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Reto 70 - "Cerillas", "Marido" y "Sabio"

70.Escribe una historia de amor agregando las palabras: Cerillas, Marido y Sabio.

11-04-2018

Macarena y Ramsés

Lo vi y no pude evitar que mis labios formaran una sonrisa, es el chico más inteligente y guapo que he conocido en mi vida. Solo hemos hablado como cinco veces, más en la última semana. Hace tres días, se acerco a hablarme para invitarme a salir en una cita en un restante italiano, hoy es ese esperado día, ¿Quién diría que él se fijaría en mí?

—Deja de verlo Macarena y también de preguntarte la razón por la cual se fijo en ti, porque sí, lo dijiste en voz alta —me dijo cuando la observe confundida sobre la pregunta— bueno lo susurraste pero estoy sentada delante de ti, creo que la pregunta correcta es ¿por qué él no se fijaría en ti?

—No lo sé, comúnmente no me preocupo demasiado por mi apariencia o a veces tiendo a ser muy directa cuando hablo

—Sinceramente creo que eso es lo que le gusta de ti, y que eres bonita, tu cara, tu cabello, tu cuerpo, toda tú eres perfecta. De seguro que pensó que te crearon a base de una ecuación matemática...

—Oye, ¿escuchaste nuestra conversación?, la verdad es que si dijo eso, ¿es muy nerd?... que tiene es muy guapo, parece un príncipe sacado de un película de Disney.

Me puse un pantalón de vestir alto, azul marino, con una camisa blanca con un estampado de flores azules y unos zapatos de tacón negros con una altura de más o menos seis centímetros. Sé que no es típico que una chica use pantalón en su primera cita, pero no quiero usar u vestido incomodo, prefiero mil veces sentirme a gusto. Espero que a Ramsés tampoco le importe.

Decidimos que nos veríamos en el restaurante, pues a ambos nos quedaba cerca de casa y podíamos llegar a él caminando. Es extraño pero llegamos al mismo tiempo y hasta parecía que nos habíamos puesto de acuerdo con la ropa, porque él traía una camisa de vestir blanca con el primer botón desabrochado, un pantalón azul marino y zapatos negros.

—Hola Macarena, me gusta tu ropa y no lo digo porque se parezca a la mía —dijo rápidamente parecía muy nervioso, pero me gusto la sonrisa que me dio.

—Hola, también me gusta tu ropa, aunque qué extraño que se parezca —le dije, lo más tranquila posible, con mucha fluidez, pero sin poder evitar sonrojarme

Me abrió la puerta para entrar al restaurant y vi como a una persona dentro del restaurante encendiendo una velas de la mesa, a la que al parecer nos dirigíamos, con una caja de cerillas. Cuando nos sentamos vi la vela roja y luego los labios rosas de él, tengo tantas ganas de besarlo sobre esa sonrisa nerviosa.

El aroma de la vela me dio mucha más hambre de la que ya tenía lo bueno fue cuando llegó la hora de pedir, por fin pude comer. Ambos pedimos un espagueti, y comenzamos a hablar de sosas superiores, como el clima, el sabor de comida o si nos gustaba el café o el té.

—¿No crees que deberíamos hablar de otra cosa? —le pregunté cuando termine de pasar la comida de mi boca

—Claro, si, por supuesto, que te parece si hablamos de la ciencia, la literatura o las matemáticas —hablo, ya no se veía tan nervioso, yo tampoco lo estaba.

—Las mejores materias que pueden existir a mi parecer. Me encantan todas, sobre todo la literatura.

—¿Qué es lo que más amas de ella?

—La forma en la que hacen imaginarse cosas, aumentar tu vocabulario y conocer lugares que no creías que existían, sobre todo que te hacen sentir. Todo un arte a mi parecer

—Todo un arte, cierto, el arte no tiene que ser bello, tiene que hacerte sentir. —ambos sonreímos cómplices, me encanta cuando habla de esa forma.

—Sé que tú amas más la ciencia, ¿Por qué te gusta tanto?

—Porque aunque hay algunas cosas que no se pueden comprobar, me gusta la idea de saber que existe una razón para que las cosas sucedan como lo hacen. Además me gusta la complejidad de algunas teorías. Yo lo veo como una forma de estimular la mente, tanto la literatura como la ciencia o las matemáticas —me respondió, y me gusta tanto que nos complementemos tan bien, adoro que sea tan sabio.

Ramsés sonrió y nos miramos por unos segundos a los ojos. Volvimos a comer. Estar a su lado es tan tranquilo y mis nervios se han ido. Durante todo el tiempo, conversamos sobre las otras cosas que nos gustaban, terminamos de comer y entre los dos pagamos la cuenta. Cuando ya me iba a despedir de él, me dijo que me acompañaría a casa. Y así lo hizo.

—Según tengo entendido, en este punto es en el cual, decides si besarme o no —me dijo cuando llegamos a enfrente de mi casa, nos detuvimos y me pare enfrente de él con una sonría por lo que dijo. Más que nada una imitación de mi forma tan directa de hablar a veces.

No le dije nada y junte sus labios con los míos. El puso su mano sobre mi mejilla para intensificar un poco el beso y yo puse mis manos en su cuello. Mientras nos besábamos, pensé, -definitivamente el tiene que ser mi marido-, porque besa muy bien, porque entiende mi rareza, yo la suya, y nos complementamos.

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