaba antes, había una cama pero ninguna como la de su antigua habitación, a un lado de la ventana pudo ver una especie de mini altar con dioses, velas y flores , con una fuente pequeña de la cual brotaba agua pero nada como el altar del recinto, Miriam lloro, lloro porque se sentía muy sola, lloro porque no comprendía tanta injusticia. Arreglo lo poco que llevo. Y decidió quedarse allí, no conocía nada, no sabía nada pero creía que la justicia llegaría después de todo nada de esto era culpa de ella. Tocaron la puerta y Miriam no supo que hacer pues en el reciento nadie tocaba la puerta y volvieron a tocar, fue hasta la puerta al abrirla había una niña blanca de cabello amarillo y ojos verdes que sonreía y sostenía una canasta y un chico de cabellos dorados y ojos ámbar que tenía pinta de fastidio y llevaba flores –hola- dijo la niña – Soy Nicolle y este mi hermano Jonathan- dijo sonriendo y el niño levanto la cabeza en forma de saludo – Soy... Soy Miriam- dijo algo apenada, ella no sabía cómo actuar - sabemos que eres la nueva y debes tener miedo pero calma aquí estamos nosotros y bueno espero que seamos grandes amigas Miriam- dijo la niña - ¿podemos entrar?- pregunto Miriam asintió. Nicolle le extendió la canastilla, Miriam al verla sonrió tenia dulces y pan – sé que no es mucho pero es lo mejor que te puedo ofrecer- dijo apenada –gracias Nicolle gracias- dijo Miriam, Nicolle miro a su hermano esperando algo al ver que su hermano no hacía nada lo empujo y este quedo frente a Miriam – toma- y le dio las flores, Miriam dejo la canastilla en el piso y tomo las lindas flores, las olfateo y su aroma era perfecto le recordó tanto las flores que cada mañana buscaba con las mujeres para los altares –gracias- y los coloco en su cama –lindo cuarto- dijo Nicolle - ¿Qué harás aquí? Pregunto a Miriam – cuidar a un niño- contesto seria – que trabajo yo acompaño a la mujer del faraón con otra mujeres- dijo Nicolle sonriendo como si adorara eso – oye no seas tan seria Miriam ¿te caigo mal?- pregunto Nicolle preocupada – no solo es que extraño a mi mama- dijo Miriam, Nicolle la abrazo como si la conociese de toda la vida –lo lamento, a nosotros nos separaron de nuestra abuela pero seguimos sonriendo o al menos yo- dijo señalando a su hermano que solo se cruzó de brazos ambas niñas rieron – ¿y no te duele?- inquirió Miriam – claro que sí, pero aquí no todo es malo- dijo ella – Jonathan habla- dijo su hermana y el niño solo se acercó a la ventana – disculpa es muy serio cuando no conoce- susurro Nicolle y Miriam sonrió –tengo 6 años y mi hermano 7 ¿y tú?- Miriam pensó que eran más grandes que ella -3- contesto Miriam – eres muy pequeña aun, sufrirás mucho aquí- dijo Jonathan hablando por primera vez – ¡Jonathan! No le hables así, Miriam no le hagas caso es un estúpido- dijo Nicolle roja y su hermano solo se encogió de hombros. Así pasaron un gran rato donde Nicolle y Miriam se conocieron y se hicieron amigas, Jonathan hablaba de vez en cuando pero no quería mezclarse mucho. Ya el sol se escondía – Miriam vamos a comer- Nicolle la tomo del brazo y salieron, caminaron por el pasillo y llegaron a un comedor donde había doncella sentadas esperando y Miriam noto que Jonathan era el único chico allí – Nicolle ¿no hay más niños?- pregunto – no, solo mi hermano- contesto ella viendo donde sentarse, Miriam no quiso preguntar mas no era muy cortes andar enterándose de todo pero tenía mucha curiosidad. Se sentaron los tres juntos, Miriam vio a Sorei con otras niñas riendo – Miriam ten cuidado con Sorei es muy mala- dijo Nicolle mirándola a los ojos, los ojos de ella eran un verde muy lindo Miriam asintió. Hicieron unas oraciones y les sirvieron, ¡era mucha comida¡ sus cenas eran panes y jugos o frutas cosas simples pero deliciosas, pero en esta mesa había sopas, jugos, dulces, muchos tipos de panes, frutas, mermeladas, de todo había y si esta es la cena de las doncella ¿Cómo será la de los faraones? Miriam estaba sorprendida – dioses- exclamo y Nicolle rio - ¿Qué te ocurre?- Miriam se sonrojo – nada es solo que es mucho, antes yo comía pan y jugo- su amiga volvió a reír y cuando vio a Jonathan se encontró que sonreía un poco eso alegro mucho a Miriam que sonrió también. Comieron riendo y Miriam quedo satisfecha. Era hora de dormir así que hicieron las oraciones necesarias y se fueron a la cama – adiós- se despidió Miriam de sus amigos – adiós- contestaron ellos, entro a su cuarto y se quedó dormida.
Se escucharon unas campanillas sonando, Miriam giro a la izquierda, volvieron a sonar más fuertes y giro a la derecha, alguien entro al cuarto y sonó la campanilla en su oreja, ante eso Miriam se levantó de golpe y se encontró con la doncella que la había llevado a la habitación de la mujer linda esa noche – hola Miriam, discúlpame pero aquí empezamos temprano, más que allá abajo- sonrió amable – hola- dijo – toma tu ropa y ven que te llevo a los baños- Miriam hizo caso tenía mucho sueño y vio por la ventana estaba aún de noche – es de noche- dijo ella – no- contesto la chica – son las tres de la mañana- y rio al ver la carita de Miriam, al llegar a los baños había muchas mujeres y niñas, Miriam suspiro y observo un poco para imitar lo que debía hacer, había diez duchas y colas para bañarse, eso no era muy diferente a antes, ella se levantaba a las cinco y hacia lo mismo pero allá hay más duchas y dormía mas, vio a Nicolle que agito la mano, llevaba el cabello todo alborotado – Miriam ¿ qué tal tu primera noche?- Miriam asintió – espero no te duermas en tu trabajo es muy temprano ¿verdad?- Miriam volvió a asentir y Nicolle rio – se nota que tienes sueño- y ambas sonrieron al cabo de un rato ya Miriam estaba en la puerta de una de las duchas y justo antes de poder entrar Sorei la empujo – nueva aquí no es tan fácil llegar- y entro a la ducha Miriam se molestó y rezo para que Anubis la castigase algún día y suspiro –te lo dije Sorei es un demonio en miniatura- Miriam rio y entro a otra ducha, al estar listas todas las mujeres sonó otra campana y Nicolle le explico que era momento de orar. El altar era más grande y más decorado, el ritual era un tanto diferente oraban a cada dios y pedían en general, cantaban y tocaban instrumentos Jonathan tocaba una lira, incluso danzaban Nicolle le susurro que algún día ellas harían eso y volvieron a pedir y listo, era diferente y muy bonito pero prefería a como era su oración antes, todas se disiparon antes de su trabajo ella se quedó allí viendo el altar muy lindo " diosa Maat dame la justicia que necesito, te imploro que nunca quites tu mano de los corazones justo y puros como los de Nicolle y Jonathan, diosa mía dame tu amparo" las cosas que Miriam aprendió antes no las botaría, no se las quitarían como todo lo demás y sonrió al altar "algún día tu justicia llegara" y salió corriendo Deimar llego – Miriam, hoy empezaras con tus deberes- Miriam asintió, bajaron las escaleras donde estaba la partera "Theresa" recordó y Miriam sonrió – hola pequeña- y le acaricio sus cabellos – hoy comienza tu nueva vida- dijo la partera, la tomo de la mano y se la llevo, - tu dormirás arriba pero casi siempre deberás estar aquí, recuerda que tu cuidaras al futuro rey de Egipto- Miriam escuchaba con atención – eres importante, por eso serás mejor educada- y se detuvieron frente un puerta y entraron, había una cuna y muebles, se acercaron a la cuna y estaba el niño – deberás aprender a ser su sombra, su doncella- Miriam miraba al niño que la separo de su gente y también vio como era un niño muy bonito. Theresa la saco de allí y todo el día le explico cómo sería su vida y todo lo que le esperaba. Ya era mediodía y Theresa le dijo que fuera a comer y bajara para comenzar sus clases. Después de las oraciones comenzó la comida y era un banquete incluso mayor que el anoche y el de la mañana – Nicolle ¿Qué haces tú?- pregunto Miriam – acompaño... a... la mujer... del...Faraón- contesto con la boca llena -¡Nicolle!- la regaño Jonathan y ella solo sonrió – y ¿tú Jonathan?- la miro y mastico su comida – yo entreno- contesto Miriam se sorprendió pero no entendía – entreno para proteger a mi pueblo pero sobre todo para proteger al hijo del Faraón- contesto mirándola - ¿eres fuerte?- pregunto Miriam él se ruborizo y frunció el ceño – algo- y al parecer allí terminaba esa charla. Al llevar su plato a donde algunas lavaban se encontró con Sorei y dos de sus amigas – Miriam- dijo ella sonriendo de lado – hola- dijo sonriendo, Sorei torció la boca - ¿Por qué siempre sonríes?- pregunto fastidiada –porque me gusta- dijo Miriam, Sorei se molestó y jalo a Miriam del brazo, por supuesto tenía más fuerza era mayor que Miriam - es fastidioso que siempre sonrías- dijo Sorei, ella la tiro al piso y la tomo por el cabello, Miriam dijo un gritito – no sonrías cuando yo este porque es fastidioso verte- y se fue, Miriam lloro no solo por el dolor si no de rabia, nunca la había tratado así ni cuando rompió un plato sin querer ni cuando ensucio con mermelada un traje del Faraón y recordó a su madre ella mintió y fue castigada por culpa de Miriam, lloro por que odiaba esto, lloro porque extrañaba antes, lloro porque su diosa aun no la escuchaba, se levantó y fue hasta el altar, estaba solo – diosa Maat, no te olvides de mí, ayúdame, castígala por lo que me hizo- dijo viendo la imagen de dicha diosa " Miriam nunca pidas por el mal de un humano, ese mal se te regresara, y el odio envenena poco a poco tu alma y lastima tu dulce corazón" le dijo su madre cuando fue castigada por lo del traje del Faraón y suspiro – diosa Maat no la castigues, solo as justicia según tu voluntad, pero no me abandones- dijo Miriam secando sus lágrimas – no entiendo- y cerro sus ojos – como es que los humanos son tan crueles, no lo puedo comprender- y se fue a sus clases con Theresa, prometiéndose que no sería débil y haría las cosas como "antes" le enseño.
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